Neblina: Año Cero
img img Neblina: Año Cero img Capítulo 2 El Hospital
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Capítulo 6 Regreso a Clases img
Capítulo 7 Flechados img
Capítulo 8 Intenciones Ocultas img
Capítulo 9 Floreciendo img
Capítulo 10 Un Momento de Reflexión img
Capítulo 11 Primera Cita img
Capítulo 12 La Vida Puede Ser Cruel y Hermosa img
Capítulo 13 Dudas img
Capítulo 14 Desaparecidos img
Capítulo 15 Fuga y Pistas img
Capítulo 16 El Peligro Asecha img
Capítulo 17 El Camino Al Infierno Está Plagado de Buenas Intenciones img
Capítulo 18 La Invitación img
Capítulo 19 Sospechas Confirmadas img
Capítulo 20 La Huida img
Capítulo 21 Una Fiesta de Locos img
Capítulo 22 Charla Interesante img
Capítulo 23 Una Noche Perfecta y Una Mañana Horrible img
Capítulo 24 Sin Hogar Para Volver img
Capítulo 25 Traslado Preventivo img
Capítulo 26 Futuro img
Capítulo 27 Luz y Sombras img
Capítulo 28 Vigilado img
Capítulo 29 Moviendo las Fichas img
Capítulo 30 Viaje en Carretera img
Capítulo 31 Abuso de Poder img
Capítulo 32 Viaje en Ascensor img
Capítulo 33 Distracción img
Capítulo 34 Sospechas img
Capítulo 35 Padre img
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Capítulo 2 El Hospital

El sol y el cielo era lo único en paz, parecía que nada hubiera ocurrido, las calles seguían como siempre, pero algunas personas no; desde que aquella nube se posó sobre la ciudad algunas personas cambiaron sus rutinas, hasta ese momento sus rutinas siempre habían sido las mismas, pero ahora tenían que hacer un espacio para ir a los diferentes hospitales de todo el estado.

En uno de esos hospitales se encontraba Ana con su cabellera rubia y sedosa posada en una mesa de madera al lado del cuerpo de John, pese a no poder moverse, hablar, comer o beber, su cuerpo aún estaba funcionando, podía respirar por sí mismo, pero estaba inconsciente, durante todo ese tiempo John fue alimentado por sondas e hidratado por tubos, se encontraba en un estado de coma, un coma muy profundo.

Los doctores no se explicaban que había sucedido con aquellos cuerpos, las familias pedían a gritos respuestas, pero los doctores no las tenían, pero ¿acaso había alguna respuesta lógica para este "fenómeno"? De pronto todos los jóvenes que estuvieron expuestos a esa "niebla" habían caído en un coma profundo sin razón aparente y sus cuerpos no presentaban ningún problema médico ¿Cómo darle explicación a eso? ¿Había acaso una respuesta para empezar?

En su cuarto John seguía igual que hace semanas, sin moverse, hablar o despertar, Ana seguía observándolo sentada a la izquierda de su cama, observando y buscando algo en John, buscaba lo que faltaba en su cuerpo, su conciencia, parecía que todo su espíritu se había ido y solo quedaba su cuerpo, como el cascarón de un águila después de nacer, inerte y sin nada, John estaba igual, ahora solo era un cascarón inerte en el nido esperando a desaparecer con el tiempo, pero Ana no se había rendido, ella aún seguía buscando la vida que tanto le faltaba a su querido John:

- ¿Cuánto tiempo ha pasado? – Preguntó la voz de Gabriela.

- 8 semanas, 3 días y 18 horas – Contestó Ana secamente.

- ¿Estás bien? – Pregunto Gabriela.

- No – Respondió Ana.

- ¿Quieres ir a comer algo? – Pregunto Gabriela con amabilidad y preocupación.

- ¡¿DE VERDAD ME ESTÁS PREGUNTANDO ESO AHORA?! – Gritó Ana con desesperación mientras las lágrimas caían de sus ojos como si también estuvieran desesperadas.

La habitación quedó en silencio por unos segundos casi eternos, Gabriela se acercó y abrazo a su amiga quien empezó a llorar en su hombro, después de unos segundos Ana se separó y se secó las lágrimas que aún caían sin control:

- Perdón Gabriel – Dijo aun llorando.

- No te preocupes, entiendo lo que sientes, Luis también está aquí y no es que su situación sea diferente – Explico Gabriela con compasión y preocupación.

