Anoche había mentido respecto a no tener la llave de mi apartamento. Por supuesto que la tenía conmigo, cuando Nathaniel bajó del auto para rodearlo y ayudarme a bajar yo la había sacado de mi bolso metiéndola en mi sostén para que si este si se atrevía a buscar en mi bolso no la encontrara, así tendría que llevarme a su apartamento cosa que funcionó tal como lo había planeado en mi estado de embriaguez. Cuando tomó mi ropa para lavarla encontró la llave y terminó dándose cuenta de que había mentido respecto a que no la llevaba conmigo.
En cierta parte me daba vergüenza saber que él se había dado cuenta de mi supuesta estrategia, la otra parte no se avergonzaba del todo, quería que supiera que yo quería ir a su apartamento y estaba segura de que él había querido lo mismo. Estando frente a la puerta de mi apartamento nos quedamos ahí por unos segundos, yo sin saber que decir con exactitud.
-Entonces, ¿esta vez no me dejarás plantado? -me miró con una ceja alzada y yo sonreí sin poder contenerlo.
-Lo pensaré -le contesté, aunque ambos sabíamos que no lo haría, por supuesto que no lo dejaría plantado.
-No esperaba otra respuesta de tu parte -rió un poco mirando hacia el otro lado del pasillo donde uno de mis vecinos salía de su apartamento, al verme me hizo un saludo con la mano y yo lo hice igual.
-Y, ¿qué tipo de ropa debo de usar para esta noche? Considerando que eres un chico formal la mayoría de las veces -le pregunté mientras colgaba mi bolso sobre mi hombro para poder tomar de mejor manera mi ropa y los tacones.
Nate rió mientras metía una de sus manos en el bolsillo de su pantalón y con la otra jugaba con las llaves del auto dándole vueltas. Me sonrió y negó relamiendo sus labios.
-Ponte cómoda, no es nada formal -contestó a mi duda y asentí antes su respuesta. De pronto después de mirar el reloj en su muñeca devolvió la mirada hacia mí entrecerrando los ojos como si hubiese recordado algo-. Sólo voy a pedirte una cosa en específico -me dijo mientras daba un paso hacia mí acortando la distancia entre nosotros provocando que su aroma invadiera de nuevo mis sentidos queriendo desmayarme en ese momento.
-¿Qué cosa? -solté tratando de mantener la compostura sin dejar de mirarle ante aquella cercanía.
Apretó los labios y después vi su lengua deslizarse por estos relamiéndolos. Subió una de sus manos a mi mejilla rozando esta con sus nudillos mientras se inclinaba hacia mí. Quise cerrar los ojos por instinto, pero aguanté un poco más para ver hasta donde llegaba. Justo cuando lo vi muy cerca de mí lo hice, casi aguantando la respiración esperando por aquel beso que tanto anhelaba volver a tener con él.
-Esta vez te quiero en tus cinco sentidos, ni una sola gota de alcohol que después terminas torciéndote el otro pie y sería una desgracia pues entonces no podríamos hacer lo que tengo planeado -susurró en mi oído y gruñí mientras abría los ojos mirando como este se separaba de mí con una sonrisa divertida.
Fruncí el ceño y como pude traté de empujarlo, pero fue inútil moverlo siquiera un centímetro debido a que mis manos sostenían de mi ropa y tacones. Lo fulminé con la mirada cuando noté que esa estúpida sonrisa llena de diversión seguía en su rostro.
-A veces eres un completo idiota -le di la espalda mientras metía la llave en la cerradura de la puerta de mi apartamento para poder abrir-. No te sorprendas si te vuelvo a dejar plantado -dije por supuesto no hablando en serio pero con la intención de que él si creyera eso.
Cuando abrí la puerta volví a girarme hacia él quien seguía sonriendo, esta vez parecía que su sonrisa se ensanchaba más haciendo imposible que esos hoyuelos no se dibujaran cerca de las comisuras de sus labios en cierta zona de sus mejillas. Me miró con una ceja alzada y dio otro paso hacia mí volviendo a acortar la distancia.
-Ya lo veremos, preciosa. No tengo ningún problema con volver a subir hasta acá para llevarte conmigo, aunque técnicamente la última vez no me dejaste plantado porque ni siquiera habías leído el sobre donde te había invitado a salir -me miró con una ceja alzada.
