El hilo rojo
img img El hilo rojo img Capítulo 3 Mi mujer.
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Capítulo 6 Papá. img
Capítulo 7 La fiesta. img
Capítulo 8 Fiesta parte 2. img
Capítulo 9 Las escorias como tú tiene un castigo. img
Capítulo 10 Anonimo img
Capítulo 11 Jack Colsón.... img
Capítulo 12 Visitando a mi suegro. Parte 1. img
Capítulo 13 Conociendo a mi suegro. 2 parte. img
Capítulo 14 Me enamore de Sael. img
Capítulo 15 El viaje en caballo img
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Capítulo 3 Mi mujer.

Nueva York, suena muy interesante para visitar; suspire, mirando la venta de mi oficina se podía ver una hermosa vista de parís. Mi celular sonó como loco no lo iba a tomar, volvió a ver la información que tenía en el escritorio de la oficina, tenía una foto de ella. Tomada por las calles de Nuevo York, su rostro era de una niña dulce, sonreí con alegría, mientras caminaba como si la calle fuera su pasarela. Mientras escuchaba música; su cabello en un moño alto recogido una coleta, lo llevaba largo. En su rostro no tenía ni una pisca de maquillaje, era totalmente natural.

Lucia elegante y casual mientras iba para el trabajo, con su jean negro ajustado que resaltaba las curvas de sus piernas; sus zapatos cómodos de color blanco y una camisa de botones de color blanco con un nudo en la parte delantera.

Después de tres años estas en Nueva York, ¿¡Por qué huiste!? ¿¡Tal mal me comporte que tuviste que irte, para no verme!? Suspire; ninguna de mis preguntas tenia respuesta y aunque la tuviera enfrente no me atrevería a preguntársela. Ella estaba baja de una droga mejor dicho estaba bajo los efectos de un afrodisiaco que despertó su apetito sexual, mire los papeles en búsqueda de algo que me sacara de la duda que he tenido durante tres años. Una foto tras otra; la información estaba en los papeles, pero lo deje para luego. Me interesaba más la foto en ese momento.

Estaba con su tío, amigos de trabajos, entre otras; solo una me llamo la atención, aunque no se veía las caras ya que estaba de espalda, era que estaba con dos niños, el niño estaba en la espalda y la niña en sus manos mientras ella sonreía de perfil.

- ¿¡Encontró algo interesante!?- levante la foto en donde estaba en compañía de los niños.

-Investiga si estuvo embarazada, sobre todo su vida en Nueva York; nadie se debe enterar de lo que estamos haciendo- tome dos de sus fotos de la calle.

-En seguida me pongo a trabajar- el secretario salió de la oficina, aún tenía la foto de ella con los niños en las manos, sentía algo inexplicable al verla con ellos.

Es como si me faltara algo, aún recuerdo cuando la doctora me dijo que nunca estuve estéril, lo bueno que soy amante del condón. Pero con ella no fue así; no sé por qué lo hice sin condón, pero algo estaba seguro es que esa chiquilla me conquisto con solo su presencia. Esa atracción y la tensión sexual que había en el lugar hizo que olvidara todo, ya estoy delirando de nuevo; por desgracia algo estaba despertando.

-Debo controlarme - susurre, durante estos años ninguna mujer ha podido satisfacerme.

***

Entre a la oficina, una vez más puedo respirar ahora que hice mi presentación por la televisión me es muy difícil salir a la calle, antes podía eludirlos ahora ni eso puedo. Más difícil es llegar a casa para ver a mis hijos, Daniel y Daniela. Los mellizos son muy traviesos no se de quien lo saco porque yo era muy tranquila a su edad, solo tiene dos años que pasara cuando tenga quinces, me volveré loca antes de tiempo.