- ¿Cómo está él? – Pregunto con preocupación.

- Igual que John y no parece que vaya a despertar pronto – Explico mientras Ana la miraba, mientras una pequeña lagrima caía por su mejilla, Gabriela al sentir como la lagrima caía por su cara rápidamente se limpió el rostro y trato de aparentar que nada de eso la estaba afectando – En cualquier caso, no es sano que te quedes aquí todo el día, apenas comes y no puedes quedarte sentada todo el día te hará mal para la espalda – Explico tratando de parecer feliz – ¿Qué tal si vienes conmigo a la cafetería y comemos algo? Yo invito – Propuso Gabriela con un entusiasmo repentino.

- No creo que sea una buena idea – Contesto Ana decaída, la verdad era que la idea de dejar a John solo era solo una pequeña excusa para no ir con Gabriela a la cafetería.

- Mira, entiendo que estés preocupada, yo también lo estoy, pero de nada nos sirve permanecer encerradas aquí, además ¿quieres que lo primero que John vea cuando despierte sea a su madre en tu estado actual? – Pregunto Gabriela con preocupación.

- ¿Qué tiene de malo mi estado? – Pregunto Ana confundida y hasta cierto punto se sentía ofendida.

- Pues siendo honesta – Hizo una pausa mientras la miraba de arriba abajo con una mueca en la cara – Tu cara se ve terrible, pareciera que te hubieras desvelado, tu ropa está totalmente arrugada, has perdido alrededor de dos kilos y...

- ¡YA! – La paró Ana en seco mientras su amiga se reía – Tampoco es que me vea tan mal – Respondió Ana mientras se reía también.

- ¿Entonces? Vendrás a comer o ¿no? – Pregunto Gabriela curiosa.

- Si – Contesto Ana secamente, después volteo a mirar a Gabriela – Gracias Gabriel – Dijo finalmente.

- ¿Por qué? – Pregunto Gabriela confundida.

- Siempre que me sentía así tú me levantabas el ánimo, solamente tú y Brandon lograban hacerlo – Dijo Ana recordando viejos tiempos.

- Y siempre te levantaré el ánimo – Dijo Gabriela mientras se agachaba al lado de la silla de su amiga, apoyando una rodilla en el suelo – ¿Sabes por qué? – Preguntó mientras tomaba su mejilla y la volteaba para que Ana la mirara, por su parte, Ana sentía su corazón latir a mil por hora – Porque nadie te conoce como yo – Dijo para después besar la frente de Ana, quién empezó a sentir un leve ardor en sus mejillas acompañado de un sentimiento de sorpresa bastante familiar – Bueno, vamos a comer algo – Dijo mientras se levantaba del suelo, Ana solamente la siguió.

Los pasillos del hospital eran blancos y estaban impregnados con un olor a lágrimas y llanto, sin mencionar que estaban abarrotados de padres que aguardan respuestas por parte de los doctores, los sentimientos de dolor y angustia, acompañados de negación e incertidumbre rodeaban a todas aquellas familias que aguardaban por saber algo de sus hijos. Todo ese dolor era causado por una situación que no tenía precedentes, era un misterio total si los muchachos despertarían o morirían, pero algo estaba claro, solo podían esperar a que algún milagro sucediera. Las dos amigas llegaron a la cafetería y pidieron algo para almorzar, mientras esperaban su comida fueron a sentarse en una pequeña mesa en un lugar apartado, un instante de silencio invadió el ambiente entre las dos, hasta que Gabriela se volteó hacia su bolso y poso su mirada hacia abajo por unos instantes, después alzó la mirada y casi de inmediato Ana sintió la vibración de su teléfono en su bolsillo, procedió a sacarlo para revisar que era lo que había provocado esa notificación; al mirar la pantalla se percató de que tenía un mensaje de texto y procedió a abrirlo:

- <<¿Recuerdas el Festival Deportivo de hace 20 años?>> – Leyó mentalmente y de pronto sintió un choque de emociones dentro de todo su ser, por un lado sentía algo de dolor por recordar sentimientos que tardo años en enterrar, y también molesta por que le preguntaran algo como eso en una situación así y por cómo se lo estaban preguntando, pero por otro lado se sentía aliviada de que no fuera la única de las dos que recordaba lo ocurrido hacia tantos años – Pensé que lo habías olvidado – Dijo finalmente aunque se sentía algo desanimada.