Eso era verdad. Técnicamente no lo había dejado plantado porque ni siquiera había estado enterada de aquella invitación. Detesté que no fuera verdad el hecho de que le había dejado plantado porque entonces eso le subía el ego que disimuladamente poseía. Relamí mis labios por un momento sin saber qué decir ante ello pues cada una de sus palabras había sido cierta: si le dejase plantado él subiría hasta acá, eso sin duda.
Miró mis labios por unos segundos y casi muerdo mi labio inferior con el propósito de provocarle a que me besara, incluso las ganas de acercarme a sus labios y rozarlos con los míos resultó tentadora en aquel momento. Pero no lo hice.
-Bueno, siempre hay una primera vez para todo, ¿no? -le dije sin romper con aquella tenue distancia entre nosotros. Sonrió de lado y casi me le abalanzo para besar aquella sonrisa.
-Te veo a las cuatro para averiguar si esa primera vez será o no este día -dijo aún sonriendo, desplazando su mirada de mis labios a mis ojos.
Asentí sin saber si decir algo o simplemente quedarme callada. Decidí no hacerlo cuando se separó de mí dando unos cuantos pasos hacia atrás mirándome esta vez desde aquella distancia que había entre nosotros. Se quedó ahí unos segundos soltando un suspiro mientras apretaba los labios mirándome, volvió a jugar con las llaves del auto e hizo un ademán con la cabeza señalando mi bolso y después mi pie.
-No olvides ponerte el Flogoprofen en el tobillo, necesito que funcione al menos un noventa por ciento para la tarde -me guiñó un ojo y después se alejó de ahí caminando por el pasillo hasta llegar al ascensor. Lo miré subir a este y presionar un botón haciendo que las puertas se cerraran, incluso segundos después me quedé ahí mirando.
Decidí entrar y poner orden en mi cabeza a todo lo que había pasado en menos de un día desde anoche. Dejé la ropa, el bolso y los tacones en mi habitación y volví a mandarle un mensaje a Thiago, quien no había respondido desde los últimos mensajes que él me había dejado anoche. Supuse que estaría tirado en la cama con una terrible resaca mucho peor que la que yo había tenido aquella mañana. Era de esperarse, siempre era cuando nos encontrábamos en situaciones relacionadas con exceso de alcohol, después de todo él solía tomar más de lo que yo hacía.
Recordé lo que había dicho Nate.
''Esta vez te quiero en tus cinco sentidos, ni una sola gota de alcohol que después terminas torciéndote el otro pie y sería una desgracia pues entonces no podríamos hacer lo que tengo planeado.'' ''... necesito que funcione al menos un noventa por ciento para la tarde.''
¿Qué haríamos? ¿Qué tenía planeado? Me fue casi imposible no haber tenido un pensamiento perverso. Sólo pensarlo me hacía hiperventilar y casi ponerme roja a pesar de que nadie estuviese ahí viéndome. Aquello no significaba que no deseaba que pasara algo más que solamente un simple beso, lo deseaba desde aquel primer beso, incluso a veces llegaba a pensar que lo deseaba desde antes de ese beso.
En ocasiones me decía a mí misma que estaba loca y que era una necesitada, porque nunca me había pasado algo similar con ningún chico, aquella necesidad ni siquiera se acercaba al impulso que sentía de besarlo cada vez que lo tenía cerca de mí. No era que hubiese estado con muchos chicos antes, empezando por el hecho de que nunca había dejado que llegaran a más que tocarme por encima de la ropa, a excepción de Dylan que por algo relacionado con eso fue la razón por la que decidí terminar todo con él mostrándome la verdadera clase de chico que había detrás de esa actitud de la maravilla de hombre hijo de papi.
Recordar lo de Dylan me hizo sentirme mal, no porque le extrañara sino porque al recordarlo a él también recordaba aquellas palabras que me había dicho cuando me negué a dejarlo a llegar más: ''No eres suficiente, si los chicos te buscan es para pasar un buen rato contigo y luego dejarte.''
De pronto la inseguridad de que Nathaniel quisiese sólo eso me atormentó por un momento, ¿podría ser una opción? ¿Nathaniel sólo querría salir conmigo para pasar un buen rato? No creo, había sido bastante atento y lindo desde un principio. Yo fui quien lo había besado. Él quien había insistido en que aceptara el salir con él no sólo en una ocasión, esta vez habían sido tres, considerando la vez en que me pidió que le aceptara el que me compensara por haberme dejado él plantada.
Luego pensé, ¿por qué me preocupa que Nathaniel sólo me quisiese para pasar un buen rato? Es decir, no me gustaba. No planeaba tener algo serio con él. O tal vez, sí. ¿Quería tener algo con él? ¿Me gustaba? Yo misma comencé a cerrarme decidiendo mejor pensar en otra cosa. Lo hice yendo a darme un baño a pesar de que por la mañana ya me había duchado en el apartamento de Nathaniel.
Había optado por vestir cómoda, sin estar del todo casual. Bastaba con unos jeans, un suéter rosa pálido y mis botines. Antes de ponerme estos últimos me aseguré de ponerme el Flogoprofen de manera correcta en el tobillo, dolía mucho menos de lo que había hecho anoche, pero un leve dolor seguía ahí. Agradecía que ya no me impedía siquiera poder caminar de manera correcta.
El día resultaba ser bastante de mi agrado, por la ventana de la sala se veían las nubes grisáceas cubrir el azul del cielo. Aquello significaba que la temperatura era más baja como consecuencia a la ausencia del sol. Amaba los días nublados, pero odiaba el frío.
Tenía cuarenta minutos para arreglarme un poco, no lo haría mucho. Había secado mi cabello y lo había dejado al natural para que cayera por sobre mis hombros. Tan sólo coloqué un poco de maquillaje en mi rostro, lo típico: polvo, un poco de brillo transparente en mis labios, me enchiné las pestañas sin colocar ni una pizca de rímel –eso lo dejaba para la formalidad–, e incluso me atreví a hacer un ligero y apenas tenue delineado en la comisura lateral de mis ojos, apenas era notorio, pero se veía bien.
Después de eso justo en el momento en que fui a tomar un cardenal negro mi celular comenzó a sonar, supuse que sería Nathaniel pero no era así. Era Thiago. Enseguida contesté poniendo el móvil entre mi oreja y hombro para sostenerlo.
-¿Ya despertaste? -bromee mientras me colocaba el cardenal largo por encima del suéter.
-De todas las resacas que he tenido, esta ha sido la peor -gruñó y supuse que aún seguía en cama-. ¿Dónde te metiste? Apenas tengo vagos recuerdos de cuando te vi por última vez. Creo que estuve llamándote y mandándote mensajes.
-Me encontré a Cassie -mentí mordiendo mi labio inferior-. Me vio muy mal y me trajo a mi apartamento.
-Me dejaste -dijo ofendido, pero por supuesto bromeando.
Carcajee.
-Estabas besándote con una desconocida -le dije y este gruñó.
-Ni me lo recuerdes -soltó bufando y rodee los ojos sonriendo-. Aunque creo que estuvo bueno el asunto.
-¿Te acostaste con ella? -le pregunté de repente deteniéndome en lo que estaba haciendo antes que era tomar mi bolso para alistarlo.
-Depende de si se puede contar como acostarse dentro de un auto -confesó después de unos segundos de silencio.
-Thiago por Dios, ¿qué te pasaba? -dije sorprendida y no sé si este rió o se quejó.
-Estaba muy ebrio, Val. Apenas y lo recuerdo, sólo recuerdo haberme estado besando con ella y de pronto estar en el auto co... -lo interrumpí.
-¡¿En tu auto?! -casi grito y este me calló por del otro lado de la línea-. Thiago eso es desagradable, no volveré a subir a tu auto.
-Por favor, Val. No es la gran cosa, ¿dónde crees que lo hacíamos Olivia y yo cuando no podíamos ir a mi casa? -me quedé callada por un momento e hice una mueca.
-¿Y yo estuve subiendo a tu auto todo este tiempo y no me dijiste absolutamente nada?
-Valet, el día que llegues a tener sexo ni siquiera te importará hacerlo en un auto -me dijo y podía jurar que había una mirada divertida en su rostro.
-Nunca -dije frunciendo el ceño y entonces miré la hora-. Tengo que dejarte, voy a salir.
-¿A dónde vas? -preguntó curiosos y apreté los labios.
-Luego te explico. Te quiero, adiós.
-Val, ¿a dónde...? -escuché antes de que colgara.
