Skyscraper © - Parte I
img img Skyscraper © - Parte I img Capítulo 2 VALET
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Capítulo 2 VALET

Casi había olvidado el ruido de la ciudad hasta que salí por las puertas del aeropuerto y escuché el tráfico andar por las calles de Nueva York. Hacía bastante frío, había sido tan tonta de no haber ido preparada para aquello como si no fuera consciente del clima que hacía ahí, tan solo con unos jeans y una blusa de algodón de manga larga pero no lo suficientemente gruesa como para impedir que el frío pasara y me tocara la piel haciendo que esta se erizara. Maldije bajo ante aquella sensación, nunca me había agradado el frío.

Que ironía al haber decidido mudarme a una ciudad donde el invierno era de bajas temperaturas.

Miré el reloj en mi muñeca y casi doy un respingo al ver la hora que era: 21:28. En ese momento el enojo y frustración volvió a mí recordando que el vuelo había sido atrasado por quién sabe qué asunto que había pasado, por lo tanto, aquello había hecho que llegará mucho más tarde a Nueva York. Odiaba volar cuando era de noche, a pesar de ser una amante de ella no soportaba ir en el cielo en plena oscuridad. Había comprado mi boleto desde hace dos meses atrás como costumbre de mi obsesión por tener la mayor parte de mi tiempo controlado cuando se trataba de la universidad, me parecía injusto para los pasajeros como yo que con anticipación habíamos comprado el boleto con una cierta hora para llegar a una en específico a nuestro destino. Ya en el vuelo cuando llegó la noche tuve que mantener mis impulsos de no agarrar el brazo del señor que iba a mi lado para calmar la ansiedad, aunque dudo que este no se hubiera dado cuenta de que algo me pasaba después de que me revolviera sobre mi propio asiento cada cinco segundos y mis manos no se estaban quietas.

-¿Se encuentra bien, señorita? -me había preguntado a lo que yo le respondí que sí con una sonrisa que había pensado que había fingido bastante bien hasta que en su rostro leí que aquello no lo había convencido.

-Es sólo que estoy algo nerviosa -le dije para despreocuparlo, aunque aquello tampoco funcionó del todo-, voy a ver a mi novio después de no haberlo visto en todas las vacaciones y bueno ya se imaginará.

No tengo idea de por qué dije aquello en ese momento porque, ni siquiera existía ese novio, pero había sido lo primero que vino a mi mente y al parecer funcionó para que el señor se despreocupara de la causa de todas mis acciones como resultado a mi miedo de volar por la noche.

En cuanto aterrizamos casi salgo corriendo del avión justo cuando nos indicaron que podíamos comenzar a desabordar con orden y precaución. Antes de que me alejara de todos escuché la voz del señor diciéndome un ''suerte con su novio, señorita'' a lo que yo le dediqué una sonrisa y le dije un ''gracias'' antes de alejarme por completo de ahí. Busqué mis maletas bastante apurada porque ahora parte de mis planes habían cambiado un poco debido al atraso del vuelo, tan así que ahora tendría que tomar un taxi para llegar a mi apartamento pues a Thiago se le dificultaba a estas horas debido al trabajo.

-¡Taxi! -dije en la acera mientras levantaba mi mano para poder detener alguno de los tantos que pasaban por ahí.

No tardó uno en detenerse frente a mí a lo que agradecí interiormente pues el frío me comenzaba a calar un poco y era algo que no soportaba. El taxista bajó al verme con una maleta y se ofreció a subirla a la cajuela por mí, le agradecí tan rápido que ni siquiera sé si pudo escucharme porque en cuanto pude me metí a la parte trasera del taxi para poder escapar del frío. Dentro me recorrió un escalofrío al sentir la calidez, comencé a frotar mis brazos y manos mientras colocaba mi bolso sobre mi regazo.

-¿A dónde la llevo, señorita? -dijo el señor que sería mi taxista durante los próximos veintidós minutos.

-A 200 East 87th Street, por favor -dije mientras sacaba mi celular y le mandaba un mensaje a Thiago diciéndole que ya me encontraba en la ciudad y que iba de camino a mi apartamento.

-Hace frío -soltó de pronto el señor mientras conducía y me daba una rápida mirada por el espejo del retrovisor.

-Sí, bastante -dije mirando por la ventanilla la ciudad que se abría a nuestro paso, llena de luces, grandes edificios, autos y a unas cuantas personas aún caminando por las calles saliendo de sus respectivos trabajos.