- ¿Cómo podría olvidar la cara que puso el director cuando nos vio? – Respondió Gabriela mientras se reía, esforzándose por no soltar una carcajada.

- Ahora mismo no estoy para bromas Gabriela – Contesto Ana con más firmeza y sequedad – Lo que pasó ese día no debió de ocurrir – Continuo desanimada, pero firme.

- Entonces ¿Por qué ocurrió? – Pregunto Gabriela con curiosidad – ¿Sabes? Yo no creo en las coincidencias, más bien creo que todo pasa por una razón – Sentencio con seguridad y confianza.

- ¿Dices que fue el destino? – Pregunto con fastidio, pero al mismo tiempo estaba intrigada.

- Nunca dije eso, solo dije que no creo en las coincidencias – Replicó segura de sus palabras.

- No quiero hablar del tema ahora y mucho menos quiero revivir el pasado – Dijo subiendo un poco el tono – Ahora tengo un hijo, una carrera y un trabajo, no voy a echarlo todo por la borda solo por un sueño del pasado – Explicó con firmeza en su voz, pero una parte de ella sabía que aquellas palabras eran mentira y de pronto dijo algo que jamás le había dicho a Gabriela – Tuve muchos problemas con mi familia ese día.

- Si lo sé – Contestó un poco desanimada – Me enteré por las malas, pero también me enteré de que recibiste un título y que terminaste tu maestría – Señaló Gabriela cambiando de tema para evitar molestar a su vieja amiga.

- Y yo me entere de que te volviste bióloga marina, me alegro por ti – Respondió Ana regresándole el cumplido a su amiga, pero faltó emoción en su voz.

- Si quieres algún día tú y John pueden venir al centro en Florida, yo les pagare los boletos para el avión – Propuso Gabriela con entusiasmo.

- Quizás – Respondió secamente Ana – Supe lo que paso con Brian – Dijo finalmente con algo de lastima.

- Era un idiota, solamente me alegra que el divorcio se terminara – Respondió con un fastidio y enojo bastante notables.

- ¿Cómo lo tomó Luis? – Pregunto Ana con curiosidad.

- Para ser franca, no me esperaba la reacción que tuvo, lo tomó mucho mejor de lo que pensé, no sabía que fuese tan maduro, a su edad yo solo hacia tonterías – Contestó orgullosa.

- Al menos él si tiene a su padre – El pesar en su voz era obvio.

- Lamento lo de Brandon – Dijo con un tono comprensivo – Pero tienes que superarlo – Sus palabras se volvieron directas y muy duras, si bien la intención no fue herir a Ana, para ella fueron como una fría puñalada al corazón.

- No es tan fácil como tú lo crees – Contesto Ana molesta por las palabras de su amiga – Apenas pasó un año desde que él murió ¿y quieres que lo supere así de fácil? ¡Murió Frente a mis Ojos! – Sentencio alzando su voz con ira y tristeza.

- Lo entiendo y lamento si te ofendí, pero no es sano que te aferres tanto a él, tienes que dejarlo ir Ana – Contestó Gabriela con serenidad y firmeza en su voz, pero la verdad era que estaba muy preocupada por su vieja amiga, Ana tenía 35 años, pero parecía rondar los 50, era como si su depresión y el estar reprimiendo sus verdaderas emociones por tanto tiempo la hubieran hecho envejecer más rápido de lo que debía – Perdona, no quería hacerte enojar.

Ana se calmó al escuchar esas palabras, no quería aceptarlo, pero Gabriela tenía razón, había estado llorando la muerte de Brandon durante un año entero y hasta ese momento no había conseguido superar la muerte de su amado, el padre de John, quién hubiera querido que ella siguiera adelante, aquel hombre era de las pocas personas en su vida que la conocía al derecho y al revés, junto con Gabriela. Ella sabía que su amiga, por mucho que le doliera aceptarlo, tenía razón, ya era tiempo para pasar página y seguir con su vida. Ana estaba a punto de agradecerle a Gabriela, pero algo la interrumpió, levanto su vista y vio algo que le llamó mucho la atención, detrás de la barra donde habían ordenado su almuerzo había un televisor que estaba transmitiendo las noticias, alcanzo a distinguir un título que decía: << ¿Posible Pandemia Global? >> Esto la alarmo y se paró de golpe, sobresaltando a Gabriela, camino hasta la barra y le habló a la mesera:

- ¿Disculpe? – Dijo amablemente – ¿Podría subirle el volumen? – Pregunto con gentileza, pero se le notaba la preocupación.

