-Sabes a lo que me refiero. Sigo siendo tu mayor por dos años y no vamos en las mismas clases.
Giro los ojos con fastidio.
Odio que me recuerde cada dos por tres que él es mayor que yo. No me importa ese hecho; de todos modos, la diferencia de edad no es abismal ni alarmante. Ambos seguimos siendo unos mocosos.
Bufo, apartándome de él. Caigo en el asiento del copiloto. Lo escucho colocarse la ropa mientras yo busco la mía e imito su acción.
-La edad es solo un número - mascullo, arreglándome el cabello con los dedos - No te adjudica mágicamente el grado de madurez por tener más - me encojo de hombros.
-Siempre queriendo tener la última palabra - sacude la cabeza como si yo no tuviera remedio - ¿Adónde te llevo?
Una punzada de dolor y decepción me atraviesa el pecho ¿Eso es todo? ¿Me dejara así sin más? Sin embargo, no permito que siquiera lo sospeche. Perdería mi poca dignidad y orgullo que él se jacte de mi desgracia.
- ¿A mi casa, tal vez?
- ¿No te verás con tu novio? - increpa con cierto desdén en su tono de voz.
-Noah no es mi novio, es mi mejor amigo.
Alza las manos en señal de inocencia.
-Siempre que los veo están juntos.
-En compañía de Cher la mayoría de las veces - me excuso - ¿Celoso, Connors?
- ¿Yo? - bufa - Para nada. Me preocupo por tu reputación. Tus juegos con él podrían mal interpretarse.
-No me vengas con jueguitos de doble moral, Stephen - lo encaro - Tú no - me ajusto el cinturón - Y haz el favor de poner esta chatarra en marcha, no mandes a la mierda el momento tan placentero que acabamos de compartir.
Me cruzo de brazos, mirando por la ventana. Ignorarlo es lo mejor.
Jamás me había reclamado nada con respecto a nadie desde que comenzamos a salir. Nunca. Y el que lo haga ahora me molesta tanto, sobre todo cuando él sí está en plan de novios con Astrid.
No obstante, es su risa burlona lo que escucho. Giro la cabeza en su dirección.
-Eres muy cascarrabias, Melody - toma mi barbilla entre sus dedos, acercándome a su rostro. Me planta un beso en los labios que me deja sin respiración y sin argumentos «¿Por qué era que discutía hacia apenas unos minutos atrás?» - Y me fascina ese carácter tan volátil que tienes. Es divertido hacerte rabiar.
Le doy un manotón.
-No me provoques.
-Me gusta provocarte. Ven aquí.
💙
Cher me observa con incredulidad y un poco de molestia cuando termino de contarle lo sucedido anoche con Stephen.
- ¿Y esta vez si usó preservativo? - inquiere lentamente.
-Sí - sorbo a través de mi pajilla el jugo de mango. Sorprendentemente es lo único que mi estómago parece tolerar por un rato.
Bufa, rodando los ojos.
- ¡Es un imbécil! - brama, moviendo los brazos - ¿Por qué no lo usó las veces anteriores antes de dejarte embarazada?
-Estábamos muy...
-Calientes, ya lo sé - resopla - Ahí es donde hubieras aprovechado la oportunidad para soltarle la bomba y ¡Zas! - palmea la mesa, me sobresalto - Verás cómo se le baja la erección en el acto.
-Y no alces tanto la voz - le regaño en un siseo - Estamos a plena luz del día y en el campus.
- ¡Me importa poco! - chilla - No por ti, sino por él.
-Aún no sé cuál será su reacción, Cher - me encojo de hombros - Tal vez si acepte criar al bebé conmigo.
- ¿Y si no?- revira - ¿Quieres decir que tu decisión de cómo proceder con respecto a este tema se basa enteramente en lo que opine Stephen? - gruñe- ¿Y si te dice que no va a hacerse cargo?
Aparto la mirada de sus ojos acusadores.
-Tú no lo entiendes, Cher -murmuro, dejando el vaso a un lado - No tienes ni idea lo difícil que se volverá todo a partir de ahora.
-Lo único que sé es que no te tenía por una cobarde - se pone de pie - Mejor me voy y hablamos después, en este momento no soy la mejor compañía para ti.
-Tus cambios de humor son bastante frecuentes últimamente.
Medio sonríe.
-Tu culpa - me lanza un beso - Estoy un poco molesta pero no olvides que te quiero y cuentas conmigo.
- ¿Ves?- rio - Eres tan bipolar.
-No me jodas - se da la vuelta y sacude la mano a modo de despedida - Te veo más tarde.
Me quedo apoyada en la silla bajo la sombra del árbol, suelto un suspiro. Veo a los estudiantes de distintos grados caminar y reír frente a mí. Seguro que cada uno de ellos tendrá sus problemas propios y pensarán que es el fin del mundo, y quizás sí sean de tal magnitud.
Saco del bolsillo delantero de mi mochila la ecografía que me realicé con Cher. La observo con anhelo y miedo. Toco lo que se supone es mi bebé e instintivamente mi mano izquierda cae encima de mi vientre.
El nudo en mi garganta se forma de nuevo.
-Te prometo que se lo diré a tu papá pero no quiero perderle ni que tú estés sin esa figura en tu vida - susurro al borde de las lágrimas - Espero que su reacción sea buena.
- ¿Qué estás haciendo aquí sola?
Chillo del susto y la imagen cae de mis manos. Temblando la recojo y guardo enseguida. Alza la cabeza para identificar a la figura masculina que tengo delante.
Es Carter.
