Skyscraper © - Parte II
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Capítulo 2 NATHANIEL

-Eres tú -dijo aún con el celular en su oído mientras me miraba sorprendida-. Oye te equivocaste de baño, este es el de mujeres -dijo frunciendo el ceño mientras bajaba de los lavabos y se tambaleaba al estar sobre sus tacones, rápido en unas cuantas zancadas caminé hasta ella alcanzando su cintura para evitar que perdiera el equilibrio por completo.

Aquella madrugada estaba despierto cuando Valet llamó. Me pareció extraño que lo hiciera, después de estas dos semanas había esperado a que lo hiciera o que algún mensaje de ella apareciera en mis notificaciones, pero no hubo nada. Esa noche cuando me fui de su apartamento me había dejado todo claro con tan sólo esas palabras que dijo para que me marchara de su apartamento.

Podía haberlo hecho yo, pero no lo hice porque sabía que estaba en su derecho de no quererme cerca. Probablemente si yo estuviese en su lugar hubiera hecho lo mismo que ella. Cuando me llamó no dudé en contestar a pesar de que me pareció raro que lo hiciera a aquella hora, al contestar y escuchar su voz me dejó clara la razón. Estaba muy ebria, y no necesitó decirme el nombre del lugar donde estaba porque indirectamente me lo dijo cuando dijo que había estado pensando en la vez que la había salvado de su exnovio ahí.

Ahí fue cuando supe donde estaba. LAVO.

Estaba ebria y sola, tomando en cuenta que su amigo estaba igual de ebrio o peor. Ese no era un lugar para ella, al menos no en ese estado. No podía dejarla ahí. Cuando llegué la busqué entre la gente, no quería perder más el tiempo y la llamé para asegurarme entonces de que si estaba donde había pensado que estaría. Al entrar al baño y verla ahí casi se me detiene el corazón de lo guapa que lucía.

-Claro que sé que es el de mujeres -dije sonriendo, guardando mi celular en el bolsillo del pantalón.

-Eres un pervertido entonces, sal de aquí -me dijo con el ceño fruncido aún sosteniendo el celular en su oído.

-Vamos a salir de aquí -dije tratando de no reír, pero a la vez sabiendo que estaba muy ebria como para tener todo el control de lo que salía de su boca.

-¿Cómo me encontraste? -balbuceó mientras la llevaba hacia afuera, en el pasillo había gente, aquel lugar era un punto ciego para muchas personas por lo que era el lugar perfecto para besarse, fumar o incluso drogarse.

-Tú me lo dijiste -dije mientras seguía caminando por el pasillo hasta salir por una puerta trasera que había descubierto la semana pasada cuando vine con Stone, de nuevo para celebrar mi victoria.

-No es verdad -repuso y cuando salimos del lugar se detuvo aferrándose de pronto a mi brazo-. ¿A dónde me llevas?

-A tu apartamento, claramente estás demasiado ebria como para estar sola en estos lugares -le contesté mirándola mientras sacaba las llaves del auto y le quitaba la alarma a este, el cual había dejado cerca de aquella salida.

-No soy una niña -me dijo volviendo a caminar a mi lado casi recargando todo su peso en mi brazo que rodeaba su cintura para sostenerla.

-Claro que no lo eres, nunca he dicho lo contrario -relamí mis labios acercándome a la puerta del copiloto abriéndola para que Valet subiera al auto-. Anda, sube. Te llevaré a tu apartamento.

-No -se giró hacia mí, lo hizo tan rápido que se tambaleó provocando que se torciera el pie y sus rodillas se doblaran. Jadeó quejándose y antes de que pudiera caer al suelo volvía rodear su cintura con mi mano sosteniéndola de pie-. Mi tacón, mi tacón -dijo casi chillando sin saber exactamente a lo que se refería, al mirar hacia abajo me di cuenta de lo que hacía. Su tacón se había roto.

Quise reír y rodeé los ojos debido a eso. ¿En serio en su estado de embriagues se preocupaba más por su tacón que por su pie el cual seguramente se había lastimado mucho?