- Si, por supuesto – Respondió la mesera con amabilidad y después tomo el control remoto y le empezó a subir el volumen al aparato.

- Muchas gracias – Dijo Ana ante la acción de la mesera.

- A su orden – Respondió la mesera con amabilidad.

Ana se quedó mirando y escuchando el reportaje del noticiero meridiano, cuando de pronto sintió que alguien le tocaba el hombro con suavidad, esto hizo que se sobresaltara y volteara a ver quién la había llamado, percatándose que era Gabriela, después de darse cuenta que no pasaba nada, se volvió para seguir viendo el reportaje:

- Han pasado ya 2 meses desde aquella "eventualidad" en donde los jóvenes del todo el mundo cayeron en un estado de coma – Decía la reportera, informando sobre una situación que hasta ese momento, tanto Ana como Gabriela desconocían, ¿Qué quiso decir con "los jóvenes de todo el mundo"? – Varios expertos han estado investigando este "fenómeno" y hoy uno de ellos está con nosotros el biólogo, químico, genetista y experto en armas biológicas el Dr. Malcolm Gein – Finalizaron sus palabras mientras la imagen de la reportera cambiaba a la del Dr. Gein.

- Es un placer poder estar aquí señorita Sawger – Dijo Gein agradeciendo a la joven reportera.

- Por favor, llámeme Katty – Pidió la joven reportera.

- De acuerdo Katty – Contestó el Gein con amabilidad

Malcolm Gein era un afamado científico y un respetado medico en la comunidad de medicina, se vislumbraba un hombre de mediana edad, vestido con un traje negro con una corbata de color azul marino. Gabriela se sorprendió mucho al ver al Dr. Gein sentado frente a Katty Sawger:

- ¿Lo conoces? – Pregunto Ana percatándose de la reacción de su amiga.

- Si, una vez dio un seminario en la Universidad – Respondió Gabriela aún asombrada.

- Díganos Dr. Gein ¿Qué es lo que les paso a estos jóvenes? – Pregunto la reportera dirigiéndose tanto al doctor como al público que los veía.

- Por desgracia Katty aún no encontramos la causa de este repentino "brote" – Contesto Gein con pesar en su voz – Los cuerpos de todos los afectados no presentan señales de ningún tipo de virus o infección externa, solamente están – Hizo una breve pausa, buscando las palabras adecuadas para expresarse – Hibernando – Dijo finalmente.

- ¿Hay algún tipo de conexión entre estos jóvenes para que todos fueran afectados de esta forma? – Pregunto Katty como le habían enseñado a lo largo de su profesión.

- La única conexión que hemos podido encontrar es que cada uno de los jóvenes afectados no superan los 18 años de edad – Respondió el doctor con seguridad y calma.

- ¿Podría por favor explicarse mejor? – Pregunto la joven reportera con asombro.

- Para ser más claro, los jóvenes que se encuentran en estado de coma ahora mismo, son aquellos que tienen edades de entre los 10 a los 18 años de edad – Respondió el doctor calmado, pero al mismo tiempo se notaba el pesar en su voz.

Tanto la reportera como Gabriela y Ana quedaron impactadas ante las palabras del Dr. Gein, solamente los adolescentes y niños de 5 años estaban en esta situación, no podía ser coincidencia, pero si no era una enfermedad entonces ¿Qué era? ¿Qué estaba pasando en el mundo? Todas estas preguntas rondaban en el aire esperando a ser respondidas, pero no había una respuesta para ninguna de ellas, justo en ese momento Ana y Gabriela recibieron su almuerzo y se sentaron en la misma mesa de antes para comer.

El almuerzo fue rápido, no se dijeron nada mientras comían, ninguna de ellas tenía palabras, estaban en shock por lo que habían escuchado, fue como recibir un baldazo de agua fría en todo el cuerpo, no podían hablar de la impresión. Después del almuerzo regresaron a las habitaciones de sus hijos, pero mientras iban regresando unos gritos llamaron su atención:

- Señor lo que usted propone es una locura ¡ES INCONCEBIBLE! – Gritó una voz con miedo y desesperación.