Por un momento había olvidado lo que se sentía estar aquí, y del por qué me había enamorado tanto de esta ciudad a pesar de que siempre había preferido los lugares tranquilos y rurales, esto era totalmente lo opuesto a ser algo rural y por alguna razón me tenía encantada. Había tan solo pasado seis meses viviendo aquí y ya estaba segura de nunca querer dejar por completo este lugar.

Había disfrutado de las vacaciones de invierno en casa de mis padres, no voy a negar que habían sido algo que necesitaba después de haber cursado mi primer semestre de universidad lejos de casa y de ellos. Sin embargo, había llegado el tiempo de volver a donde ahora tenía mi vida y una parte de mí estaba ansiosa por volver a ella porque realmente me encantaba.

Después de lo que habían sido veinticinco minutos vi que ya estábamos en una parte de East 86th St, no tardé en identificar exactamente por donde íbamos pues a tan solo una cuadra y media quedaba mi apartamento. Logré divisar un poco más adelante en aquella misma calle el Sur La Route un café al que Thiago y yo solíamos ir juntos bastante seguido tiempo atrás, ahora debido a su trabajo en pocas ocasiones llegaba a acompañarme por lo que me estaba acostumbrando a ir sola.

-Disculpe, ¿podría mejor dejarme ahí, por favor? -dije apuntando hacia el café y el señor amablemente asintió sin notar algún rastro de enfado por el cambio tan repentino.

Mi apartamento quedaba muy cerca, podría caminar el resto después de comprar un café, después de todo necesitaba la cafeína para la larga noche que me esperaba para organizar todo en casa, y quizá tal vez este podría calmarme un poco el frío. Me las arreglaría.

Bajé del taxi volviendo a sentir el frío y otro escalofrío recorrió mi cuerpo. El taxista se bajó también y me ayudó a bajar la maleta, le pagué y le agradecí a lo que este me deseó una buena noche. Arrastré mi maleta, agradecía que no era muy grande y fuera de llantitas lo cual me hizo más fácil el trabajo de llevarla conmigo. No lo dudé dos veces y casi corrí hacia la entrada del café cuando un señor alto moreno, cabello oscuro, con abrigo largo, guantes y un olor a loción extremadamente cara abrió la puerta para salir del local haciendo sonar la pequeña campanita que había en la parte inferior de la puerta. Me detuve en seco esperando a que este saliera sin embargo este me miró por unos segundos, me dedicó una sonrisa y me hizo un ademán de que fuera yo la que pasara primero.

-Adelante, señorita -dijo con un tono de voz bastante educado a lo cual yo sonreí algo apenada.

-Gracias -dije y entré apresurada junto con la maleta.

-No hay de qué -dijo cuando ya me encontraba dentro y pude ver por el rabillo del ojo como este salía del local.

Fue imposible no sentir enseguida la calidez de la cafetería y no aspirar el delicioso olor a café y pan, amaba ese olor. Me acerqué a la caja y como la mayoría de las veces me encontré a Jack detrás del mostrador, al mirarme una sonrisa de sorpresa se dibujó en su rostro.

-Hey, Val -dijo con un tono de alegría al verme acercarme a la caja y le devolví la misma sonrisa-. ¿Dónde te habías metido? Feliz año nuevo.

-Hola, Jack -dije aun sonriendo ya estando frente a él en la caja y con la maleta a mi lado-. Feliz año nuevo para ti también. Fui a pasar las fiestas a California con mis padres, ¿Thiago no te lo dijo?

-Ese chico no se ha pasado por acá desde que empezaron las vacaciones -dijo apoyando ambas de sus manos sobre el mostrador-. California, eso es muy lejos.

-Del otro lado del país básicamente -comenté encogiéndome de hombros y después colocando mi bolso sobre el mostrador-. Justo vengo del aeropuerto, mi vuelo se atrasó y bueno, ya te imaginarás.

-Ya veo -dijo riendo un poco mientras miraba mi maleta y después darme una mirada a mí la cual hizo que su sonrisa se borrara por completo y abriera los ojos bastante que creí que se le saldrían sus orbitas-. Val, ¿no tienes frío? He escuchado que afuera es un congelador.

-Sí, olvidé traer algo más -hice una mueca y después miré el menú sobre su cabeza entrecerrando mis ojos leyéndolo para decidirme por qué pedir-. Voy a querer un...