La tomé en brazos para poder subirla al auto, no batallé mucho pues su cuerpo estaba flojo debido al poco control que tenía en sus acciones. Se quejó cuando la dejé en el asiento y me puse de cuclillas encendiendo la luz de mi celular para poder mirar su tobillo con mejor iluminación. Esta me quiso empujar, pero no logró alejarme.

-¿Qué haces? Mi tacón, ¿dónde está mi tacón? -balbuceaba mientras mi mano iba a su tobillo tocando este para ver si había comenzado a inflamarse, esta dio un respingo-. Auch, me duele, shu -chilló y maldije en voz baja mientras dejaba el celular a un lado y desabrochaba la correa de su tacón, pues no tardaría en inflamarse aquella zona que rodeaba y entonces la lastimaría más.

-Necesito quitártelo para que la correa no te apriete y lastime cuando se te inflame -le expliqué quitándole esta vez la zapatilla por completo. Volví a alumbrar el pavimento donde la aguja de la zapatilla estaba, la tomé y se la enseñé-. Aquí está el tacón, tranquila -sonreí mostrándosela y esta sonrió arrebatándola después casi comenzando a llorar.

-Mi tacón -dijo triste mientras lo miraba, aproveché ese momento para ponerle el cinturón y cuando lo hice esta colocó su mano debajo de mi mentón casi apretando mis mejillas haciendo que la mirara-. Tú y yo tenemos que hablar, Nathaniel -balbuceó diciéndome casi como una advertencia, pero en aquel estado sonaba como todo menos una.

-Hablaremos lo que tú quieras, preciosa. Pero tenemos que ir a tu apartamento para que te pueda ver ese tobillo -le sonreí y cuando me incorporé esta me tomó del brazo sin dejar que me alejara.

-No quiero ir a mi apartamento -me miró desde el asiento y trató de jalarme, pero fue inútil-. ¿Vamos a un museo?

Carcajee sin poder evitarlo. Esta chica cada vez me sorprendía más y más.

-Son las dos de la mañana, Val.

-Aún mejor, no habrá nadie -gritó en modo de celebración y tuve que inclinarme a tomar su rostro entre mis manos.

-Val, estás muy ebria, necesito llevarte a tu apartamento para poder ponerte algo en ese tobillo y para que vayas a la cama -le dije mientras la miraba a los ojos. Sus mejillas estaban sonrosadas debido al alcohol y sus ojos estaban...

Puta madre, sus ojos.

-O podemos ir ambos a la cama -repuso sonriéndome divertida y maldije en mi mente al tener una imagen bastante subida de nivel de los dos sumergidos en la misma cama.

Tuve que alejarme aprovechando que se había quedado quieta por unos segundos. Cerré la puerta del copiloto y rodeé el auto subiendo al asiento detrás del volante. Encendí el auto y di reversa mirando hacia atrás hasta poder salir a la calle saliendo de aquel lugar. Cuando salimos de esa avenida la escuché gemir al mover su pie, la miré de reojo y después relamí mis labios.

Pasaron unos minutos donde al principio solo la escuchaba balbucear cosas que no lograba entender, hubo un momento donde el silencio era lo único ahí. Pensé que se había dormido hasta que de pronto se incorporó de golpe como si algo le hubiera picado.

-Mis Vans -soltó de repente y fruncí el ceño confundido mientras la miraba-. Mis Vans.

-Val, no traías ningunos Vans -le dije mientras miraba al frente aún conduciendo.

-Thiago. Están en el auto de Thiago, regresa -dijo y le miré por unos segundos.

-No voy a regresar.

-Regresa -me miró enojada apareciendo ese gesto de su nariz arrugada cada vez que se enojaba.

Sonreí.

-No voy a regresar, preciosa -espeté volviendo a mirar al frente sin dejar de conducir.

-Quiero mis Vans -me dijo enojada, pero no la miré y seguí conduciendo.

