Skyscraper © - Parte I
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Capítulo 4 VALET

Viernes por la mañana, había decidido tomarme parte de esta para desempacar. Después de lo de anoche mi humor no era el mejor, decidí ducharme y dormir después de llamar a mis padres y decirles que todo había salido bien durante el vuelo. No tardé en caer en los brazos de Morfeo después de verificar que todo estuviera bien con el departamento después de haber pasado un tiempo fuera de este.

No había mucha comida, antes de irme a California me había hecho cargo de solamente dejar la comida que no pudiera echarse a perder o con fecha de caducidad lejana para que cuando volviera esta siguiera sin caducar.

Desperté desconcertada porque por un momento desconocí el lugar. Cuando miré a mi alrededor y vi la maleta abierta en el suelo respiré profundo suspirando aliviada de haber recordado que ahora me encontraba en mi apartamento. Descalza me levanté de la cama cruzando la habitación hasta salir de esta y llegar a la cocina. El apartamento no era grande, pero tampoco pequeño, tenía la medida perfecta para una chica universitaria de diecinueve años. Contaba con una pequeña sala de estar con ventanas que dejaban ver los rascacielos de la ciudad, una cocina bien equipada con una isla, un baño completo, un cuarto que lo utilizaba para huéspedes que en realidad se había convertido en habitación de Thiago cada vez que venía y se quedaba conmigo cuando no lo dejaba irse a altas horas de la noche, era algo que no me gustaba a pesar de vivir en una de las áreas más seguras de la ciudad, y estaba mi habitación la cual era mi lugar favorito en todo el apartamento pues a pesar de ser pequeño tenía un balcón bastante grande. Por las noches los rascacielos brillaban a través de los cristales y yo quedaba embobada mirándolos mientras tomaba un té y escuchaba algo de música.

Anduve merodeando por la cocina por minutos buscando algo que desayunar, pero nada que pudiera ser desayuno me convenció. Opté por aprovechar el tiempo e ir a la tienda a comprar comida porque de igual manera tendría que hacerlo en algún momento del día. Me recogí el cabello en un moño, me puse unos leggins de deporte, una sudadera de la Universidad Pace que era donde estudiaba y luego me puse los tenis. Tomé la cartera y mi móvil, salí del apartamento yendo directo al ascensor cuando las puertas de este se abrieron dejándome ver al chico rubio frente a mí. Me miró como si hubiera visto un fantasma y yo lo miré con sorpresa.

-¡Thiago! -chillé abalanzándome hacia él abrazándolo.

-Hey, se suponía que venía yo a sorprenderte no que tú me sorprendieras a mí -me reprochó bromeando mientras rodeaba mi cintura abrazándome.

-¿Qué haces aquí? -dije separándome ya estando dentro del ascensor junto a él.

-Venía a verte y a llevarte a desayunar, ¿ya lo hiciste? -dijo mirándome con una ceja alzada y aquellos ojos verdes.

-De hecho, justo voy a la tienda a comprar comida, mi cocina está vacía -me encogí de hombros haciendo una mueca y después sonreír tomando su brazo-. No me vendría mal un ayudante para cargar las bolsas -esta vez fui yo la que lo miró con una ceja alzada y este carcajeó negando.

-¿Apenas llegas y ya quieres traerme de tu esclavo? -dijo sin dejar de reír volviendo a abrazarme pasando sus brazos por mis hombros atrayéndome a él estrechándome-. Sí que te extrañaba, Val.

-Y yo a ti -dije abrazando a quien se había convertido en mi mejor amigo en los últimos seis meses.

Fuimos caminando ya que justo frente a mi edificio estaba Whole Foods Market, que era donde solía comprar siempre todo. Compré todo lo necesario para un mes y Thiago me ayudó con las bolsas al regresar al apartamento, incluso me ayudó a acomodar y guardar todo en la cocina. Insistió en que después fuéramos a desayunar y que él invitaba, pero yo insistí en mejor quedarnos en el apartamento y me ofrecí a preparar un rico desayuno para ambos. Automáticamente este se negó, me hizo sentarme para observar como él cocinaba pues se negó a que yo preparara algo y volviera a quemar la comida ya que no se me daba del todo.

-Oye, no cocino tan mal -reproché cruzándome de brazos, este me miró con una ceja alzada mientras sacaba unos huevos del refrigerador y unas tiras de tocino-. Es decir, sé hacer lo básico -repuse rodeando los ojos mientras apoyaba mis brazos cruzados sobre la isla.

-Exacto, cosas como cereales, servir un vaso de jugo y preparar café -rió molestándome mientras encendía la estufa y sacaba un sartén.

-Oye los licuados me salen deliciosos -dije como defensa y este me miró entrecerrando los ojos.

