-Sí, así es. Yo quise a Fabio desde la primera vez que lo vi, fue un amor de verano como dicen, nos veíamos a escondidas, pues mi tío me prohibía tener novio porque temía que apareciera embarazada como Amelia y además Fabio estaba comprometido, pero eso a mí no me importaba, la única que sabía era Amelia y yo confiaba en ella, sabía que ella no le contaría a nadie.
Pasaron alrededor de dos meses, el señor Oscar y su esposa se fueron y Fabio se quedó por unos días más, pero me aterraba el hecho de que se fuera y me dejara, sumándole que yo tenía un retraso, de las veces que estuve con Fabio no nos habíamos cuidado, así que era lo más probable.
Apenas confirmé mi sospecha fui a buscar a Amelia, pero escuché voces en el callejón que queda justo detrás de su casa, eran Fabio y Amelia discutiendo, ella le decía que estaba embarazada y que el bebé era de él.
-Espera, ¿Qué?
-Déjame seguir, por favor... No fui capaz de enfrentarlos, solo me retiré de ese lugar, me sentía traicionada, los dos me habían visto la cara de estúpida y lo peor es que estaba embarazada. Estando en casa me encerré en el cuarto a llorar y al siguiente día supe que Fabio se había marchado en la madrugada, como todo un cobarde.
En la escuela ignoraba a Amelia, ni la saludaba; supuse que ella creía que yo lo sabía porque ni siquiera insistía en hablar conmigo, pero cuando menos lo esperé había vuelto con Cristopher, le había hecho creer que él era el padre del niño que esperaba.
Mi madre notó que algo me pasaba, me conocía tan bien y por más que me insistiera yo no le decía, hasta una noche en la que me pidió que la ayudara a cocinar algo delicioso, me preguntó si yo estaba embarazada, no lo pude negar porque mis lagrimas salieron de mis ojos traicionándome, mi mamá lloraba, tenía la esperanza de que yo no repitiera su historia, pues me tuvo muy joven, pero ella me apoyó aún en contra de mi tío, quien apenas lo supo se fue de la casa gritándole a mi mamá que ella era una alcahueta.
Un día, estando en la escuela me fijé en Ágata, la vi tan mal, ya no hablaba con nadie, no era la misma de antes, me acerqué a ella y le pregunté qué le pasaba, se puso nerviosa; una voz me dijo al oído:-Aléjate de ella -era Mike, me dio escalofrío, me alejé de ella, quizás tenía miedo que yo le dijera a Ágata lo del plan que teníamos, sin embargo desde ese momento empecé a observarla a lo lejos, noté que él no permitía que ella hablara con alguien, él la perseguía a todos lados, la celaba, creía que ella le pertenecía, me conseguí unos binoculares para estar más a la distancia y así evitar ser descubierta, si él se daba cuenta me iba a ir muy mal.
Descubrí que él la dejaba en su casa desde las siete de la noche, así que un día fui a visitarla, ella me abrió y dio un brinco, yo me metí de una, cerrando la puerta detrás de mí porque me daba miedo que Mike regresara y me viera, -¿Qué haces aquí? -me preguntó en voz baja, no quería despertar a su abuela; le pedí que me mostrara su cuarto y que me contara todo lo que estaba pasando con Mike; al principio ella estaba reacia a contarme, pero después me confesó que él tenía trastorno explosivo intermitente y estaba obsesionado con ella, por eso le tenía miedo así que no lo podía dejar.
En la escuela nos manteníamos alejadas y en las noches hablábamos; me contó que sus padres habían muerto cuando tenía siete años, que vivía con su abuela, pero ya casi no la veía porque se la pasaba con Mike y le encantaba ir al acantilado porque era un lugar precioso y tranquilo.
Pasadas unas tres semanas, una noche, tiraron piedritas por la ventana, ella se asomó y vio que era Mike, él le dijo que le abriera la puerta, yo me escondí en el armario, estaba muerta del susto. Cuando él entró al cuarto le preguntó por qué seguía despierta, él había visto la luz encendida; sentí sus pasos hacia el baño y alcanzó a abrir el armario cuando ella le dijo que estaba leyendo un libro y le pidió que se sentara en su cama, él cerró la puerta sin mirar hacia dentro. Yo apenas escuchaba todo lo que hacían y no era precisamente estar sentados quieticos o terminando de leer ese libro; también, me enteré que estaba embarazada, él quería que fuera niño y que se llamara Brayan.
Él salió de allí a las seis de la mañana y yo salí corriendo a toda para mi casa, pero no contaba con que me lo encontraría en el camino. Estaba con sus amigos, él se había dado cuenta que yo estaba tratando a Ágata, me golpearon, casi me matan, las personas que me encontraron le avisaron a mi mamá, me llevaron a una clínica que quedaba retirada, pero ya era demasiado tarde, perdí a mi bebé, tras varios días de recuperación regresé a la escuela con miedo de encontrarme a Mike pero él solo me miraba de lejos y se reía de mí; Ágata no volvió, quería ir a su casa pero no podía, sabía que esto tenía que ver con él, pero no fui capaz de decirle nada a nadie.
Pasaron los meses, nos graduamos y no podía evitar pensar que ella estaba muerta, me sentía tan mal.
El día menos pensado, alguien golpea la puerta de mi casa, abrí y observé a una mujer que tenía su cara hinchada, ojeras muy marcadas y aun así la reconocí, la abracé; Ágata rompió a llorar, la hice pasar temiendo que Mike o alguno de sus amigos nos vieran.
Entre lágrimas decía cosas que no se le entendían; mi mamá le arregló una cama para que pudiera dormir, pero se despertó asustada, ahí fue cuando nos contó que ella había estado secuestrada en su propia casa, junto a su abuela, por Mike y sus amigos; además una noche su abuela dio un mal paso en las escaleras, rodó y murió, ellos solo la enterraron en el patio trasero, para ellos hasta una olla quemándose en la estufa tenía más importancia, no les daba ni el más mínimo de remordimiento.
Una tarde, Ágata le prometió a Mike que si la soltaba ella no gritaría, solo quería caminar en la casa, se portaría bien y así fue, eso sí ellos no dejaron que ella usara cuchillos o cualquier objeto que ella pudiera usar en su contra, y fue así hasta que ella encontró en el ático un paquete de veneno para ratas, lo guardó y cuando tuvo oportunidad se los dio entre su comida, todos murieron; sentí un fresco muy dentro de mí porque en verdad lo merecían; murieron como lo que eran, como ratas.
Ella estaba asustada, pero la convencimos de que confesara, sabíamos que todo saldría bien; el rumor corrió por todo el pueblo, nadie la culpó, todos sabíamos qué clase de personas eran ellos, muchos declaramos lo que nos habían hecho, yo no había dicho quienes me habían golpeado, pero ya me sentía libre para decirlo. Lamentábamos por lo que habían pasado ellas. Los oficiales encontraron las cuerdas con las que las ataban, sus armas, mucho dinero y el cuerpo de la abuela; ella tuvo que asistir a terapias, estaba muy mal, todos esperábamos que ella sobrepasara esa tragedia.
Cuando eso pasó ella ya tenía ocho meses de embarazo, tenía una barriguita muy bonita, no parecía que tuviera ocho sino menos tiempo. Mi mamá y los vecinos ayudaron en un entierro digno para su abuelita y en todo lo que ella necesitaba.
Ágata se enteró que su abuela había estado ahorrando, para que se fuera a alguna ciudad a estudiar en la universidad; no miento cuando digo que me emocioné, estaba feliz por ella, pero eso la deprimió más, había decepcionado a su abuela, no lo decía, pero yo lo sabía.
En menos de un mes, Ágata dio a luz, ella lo amaba, pero su rostro aún reflejaba tristeza y aún no le había dado nombre al niño. Ágata estaba pasando la etapa del puerperio aquí; una mañana ella me pidió que cuidara al niño pues iba a su casa a recoger algo, sin embargo se hicieron las diez, la una de la tarde, las cuatro... Ágata no aparecía, era muy extraño, aunque estaba preocupada no podía salir a buscarla porque tenía al niño y estaba lloviendo fuerte y su casa estaba retirada; cuando llegó mamá de trabajar iniciaron su búsqueda con los vecinos, pero no la encontraron sino hasta dieciocho horas después.
Llora.
-Se había tirado desde el acantilado, el mismo que me había mencionado; me dolió, me dolió incluso más que la traición de Amelia y Fabio, Si yo no hubiera buscado a Mike para pedirle esa tontería, ella estuviera viva y mi hijo también.
Días después, abrí el libro que ella había empezado a leer antes de haber tomado esa decisión y junto con el separador de páginas había una hoja con lista de nombres para niños; me detuve en el que estaba resaltado, decía...Leonardo.
Sentí una punzada dentro de mí.
-En el respaldo de la misma hoja decía: Leonardo, estaba en marcador y estaba decorado. En ese momento llegó mi mamá diciéndome que la hija de su amiga se había casado estando embarazada, pero que había tenido un accidente, su bebé había muerto y ya no podría tener más hijos; el esposo de la chica aún no lo sabía porque estaba de viaje y ella estaba devastada.
Miré a mi madre, leí su mente, sabía cuáles eran sus negras intenciones, sabia a lo que quería llegar; recuerdo cuando le dije: -¡Ni se te ocurra mamá! -mientras la sacaba de mi cuarto me decía: Pero hija, él merece una familia, ellos lo amarán, él lo merece, piensa en él.
Me senté en el piso a llorar, no podía creer que mi mamá pensara que eso fuera lo mejor para... para ti.
A los pocos minutos empezaste a llorar, bajé y mientras te calmaba, miré hacia la ventana; vi a Amelia con su ahora esposo, a John y a Sonia, recuerdo que se me vino a la mente que seguramente ni ella sabía con certeza quien era el padre de su hija, pero no pude evitar ver con melancolía esa escena, recordé lo que decía mi madre, tú merecías una familia, una familia de verdad y yo sabía lo que era crecer sin padre, no podía ser egoísta, así que le dije a mi madre que quería conocer a esa chica de la que me había hablado.
A las pocas horas ya estaban aquí, a la Señora Carlota ya la distinguía, pero a su hija Catalina no, se notaba que había llorado mucho, tenía grandes ojeras, su cara hinchada, como en varias ocasiones vi a Ágata, me compadecí de ella, sabía lo que era perder un bebé, pero no ha de ser fácil vivir sabiendo que ya no podría tener más.
Cuando ella te vio se enamoró de ti, te pegó a su pecho, lloró, yo lloré con ella.