Cuando Samanta entró al salón, no pudo evitar sorprenderce, ya que todo estaba quedando como, ella lo deseaba. Todo era maravilloso, no pudo avitar correr así su padre y agradecerle por todo.
- Muchas gracias papi todo está quedando, muy hermoso.
- De nada hija, sabes que eres lo más importante en mi vida, y que te amo mucho. Ahora sí ya estás feliz, podemos irnos para la casa, ya que todavía tienes que arreglarte.
- Si papá, lo se y también te amo mucho, eres el mejos papá del mundo, ¡te quiero tanto papi! . Quiero ver un ratito más.
Javier, por su parte observaba la escena en la que padre e hija, se demostraban todo su cariño. No pudo evitar sonrreirles, y se sentía feliz de poder estar con Samanta, en este día tan especial.
- Que te parece la decoración?, Verdad que esta quedando hermoso?. -Le pregunta Samnta a Javier.
-Javier, le sonrríe y le dice, que estába quedando bien y que por lo que el podía ver, su color favorito era el magenta.
- A lo que ella sonrrie, y le pregunta. -¿ Se nota
mucho?.
- No tanto que digamos - le contesta Javier y
sonrrie.
- Muy bien chicos es hora de irnos, antes de que se no haga tarde.
- Esta bien, de hecho todavía tengo que arreglarme contestan Samanta .
- Javier, solo asintió con la cabeza y los siguió.
Ellos salieron del salón, para dirigirse asia el el coche, el cual ya estaba estacionado enfrente de la entrada del salon el chófer ya los estaba esperando con la puerta abierta. Al llegar a donde estaba estacionado el auto ellos subieron y se dirigieron a la casa ya que a Samanta, todavía le falta arreglarse el cabello y todas esas cosas de chicas. Para lo cual su padre sabía que le iba a llevar tiempo, ya que Samanta, siempre se preocupaba por su apariencia.
Cuando llegaron a la casa, ya eran las 12:00, y por lo cual lo primero que hizo el padre de Samanta, fue llamar a María.
- María .
- Ella acudió de inmediato - ¡digame señor!, ¿qué se le ofrece?
- Solo quería saber, si ya esta lista la comida.
- si todo está listo, señor. Le contesto María.
- esta bien, ve a decirle a nuestros invitados, que vengan para almorzar .
Ella asintió y se fue de inmediato, a avisarle a don Antonia y su esposa.
Toc, toc, sono la puerta.
- Pace está abierta - le dijo don Antonio.
María abrió la puerta y les dijo, - señor solo venía a avisarles, que ya esta lista la comida y que mi patrón, ya los está esperando.
- Enseguida vamos - le contesto don Antonio.
- con sus permiso me retiro - dijo María y volvió a cerrar la puerta y se dirigió al cuarto en donde estaba Claudia.
Toc, toc sono la puerta y no obtuvo respuesta, volvió a tocar la puerta, toc,toc, tampoco obtuvo respuesta, cuando estaba apunto de tocar por tercera vez, Claudia abrió la puerta.
- ¿Qué quieres? - le pregunto de una manera muy arrogante.
- Nada señorita, solo vine a avisarle que ya esta lista la comida y que ... ya no le dio tiempo de terminar porque la interrumpió Claudia.
- Solo por eso vienes a molestarme, estaba haciendo una llamada muy importante.
- lo siento mucho señorita, no sabia.
- ya vete , después llego.
-mi patrón ya la está esperando, para que almuerzen todos juntos.
-Entonces Claudia, pregunta emocionada, ¿entonces ya llegó Javier?
- si el joven Javier, ya está esparando, con la señorita Samanta y su padre.
Cuando escucho el nombre de Samanta, se le borró la sonrisa que tenia, esta bien ya voy.
Claudia, había tenido tiempo para pensar lo suficiente y habia decidido que estaba dispuesta a todo, con tal de que Javier fuera suyo. Por tal motivo, cuando llego al comedor saludo a todos de la manera más dulce que pudo y se fue a sentar al lado de Javier, se le acercó y le dio un beso en mejilla, le dijo que lo había extrañado mucho, de una manera muy encantadora, quería que Samanta pensara que había algo entre ellos. Por qué desde la primera vez que la vio, se dio cuenta de la manera en la Samanta veía a Javier. Por eso no iba a permitir que le ganara una niña, porque para ella Samanta solo era una niña más, con la cual no pensaba perder, ya que Javier, era un chico encantador.
Pero también tenía que reconocer que Samanta, aún siendo tan joven, era muy encantadora y bonita, cosa que a Claudia la asia centir celos.
Samanta por su parte, no pudo evitar quedarse viendo a Javier, ya que él, no hizo nada para evitar que Claudia le diera el beso, si no que al contrario el le sonrió y le dijo que no era para tanto, que solo fueron 2 horas. Samanta no pudo evitar sentirce mal, ya ellos parecían llevarse muy bien. Pero aun así no se iba a rendir tan rápido, ya que ella quería que fuera él quien le dijera personalmente, que no le interesaba ella. Por tal motivo trató de ignorar a Claudia, ya que no quería que nadie le arruinará este día, tan especial para ella.
Durante el almuerzo Claudia siguió coqueteando con Javier, mientras que sus padres conversaban de cosas de adultos, que trataba de trabajo y cosas así.
Samanta ya no pudo seguir viendo esa escena que montaba Claudia y Javier. Así que se levanto, se disculpó con todos, poniendo de pretexto que no tenía mucho apetito y que era por los nervios.
Su padre, la conocía muy bien, por tal motivo le preguntó sise sentía mal.