-Aunque volviera no podrías ir por ellos porque no tienes las llaves del auto de tu amigo y considerando que me dijiste que estaba muy ebrio y besándose con esa chica, dudo que puedas ir al auto a buscar tus zapatos, preciosa. Creo que estará ocupando mucho espacio en el auto como para que puedas alcanzarlos -le miré y esta se quedó mirándome por unos segundos sin comprender, alcé una ceja y entonces esta pareció entender.

-Eres un sucio -me dijo después inclinándose hacia adelante quitándose el otro tacón.

-Yo no fui quien sugirió que fuéramos ambos a la misma cama -dije mirándole de reojo con una sonrisa de lado, dando vuelta en la calle de su edificio.

-¿Y te gustaría? -preguntó mirándome y entonces me tensé.

Estaba jodiendo, ¿verdad?

-No creo que te interese saber la respuesta -le contesté acelerando un poco para poder llegar más rápido.

-¿Ahora se supone que tú sabes lo que yo quiero? -me preguntó y sonreí sabiendo la referencia-. Entonces, ¿te gustaría?

Cuando volvió a preguntar ya me encontraba frente a su edificio. Estacioné el auto y abrí la puerta bajando de este escuchando como Valet me decía algo en forma de reclamo. Rodee el auto abriendo su puerta y esta se encontraba con los brazos cruzados. Me incliné para quitar su cinturón y esta me lo impidió.

-Valet, ya llegamos -le dije para que entendiera en que tenía que bajar.

-Lo sé, pero hay un problema -me dijo cubriendo la parte de donde se quitaba el cinturón.

-¿Cuál?

-No tengo mis llaves, así que no podremos entrar -me miró sonriendo como una niña pequeña.

Me quedé parado ahí por unos segundos, miré hacia la puerta del edificio y sonreí negando. Estaba bromeando, estaba ebria y sabía que solamente quería jugar con mi mente. Era testaruda y por eso se inventaba cualquier excusa con el fin de no entrar a su apartamento.

-Estás mintiendo -la miré a los ojos y esta volvió a sonreír extendiendo hacia mí su bolso.

-Compruébalo.

-No voy a esculcar en tu bolso, Val.

-Te estoy dando permiso de hacerlo.

-Estás ebria -apoyé mis manos sobre la parte de arriba del auto mirándola mientras entrecerraba los ojos.

-¿Y eso qué? -arrugó la nariz y sonreí.

-Valet, por favor. Hay que entrar -le dije poniéndome de cuclillas para poder mirarla desde ahí que era un mejor ángulo.

-No quiero -me dijo y cruzándose de brazos de nuevo mirando hacia enfrente-. Quiero ver los rascacielos.

-Podemos verlos desde tu balcón si quieres, pero hay que entrar para que pueda checarte ese tobillo -dije acercando mi mano a su tobillo donde mis dedos apenas rozaron colocando un poco de presión para ver si la zona ya había comenzado a inflamarse. Esta jadeó quejándose y la miré-. ¿Lo ves? Si no te pongo algo te dolerá más.

-Quiero verlos desde tu apartamento -me dijo y casi suelto un suspiro frustrado.

Comenzaba a colmar mi paciencia esta mujer.

-No iremos a mi apartamento, estás ebria.

-¿Y eso qué? -me miró enojada mientras sus manos se aferraban al asiento.

-Que si te llevo a mi apartamento el día de mañana seguro despertarás furiosa de que te haya llevado ahí. No estás pensando con claridad, Valet -le dije mirándola después apretando mis labios a lo que esta extendió su mano hasta mi cabello.

-Llévame a tu apartamento -dijo casi ignorando lo que le había dicho.

Casi suelto un suspiro de frustración, pero simplemente dejé caer mi cabeza hacia adelante como si hubiera sido derrotado. Podría estar mintiendo, podría sólo mirar su bolso y buscar la llave de su apartamento para poder entrar. La miré y esta sonrió como niña pequeña mientras daba dos palmadas en mi cabeza como si fuese un perro que había hecho caso a su orden. No pude no sonreír.

