Prontamente Jakman despertó en una cama, encerrado tras unas rejas y paredes blancas. Un hombre con túnica blanca, estaba tomando nota sobre lo que observaba. Jak tenía los ojos abiertos de asombro, su rostro no paraba de mirar cada esquina, cada lado del cuarto mientras su corazón palpitaba acelerado. Poco a poco su respiración se apaciguaba.
-¿Hazlo Adrien, hazlo? -pregunta el desconocido que se encontraba del otro lado de las rejas. -Sr. Adrien Jakman, ¿su temor sigue siendo la culpa?
-¡Qué! ¿En dónde estoy? -pregunta el hombre con su mirada perdida y con un tono de desesperación.
-¿Otra vez, Doctor? -exclamó el ser desconocido que se encontraba del otro lado de las rejas, el cual estaba cubierto de una túnica negra. -¡Veamos! Doctor A. Jakman... Mmm... Sí, aquí está. -continuó mientras observaba un cuaderno cuyas hojas pasaban una tras otras sin siquiera tener contacto del desconocido. -¡Jakman! Usted se encuentra en un lugar que no se puede dar detalles siquiera del nombre... Mmmm... Vino aquí porque, al parecer, asesinó a su hija y a su esposa. -finalizó mientras este dirigió su vista a Jakman, develando el color negro en sus ojos.
En cuanto terminó de escuchar lo que el desconocido tenía por contar, Jakman empezó a recordar. Sus memorias cada vez eran más lúcidas, y esto se denota con el asombro que expresa su rostro al mirar fijamente al ser que portaba una túnica. Cuanto más fijaba su mirada en aquello a lo que temía, una niebla oscura empezaba a revelarse en su celda, cubriéndolo lado a lado. Adrien se pone de pie, camina lentamente hacia las rejas. Al cabo de unos minutos, éste cae desplomado ante el ser.
-¡Su purga ha comenzado una vez más! -entonó el desconocido mientras tomaba nota en el cuaderno. -¡Veamos si logra superar su miedo!
El doctor Adrien Jakman despierta en una especie de cuarto negro, en el cual se encontraba en el centro la orquídea negra. Sobre la misma se encontraba flotando el ser incorpóreo, y este prosigue a conversar con el hombre.
-¡Bienvenido! -recita el ser con su voz grave y atemorizante. -¡Veo que aun quieres intentarlo!
Jakman ve con detenimiento al ser, y éste prosigue a acurrucarse.
-¡Venga Adrien! -expresó lo desconocido con cansancio.
-¿Por qué lo hice? -respondió el muchacho con lágrimas en su mejilla. -¡Tengo miedo de estar solo! -continuó mientras su mirada se elevaba en dirección al cielo acompañado del dolor de la soledad.
-¡Vaya! Veo que al fin lo estás entendiendo... ¿Cierto, monstruo? -finalizó el ser incorpóreo.
-¿Que tengo que hacer para evitarlo? ¡Dime! -entonó con agonía y súplica.
-Quizás... Dejar de temer a lo desconocido... -susurró mientras este desaparecía.
Jakman se encontraba prisionero en su mente, el cual era reinado por la oscuridad. Nunca pudo superar la soledad, siquiera tuvo el valor de avanzar. Durante una eternidad, el hombre permanecerá encerrado en el cuarto de sus miedos. Viviendo una y otra vez, lo que inició esta historia.