Se da un trago y mira al rededor, FallWings era algo, definitivamente alucinante.
El club era una mezcla entre gótico, eclesiástico y muy, muy mundano, si es que esos tres términos podían resumir algo que perteneciera al mismo ámbito. Primero que todo estaba compuesto por cinco pisos hacia arriba, todos con paredes de un tono rojo sangre y cortinas negras de encaje, fotos de artista de dudosa reputación o cantantes de rock en su mayoría que tenían fama de haber hecho un pacto con el diablo, por otro lado estaba la pista, era una especie de circulo con un pieza de cristal que reflejaba lo que de forma escéptica debía considerarse el infierno, al rededor habían largos muebles negros y candelabros que colgaban del techo, con mujeres y hombres-que pertenecían al personal-paseándose en ropa interior de encaje fino y buena calidad a simple vista, en tacones o zapatos negros de tacón pequeño en el caso de los hombres con un corto calzoncillo de seda enganchados a unos tirantes en el torso, todos con maquillaje oscuro y unos cuernos ficticios.
Lailah se dio un trago de cerveza y miró hací arriba parada en el centro de la pista, en el último piso, pintado en el techo había un diablo con un tridente y ojos llenos de una extraña malisia demasiado apabullante para una pintura, sonrió y negó, quien fuera el dueño del club debía tener una insana obsesión por el ocultismo.
Sonrió e iba decirle algo a Irina cuando se dio cuenta de que había desaparecido y caminado lejos de ella en la pista, negó y suspiro riendo bajito, esa chica estaba loca.
-Lailah-miró a un lado encontrándose a Eliot, esta se dio el último trago de su cerveza y se giró por completo quedando de frente.
-¿Dónde te habías metido?-preguntó con ligero enojo, Eliot las había dejado botadas-literalmente-en la pista y se había ido a sabrá dios hacer que cosas sin dar explicaciones, Eliot la miró y solo atino a sonreír de una forma que sólo podía identificarse como lasciva-Por dios, no me digas-negó e hizo una mueca de repugnancia-Irina y tú son la nueva versión de los ninfómanos en el siglo veintiuno-Eliot río, ambos cerca para poder oírse incluso pese a la música.
-Por cierto, ¿dónde está ella?-preguntó mirando, Lailah señaló con el mentón hacia un lado a lo lejos, donde una divertida Irina bailaba sobre el regazo de un chico moreno al estilo oeste y ella la vaquera principal, Eliot miró a Lailah a lo que solo se encogió de hombros y negó-Voy a buscarla y tú ve a la barra de allá-señalo a la gran repisa fluorescente, donde un chico de cabello negro muy sonriente atendía a todos-cuando regrese del oeste con la cowgirl iremos a otro lugar-ella funció el seño.
-¿Otro club?-Eliot negó.
-A las cavernas del inframundo.
Lailah alzó una ceja viendo como se alejaba.
Sí, bufo, lo que tu digas.
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-¡Por dios Irina, comportate!-dijo Eliot implorando con voz llena de cansancio a la castaña quien solo río y siguió moviéndose de un lado a otro bailando y tirándole besos a cuanto chico pasaba por su lado.
-Dejala ser feliz, no es como si tuviera arreglo, nació defectuosa-Eliot miró a Lailah con ojos entrecerrados, la pelinegra sonrió inocentemente.
-Creo que te prefiero deprimida-ella río.
-Tarde-le guiñó con soltura antes de mirar por donde iban.
Eliot había traído a Irina, sacándola con fuerza y decisión del regazo del moreno ganándose una mala mirada que no le afectó en lo absoluto y las había sacado por un pasillo que estaba a la derecha de la pista donde habían unas escaleras que iban hacia abajo dando a otro pasillo iluminado por antorchas, los tres caminaron por unos tres minutos antes de ver una gran puerta abierta y dentro...mujeres y hombres besándose, y rozándose tan explícitamente que Lailah solo atino a sonrojarse, ¿qué mierda?.
-Oh por dios-jadeo Irina a un lado con asombro y excitación, lo último que Lailah pudo ver fue su castaño cabello desaparecer con rapidez acercándose al grupo, mujeres besando a otras féminas, chicos haciendo lo mismo entre ellos, algunos tríos, incluso otros que solo disfrutaban del espectáculo.
-¿Te gusta?-preguntó Eliot a su lado con una sonrisa y alzando las ceja sugestivamente.