-Si te llevo, ¿no te enojarás por la mañana? -pregunté sabiendo que probablemente su respuesta no sería la misma por la mañana.

-Pinky -dijo y fruncí el ceño confundido-. ¿El meñique?

-¿El meñique?

-Sí, tonto -me dijo mientras me mostraba su meñique y tomaba mi mano haciendo que mi meñique se entrelazara con el de ella-. Así, es promesa. El pinky es una promesa sagrada, la rompes y eres condenado al infierno.

Carcajee al escucharla mientras negaba. Me incorporé y me miró desde el asiento del copiloto aferrándose de nuevo al asiento mientras fruncía el ceño, como si estuviese a punto de reclamarme.

-Pinky entonces -dije y su semblante cambió por completo relajándose, mostrando aquella sonrisa que comenzaba a provocarme a querer besarla.

Cerré la puerta de su lado y rodeé de nuevo el auto subiendo. La miré estando ya arriba y esta se acomodó en el asiento como si estuviésemos a punto de partir a una gran aventura. Al arrancar ella se mantuvo callada, lo hizo casi todo el camino hasta llegar frente al edificio de mi apartamento.

-¿A dónde vamos? -preguntó y fruncí el ceño casi parando el auto en seco pero no lo hice pues ya estaba entrando al estacionamiento del edificio.

¿Me estaba jodiendo?

-Val, me dijiste...

Comenzó a carcajear mirando mi cara, cerró los ojos sin dejar de reír mientras hacía la cabeza hacia atrás y trataba de tomar aire con sus manos sobre su abdomen. Abrió los ojos mirándome.

-Sólo bromeo -me dijo y quise matarla en ese momento.

Esta mujer me iba a terminar sacando canas verdes.

Estacioné el auto en el cajón que me correspondía y bajé de este, escuché que me reclamó, pero había bajado tan rápido que ni escuché sus palabras. Fui hasta su puerta abriéndola e inclinándome para desabrochar su cinturón, tomé sus tacones colocándolos en su regazo y esta me miró confundida hasta que la miré.

-Voy a cargarte, no puedes caminar con el pie así -le dije pidiendo permiso para que me diera luz verde de hacerlo.

-Puedo hacerlo yo sola -me dijo haciéndome ademanes de que me alejara.

-Valet, no puedes.

-Que sí -me ladró fulminándome con la mirada. Rodee los ojos y me alejé tomando distancia dándole la oportunidad de que lo intentara para que se diera cuenta de que no podría apoyarse sobre el pie con el tobillo lastimado.

Bajó del auto apoyándose primero sobre el pie que no se había lastimado, después cuando se levantó sobre sus dos pies jadeó tambaleándose un poco, no supe si era por el alcohol o por el dolor en el tobillo, pero yo automáticamente extendí mi brazo para sostenerla. Me fulminó con la mirada de nuevo y la solté lentamente.

-Estás descalza, Valet, no caminarás descalza hasta arriba.

-Usamos ascensor -me llevó la contraria y aquello fue en lo único que lo haría pues ya no me importó pedir más su permiso cuando ya la había tomado en mis brazos después de cerrar la puerta del auto-. Oye, suéltame -espetó pero la ignoré mientras caminaba hasta la entrada que había en el área de estacionamiento, aquello acortaba nuestro camino al ascensor.

Siguió diciéndome algunas cosas que no logré escuchar porque después fueron sustituidas por balbuceos cuando dejó de resistirse y sus brazos me rodearon el cuello para sostenerse. Llegamos al ascensor y tuve que presionar los botones con mi codo pues mis manos estaban ocupadas sosteniendo el cuerpo de Valet. Cuando las puertas se cerraron esta soltó un suspiro y empezó a mirar todo el ascensor.

-Me gusta este ascensor -dijo y sonreí aún sosteniéndola en mis brazos-. Es muy rústico.

