Al llegar a casa, Sandra no está en el edificio, está trabajando en el centro odontológico que ella emprendió, hace dos años. Yo voy a mi habitación, me cambio la ropa por algo mucho más cómodo y decido ponerme a limpiar mi habitación un poco con la aspiradora. Luego de aspirar, lavo algunos platos sucios en el fregadero y saco la basura. Eso es lo bueno de vivir con Sandra, que ella siempre mantiene la limpieza lo que hace que la convivencia sea mucho más llevadera. Cuando termino los quehaceres, son cerca de las doce y la temperatura ha subido algunos grados más. No lo pienso más, me pongo mi traje de baño, me coloco un vestido ligero y corto, para dirigirme a casa de mis padres para tomar un chapuzón en su piscina.
Mis padres son mi ejemplo a seguir. Llevan más de treinta años juntos y pareciera que son dos jovencitos enamorados. Viven en uno de los mejores vecindarios de la ciudad. Mi madre es ama de casa y mi padre aún trabaja en el buffet de abogados de su firma. Cuando llego hasta su residencia, mi madre se encuentra en la cocina, preparando una limonada.
- ¡Mi niña hermosa! Qué bueno que hayas venido - me saluda abrazándome con cariño.
- ¡Hola, mamá! Vine para verte y porque moría de calor - le digo tomando una manzana de la encimera.
Ella se ríe porque sabe que amo nadar, por eso ella y papá han construido la piscina, para que mis hermanas y yo siempre vengamos a visitarles en las tardes calurosas de verano.
- ¿Ya has almorzado? - dice mientras endulza la limonada.
- Aún no, pero desayuné tarde - le digo.
- Bien. ¿Y qué esperas para contarme de tu entrevista? - me inquiere sentándose en un taburete.
Creo que con la sonrisa que se me planta en el rostro es todo lo que ella necesita para conocer la respuesta. Me abraza con alegría mientras celebra.
- ¡Sabía que lo ibas a lograr, mi niña!
- Aún deben llamarme de recursos humanos, pero el decano me ha visto hoy y me ha dicho que el puesto es mío.
- Estoy tan orgullosa de ti.
¿Conocen la frase que dice que no hay nada como el abrazo de mamá? Pues debo decir que es cierto, me regocijo en su abrazo sintiéndome plena y ella me suelta para animarme a ir a nadar. No me demoro más, me dirijo a la piscina y tan pronto me meto al agua, siento alivio del calor tan fuerte que hace. Me paso horas dando brazadas y solo salgo cuando mis dedos se me han puesto como pasas.
Me recuesto en un camastro y ella se ha unido a mí en el patio.
- He preparado unos sándwiches para que comas algo - dice colocando la bandeja en la mesita.
- Gracias, mamá. Están deliciosos - le digo tomando el primero. - ¿Y papá?
- Dijo que saldría temprano de la oficina porque esta noche tenemos una actividad benéfica a la cual asistiremos.
Puedo ver en sus ojos que está muy emocionada y no la culpo. Se casó con mi padre por amor siendo muy joven, y a pesar de el tiempo y de los hijos, es evidente que ese amor sigue intacto. Yo disfruto de los sándwiches y de su compañía mientras charlamos un rato más. A eso de las cinco treinta, luego de haber nadado un poco más, decido que es tiempo de volver a mi apartamento a descansar.
No sé cómo mi madre logró cargarme de varios tápers llenos con comida hecha, que van desde pasta a la boloñesa, hasta pollo asado. Ella siempre se preocupa de que no me alimente bien, así que tomo todo conforme, le agradezco y le digo que salude a papá de mi parte mientras me dirijo a mi casa.
Al llegar, veo que Sandra acaba de llegar también y se encuentra organizando en la nevera algunas cosas que ha comprado.
- ¡Hola! - la saludo de buen ánimo.
- A ver, a ver, chica Oxford. Cuéntame qué tal te ha ido. Esta vez a detalle - me pide sonriendo.
Yo le entrego la bolsa con los tápers para que los guarde en el refri.
- Me los ha dado mi madre - le digo.
- Amo a la señora Shein - dice inspeccionando lo que hay en ellos.
Me echo a reír y empiezo a contarle cómo me fue en la entrevista. Con ella no omito partes que no le conté a mi madre, como cuando encontré al decano viéndome el cuello o su caricia en mi mano. Con Sandra puedo hablar de lo que sea porque ella no tiene prejuicios. Por eso, le digo también lo guapo que es y que me puse colorada porque esperaba a un hombre mayor y no a ese joven atlético.
- Le gustas - es su veredicto.
- ¿Crees que sí? - le digo dudando que sea cierto.
- A ver, eso fue una insinuación abierta. Creo que le gustas, pero quizás por su posición no se atreva a dejarlo saber.
Yo me echo a reír.
- Sea como sea. no es algo importante, porque será mi jefe y mejor no me hago ilusiones de ningún tipo con él.
- A ver, vamos a buscarlo en Instagram.
Se lanza por su teléfono para iniciar su investigación.
- Sandra, no creo que sea buena idea.
Ella me ignora y continúa buscando, sin dar con él hasta que por fin lo halla, pero su cuenta tiene privacidad.
- ¿Ves? Mejor olvida eso y celebremos que me han dado el puesto.
- Hmm, seguro que es lo mejor. ¡¡Esta noche nos vamos de fiesta!!
Yo me río y me dirijo a mi habitación para descansar un poco antes de irnos, porque conociéndola como la conozco, sé que esta noche será intensa.