Lailah tragó saliva al ver justo frente a ella como un hombre besaba a una mujer con fuerza y pasión mientras colaba la mano bajo su oscuro vestido de encajes y esta gemía alto, allí no había música, la banda sonora del lugar eran los gemidos de los presentes, Lailah sintió una corriente correr por su columna.
-¿Lailah?-la eludida pestañeo y lo miró con una sonrisa nerviosa.
-Es...interesante-dijo con vacilación -Sí, muy interesante.
-¿Solo interesante?-preguntó riendo, Lailah estaba incomoda y él lo sabía por eso la molestaba con ello-Ten-le ofreció una serveza abierta, fría y lista para consumir-Si quieres más tranquilidad puedes ir hacia allá -señaló uno de los pasillos.
-Estoy bien, no hay problema, solo que este...no es mi ambiente.
-Lo sé-dijo Eliot con una sonrisita mirando alrededor deteniendo su mirada en una morena de grandes curvas con cabello rizado que le miraba-Creo que tengo algunos asuntos que resolver.
Lailah se dio un trago.
-No tienes que hablar tanto para decir que vas a follar.
Eliot rió alejándose llegando a la morena, Lailah se dio otro trago, más que deseo de tomar tenía sed y muchas ganas de quitárselas, así que necesitaba agua algo bastante difícil en un Club, miró una vez más al rededor y decidió salir de ahí, regresando por el mismo camino sin embargo había algo distinto, este un pasillo largo, que si ya estaba ahí no se había figado cuando iban camino a la sala de orgías infernales, este era de color blanco, completamente contrario a todo el lugar, Lailah miró el amplio y largo corredor antes de dar media vuelta y caminar un par de pasos antes de detenerse abruptamente al escuchar algo.
Con lentitud miró detrás de ella, allí habían bombillos, es como si no fuera parte del lugar, algo apartado, intento oír algo pero nada llegó a sus oídos, con duda y pensando en si estaba perdiendo su mente o comenzaba a afectarle el alcohol volvió a dar pasos hacia la salida, sin embargo, ahí estaba, de nuevo ese sonido.
Vete, fue lo primero que pensó, Alejate, no es tu asunto, volvió a decirse, sin embargo el sonido fue más fuerte y Lailah cerró los ojos antes de caminar en dirección a este, su buen corazón siempre cayendo.
Se acercó con lentitud, intentando buscar de donde provenía caminando por todo el pasillo llegando a la mitad donde a su derecha e izquierda habían otros dos, miró a ambos lados pensando dónde podría estar el sonido cuando algo definitivamente de metal golpeó a la izquierda, por lo que tomó ese llegando frente a una puerta, esta no abierta excepto por una pequeña abertura, Lailah repensó y se convenció de que lo mejor era salir de ahí cuando el llanto se desató dentro de la habitación acompañado de quejidos, Lailah tembló y solo pudo pensar en que alguien estaba en peligro, por lo que incluso con las manos temblando volvió a acercase lo más que pudo viendo por la separación.
Su respiración se atascó y su corazón se detuvo varios segundos antes ir con fuerza y mucho más rápido, en el suelo había una mujer, o una chica joven, de cabello negro, piel blanca, extremadamente pálida seguro, no obstante ocultada entre churre y moretones que adornadan su piel, estaba desnuda y tirada en el piso, mientras era golpeada con fuerza por un hombre, Lailah llevó las manos a su boca y la tapó para no dejar salir una exhalación que podría dejarla al descubierto.
Respiró y tragó saliva, ¿debia llamar a alguien?, ¿la policía?, ¿a sus amigos?. Tomo el móvil y buscó entre sus contactos a alguien, con duda puesto que los nervios realmente no la dejaba pensar bien, haciéndole debatirse terminando por marcar el número de Eliot sin lograr si quiera que diera timbre, revisando y dándose cuenta que ni siquiera tenía señal, miró al rededor, claro, pensó, Estamos bajo tierra.
Se mordió los labios antes de volver a mirar por la ranura, la chica la miraba directamente con ojos llenos de lágrimas, implorando algo que Lailah no quería ver por su propio bien.
Ayudame, susurró, antes de caer cuando el sonido de un dispiraro rebotó entre las paredes, uno de los hombres se alejó y miró a la puerta comenzando acercarse a lo que Lailah solo atinó a reaccionar cuando ya habían abierto la puerta y visto su rostro, Lailah miró con ojos abiertos temblando por el miedo, paralizada sin saber que hacer, ¿a esto era lo que se referían a situaciones de tensión donde solo te paralizas y no sabes qué hacer?, pensó, porque no es el jodido momento.