-¡Hey, Sarah! ¿Cómo tú por a...?
-Hola, Logan -no le dejé acabar la frase. Estaba muy quemada. Y muy cabreada. Mis ojos brillaban de puro odio, y tenía que hacer algo ya-. ¿Qué haces esta noche, guapo?
-¡Guau! ¡no me puedo creer que me esté hablando Sarah, la tía buenorra de fotografía que siempre va a su bola! ¿Te apetece un baile, guapetona?
-Yo había pensado en algo más... íntimo. ¿No sabrás de algún sitio donde tú y yo pudiéramos... ya sabes, hablar más tranquilos?
-¡Me encanta tu estilo, Sarah! Justo detrás de esa puerta hay una habitación donde podemos estar tú y yo muy pero que muy a gusto... ya lo verás.
-Llévame ahí, hombretón... -le guiñé el ojo. Seguramente el malnacido pensaría que el fuego de mi mirada destilaba pasión. Me sorprendí a mí misma haciendo ese papel de chica ligerita con tanta soltura, pero dudo mucho que eso sea el acontecimiento más sorprendente del día de hoy. Después de lo que acabo de pasar, podrían salir dos lunas en el cielo, que a mí me daría igual.
Cogidos de la mano, Logan me llevó hacía la habitación que acababa de señalar. ¿Cuál es el plan ahora, Sarah? Piensa: no tienes fuerza física como para reducir a Logan. Traza un plan ya para librarte de él o estarás condenada a repetir el mismo bucle infinito durante toda la eternidad. Por suerte, cuando cruzamos el umbral de la puerta, la bombilla se me iluminó. ¡Creo que lo tengo! Sólo espero que mi recién adquirido poder para rebobinar el tiempo siga intacto... o estaría bien jodida.
La habitación parecía una especie de despacho, con su típica moqueta, sofá, escritorio y vitrina. Nunca había estado aquí dentro, pero la impresión que me dio es que destilaba el mismo estilo adinerado y pijo que el resto de la fiesta.
-Bueno, pues ya estamos aquí, tú y yo solitos... ¿Quieres que apague la luz, o...?
-No hace falta -respondí-. Quiero que veas bien todo lo que va a suceder en esta habitación.
Logan puso una cara de bobo que me daban ganas de reventársela a patadas.
-Eres increíble, Sarah. Ven aquí, que te tengo ganas desde que empezó el curso...
Sin dejarme reaccionar, el abusón de pacotilla se me abalanzó, dándome un morreo mientras sobaba descaradamente mis tetas con sendas manos. