Cuando vimos La Noche Estrellada casi me era imposible no quedarme mirándole a ella, la manera en que se había quedado embobada mirando la pintura como si su mente tratase de sumergirse en la época donde había sido realizada. Incluso me dejó fascinado lo que pensaba sobre Van Gogh, había sido una explicación sencilla pero profunda de su fascinación por él que incluso quería que me contara más con tal de poder verla de nuevo de aquella manera en la que se ponía cuando hablaba de algo que la emocionaba.
Me causó gracia que en ocasiones me hacía preguntas extrañas de alguna exposición que tuviésemos enfrente como '¿qué ves? ¿te gusta? ¿qué sientes al verla?' ¿Cómo le explicaba que prefería mirarla a ella que cualquier otra pintura alrededor de nosotros?
Hubo momentos en los que nos quedábamos frente a una pintura debatiendo en lo que podría significar cada detalle de esta. Ella decía una cosa, yo decía otra cosa y a veces opinábamos lo mismo. Tengo que admitir que me resultaba interesante cada palabra que salía de su boca, a veces me sorprendían las ideas que salían de su cabeza y me hacían desear sumergirme en ella para saber absolutamente todo lo que pasaba por su mente porque me fascinaba.
Cuando salimos del museo este ya estaba por cerrar, y Valet no paraba de hablar diciéndome cosas sobre algunos movimientos del arte que le gustaban. Yo la escuchaba sin poder dejar casi de sonreír. Era muy parlanchina, no la detuve, todo lo contrario: la escuché con atención tratando de escuchar cada palabra que decía sin perderme por completo en la belleza que emanaba.
Al subir al auto me agradeció casi por milésima vez. El brillo que había aparecido en sus ojos desde el momento en que pusimos un pie en el edificio del museo aún permanecía en estos como si no pudiese creer el que hubiese estado ahí. Aún era temprano por lo que la invité a un café que estaba en Central Park, ella aceptó.
No tardamos en llegar pues estaba a unas calles del MoMA. Estacioné el auto en un lugar donde no tuviéramos que caminar tanto pues sabía que aunque el dolor de tobillo había disminuido mucho como ella me había dicho, aún seguía presente. Habíamos caminado lo suficiente en el museo para que tuviera que tomar al menos un descanso si quería que ese dolor desapareciera.
El café estaba dentro del parque. Cuando llegamos le indiqué que tomara asiento en alguna de las mesas que había ahí con una vista del estanque que había frente al pequeño local llamado Le Pain Quotidien. Pedí dos cafés americanos, y cuando me los dieron fui hasta donde ella se había sentado mirando el agua del estanque y la parte de edificios que no era cubierta por la gran cantidad de árboles que había en el parque. Me senté frente a ella llamando su atención en ese instante y le extendí uno de los cafés.
-Gracias -dijo mientras le quitaba la tapadera para después ponerle dos sobres de azúcar y uno de leche en polvo.
-¿Mucho azúcar no crees? -le dije alzando una ceja dando un sorbo a mi café.
-No me gusta el café amargo -hizo una mueca haciendo ese gesto de arrugar la nariz cuando algo le desagradaba.
-Así es como debe de tomarse el café, preciosa -dije después de dar otro sorbo y me miró.
-¿Tú lo tomas así? -preguntó dándose cuenta de que no le había puesto absolutamente nada al mío.
-Tal cual, puro -contesté sonriendo y esta hizo una mueca como si hubiese probado el sabor amargo del contenido de mi vaso.
-No sé cómo puede gustarte así -volvió a colocar la tapadera en su café y dio un sorbo.
-¿Qué tomaste anoche? -le pregunté y esta pareció confundida-. En el club.
-Tequila, vodka, no sé -se encogió de hombros dando otro sorbo al café.
-¿Puro? -pregunté y esta negó frunciendo el ceño.
-No, eran bebidas preparadas -repuso soltando un suspiro y después dejando el vaso sobre la mesa sin dejar de sostener este con sus manos como para calentarlas del frío.
-¿No tomaste shots de tequila? -pregunté frunciendo ligeramente el ceño.
-Sí, ¿por qué?
-El tequila es amargo, ¿cómo eso sí puedes tomarlo y no un café en su estado puro en agua? -le miré con una ceja alzada y después de unos segundos esta me fulminó con la mirada como si quisiese matarme con ella.
Carcajee haciendo mi cuerpo un poco hacia atrás pegando mi espalda a la silla. En serio comenzaba a disfrutar de más el estar con ella.