Neblina: Año Cero
img img Neblina: Año Cero img Capítulo 4 Reunión Sabatina
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Capítulo 6 Regreso a Clases img
Capítulo 7 Flechados img
Capítulo 8 Intenciones Ocultas img
Capítulo 9 Floreciendo img
Capítulo 10 Un Momento de Reflexión img
Capítulo 11 Primera Cita img
Capítulo 12 La Vida Puede Ser Cruel y Hermosa img
Capítulo 13 Dudas img
Capítulo 14 Desaparecidos img
Capítulo 15 Fuga y Pistas img
Capítulo 16 El Peligro Asecha img
Capítulo 17 El Camino Al Infierno Está Plagado de Buenas Intenciones img
Capítulo 18 La Invitación img
Capítulo 19 Sospechas Confirmadas img
Capítulo 20 La Huida img
Capítulo 21 Una Fiesta de Locos img
Capítulo 22 Charla Interesante img
Capítulo 23 Una Noche Perfecta y Una Mañana Horrible img
Capítulo 24 Sin Hogar Para Volver img
Capítulo 25 Traslado Preventivo img
Capítulo 26 Futuro img
Capítulo 27 Luz y Sombras img
Capítulo 28 Vigilado img
Capítulo 29 Moviendo las Fichas img
Capítulo 30 Viaje en Carretera img
Capítulo 31 Abuso de Poder img
Capítulo 32 Viaje en Ascensor img
Capítulo 33 Distracción img
Capítulo 34 Sospechas img
Capítulo 35 Padre img
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Capítulo 4 Reunión Sabatina

Llegó el sábado casi en un chasquido, John y Luis conversaban en el patio y sus madres preparaban las hamburguesas, era un día completamente normal, al menos en apariencia, en una zona del patio que estaba ligeramente apartada de la vista de sus madres John y Luis hablaban por lo bajo:

- ¿Por qué solo nos afectó a nosotros? – Dijo Luis, el muchacho era moreno, con ojos azul cielo, con una altura promedio y ligeramente corpulento, no había cambiado mucho desde la última vez que se vieron.

- No lo sé amigo – Respondió John con algo de indiferencia – Lo único que sé con seguridad es que solo afectó a los menores de 18 años.

- A eso me refiero – Replicó un poco alterado – Podríamos decir que fue un ataque biológico, pero ¿qué sentido tendría lanzar un ataque que afecte a todos los países? – Se notaba que quería respuestas, y John lo entendía, él también quería saber que había pasado, pero a ellos no les concernía meterse en esos asuntos.

- Mira, ambos sabemos lo mismo, entramos en coma y fuera lo que fuera esa niebla solo afectó a los adolescentes y niños mayores de cinco años, y ni siquiera los mejores científicos del mundo saben qué fue lo que paso, entonces nosotros no podemos esperar saberlo – Ahora había algo de frustración en su voz – Solo relájate, seguramente dirán algo pronto, no nos incumbe a nosotros meternos en esos asuntos – Sentencio en un tono paciente y más relajado.

- Tal vez tengas razón – Respondió al cabo de unos segundos – Quizás digan algo como que fue un gas somnífero liberado por la tierra.

- O quizás que fue un gas que vuelve paranoico a quien lo inhala – Dijo en John en un tono burlón.

Ambos se rieron por la broma, era bueno poder reír en esos momentos, solo habían pasado dos días desde que los jóvenes de todo el mundo despertaron de lo que sea que fuese aquella nube morada, la cual llegó a todas las ciudades del mundo y, como era de esperar, había secuelas muy notorias, para empezar las personas ya no salían tanto como antes, parecía que solo salían a trabajar por pura obligación y solo salían cuando era totalmente necesario; en su calle antes se podían ver niños corriendo, saltando y jugando, pero en esos días era obvio que no había niños afuera; en una situación como esa no caía nada mal una risa para animar a las personas y hacerlas olvidar por un momento la cruda realidad.

Mientras ellos hablaban sus madres aún cocinaban, era un proceso simple, mientras Ana cocinaba la carne Gabriela juntaba los ingredientes cuando todo estaba listo, la simpleza de la preparación hacía que el tiempo fuera más ameno, pero no eliminaba por completo la tensión entre ellas:

- Es obvio que no fue idea tuya – Dijo Gabriela finalmente.

- ¿Qué?

- Esto – Respondió Gabriela – La reunión, las hamburguesas – Continuo su voz tenía un tono bastante alegre – ¿Fue idea de John? – Preguntó sentenciando mientras Ana volteaba la carne.

- Sí – Fue lo único que respondió Ana.

- Fue una gran idea, la verdad no sabía cómo pasar el domingo, gracias por ahorrarnos el gasto del almuerzo.

- De nada – Trataba de sonar feliz, pero la verdad es que algo la comía por dentro.