- Esto no está a discusión – Respondió una voz mayor con firmeza y frialdad.

- No podemos envenenar a estos jóvenes – Replicó la voz joven con más miedo que antes.

- Hay más pacientes que necesitan la comida y los líquidos, debemos priorizar a los que sí se pueden salvar – Contesto la voz mayor con frialdad.

Las dos amigas se dieron cuenta de que la discusión venía desde una oficina cerca de donde se llega a las habitaciones, Ana y Gabriela se acercaron para poder escuchar mejor, cuando llegaron escucharon con atención la discusión más que todo hablaban de las finanzas o el dinero del hospital, pero todo se centraba en una sola cosa, los pacientes en coma, Gabriela volteó a ver a Ana solo para darse cuenta de que estaba temblando, tomo su mano y la apretó con fuerza, esto hizo que Ana se sorprendiera, pero los pasos que producían aquellas voces la saco de sus pensamientos, Gabriela tomo a Ana y la jaló hasta un pequeño armario y cerró la puerta rápido, pero sin emitir sonido alguno, el armario era pequeño, casi sin espacio, lo cual provocaba que las dos estuvieran muy juntas. Mientras miraban por la pequeña ventana del armario se dieron cuenta de que las voces eran un doctor de mediana edad y un hombre también de mediana edad que usaba un traje marrón con corbata negra:

- No voy a dejar que unos niños arruinen mi hospital – Dijo fríamente el hombre de traje.

- Señor debe entender, no podemos envenenarlos, eso sería un crimen para todos los involucrados y el hospital si cerraría y todos perderían sus empleos – Respondió el doctor con firmeza.

- No hay suficiente alimento para todos ellos – Replico el hombre del traje – Es mejor librarlos de su sufrimiento – Sentencio fríamente.

El doctor estaba furioso, eso se notaba a leguas, pero debía controlarse ya que aquel hombre vestido de traje no era cualquier persona, finalmente el doctor habló en un último intento para disuadir al hombre del traje:

- Sus cuerpos están funcionando con normalidad – Dijo el doctor esforzándose para mantener la calma.

- Sé perfectamente el estado actual de estos jóvenes – Respondió el hombre del traje.

- Entonces seguramente sabrá que todavía pueden despertar – Replico el doctor, estas palabras llamaron la atención del hombre con el traje quien volteó y miró fijamente al doctor.

- Prosigue – Dijo con firmeza.

- La mejor forma de describir el estado de estos jóvenes es que se encuentran en un proceso de hibernación y pueden despertarse en cualquier momento – Explico el doctor con firmeza y serenidad – Lo único que le pido señor, es que les de unos días más para poder despertar de su "hibernación" – Pidió el doctor en un tono de súplica.

- 2 días – Dijo finalmente el hombre del traje – 48 horas, si en ese tiempo no se despiertan yo mismo los liberare de su sufrimiento – Sentencio el hombre del traje con frialdad y firmeza.

- De acuerdo señor – Respondió el doctor con resignación, quería pedirle más tiempo, pero sabía que si lo hacía lo más probable es que envenenara a los jóvenes antes del tiempo acordado.

- Si para el martes no despiertan...

- Entiendo señor – Interrumpió el doctor, quien no podía escuchar al hombre del traje finalizar esa oración.

En ese momento el hombre del traje volvió a entrar a la oficina y el doctor se fue en dirección a la cafetería, finalmente cuando ya no había nadie cerca la puerta del armario se abrió y ambas mujeres salieron de ahí, estaban sudando, debido a una combinación entre los nervios por lo que habían escuchado y el hecho de que se estaban cocinando en el armario, Gabriela trato de hablarle a Ana, pero esta se fue corriendo hacia la habitación de John, era obvio que necesitaba estar sola, Gabriela también lo necesitaba, después de todo ahora sabía que si su hijo no despertaba en dos días iba a morir envenenado.

Ana finalmente llego a la habitación de su hijo y se sentó a su lado y miro el monitor cardiaco con preocupación, buscando signos de que algo estuviera mal, pero no vio nada que indicara algún problema, todo estaba en orden, agarro la mano de su hijo y la apoyo contra su frente y empezó a rezar, sabía que si su hijo no despertaba en dos días moriría, rezó con todas sus fuerzas hasta que algo la interrumpió:

- Mamá.

            
            

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