Nate llegaría en cualquier momento, si es que no se encontraba ya abajo esperando en el auto. Tomé mi bolso y salí de mi habitación cruzando la sala hasta llegar a la puerta saliendo al pasillo para llegar al ascensor. Subí y pulsé el botón para poder bajar. Me sentía ansiosa de poder verlo, ni siquiera sabía a dónde iríamos, era temprano por lo que en mi cabeza descarté la opción de ir a cenar, y de ser así me lo hubiera dicho. Cuando las puertas se abrieron dejándome en el lobby miré a George detrás de la recepción quien me saludó, le devolví el saludo con una sonrisa.
Justo cuando miré por las puertas de cristal divisé el auto de Nate. También lo divisé a él fuera de este recargado sobre el auto cruzado de brazos mientras miraba hacia el otro lado de la calle con el ceño un poco fruncido y sus facciones en un modo serio. Agradecí que no se pudiera ver desde afuera pues así podía mirarlo por unos segundos más sin el temor de que este me descubriera. Iba bastante guapo, manteniendo el porte que siempre solía llevar con él sin importar lo que tuviese puesto encima. Pantalones de mezclilla bastante oscuros que a simple vista podrían hacerse pasar por el color negro, un suéter negro y encima llevaba una gabardina negra. Me di cuenta que siempre llevaba casi los mismos colores, cosa que le sentaban bastante bien y ahora cada vez que los veía sentía que gritaban su nombre.
Caminé hasta las puertas empujando una de estas y de inmediato este me miró cuando las crucé saliendo del edificio. De pronto aquel modo serio en el que se había encontrado antes se esfumó en el aire y una sonrisa apareció en su rostro. Me acerqué a él con una de mis manos aferradas en la correa de mi bolso mientras este disimuladamente me miró de abajo hacia arriba deteniéndose por unos segundos en mi rostro.
-Gané -me dijo con cierto orgullo-. No me dejaste plantado, aunque no te voy a mentir que me lo pensé muchas veces en aún así subir por ti.
Sonreí un poco después riendo y me crucé de brazos mirándole con una ceja alzada tratando de retarlo un poco.
-Si lo hubieras hecho te hubiese hecho esperar -repuse y su sonrisa creció un poco más siendo imposible ocultar los hoyuelos en sus pómulos.
-No me hubiera importado sinceramente -me contestó y por muy extraño que fuese en mí no supe que contestar, sólo me quedé mirándolo con una sonrisa sin siquiera mostrar mis dientes. Volvió a bajar su mirada esta vez yendo a mis pies-. ¿Podrás caminar bien con esos? -señaló a mis botines y yo asentí.
-Ya no duele tanto -dije y solté un suspiro.
Asintió después apartando su espalda del auto para girarse y abrir la puerta del copiloto para que yo subiera. Lo hice después de mirarlo y cuando cerró la puerta me coloqué el cinturón. Esperé a que subiera y cuando lo hizo lo miré girando un poco mi cuerpo.
-Entonces, ¿a dónde iremos? -le pregunté cuando arrancó.
-Anoche dijiste que fuéramos a un museo -me contestó y de pronto dejé de sonreír-. Y recordé que en Sur La Route me hablaste de que te gustaba mucho el arte postimpresionista y surrealista, ¿qué mejor lugar que el MoMA para ir a ver las pinturas de Van Gogh y Dalí que son de los máximos representantes del arte de esos movimientos? -me miró de reojo con una ceja alzada mientras sonreía un poco y volvía a mirar al frente
Era una broma, tenía que ser una broma. ¿Nathaniel me iba a llevar al MoMA para ver las pinturas que tanto me gustaban? ¿Había recordado aquel detalle que le había contado sobre mi amor por el arte? No solamente había recordado eso, había recordado qué movimientos del arte me gustaban. Casi me le abalanzo encima para abrazarlo aunque fuera algo bastante extraño porque creo que nunca lo había hecho. Simplemente me quedé callada mientras lo miraba asimilando todo.
Me iba a llevar al Museum of Modern Art solamente porque yo le había dicho la noche anterior en mi estado de embriaguez que fuéramos a un museo, y eso lo relacionó con la vez que estuvimos hablando en el Sur La Route donde surgió el que yo le contara sobre las pinturas que me gustaban. Nunca había ido al MoMA, siempre había querido ir, no es que no tuviese la oportunidad de hacerlo si no que siempre había deseado ir de la compañía de alguien. Con las únicas personas que había tenido en mi lista para ir era Thiago que nunca le apetecía ir y Cassie ya había ido en ocasiones. Ahora Nate me iba a cumplir ese anhelo que por un pequeño que fuera para mí era bastante grande.