-Café moca -terminó Jack por mí a lo que yo sonreí y asentí-, lo mismo de siempre -dijo sonriendo mientras anotaba aquello en la computadora y después me miraba de nuevo en espera de que confirmara en que aquello sería lo único o agregaría algo más.

-Y también voy a querer el sándwich que es en un croissant de...

-Pretzel -volvió a terminar por mí y sonreí asintiendo como niña pequeña porque amaba ese sándwich, rara vez no lo pedía y Jack ya se había aprendido la mayoría de mis combinaciones que, aunque Thiago siempre me decía que eran raras yo las amaba-. ¿Algo más?

-Nada más, ¿cuánto sería, Jack? -respondí mientras sacaba la cartera.

-Quince con sesenta y ocho centavos, ¿sería para llevar o? -me respondió a lo que le tendí un billete de veinte, este lo tomó, lo metió a la caja registradora mientras tomaba la feria y después me la dio.

-Sí, por favor. Necesito llegar a mi apartamento lo antes posible -reí bajo mientras guardaba la feria junto con la cartera y volvía a colgar del bolso sobre mi hombro.

-Entiendo, enseguida te doy tu pedido -me dedicó una sonrisa a lo que yo se la devolví y agradecí mientras me iba del otro lado del mostrador arrastrando mi maleta.

Jack era un chico alto con cuerpo de atleta, cabello oscuro y ojos verdes, cinco años mayor que yo, era muy guapo y era bastante agradable. Lo conocí cuando recién llegué a la ciudad y descubrí esta cafetería. Empecé a venir a hacer la mayoría de mis tareas aquí y siempre estaba él atendiendo, contagiaba su alegría y positivismo por lo que después de conocer a Thiago y hacernos buenos amigos decidí enseñarle este lugar que a pesar de él llevar la mayor parte de su vida viviendo en Nueva York, no conocía. Le encantó, no tanto como a mí, pero aquí era nuestro lugar y Jack ya nos conocía muy bien.

Saqué mi móvil cuando escuché que me había llegado un mensaje y al ver la pantalla vi el nombre de Thiago en él.

'Que bueno, princesa. Avísame cuando estés en él. Lamento no haber podido ir por ti, te quiero.'

Sonreí, le escribí un corto mensaje diciéndole que había llegado primero a Sur La Route y que aquí estaba Jack. Le mandé una foto del mostrador y después mandé el mensaje. Miré hacia afuera y apreté los labios con angustia al pensar que en unos minutos volvería al frío, pero aquel pensamiento lo reemplace por el hecho de que el café podría ayudarme a no sentirlo tanto de camino al apartamento, después de todo solo estaba a una cuadra y media.

De pronto aún mirando hacia afuera sentí algo en mí, no algo físico, sino una mirada. No pude evitar desviar la mirada de las ventanas y buscar en el local de quien provenía hasta que al fondo sentado en una de las mesas de la esquina me encontré con un chico mirándome fijamente, sin siquiera disimular un poco.

Esperaba que cuando lo atrapase mirándome desviara la mirada, pero no lo hizo, se quedó ahí, sentado mirándome aún con una mirada que no podía describir de qué era. Su mano derecha se encontraba alrededor de un vaso el cual llevó a sus labios y dio un sorbo, supuse que era café por el tipo de vaso que era. Fruncí el ceño algo enfadada y le hice un gesto dándole a entender que qué era lo que había perdido o algo que le representara que aquello no me parecía bien y me incomodaba. Este solo rió, no fue una carcajada, pero pude escuchar un pequeño sonido y pude ver la sonrisa cuando bajó el vaso y volvió a apoyarlo sobre la mesa. Estaba a punto de protestar e ir a decirle algo, pero entonces escuché a Jack llamarme.

-Val, aquí está tu pedido -dijo dándome el sándwich en una bolsa y el café con un cartoncito de más para no quemarme cuando lo agarrara.

-Oh gracias -dije automáticamente olvidándome de lo que había pasado segundos antes y tomé la bolsa con el sándwich junto con el café-. Eso fue rápido -comenté bromeando un poco, aunque era verdad, este sólo rió y asintió.

-¿Cinco de cinco estrellas? -me preguntó como cada vez que estaba por irme de ahí.

-Seis -respondí yo como siempre y este volvió a reír mientras salía del mostrador e iba a la puerta abriendo esta.

-Deja te ayudo a abrir la puerta, ¿segura que puedes sola?

En ese momento tomé la maleta con la misma mano que tomaba la bolsa con el sándwich y la arrastré hasta llegar a la puerta y quedar frente a Jack.