-Eso sí tengo que admitirlo, deberías hacer un poco para acompañar el desayuno.

Automáticamente salté del banco donde me encontraba sentada segundos antes y casi corrí al refrigerador feliz de que pudiera hacer el desayuno junto a él. Saqué las fresas, moras, junto con algo de yogurt y leche, eché todo en la licuadora y dejé que esta hiciera su trabajo por unos segundos. Minutos después Thiago ya había terminado de prepararnos el desayuno. Dejó sobre la isla dos platos, el mío con huevos revueltos y dos tiras de tocino, en cambio él eran huevos estrellados y cuatro tiras de tocino.

Miré su plato e hice una mueca.

-No empieces a quejarte de lo que como -dijo sin mirarme sabiendo que ya me encontraba haciendo muecas mirando su desayuno.

-¿Cómo pueden gustarte de esa forma? -dije refiriéndome a los huevos sobre su plato y después acercándome lo suficiente para hacer como si estuviera a punto de vomitar sobre él.

Este rió y apartó su plato lejos de mí.

-Son huevos estrellados, Val, no son asquerosos. Tú eres la rara que no disfruta de lo bueno -dijo comenzando a comer de estos y yo hice un sonido como si estuviera a punto de vomitar lo que lo hizo volver a reír y yo reí igual.

-Ser raro es genial, ¿sabías? -dije sacándole la lengua y después tomando la licuadora sirviendo del licuado en nuestros vasos.

Desayunamos y pasamos la mañana charlando de lo que habían sido nuestras vacaciones. Me ayudó a desempacar unas cuantas cosas, mientras organizaba mi nuevo horario de clases él se ofreció a seguir desempacando el resto de mi ropa y después vimos dos películas mientras comíamos algunas frituras que habíamos comprado en la tienda. Habíamos pasado casi un mes sin vernos y sentíamos que había sido una eternidad después de todo lo que nos contamos por la mañana, incluso se quedó a comer, de nuevo él cocinó porque se rehusaba a que quemara algo. Por las ventanas empezaba a notarse como los rascacielos comenzaban a encender sus luces pues estaba por llegar la puesta del sol.

-¿Qué tal con Olivia? -le pregunté por la chica que lo hacía suspirar y que le brillaran los ojos.

Este suspiró sin mirarme agarrando un gran puño de palomitas y llevándoselo a la boca como excusa para no hablar a lo que yo le di un leve golpe en el hombro, este rió casi ahogándose con las palomitas a lo que yo empecé a carcajear.

-No lo sé, es complicado -dijo tomando un sorbo de agua para pasar el resto de las palomitas en su boca-, salimos muy poco en estas vacaciones, su padre apenas la dejaba salir.

Asentí y miré un punto fijo detrás de él.

-Es extraño, tiene veintiuno y aún es muy controlada por su padre, ¿no crees? -dije aquello agarrando un puño de palomitas y con la otra mano agarrando una de esta para llevarla a mi boca.

-Bastante, cuando conocí a su padre sentí que me acuchillaba con la mirada -sacudió la cabeza como si tratara de borrar aquel recuerdo y dio otro sorbo al agua-, tengo la sensación de que nunca aprobará que su hija quiera estar conmigo. Es de esos típicos ricachones que quieren un hombre que se bañe en dinero para su hija.

-Hey, pero él no puede decidir por ella.

-No, pero Olivia ya ha tratado de todo. En año nuevo se escapó para poder ir a una fiesta conmigo, estábamos bailando y su papá apareció, me gritó frente todos que era un cero a su lado y después se la llevó.

Al escuchar aquello abrí mis ojos como platos y me giré en el sofá sentándome como indio en dirección a él.

-¿Hizo eso? ¿Por qué no me lo dijiste?

-No es bonito contar que el papá de la chica que quieres te avergüence en plena fiesta frente a todos -me miró apretando los labios y después suspiró.

Asentí haciendo una mueca y lo abracé, el correspondió el abrazo y nos quedamos así por unos segundos. Thiago era un chico asombroso, no había nacido en una cuna de oro, pero venía de una familia de abogados y era por eso por lo que él estudiaba derecho en la misma universidad que yo, de ahí como era que nos habíamos conocido, aunque él ya iba en cuarto semestre y yo apenas iba a hacer segundo de la carrera de periodismo. Era un chico amable, humilde, educado y trabajador, pues le había dicho a su padre que no quería que él pagara toda su carrera en la universidad a pesar de que tenían el dinero suficiente para hacerlo, él se había ofrecido a comenzar a ayudar con aquello. Claro también trabajaba para darse sus lujos porque le encantaba sentirse bien consigo mismo, había encontrado un trabajo en un antro como mano derecha del gerente cuando este necesitaba de su ayuda o no se presentaba, era por eso que en ocasiones el trabajo le surgía de último momento, le pagaban bastante bien y decía que era un trabajo que disfrutaba manejar.