-¿De verdad? -pregunté queriendo asegurarme de que no bromeaba. Vi como salía a la 5ta avenida teniendo de mi lado el maravilloso Central Park.
-De verdad -me miró de nuevo por unos segundos sonriendo y ahí fue cuando sonreí sin poder contenerlo más.
-Gracias, Nate -solté segundos después sin dejar de mirarlo mientras este seguía conduciendo.
-No tienes nada que agradecer, tu versión ebria en parte me agradó y quise cumplirle ese capricho -siguió mirando al frente esta vez sonriendo de lado notando como trataba de contener la risa.
Lo fulminé con la mirada y le di un leve golpe en el hombro, esta vez sí rió y yo sonreí. Minutos después llegamos al MoMa, bajamos del auto y entramos, al parecer Nate ya había comprado las entradas antes ahorrándonos unos minutos. Cuando estuvimos dentro casi me quedo embobada mirando el lugar asimilando el que estuviese ahí y que no era un sueño o un producto de mi imaginación.
-Tenemos una hora y veinte minutos para recorrer todo el lugar, así que, ¿por dónde quieres empezar, preciosa?
-La noche estrellada -dije sin pensar girándome para mirarlo, él me sonrió.
-Lo supuse, vamos entonces -me dijo y comenzamos a caminar.
Parecía que Nate ya había venido antes pues caminaba con seguridad por cualquier lugar donde pasábamos. Yo iba a la par de él siguiéndole el paso, pero miraba a todas partes mirando cada exposición que hubiese en nuestro camino. Todas las paredes eran blancas dando un toque contemporáneo al lugar, claro el mismo nombre del museo decía que era moderno. No había mucha gente, sólo lo promedio. Después de caminar unos minutos entramos a una sección donde en una sola pared había un cuadro colgando. La Noche Estrellada.
Por fortuna no había nadie frente a ella y no dudé en adelantarme apresurando el paso dejando a Nate detrás de mí. Al estar frente al cuadro me quedé ahí parada mirando la pintura con ganas de querer acercarme más para poder tocarla con mis dedos. Sin siquiera tocarla se veía como la pintura sobresaltaba un poco por el exceso de pintura que Van Gogh había utilizado para pintar, lo que le daba un toque bastante estético. Miré los colores y di un pequeño paso para poder mirarla de más cerca pudiendo ver cada detalle de las pinceladas de pintura.
-¿Es tu favorita? -preguntó Nate a la par mía sin darme cuenta del momento en el que se había colocado a mi lado.
-No exactamente -contesté aún con la mirada fija en la pintura.
-¿Cuál es tu favorita? -lo escuché preguntar esta vez.
-Van Gogh es mi pintor favorito, pero entre sus pinturas no está mi pintura favorita -dije apretando los labios sintiendo la emoción y paz dentro de mi cuerpo.
-¿Por qué es tu pintor favorito? -preguntó cruzándose de brazos y esta vez lo miré.
¿Le interesaba saber eso sobre mí?
-Por su manera de transformar el arte -le contesté apretando los labios y luego sonriendo cuando alzó una de sus cejas en forma de que le explicara más-. Todos saben que Van Gogh estaba loco, aunque en realidad tenía problemas psiquiátricos. Sufría mucho y todo aquel dolor lo transformó de una manera única en sus pinturas. Es triste pensar en que nunca supo lo verdaderamente talentoso que era y que ahora es famoso. De hecho, parte de su vida es un misterio porque nunca se podrá saber que pasaba realmente por su cabeza cada vez que pintaba, muchos dicen que La Noche Estrellada la pintó de esta manera porque era la forma en la que él veía la noche desde la ventana de su habitación -volví a mirar la pintura frente a mí tratando de visualizarla detrás de una ventana de una habitación como si la noche fuese exactamente de esa manera.
Pasaron segundos o minutos, no lo sé, hasta que Nate se atrevió a hablar mientras se colocaba un poco más cerca de mí esta vez mirando la pintura como yo lo estaba haciendo.
-Tendrás que contarme más sobre él, pero eso será en otra salida -me dijo mirándome y lo miré igual, me miró entrecerrando los ojos como si esperara a que le diera aprobación a aquello último.
Asentí. ¿Cómo le iba a poder decir que no? Sentía que ya no podría decirle esa palabra de ahora en adelante y tampoco quería hacerlo.