- Ana – La llamó su amiga, en tono repentinamente serio – Hay algo que debo preguntarte – Había algo de miedo en su voz.

- ¿Qué pasa?

- ¿Recuerdas al Dr. Gein?

- El que daba la entrevista con Katty Sawger ¿Qué hay con él? – Preguntó mientras ponía la espátula debajo de un trozo de carne y se preparaba para voltearlo.

- La ONU y la OMS le ha pedido reclutar a diferentes médicos y científicos para investigar de dónde vino esa nube – Explicó mientras Ana volteaba la carne y dejaba que el lado crudo se cocinara – Yo soy una de ellos.

- ¡Increíble! – Le dijo Ana totalmente sorprendida y feliz – Seguramente serás de mucha ayuda – Continuó con sinceridad y alegría – Siempre decías que querías ser parte de grandes proyectos de ciencias.

- Si – Dijo desanimada y bajando la mirada – La cuestión es que empezarán a investigar aquí y todo el equipo de investigación vendrá para acá – Ana escuchaba atentamente mientras miraba la carne cuidando que no se quemara – Y la verdad es que quiero dejar Brooklyn por un tiempo y empezar a enseñar bioquímica en la universidad de aquí. En resumen: Voy a mudarme a Washington D.C. – Sentenció esperando la respuesta de Ana, quién parecía haber dejado de respirar.

- Eso es fantástico – Dijo finalmente – ¿Ya conseguiste un lugar? – Le preguntó mientras sacaba la carne del asador y la ponía sobre un plato que le luego le entregó a Gabriela.

- Esa es la cosa – Dijo Gabriela mientras tomaba aire – Encontré dos lugares, uno de ellos es la casa de aquella esquina – Y señaló una casa que tenía un letrero que decía "En venta" clavado en el césped del patio delantero – Estaba pensando en mudarme ahí, pero quería preguntarte primero – Ana se sorprendió, pero agradecía que Gabriela se tomara la molestia de preguntarle, sobre todo debido a como terminaron las cosas entre ellas hace tantos años.

- De acuerdo – Dijo finalmente Ana, dejando a Gabriela sorprendida.

- ¿En serio? – Preguntó con incredulidad.

- Si, será bueno para los chicos tener compañía cerca, además de que este vecindario es muy seguro – Explicó mientras omitía algunos detalles – ¿Cuándo llegarán tus cosas?

- Iré a New York esta noche para hacer las maletas y si todo sale bien, estaremos instalados en unas dos semanas – Mientras hablaba se dibujaba una sonrisa en el rostro de Gabriela.

Prepararon otro plato con cuatro hamburguesas rellenas con queso, lechuga, tomate y cebolla, se acercaron a donde estaban sus hijos y las devoraron en el acto, pasaron unas cuantas horas más y luego Gabriela y Luis se fueron al aeropuerto al atardecer para no perder su vuelo. Después de comer tres hamburguesas durante la tarde John estaba más que lleno, pero le ayudó a Ana a acomodar los platos después de lavarlos, se sirvió un vaso de agua y se sentó en la mesa a beberlo, su madre le comunicó la noticia de la mudanza de Gabriela y Luis, pero aunque ella lo negara John sabía lo que ocultaba la sonrisa de su madre:

- Estás feliz de que se muden aquí – Igual que hace dos noches, esas palabras eran una afirmación, no una pregunta.

- Si – Dijo su madre con algo de nerviosismo en la voz – Gabriel es una vieja amiga y...

- Mamá – La interrumpió – Sé lo que pasó entre ustedes en la secundaria – Ana miró al suelo derrotada.

- ¿Cómo te enteraste? – Preguntó avergonzada.

- Algunos profesores en la escuela son muy viejos y no pueden evitar hablar de sus cosas durante el almuerzo – Y era cierto, Ana había inscrito a John en la misma escuela en donde ella había cursado la secundaria y algunos de los maestros de su época seguían trabajando ahí.

- No está bien espiar a las personas John – Le riñó tratando de cambiar de tema.

- Solo lo escuché por casualidad – Le dijo con aires de inocencia – ¿Es cierto?

- John – Dijo casi sin aire – Yo amé a tu padre, nunca lo olvides – Continuó con un tono suplicante.

- No te preocupes, jamás lo dude – John no lo ponía en tela de juicio y no dudaba que su madre había amado a su padre, pero sabía que su padre no era el único que le robo el corazón – Si te hace feliz.

- No es tan simple hijo – Su tono es triste, pero guarda cierto grado de esperanza – Tus abuelos no...

- Si te preocupas por todo lo que ellos piensen, entonces nunca serás feliz – Y dichas esas palabras John se retiró a su cuarto, deseándole buenas noches a una confundida y triste Ana.

            
            

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