-Sí, no te preocupes, Jack. Sólo es una cuadra y media -dije yo mientras le dedicaba una sonrisa y después alzaba el café-. Muchas gracias, un día de estos me volverás a ver por aquí como los viejos tiempos, hasta pronto.

-Con cuidado, Val -dijo riendo mientras yo salía y comenzaba a caminar por la acera hasta llegar a la esquina y poder cruzar a la otra calle y después a la otra.

El frío era espantoso, por lo que de camino di unos cuantos sorbos al café con cuidado de no quemarme como lo hacía de costumbre, aunque en aquellos momentos no me importaría hacerlo pues quizá por unos segundos dejaría de sentir frío. Maldije en voz baja mientras seguía caminando y daba vuelta en la esquina aún caminando por la acera, quizá mañana tendría un terrible resfriado y no podía permitir aquello. Las clases comenzaban en dos días, no podía iniciarlas con un resfriado, si de por sí no me gustaba faltar a clases mucho menos me gustaba la idea de faltar a las primeras clases del semestre.

Ya estaba frente al edificio de mi apartamento así que empujé la puerta con mi hombro y entré casi tropezando con el mini escalón que había que por un momento había olvidado que se encontraba ahí. Levanté la maleta mientras sostenía la puerta de cristal con mi cuerpo y entonces escuché la voz de George.

-Señorita Boone -dijo acercándose a mí el señor calvo que era el guardia del edificio, un hombre bastante agradable-. Permítame ayudarle.

Me sostuvo la puerta para que me fuera más fácil y le sonreí entrando por completo y después soltando un suspiro de alivio al sentir la calidez de nuevo.

-Gracias, George, ¿no tuviste vacaciones?

-Oh señorita, no exactamente, sólo descansé los días festivos para pasarla con mi familia. No pienso perder este trabajo -dijo despreocupado con aquella sonrisa que le caracterizaba.

Asentí entendiendo aquello y traté de regalarle una sonrisa.

-Entiendo, espero la hayas pasado muy bien. Supongo que lo veré mañana -dije deseándole una buena noche mientras me acercaba al ascensor, pero antes de que pudiera oprimir el botón volví a escuchar su voz.

-Espere, señorita -dijo mientras volvía detrás del mostrador y sacaba una caja envuelta con papel de regalo y un moño dorado. Se acercó a mí casi corriendo a pesar de que solo nos separaban unos cuantos metros y me tendió la caja-, vino su novio a dejarle esto el día de vísperas de navidad, le dije que no se encontraba y me dijo que se lo entregara cuando llegara.

Fruncí el ceño confundida. ¿Novio? Yo no tenía ningún novio. Sin embargo, tomé la caja algo insegura soltando la agarradera de la maleta y vi la tarjeta de la caja:

' Para: Valet Boone

De: Dylan Becher

Feliz Navidad, espero compensarlo todo algún día.'

Bufé rodeando los ojos sin poder evitarlo al leer aquello. Negué haciendo una mueca y no me di cuenta de que George seguía ahí, con una expresión de preocupación al ver mi reacción.

-No lo quiero, puede deshacerse de él si gusta -dije devolviéndole la caja a lo que este la tomó asombrado y preocupado.

-¿Está segura señorita? -preguntó y asentí-. ¿Y si es algo de valor? No puedo simplemente tirarlo a la basura.

-George, una vez me dijiste que tenías hijas, ¿no? -pregunté a lo que este asintió algo confundido por mi pregunta-. Puedes ver lo que hay dentro y si gustas dárselo a una de tus hijas si es que es posible.

-¿Está segura? ¿No quiere ver lo que hay dentro? -dijo mientras me veía oprimir el botón del ascensor.

-Nunca he estado tan segura de algo, y no, no quiero ver lo que hay dentro. Estoy algo cansada por el vuelo, iré a descansar. Buenas noches, George -dije entrando al ascensor volviendo a tomar la maleta pues las puertas ya se habían abierto.

George me deseó buenas noches y antes de que las puertas del ascensor se cerraran le dediqué una sonrisa que al momento de estas cerrarse se borró. Me quedé quieta ahí por unos segundos, cerré los ojos, respiré profundo y después dejé salir el aire de mis pulmones mientras abría los ojos. No podía dejar que aquello me afectara. Di un sorbo al café sin importar si este seguía demasiado caliente como para quemarme y oprimí el botón del piso once.

            
            

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