-¿Rústico? ¿Segura?

-Sí, rústico.

Reí negando. No tenía nada de rústico, quizá solamente los ascensores y los relieves que tenían por fuera.

-Como tú digas, preciosa -dije apoyándome en una de las paredes y esta movió sus piernas como si estuviera columpiándolas.

-¿Te parezco linda? -preguntó buscando mi mirada y la miré con el ceño fruncido después sonriendo.

-Te he dicho que me pareces hermosa.

-Tú eres guapo -me dijo y sonreí de lado.

-Gracias.

-Hablo en serio -me miró seria y quise reír por la manera en que su semblante podía cambiar de uno a otro, como si fuera una cara de póker. No dudaría que podría tener ese talento también. Me preguntaba qué tan buena podría ser en las cartas.

-Yo también hablo en serio -dije mirándola con ambas cejas alzadas.

Las puertas se abrieron y salí al pasillo de mi piso. Caminé hasta el final de este donde la puerta de mi apartamento estaba. Me iba a ser imposible poder marcar el número de la clave de acceso, por lo que tuve que bajar a Val con cuidado sin dejar de sostenerla por la cintura.

-Apóyate en el pie que no tienes lastimado -le dije en voz baja y esta bufó aferrándose a mi brazo mientras yo marcaba el número en la puerta, al darme acceso abrí la puerta volviendo a tomar a Val pero esta no me dejó.

-Puedo caminar -dijo pero sabía que no era del todo verdad, sin embargo la dejé sin apartar mi mano de su cintura encaminándola hacia adentro.

Esta se tambaleaba y cada vez que sentía que lo hacía mi mano se aferraba alrededor de su cintura para no permitir que esta tropezara o cayera. Pasamos el pasillo de la entrada cuando cerré la puerta y después doblamos en el pasillo junto a la cocina, quería llevarla a una habitación de invitados para poder curarla ahí, pero esta me desvió yendo hasta al sofá donde se dejó caer.

-Lindo piano eh -me miró apuntando el piano en la estancia mientras alzaba una de sus cejas.

-Estás ebria, Val -me agaché tomando su pie con cuidado para mirarlo a la luz de los rascacielos pasar por los ventanales pues ni siquiera había prendido las luces.

-Pero tengo una excelente memoria -me dijo y traté de controlarme pues sabía que era lo que estaba recordando y el hacerlo me haría perder el control de mis acciones, las cuales eran unas que no eran apropiadas para aquel momento, no cuando ella se encontraba de esa manera.

-Necesito ponerte hielo -dije volviendo a incorporarme y esta bufó.

Me quedé mirándola de pie frente a ella y me incliné para hacer que se levantara con cuidado. Tenía que curarla en la habitación si no quería que volviese a levantarse. No pareció quejarse ni reclamar lo cual me pareció extraño, pero a la vez agradecí por eso. La llevé a una de las habitaciones y la hice sentarse en la cama. Miró todo con curiosidad mientras entrecerraba los ojos por la oscuridad tratando de divisar cualquier cosa que hubiera ahí. Apenas se podía ver y era porque el ventanal que estaba ahí estaba con la cortina hacia abajo, me acerqué para subirla mostrando los rascacielos y casi la veo sonreír cuando lo hice. Encendí la lampara en el buró junto a la cama y esta miró alrededor aún con más atención.

-Ya vengo, voy por hielo -le dije saliendo de la habitación mientras me deshacía de la chaqueta y la dejaba en el sofá.

Me remangué las mangas del suéter que llevaba mientras sacaba unos cuantos hielos y los colocaba en un vaso de cristal. Tomé una toalla pequeña y después fui al baño donde saqué el botiquín de primeros auxilios. Por un momento me quedé quieto pensando en que Valet estaba en mi apartamento. Estaba ahí. Después de lo que había ocurrido hace dos semanas ella se encontraba ahí y no sabía si aquello era bueno o malo.