Irónicamente uno de los mejores amigos de Stephen, y que no forma parte del equipo.
Su iris azul se ve más claros gracias al sol que le da de lleno en el rostro y su cabello rubio está perfectamente peinado. Me regala una sonrisa que de inmediato correspondo.
-Me diste un susto de muerte.
Hace un mohín.
- ¿Tan feo soy?
Ruedo los ojos, palmeando el lugar vacío que está a mi lado derecho.
-No es cuestión de fealdad - respondo- Mi reacción es natural, y cualquiera hubiera hecho lo mismo es mi posición.
-Tienes razón - concede - ¿Cómo estás, sirenita? - vuelve a sonreír - ¿Por qué ya no veo pululando por ahí con tu alegría desde hace semanas?
-Soy la misma - «pero embarazada» - Solo tengo los pensamientos en los exámenes.
-Chica aplicada - choca su hombro con el mío, un clara señal de complicidad - ¿Irás al próximo partido? -abro la boca para responderle pero se me adelanta - Ya lo creo que sí - ríe - Nunca te pierdes uno.
Me sonrojo.
Es cierto.
Desde que estoy con Stephen nunca me pierdo un partido. Me gusta estar ahí para darle mi apoyo, así sea desde lejos y que mis gritos de euforia se pierdan entre la multitud. Incluso cuando no éramos nada y él no notaba mi existencia me gustaba estar presente. Stephen fue el único chico que me gustó desde que ingresé a esta escuela.
-Te ves muy enamorada de él - comenta.
Me tapó el rostro con ambas manos.
- ¡No lo digas! Haces que sienta vergüenza - lo observo de reojo - ¿Soy tan obvia?
-Más de lo que imaginas, sirenita. Pero, no te preocupes - susurra- Guardaré tu secreto.
-Gracias - ruedo los ojos - ¿Qué haces tú por aquí, rubio?
-Andaba por aquí, te reconocí y como te vi sola decidí acercarme para saludar... Así que ¡Hola!
Carcajeo.
-Hola, Carter.
Silbidos y virotes se hacen presentes. Giro la cabeza, y por encima del hombre identifico a una parte del equipo de fútbol. Sonrío, estos chicos sí que se hacen notar. Mi sonrisa flaquea cuando noto que Stephen está entre ellos, y está tomado de la mano con Astrid. La despampanante porrista lleva puesto el uniforme de su equipo color azul oscuro y gris.
-Oye - Carter me llama, me toma de la barbilla - Que tu humor no decaiga. Sabes que eres demasiado buena para estar con él y aguantar acciones que no deberías.
-Pero es tu mejor amigo.
-Precisamente - me corta - Sin embargo, prefiero no opinar demasiado en lo que respecta a su relación. Tú sabrás qué es lo mejor para ti, Melody.
- ¿Ya no soy la sirenita?
-Para mí siempre lo serás - aclara - Eres una amiga a la cual aprecio bastante. Ya sabes, eres como un chico más en el grupo.
-Tu discurso cursi acaba de arruinarse - bufo- Menuda decepción.
Ríe, poniéndome de pie. Pasa la correa de su mochila por encima del hombro y me tiende la mano.
-Ven, te invito un helado y me pones al corriente sobre esos exámenes. Tal vez pueda ser de ayuda.
Recojo mis cosas y acepto su invitación.
-Espero que estés listo para un lavado de cerebro en las próximas horas - empezamos a caminar - ¿Seguro que aún recuerdas los temas que tocaban en mis clases? Ya sabes, eres algo viejo.
-Graciosa - dice - Quizás los temas hayan cambiado pero puedo defenderme. Seré de gran utilidad para que no repruebes, ya luego me devolverás el favor.
-Algún día, Carter. No pierdas la fe.
💙
Cae la noche.
Por fin acabo este día tan tedioso. Mi cuerpo pide a gritos una ducha para poder dormir a gusto por muchas horas que, lastimosamente, se verán interrumpidas cuando tenga que retomar mi rutina escolar al día siguiente.
Tarareo una canción en español mientras lanzo la mochila contra el suelo. Cierro la puerta con seguro y luego procedo a quitarme el uniforme de la escuela.
Cuando me quedo en ropa interior, mis instintos me ganan y a paso vacilante me posiciono frente al espejo de cuerpo completo. Me pongo de perfil.
«6 semanas»
Aún no es visible mi estado. De hecho, si observas con atención mi vientre solo parece que estuviera levemente hinchado o que he subido un poco de peso. Pero sé que no se debe a eso. Toco con cuidado la piel de esa zona pero rápidamente me aparto.
«No puedes encariñarte, Melody»
Desarrollar un lazo afectivo por este bebé sería el peor error que podría cometer. Aún no decido qué haré con él ni cómo proceder pero no puedo quererlo. Me rehúso. Al final todo sería más doloroso y complicado. He visto cientos de películas sobre esto y no termina nada bien.
«Pero puedes quedártelo», la odiosa voz de mi consciencia se hace presente en un consejo que rápidamente descarto.
¿Pero y si...?
Sacudo la cabeza para alejar los pensamientos que se forman en mi mente.
Coloco las manos en mi cintura y juego sacando más panza, haciéndome una idea de cómo me veré en los próximos meses.
-Patético- me mofo - Espero que no sea una barriga escandalosamente grande - advierto en voz baja - Así que, colabora, gomita.
Me doy una última mirada en el espejo y camino por mi habitación, antes de entrar al baño enciendo los pequeños parlantes y selecciono la carpeta de música que quiero.
En estos momentos necesito tranquilidad.