Segundos después se apartó un poco para poder mirarme, esta vez con una sonrisa tratando de ocultar la pena y tristeza que segundos antes había sentido.

-Hablando de fiestas, habrá una mañana, ¿qué tal si vamos?

-¿Dónde? -dije sonriendo automáticamente extrañando esos viejos tiempos donde salíamos de fiesta.

-En LAVO -contestó agarrando un puño esta vez de frituras llevándolas a su boca a lo que yo golpee levemente su estómago y este rió-. ¿Qué dices?

-Pues...

-Ya tengo entradas, igual vas a ir -me interrumpió tomando agua esta vez y yo lo miré con la boca abierta volviendo a golpearlo en el hombro.

-Entonces para qué me preguntas, tonto -le dije fulminándole con la mirada-, igual iba a decirte que sí porque ya había terminado todos mis pendientes, y una fiesta no me vendría mal antes de comenzar las clases.

Este rió, me miró pellizcando mi nariz y después revolvió mi cabello desordenándolo a lo que yo gruñí y lo empuje haciendo que se le saliera un poco el agua de la boca. Empecé a carcajear y este me tiró el agua encima.

-Eres idiota -lo volví a empujar y rió-. ¿Irá Olivia?

-Le compré una entrada, le dije que no era necesario, pero ella insistió en que lo hiciera y que vería la forma de ir.

-Espero lo haga, es una chica muy linda -dije separándome para mirarle y dedicarle una sonrisa, sabía que el tema de Olivia lo tenía desesperado.

-¿Por qué no invitas a tu amiga de la universidad? Se llamaba...

-¿Te refieres a Cassie? -le interrumpí esta vez yo.

-Esa misma -dijo sonriendo mientras se levantaba llevándose con él el bowl de palomitas vacío y el vaso de agua.

-Le diré, seguro ya volvió de Ohio -aún sentada en posición de indio estiré mi brazo hacia la pequeña mesita frente al sofá para alcanzar el celular, Thiago al volver lo tomó por mí y me lo dio-. Gracias.

-Eres una floja, Valet -dijo volviendo a dejarse caer en el sofá con más palomitas en el bowl.

-Y tú me haces ser más desde el momento en el que no me dejas hacer el desayuno y me das el celular para no tener que levantarme -le miré con una ceja alzada y este me miró con los ojos entrecerrados.

-Siempre sabes cómo callarme -dijo agarrando una palomita y llevándola a su boca, miró su celular y frunció el ceño, después maldijo bajo y se levantó del sofá-. Tengo que irme, me necesitan en el club.

Hice un puchero y este levantó todo el desastre que habíamos hecho llevándolo a lavar en el lavaplatos mientras yo lo observaba desde el sofá. Me fue imposible no reír bajo mientras lo observaba y cuando terminó se giró extrañado mirándome.

-¿Qué pasa? -preguntó confundido, solo me bastó con mirarle con una ceja alzada y mirar los platos ya limpios para que este carcajeara-. A la próxima tu limpiarás todo.

Solo le saqué la lengua mientras me levantaba y lo acompañaba a la puerta mientras este iba tecleando algunas cosas en su celular, supongo que era del trabajo.

-Entonces, mañana paso por ti a las ocho -me dijo girándose hacia mí y yo asentí.

-Estaré lista para ese entonces, lo prometo.

Sonrió con aquella sonrisa encantadora, se acercó y me abrazó para después dejar un beso en mi mejilla.

-Me alegra que estés de vuelta, Val. Me hacías falta.

-¿Te hacía falta la persona que te saca canas verdes verdad? -le miré alzando ambas de mis cejas y este sonrió volviendo a pellizcar mi nariz.

-Eres una pesada. Nos vemos mañana, Val -dijo separándose y después yendo hacia el ascensor, lo observé desde la puerta hasta que las puertas de este se cerraron.

Entré de nuevo al apartamento, miré hacia las ventanas y sonreí al saber la hora que era. Corrí rápido hacia la cocina, preparé un té y después fui hacia mi habitación tomando la primera cobija que vi en la cama. Abrí la puerta de cristal que llevaba al amplio balcón y salí para después sentarme en una silla que había colocado ahí afuera meses atrás, me envolví con la cobija debido a que la temperatura bajaría más en cuanto anocheciera. Tomé del té mientras colocaba un poco de música en mi celular y me quedé contemplando las luces de los edificios sintiendo aquella sensación de paz de estar de nuevo aquí, al mismo tiempo que observaba como el sol se iba ocultando, tornando el cielo de un color naranja, poco a poco dejando a la ciudad brillar por sí misma.

            
            

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