La Propuesta del Decano
img img La Propuesta del Decano img Capítulo 4 Celebración.
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Capítulo 6 Inducción 2 img
Capítulo 7 Derek img
Capítulo 8 Extraño. img
Capítulo 9 Una cita img
Capítulo 10 El Encuentro img
Capítulo 11 Realidad img
Capítulo 12 Indecisa img
Capítulo 13 En Ascuas img
Capítulo 14 ¿Acepto img
Capítulo 15 Reencuentro img
Capítulo 16 Atrapada img
Capítulo 17 En mis redes img
Capítulo 18 Filo con filo img
Capítulo 19 Apariencias img
Capítulo 20 Pulso img
Capítulo 21 Cena img
Capítulo 22 Dominado img
Capítulo 23 Comienzos img
Capítulo 24 Más que amigos. img
Capítulo 25 Velada Especial img
Capítulo 26 Un lugar único img
Capítulo 27 Entre las sábanas. img
Capítulo 28 El gran día img
Capítulo 29 POSESIVO img
Capítulo 30 Alerta img
Capítulo 31 Guerra declarada. img
Capítulo 32 Bienvenido img
Capítulo 33 Epilogo. img
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Capítulo 4 Celebración.

Me despierto desorientada porque he tomado un siesta y no estoy segura de qué hora es. Mi habitación está a oscuras, pero alcanzo mi celular y veo que son casi las ocho de la noche. Salgo de mi habitación y me dirijo a la cocina para buscar algo de comer. Sandra ha caído dormida en el sofá y la despierto porque debemos prepararnos si vamos a salir.

Caliento la pasta que me ha dado mi madre para las dos y comemos mientras vemos algo en la tele. Para nosotras, las diez de la noche es la hora perfecta para salir, sobretodo para mí, que estoy libre todos estos días, hasta que se reinicie el año escolar. Terminamos de comer y nos vamos a nuestras respectivas habitaciones a prepararnos. Tomo una ducha rápida y decido ponerme algo cómodo, porque la noche es húmeda y hace bastante calor. Opto por un vestido corto color turquesa de algodón, junto a unas zapatillas color crema de plataforma. Mi pelo se ha secado al natural luego de haberlo mojado en la piscina y me limito a recogerlo en una coleta dejando que caiga ondulado por mi espalda. Me encanta mi cabello, porque es un rubio oscuro con algunos mechones claros. Me veo en el espejo y apruebo la imagen. Me coloco un poco de loción, unas pulseras y pendientes sencillos, un poco de labial y eso es todo. Salgo a la sala a esperar a Sandra.

Ella sale de su cuarto con un vestido negro con un escote en la espalda, mucho más atrevido que el mío, similar a su personalidad, además lleva tacones a juego y su pelo oscuro también suelto.

Salimos de casa y ya son las nueve y cuarto. Pedimos un Uber para no tener que conducir ebrias, y nos dirigimos a un bar en el centro, que es bastante acogedor. Nos sentamos en el fondo mientras pedimos una ronda de margaritas. Tomamos y disfrutamos de la música, cuando de repente, James, el novio de Sandra se le acerca por detrás, y le tapa los ojos.

- Más te vale que me sueltes, idiota. Estoy armada - dice ella sintiéndose expuesta.

- Uy, qué miedo - dice él riendo mientras la suelta y la besa en los labios.

Yo también me río por la escena. Ella al darse cuenta de que es él, le golpea el hombro riendo y lo abraza con cariño. Él me saluda con un beso en la mejilla.

- Señoritas, qué hermosas se ven- dice, pero sus ojos están fijos en los de Sandra.

- Ya sabes, vinimos a celebrar - le dice ella con coquetería.

- Lo sé, tan pronto me dijiste que vendrían, no me lo quise perder. Por cierto, Ámbar, felicitaciones por tu nuevo empleo.

- Gracias, gracias - digo con modestia.

- Solo estamos calentando los motores. ¡Que m empiece la fiesta! - grita Sandra alzando su copa y yo la imito cuando la música suena a todo volumen.

Bebemos y bailamos como locas hasta que nuestros pies ya no dan más. Yo vuelvo a nuestra mesa para tomar un poco de agua, mientras que ella y James se han quedado en la pista, bailando una canción lenta que ha puesto el DJ. La imagen de ellos dos es muy bonita y yo solo pienso en el día en que pueda encontrar a alguien que me quiera así.

Un tipo se me acerca y me dice que si quiero bailar, educadamente le rechazo porque no lo conozco y estoy ebria. Veo el reloj y es la una de la mañana. La canción termina y Sandra regresa a la mesa, justo cuando se me escapa un bostezo.

- ¿Lista para ir a casa? - me pregunta tomando de mi botella de agua.

- Sí, estoy frita - confieso sin energía.

- Yo también. James nos llevará, él está sobrio aún.

Nos levantamos de la mesa y vamos al estacionamiento. En el camino empezamos a reír como locas por un chiste tonto que hizo Sandra, pero el alcohol lo ha convertido en la broma más graciosa del mundo. Llegamos a casa todavía lagrimeando de la risa, James, nos ayuda a salir del auto, nos abre la puerta del apartamento y se asegura que estemos a salvo. Yo voy al baño a orinar y caigo en mi cama rendida, aún con todo y ropa.

Al día siguiente, un zumbido molesto me despierta, es mi teléfono sonando por algún lado de la habitación. Mi cabeza parece que va a estallar producto de todo el alcohol que tomé anoche. Abro un ojo y cuando localizo mi celular, lo contesto sin reconocer el número que me llama.

- Hola - digo tras carraspear.

- Buenas tardes, quisiera hablar con la señorita Shein. - ¿Tardes? ¿Cuánto habré dormido?

- Sí, ella le habla.

- Señorita Shein, le llamamos del departamento de recursos humanos de la universidad de Oxford. Quisiéramos saber si podría pasar el día de mañana a una cita para firmar el contrato de trabajo para el puesto de maestra - la voz de una mujer me informa.

Me emociono instantáneamente, porque esta es la garantía de que ya el puesto es mío.

- Por supuesto que sí. ¿A qué hora será?

- Le esperamos mañana a las tres en el departamento administrativo.

- Perfecto, allá estaré. Gracias.

- Feliz tarde.

Tras colgar la llamada, veo que son las doce de la tarde. ¡Vaya que he dormido! Me levanto de la cama y comienzo a quitarme los accesorios porque me dormí con todo y ellos. Sandra por lo visto ha logrado despertar más temprano que yo porque ya se ha marchado a su trabajo.

En la cocina tomo una botella de agua y dos calmantes. Me preparo un sándwich con jugo de naranja y al rato me siento mejor. Voy al baño y tomo una ducha larga. Emocionada porque mañana oficialmente seré maestra contratada de Oxford y mi sueño se hará realidad. Además, debo admitir que también me emociona volver a ver al decano Williams.

            
            

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