Ángeles y Demonios
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Capítulo 4 Esa noche fue la noche

-Nos vamos al club FallWings, esta noche es un nuevo comienzo-había dicho Irina con total convicción de que eso era todo lo que necesitaban, lo que Lailah necesitaba, para mejorar un poco su estado ánimo.

Ahora miraba al espejo y observaba su reflejo con una, tímida curiosidad, hace mucho tiempo que no veía a la mujer que le miraba a los ojos a través del cristal, esta tenía el cabello largo, negro y con unas escasas ondas, su rostro estaba acompañado de un sobrio maquillaje, con somobras en un tono entre marrón y negro en los párpados, labial rojo mate y un soplido de rubor, su piel blanca e impoluta ahora un poco menos enferma después de haber comido adecuadamente el último mes, ni siquiera sus bolsas y ojeras estaban a la vista, las pastillas para dormir estaban haciendo un buen trabajo.

Cerró los ojos y suspiró, estaba siendo más difícil de lo que pensó, pero ya estaba ahí, había dado el prime paso para salir de un atristeza que hasta ella sabía no era sana, la muerte de su madre la golpeó con todo, para alguien como ella, médico hace siete años con una especialidad en oncología entre otras cosas y que desgraciadamente convivía cada día con la muerte caminándole a un lado, ver el cáncer cobrar fuerza en su propia madre fue como si la vida se riera de ella, sin embargo, ya no podía hacer nada, su madre le dijo que viviera, no estaba segura si lo lograría hacerlo por comoleto, ella habia sido su todo, madre, confidente, mejor amiga, hermana, todo por lo que se levantaba día tras día, y ahora, se ha ido, ha descansar, a no sentir más dolor, pero igual, se había ido.

Abrió los ojos eh intentó darse a sí misma una sonrisa, ésta, más parecida a una mueca que le hacia ver rara, pero al menos lo había intentado. Se miró una vez más acariciendo la tela del vestido negro que había decidido llevar, este era ajustado en la zona del pecho donde dejaba a ver un diminuto escote, abarazndo su silueta hasta abajo dos dedos más allá de la rodilla, con un fino corte en la espalda llegando hasta la mitad, como complemento unos tacones finos de suela roja, con aretes pequeños y la cadenita que siempre la acompañaba a todas partes.

-¡Lailah!-gritaron desde la planta baja, donde se encontraba la sala, cocina, y su oficina junto con un pequeño baño para las visitas, arriba, donde estaba ella, un cuarto principal-el suyo-y el de huéspedes-¡Lailah!.

-¡Ya voy!-respondió de igual forma cogiendo el monedero y asegurándose que tanto su dinero, como identificación y teléfono estaban ahí, saliendo de la habitación, caminando por el pasillo y finalmente bajando por las escaleras, sacándole un suspiro contenido a Irina quien se acercó y abrazó fuerte con una gran sonrisa, Lailah le devolvió el gesto algo confundida-¿Qué te ha hecho tan feliz de pronto?-preguntó alejandose y tomando las llaves.

Irina la mira y se encogió de hombros siguiéndola por el apartamento.

-Volver a ver a mi mejor amiga-respondió simple, Lailah la observó unos segundos antes de asentir.

Ambas salieron del apartamento y tomaron el asensor hasta la planta baja, donde había un taxi esperándolas para llevarla a su destino, el Club FallWings, sin embargo en todo el camino Lailah pensó en lo dicho por Irina.