Han pasado ya unas semanas de la entrevista, los contratos se están volviendo el plato de cada día. Estamos creciendo cada día, me fui al estudio de diseño privado que tengo, puse algo de música en mis audífonos y me concentré en lo que tenía al frente una hoja en blanco esperando el siguiente diseño. Comencé hacer mi trabajo dibujar un hermoso vestido. En mis oídos se escucha Rihanna, con su gran canción No stop música. Los trazos iban y venía, hasta incluso me puse a dibujar algo de joyería para darle espíritu de poderío a mi diseño. Cuando suena mi celular me hizo salir de mi trance.

- ¿¡Halo!? - respondí confundida.

-Señorita, tenemos visita - era mi secretaria favorita sabia como despertarme de mi trance sin querer matar a nadie.

-Hazlos pasar, estoy un poco ocupada ahora - termine de darle sombra al diseño para que se viera perfecto.

-Le gustaría darse la vuelta, por favor. - negué divertida mientras deja el lápiz en su lugar.

No mire mi obra de arte era algo que no me gustaba ya que le encontraba un defecto al instante, suelo ser perfeccionista en algunas cosas; al darme vuelta encontré a dos hombres, uno de ellos estaba sentado en uno de mis sillones con una sonrisa en su rostro la cual no me moleste en volvérsela, mientras el otro estaba parado mirando lo que estaba en mi espalda, por la puerta entro Santiago, con cara de diva.

-No me diga, está perdiendo el tiempo en contratos - se aclaró la garganta para parecer lo más profesional posible. - Te lo he dicho lo tuyo es crear, mira que diseños hermosos... merece un abrazo de mi parte.

-Ni se te ocurra, aun no te perdono por los del bar - lo mire desafiante. Tome el diseño se lo entregue.

Santiago es gay, lo vi marcharse de mi estudio con la cara embobado por los dos hombres imponentes que se encontraba en mi espacio. Por alguna razón el hombre que estaba sentado en el sillón me parecía tan familiar, pero de dónde.

-Disculpe mi falta de respeto. - aquellos ojos verdes clara me miraba de arriba abajo, pude notar cierto interés en ellos.

-Es muy hermoso su diseño, Señorita Blaster - me halago, su voz ronca y profundo causo un estremeciendo interno. - Debo admitir que es usted muy hermosa en persona.

-Lamento contradecirle, Señor...- levante una ceja para que me dijera su nombre.

-Zack Walter - estrechamos manos, una corriente recorrió mi cuerpo, sus manos cálidas y grandes tocaron mi piel, dando un ligero apretón.

-Dueño de las empresas Walter, tiene un legado por delante - lo halaga, quien no; es un tiburón en los negocios. - ¿¡Que le trae por mi empresa!?

-Necesito proveedores en telas, estamos desarrollando un proyecto de telas en la ciudad de Paris para una gala - volvió a sentarse - me he informado de que sus telas son de mejor calidad.

-Puede verlas por ustedes mismo, a unas cuantas cuadras hay una de nuestras sedes de producto, podemos ir y comprobarlo. - le propuse. - Si gusta dar un paseo.

-Sera un placer - se levantó del sillón abotonándose la chaqueta de su traje Channel.

Caminamos a las afuera de la empresa mientras hablamos de cosas triviales para no estar incomodos. Me atreví a preguntar por la ciudad y sus nuevas atracciones; a lo que solo me dijo que no había cambiado mucho, era raro que con el Señor Walter mantuviera una sonrisa durante nuestro trayecto, al entrar al edifico se puede ver la perfecta decoración en colores cálido acompañados con un dorado, mientras las telas estaban en un lugar en donde podía verse sin ninguna objeción atrayendo a la vista de los clientes con tanta elegancia y armonía. Era una de las sedes en donde era más producida en la ciudad. Mire a mis compañeros de trabajo los cuales me recibieron con una bienvenida acompañado con una sonrisa cálida; el secreto de un ambiente laboral es que tu personalidad debe combinar con lo que hace, sino que también se acople con tus compañeras.

-Bienvenido a una de las sedes de mi empresa, tenemos desde seda, como algodón entre otras telas. - le mostré donde se encontraba cada tela, caminamos por el lugar.