- No te preocupes papi, estoy bien. Creo que es la emoción. Si me disculpan yo me retiro, ya es tiempo de que empiece a arreglarme. Nos vemos más tarde.
- Esta bien hija, ya hablé con la estilista y vendrá dentro de poco.
-si papi. -Samanta se da la vuelta y se dirige asia las escaleras y para irse a su habitación.
- Javier, por su parte se quedó un poco preocupado, ya que Samanta, casi no tocó su comida, ya que ella se había centado a su otro lado. El la iba a seguir, pero lo detuvo Claudia y le dijo que la dejara, ya que ella también se había puesto igual de nerviosa el día que cumplió 15, y que entendía como se sentía Samanta.
Javier asintió y se volvió a centar, pero aún con la explicación de Claudia, no pudo evitar preocuparse, ya que durante el tiempo que se la pasaron juntos en el salón, ella no parecía estar nerviosa si no, todo lo contrario ella estaba muy feliz. Por eso le pareció tan extraño, que de un momento a otro estuviera tan nerviosa. Por eso decidio hablar con Samanta más tarde.
Samant por su parte entró asu cuarto, cerro la puerta, y derramó unas lágrimas, porque por primera vez estaba sintiendo una decilucion amorosa. Pero aún así se levanto los ánimos ella misma, y se dispuso a disfrutar de esta día, lo más que pudiera.
Se fue al baño, se quitó la ropa para darce un baño. Cuando terminó se bañarse, salió y se centó frente al tocador, se vio al espejo y entonces no pudo evitar pensar en Claudia y Javier,
- ¿Acaso no soy tan bonita o de plano soy fea para ti? - pensaba Samanta, cuando escuchó que alguien tocaba la puerta.
- ¿Quien es?, ¿Qué quiere? - dijo ella.
- soy María, tu padre me mandó, para ver si necesitabas algo.
- Dile que el momento no necesito nada, estoy secándose el cabello.
- Esta bien señorita, si necesita algo, solo llámeme y vendré en seguida para ayudarle.
- No te preocupes estoy bien.
- Esta bien. Dijo María y fue a decirle al padre de Samanta, que ella estaba bien.
- Esta bien, ve a verla más tarde, puede que vaya necesitar ayuda con el vestido.
-Esta bien señor no se preocupe , usted sabe que la quiero como si fuera mi hija.
Cuando María estaba por irse el la detuvo.
- Espera un momento por favor, solo quiero agradecerte por ayudarme a cuidar de mi hija, ya que tu has sido como una madre para ella. Y siempre estás dispuesta a ayudarla.
- No se preocupe señor, usted sabe que la quiero mucho y que todo lo que hago por ella, es siempre por amor, con que pueda ver feliz a la señorita Samanta. Ya me siento contenta.
- Muchas gracias María, por todo el cariño que le das a mi hija.
- De nada señor, si me disculpa voy a ver a la señorita.
- Esta bien María.
María salió del despacho, del papá de Samanta y se fue verla a ella.
Toc, toc, sono la puerta.
- Adelante, pace, dijo Samanta.
- Espero no malestar! -Dice la mamá de Javier, entrado al cuarto de Samanta.
- No, de hecho necesito ayuda con el corcel.
- hija, sabes bien que no lo necesitas, ya tienes una cintura pequeña, ¿que ganas torturandote con esto? - dice la madre de Javier.
- ya lo sé es solo que quiero verme más hermosa. Le contesta Samanta, de una forma traviesa.
- Hay querida, que voy a hacer contigo, aunque ya eres toda una jovencita, sigues siendo igual de traviesa, te extrañé mucho.
- Yo también te extrañe. Dice Samanta y le da un abrazo.
Toc, toc, suena la puerta y entra María.
- Señorita ya llegó la estilista, que pidió.
- Dile que pace adelante. Le contesto Samanta.
- Esta bien. Dijo María y se fue a llamar a la estilista.
- Al bajar a la planta baja, le dijo a la estilista que la acompañara.
- Ella asintió y la siguió hasta el cuarto de Samanta. Cuando llegó le pregunto a Samanta, como quería que la peinar.
Entonces Samanta, le dijo que la sorprendiera, y quería que la dejara hermosa, para ser el centro de atención.
-A la madre de Javier, le causó gracia la manera de comportarse de Samanta.
MARIA: dice su padre que se van a las 4:00 para el salón, ya que tienen que recibir a los invitados y si no necesita nada me voy.
-Dile a mi padre que no se preocupe, que ya no me falta mucho.
- si, señorita. Dice María y se sale de la recámara de Samanta. Mientras baja las escaleras se encuentra con el papá de Samanta que iba subiendo y le avisa que ya le falta poco a su hija.
- Esta bien, en cuanto es te lista me avisas para que no vayamos ya, porque no quiero llegar tarde.
- Esta bien señor, yo le aviso.
Después de hora y media, Samanta estaba parada frente al espejo, se sentia tan feliz con el resultado, ya que le había dicho a la estilista que la sorprendiera y el resultado le agradó mucho, se veía hermosa con el vestido que le quedaba perfecto, estaba hecho a su medida, su cabello lo tenía recogido en un moño alto, con unos mechones sueltos que le hacían resaltar sus facciones tan delicadas, tenía un maquillaje ligero. El sonido de su celular la hizo volver a la realidad, al ver su móvil vio que era un mensaje en el que la felicitaban, por su cumpleaños. De hecho toda la mañana había estado recibiendo mensaje para felicitarla por su cumpleaños. Ella dio las gracias y cuando iba a guardar su teléfono, se dio cuenta de que ya eran las tres, y decidió bajar para que ya se pudieran ir al salón.