Lailah, nunca fue de fiestas, ahora que lo piensa su vida se ha reducido a: Estudiar para ser la mejor, después ser el apoyo de su madre cuando su padre falleció, seguido por el hecho de querer entrar a la facultad de medicina para solo terminar matándose con los estudios otra vez, sin siquiera preocuparse por una vida social para volver a ser si bien no la mejor uno de ellos, comenzar a trabajar y hacer su especialidad en oncología al mismo tiempo, hasta que hizo su primer contrato con un hospital privado, en el cual trabaja ahora, sí, eso ha sido todo, si no fuera porque conoció a Irina y Eliot desde sus primeros años de vida, juraría que ahora mismo estaría sola, ser un ratón de biblioteca no te impide intentar hacer vida social, pero en su caso los estudios fueron su refugio cuando intentar llevar la carga emocional de una niña que perdió a su padre y una madre que nunca superó al hombre que amaba-y aún así aparentaba estar bien-se le hacia demasiado.

Suspiró con suavidad para no alertar a su acompañante que al parecer estaba muy entretenida con el móvil al cual le sonreía sin parar, sin embargo, aún así, Lailah nunca fue descuidada, era una mujer presumida en toda regla, puede que nunca se mostraba muy interesada en las relaciones más allá de algo pasajero, uno porque no tenía el tiempo, dos porque realmente no le interesaba, aún así le gustaba verse bien, sentirse bien consigo misma, algo que había cambiado después de ese fatídico día, se convirtió en un rastrojo de la mujer que era, quizás por eso Irina le había dicho, que era bueno volver a verla, a ella, a la verdadera Lailah, no aquel cascarón que había dejado a su paso la muerte de su madre.

-Llegamos-anunció Irina con una sonrisa tomándola de la mano y sacándola a ratras del carro, bueno, Lailah tuvo que reconocer que el lugar era, bueno, vistoso-Ven, Eliot tiene un amigo aquí, aparte de trabajar claro, dijo que solo debíamos decir su nombre en la entrada y todo listo.

-Claro-dijo Lailah con poco sobrepasada, la musica se oía fuerte afuera en la cera donde había una enorme fila de personas para entrar, no quería imaginarse como sería adentro, el cartel con luz neón y la figura de dos cuerpos-masculino y femenino-con las alas partidas sobre el alero junto al cartel, honestamente no le daba mucha tranquilidad-Hola, mi nombre es Irina,y ella es Lailah-presentó a ambas con una sonrisa al guardia en la puerta, este las miró de arriba hacia abajo-Somos amigas de Eliot, dijo que dijéramos su nombre y nos dejarían pasar.

El hombre alzó un tablet que tenía descansando en su mano y tecleó un par de cosas antes de volver a mirarlas y con una sonrisa les dijo mientras quitaba la cuerda que impedía el paso.

-Bienvenidas a FallWings, donde todos somos ángeles hasta que nos cortan las alas.

Lailah miró al portero, alto, trigueño de cabello negro, fornido y con tatuajes, ojos grises llenos de brillo mientras Irina solo chillaba de emoción arrastrándola dentro del local encontrando con gran impresión lo que parecía ser simplemente otro mundo.

Luces

Humo

Música

Acróbatas

Bailarines

Y una serie de pisos que iban desde la primera planta donde estaban ellas hacia arriba llegando a un cuarto nivel, Lailah no sabía porqué, no obstante podía jurar que FallWings era lo más parecido al infierno, con sus tonos negros y rojo sangre en luces neón y el aire de lujuria y malos juegos en todos lados.

-Chicas-ambas giraron encontrando a un muy bien vestido Eliot, con camisa negra de vestir remangada hasta los codos, pantalón de tela negro con estilizado corte italiano acercándose hasta darle un beso y un corto abrazo a cada una-Entonces, ¿qué piensan?-preguntó con una sonrisa.

-Excitante-respondio Irina.

-Extravagante-adjunto Lailah.

Eliot las miró y les hecho un brazo a ambas encima guiándolas a la pista.

-Si eso creen ahora, solo esperen a que se abra el inframundo-las soltó caminado de frente a ellas y de espalda a la pista con los brazos abiertos no sin antes decir-Esta noche, es la noche, donde los ángeles caen, y los demonios suben a por ellos.

Ninguno sabía a ciencia cierta que tan acertadas eran esas palabras.

            
            

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