Traté de no concentrarme en ello en ese momento. Fui a mi habitación sacando unos pants deportivos y una camisa mía. Cuando entré de nuevo a la habitación la vi apoyándose sobre la cama mientras miraba un punto fijo en el piso, con la mirada perdida. Me acerqué y al verme relamió sus labios.

-Creo que es mejor que te pongas algo cómodo para dormir, en el botiquín hay toallitas húmedas para que puedas desmaquillarte, he leído que no es bueno dormir con este puesto -le dejé mi ropa en la cama después dejando los hielos, la toalla y el botiquín de auxilios en el buró.

-Qué considerado, gracias -dijo tomando la camisa y extendiéndola frente a ella para verla-. Esto me quedará enorme -suspiro y la colocó en su regazo mientras comenzaba a deshacerse de la parte superior de las prendas que llevaba.

Mierda.

Se había empezado a desvestir frente a mí. ¿Iba a hacerlo frente a mí? Me dirigí a la puerta volviendo a abrir esta para salir.

-Dime cuando termines de cambiarte -dije antes de salir y la escuché balbucear algo.

Me quedé unos segundos fuera de la habitación recargado en la pared esperando a que esta me hablara para entrar. Había visto como se quitaba aquel top. Estaba ya muriendo por la manera en que aquel atuendo le lucía, el que se quitara una de sus prendas frente a mí no iba a poder hacer que me controlara del todo. Era jodidamente preciosa y sexy y era bastante difícil no querer comerle la boca, definitivamente el tenerle desvistiéndose frente a mí no ayudaría en nada con aquellos impulsos.

-Ya puedes entrar -escuché a Val y entré a la habitación.

Tiene que ser una broma.

Estaba sólo con mi camisa. Estaba solamente con mi puta camisa. Le llegaba hasta los muslos, pero mierda. No pude evitar no recorrer todo su cuerpo con la mirada, estaba de pie junto a la cama, apoyándose más en otro pie que en el otro, supuse que era por el dolor. Las ganas de acercarme y tirarla a la cama para besarla me empezaron a carcomer todo el cuerpo y las puntas de mis dedos me picaban de no estar tocándola en ese momento. ¿Por qué tenía que ser así? ¿Por qué no podía simplemente hacerlo y ya? Estaba ebria, no estaba actuando de manera consciente.

-¿Qué? -me dijo después de unos segundos sin poder dejar de mirarla.

-¿Por qué no te has puesto los pantalones? -dije sintiendo como mi boca se secaba y esta simplemente se encogió de hombros como si mi pregunta fuera algo irrelevante.

-No me apetece, aquí adentro no hace frío y aparte, me quedarán muy largos -dijo sin importancia arrugando la nariz después dejándose caer en la cama sentándose, haciendo que la camisa se le subiera un poco más arriba por los muslos.

Esto no me puede estar pasando. Me está torturando.

-Ponte los pantalones, Val -dije casi como imploro, pero esta se me quedó mirando mientras seguía sentada en el borde de la cama.

-No quiero, Nate -frunció el ceño mirándome y subió sus piernas a la cama estirándose hacia adelante para tocar su tobillo-. Esto duele.

Me quedé parado ahí sin decir nada, tan solo mirándola mientras esta se estiraba sobre sus piernas como si estuviese tratando de hacer algún estiramiento en específico. Después se dejó caer hacia atrás sobre el colchón cerrando los ojos y estirando sus brazos como si estuviese haciendo un ángel sobre la nieve. Aquel estiramiento hizo que la camisa subiera un poco más y tuve que desviar la mirada mientras pasaba una de mis manos por mi rostro casi restregando este debido a la tensión que estaba sintiendo en ese momento.

-Siéntate para que pueda curarte -dije caminando hacia el buró tomando hielo colocándolo en la toalla para después mirar de reojo a la cama donde Valet seguía en la misma posición.

-Puedes hacerlo así -me dijo acomodándose sobre las almohadas mientras tomaba una y la abrazaba-. ¿Puedes ver si me desmaquillé bien? No tengo un espejo -musitó con pereza.