-Está muy bien organizados, las telas son muy buenas - concluyo después de la visita. - Me gustaría hacer un contrato de proveedores, Señorita Blaster.

-Claro que me gustaría negociar con el Grupo Walter, señor, en cuanto tengo el contrato me lo puede enviar para revisarlo. - le sonreí, miré a mi secretaria hablando por el celular.

-Le gustaría cenas esta noche conmigo por el inicio de nuestra cooperación muta. - mire sus ojos verdes claro, de un momento se pusieron oscuro.

-Aun no canté victoria, señor Walter, eso solo dependerá del contrato - le sonreí con malicia -Pero la cena, la podemos dejar para otro día, me es imposible hoy.

-Lastima, me encantaría estar un momento más con usted, señorita Blaster; encuentro muy cálida y reconfortante su compañía. - me sonrió con calidades mientras su ojo decía otras cosas.

-Jefe, tenemos un pequeño problema. - interrumpe en nuestra conversación, su secretario. - No tenemos en donde quedaron esta noche, aún tiene una junta con el señor Johnson para los nuevos modelos de joyas.

-Es una lastimas, has buscado otros hoteles. - lo miro divertido, al parecer no es la primera vez que le sucede.

-En esta época se le será difícil encontrar hotel, ya que la mayoría de las personas son turistas. - me atreví a involucrarme. - Puede quedarse en mi casa, no hay problema.

¿¡Que acabo de decir!? Mierda, estoy en problemas no puedo quitar mi oferta seria de mala educación, mire a mi secretaria, buscando salvación. La cual se hizo la desentendida; te rebajare el sueldo por traidora. Le sonreí al señor Walter, el cual me la devuelve con calidez; volvimos a la oficina en donde el señor Walter se despido prometiendo volver para recogerme al terminar el día de trabajo. Tengo una vaga sensación de que conozco al señor Walter de algún lugar.

El día transcurrió con tranquilidad, me quedo un momento en la silla mirando por la ventana de mi oficina la vista, aquellos ojos verdes claro volvieron de nuevo; tres años, algo volvió en mi cuando recordé su mirada es como si nos conociéramos de toda la vida. Negué con la cabeza, se de antemano que el hombre que entro a mi estudio tiene 28 años de edad, ha forjado un imperio desde la edad 17 años, después de que su madre muriera en un secuestro, desde entonces no se supo nada de la familia Walter hasta que el pequeño Zack tomo el poder de las empresas de su padre y la unió con una cooperación que estaba ganado terrenos en los negocios, resulto ser que el presidente era nada más que el mismo Zack que le quito el poder de las empresa Walter a su padre y era uno de los dueño de una cooperación de telecomunicaciones. Desde ese momento su carrera fue subiendo en decadencia. A parte de eso, su vida es un completo misterio solo se sabe que es uno de los soltero codiciado por las mujeres...

¿¡Claro!? Como lo pude olvidar, uno de los soltero codiciado por las mujeres, entres esas mujeres; Mariana Smith, tomé mi celular buscando información de su relación la cual está más muerta por que el señor Walter no ha vuelto a salir con ella en las noticias, todo lo contrario; en su lugar es ocupado por otras mujeres.

- ¿¡Cómo te sentirás cuando obtenga lo que tu deseas!? - sonreí.

***

-Señor, ¿¡Esta seguro que se quiere quedar en casa de la señorita Blaster!? - pregunta mi secretario el cual no se ve muy convencido de la que vamos hacer.

-Sí, es hora de irla a buscarla. - le ordena para que manejara el auto rumbo a la empresa. Al llegar me encontré con una escena no muy grata para mi gusto. Un hombre la estaba abrazando. - ¿¡Quién es!?

-Se llama Santiago García, es el diseñador de ropa, también es Gay, así que no te deja llevar por tu celo - lo mire con odio. Gay, mis huevos.