Asentí mirándola de reojo. No iba a tener de otra, tenía que hacer eso rápido para poder salir de ahí e irme directo a mi habitación. Así que lo hice, primero me acerqué a ver su rostro apenas y vi que en sus párpados había aún un apenas rastro de maquillaje.

-Tienes un poco en los párpados -dije y esta estiró el brazo hasta tomar otra toallita húmeda para después frotarla en su párpado.

-¿Ya? -preguntó con pereza y apreté los labios negando.

Me senté en la orilla tratando de evadir el hecho de que estaba semidesnuda en una cama donde yo estaba sentado junto a ella. Le quité la toallita y la pasé por sus párpados con cuidado borrando cualquier rostro de maquillaje. Esta sonrió con los ojos cerrados, cuando terminé me acomodé dándole la espalda en el ángulo preciso para no tener que ver su cuerpo y tan solo sus pies. Con cuidado coloqué la toalla con el hielo sobre su tobillo y esta jadeó moviéndolo por reflejo ante el frío.

-Ya se va a pasar, no te muevas -le dije suave mientras presionaba un poco para que el frío penetrara los poros de su piel sobre la zona inflamada y esta pudiera dejar de estarlo al menos un poco.

Duré unos minutos así mientras hacía el esfuerzo por no girar el rostro y mirarla. Quería hacerlo, de verdad quería hacerlo.

-¿Tienes sueño? -me preguntó de repente mientras apartaba el hielo y esta vez alcanzaba una crema del botiquín de auxilios.

-No, ¿y tú? -le pregunté relamiendo mis labios.

-Tampoco -susurró, pero sabía que estaba mintiendo porque justo después bostezó.

No dije nada más, estaba bastante tenso teniéndola semidesnuda en esa cama. Coloqué crema en dos de mis dedos y después comencé a frotarla en su tobillo, esta se sobresaltó cuando lo hice, pero no dijo nada. Lo froté durante unos segundos hasta expandirla por toda la zona afectada deseando que solo fuera inflamación y no hubiera un esguince, de ser así tendría que llevarla a un hospital mañana.

Después de asegurarme de que la crema se extendiera por la zona hasta que penetrara en su piel, tomé una venda para colocarla alrededor de su tobillo teniendo que subir su pie sobre mi regazo para poder vendarlo, lo aseguré con unos broches para que esta no se deshiciera. Con cuidado volví a colocar su pie en la cama y esta soltó un suspiro, me levanté y tomé las cosas del buro para después mirarla. Estaba con los ojos cerrados, supuse que ya había quedado botada, cosa que no me sorprendía debido al estado en que el que el alcohol la tenía hace unos minutos. Justo cuando me giré para irme de ahí tomó mi muñeca deteniéndome.

-Gracias, Nate -balbuceó esta vez por el sueño y no por el estado de embriaguez-. Eres un buen chico -me dijo y sonreí después sintiendo como me soltaba y esta vez caía por completo en un sueño profundo.

Me quedé unos segundos observándola sin querer dejar de hacerlo por un largo tiempo. Era hermosa, así al natural recostada sobre la cama con sus cabellos esparcidos por toda la almohada y sus labios ligeramente abiertos. Deseaba poder sentarme a su lado y poder acariciar su rostro, besarla, tocar sus labios con las yemas de mis dedos. Me volvían a picar de querer hacerlo. Relamí mis labios desviando la mirada sabiendo que si me quedaba nunca podría salir de esa habitación. Era extraño. Aún me preguntaba por qué su belleza me tenía tan anonado y embobado, aún me preguntaba por qué su cercanía me tentaba tanto.

Salí de ahí sin hacer más, miré la hora y vi que eran las tres de la mañana. Dejé todo en su lugar y me serví un vaso de bourbon sentándome en el sofá de la estancia mirando los rascacielos desde ahí por los ventanales. Valet había querido hacerlo igual, pero había caído rendida en el sueño.

            
            

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