Mire la escena la cual, solo era un abrazo de amigos, pero para mí no me le parecía. Suspire moleste; mientras miraba por la ventana con los brazos cursados, parecía un niño que le acaba de quitar un dulce, su dulce favorito. Vi como mi secretario salía del auto para abrirle la puerta en donde me encontraba, al verme me sonríe con dulzura. Creo que esa chiquilla es el mismo demonio, no puede oponerme en no sonreírle, toda la molestia se fue por el drenaje con esa sonrisa de oro.

-Señor Walter, ¿¡Cómo estuvo su día!?- pregunto una vez acomodas en su lugar.

-Muy bien, ¿¡El tuyo, que tal!?- miraba por la ventana con tranquilidad.

-Muy tranquilo... Señor Walter, me tengo que disculpar con ustedes de antemano. - me miro un aquel ojo celeste, un leve sonrojó se producía en sus mejillas. - Vera mi pequeña familia se reúne hoy en casa, celebraremos una pequeña velada por el grado de mi primo. ¿¡Les gustaría ser partícipes de la velada!? Si no quiere no, buscaré una solución para su comodidad...

Perdí el hilo de la conversación al ver sus expresiones, era como una niña perdida, ni rastro de la mujer de esta mañana, no pude evitar sonreía con diversión. Tome su mano con la mía, deje un beso en ella mirándola a los ojos con intensidad, su sonrojo se volvió un poco más intenso.

-No me molesta acompañarla en su velada. - aparto la mirada.

Le indico la dirección de su casa con toda la calma del mundo, cuando llegamos era una casa pequeña no era tan grande como lo esperaba, una música se escucha no era tan fuerte, al entras nos recibió un hombre de edad. La cual la abrazo como si fuera su hija.

-Por fin llegas, los chiquillos están inquietos por que su ma... - se quedó callado al vernos, volvió la vista a la mujer confundió por nuestra presencia. - es raro que traiga un hombre a casa, ¿¡Es tu novio!?

-Tío, te presento a Zack Walter, uno de los empresarios de la ciudad de Paris, el hotel está repleto, ya sabes por la época de turismo - le quito importancia mi estancia en su casa. - no te hagas ilusiones con eso.

-Buenas noches, Señor Walter; adelante se refriarán. - nos hizo pasar la casa. - ustedes son los primeros hombres que trae a casa.

Nos sonrió con cortesía, la casa era pequeña pero reconfortante y cálida, estaba pintada con colores claros y pasteles, una mujer nos indicó cual sería nuestras habitaciones, note dos habitaciones con la puerta decorada; una estaba con un balón de futbol y carros y la otra estaba decorada con flores y mariposa. Mire a mi secretario, el asintió.

***

Mierda, ¿¡Como mierda es que ahora es una empresaria con éxito!? Mire la noticia una vez más, estaba molesto ella no es nadie. La muy maldita perra tenía un imperio formado ahora después de desaparecer tres años, la estuve buscando para que me pague lo que hizo, ahora resulta que la hija de puta está creando una fortuna en Nueva York.

-¿¡Cómo es que esa puta ahora es una empresaria de mierda!? - pregunte a las dos mujeres que están sentada en mi sillón. - la perra me hizo perder millones.

-No lo sé, pero podemos hacer que nos de dinero, el video muestra claramente que disfrutaba del hombre que estaba en la habitación. - mire a mi sumisa favorita siempre con grandes ideas.

-Sino lo hace creo que su carrera estará por el piso cuando la noticia lance su video por todos lados - me acerque ella devorando su boca con salvajismo.

Tomé el video, entre las manos comencé a jugar con el mientras pensaba como hacerlo llegar a la perra de Celeste. Llame una línea de envió para que llevara el paquete. Después de disfrutar de los placeres del sexo, me fui a un bar. Buscar a mi siguiente victima; la cual encontré sentada bebiendo un coctel de piña; le sonreí la cual hizo una mueca de asco.

-¿¡Que se te ofreces!? - pregunto con odio.

-Tranquila, solo te vi solita y vine a ver que te pasaba - le sonreí con dulzura.

-Armando, sácalo de mi vista. - un hombre alto me tomo del brazo con fuerza.

Una queja de dolor salió de mis labios. Me sacaron del bar como una basura, maldita perra, si te veo de nuevo te hare sufrir de la peor forma posible; camino por la calle para mi mala suerte fui atrapado por uno del hombre Marcos, los que me arrastraron a un callejón oscuro y me dieron una paliza.

-Saludos te manda nuestro jefe, que si no tiene su dinero para fin de meses puede darte por hombre muerto. - mire como se iban sin mirar atrás.

***

(Tres meses después)

El celular comenzó a sonar con molestia, estaba revisando las estadísticas de las últimas compras de la empresa, la contaduría debía ser llevada cada día, Daniel es un buen contador que me ha brindado las actualizaciones de cada mes, para tenerme al corriente.

-¿¡Halo!? - conteste el celular que me está descentrando.

-Buenos días, Señor Walter -escuche la voz de Celeste atravesó de la línea fue reconfortante.

-Señorita Blaster, tiempo sin escucharla - una sonrisa se formó en mis labios, me levante de la silla dirigiéndome a la ventana, mientras tenía una mano en mi bolsillo del pantalón - ¿¡Ha que debo su llamada!?

-Estaba leyendo el contrato, me gustaría cambiar una clausura en el - se escuchó papeles sonar.

-Todo lo que quiera, Princesa - un silencio prolongado se ínstalos en nuestra conversación, sonreí imaginado lo sonrojada que puede estar.

-¿¡Está desocupado en este momento!? - pregunto después de un corto tiempo.

-Para ti, siempre. - mire la puerta que estaba abriéndose dejándola ver.

El corte la línea, recorrí su cuerpo de arriba para abajo como la primera vez que la vi en Nueva York; esta vestida con un abrigo de tela color hueso, desabotonado. Una camisa color rojo con un leve escote en su pecho, una falda tuvo color negro acompañado de unos zapatos altos, su cabello suelto, estaba más corto de lo que recuerdo.

-No encontré a nadie en recepción así que pase sin tocar, espero que no te moleste - me sonrío mientras dejaba su bolso en una de las sillas.

-Claro que no, ¿¡Gusta tomar algo!? - pregunté, volví a sentarme en la silla.

-Por el momento no, hablemos de la clausura del contrato. - me miro con seriedad.

Por lo visto, mi mujer sabes en que estamos trabajando comenzamos hablar de los contratos, teníamos tres meses haciendo negocio y nos llevamos muy bien. Había hecho la investigación de su vida en Nueva York, algunos no quisieron hablar, pero la muestra ADN de los niños me confirmaron que era nuestros hijos, el problema radica en cómo decirle lo que paso esa noche sin que me odie.

-Eso todo de trabajo - mire como se acomodaba en la silla de frente de mí, mirando al techo.

-No has venido solo por la clausura del contrato, ¿¡Verdad!? - la había notado pensativa desde que comenzamos hablar.

-Sí, ¿¡Que diría si te dijera que fueras mi prometido falso!? - ¿¡Que!? La mire sorprendido. - mira sé que suena mal, pero ambos ganaremos yo consigo lo que busco y tu podrás deshacerte de todas esas mujeres que busca tu dinero, por un tiempo.

-Hermosa, ¿¡Que tramas exactamente! - la mire con compresión -¿¡Que es lo que tú estás buscando en la ciudad!?

-Zack, ayúdame con esto, sin preguntar el por qué. - si el dolor fuera persona, juraría que esos ojos fuera esa persona.

-Ven acá. - me levanté, me puse en la esquina de la mesa. Ella se levanté camino hasta mí, lleve mi mano a sus mejillas acunado. - Te ayudaré con una condición. - en sus ojos la confusión brillaba. - cuando esté lista para confiar en mí, me puedas contar todo ese dolor que guarda dentro de ti. - le sonreí.

            
            

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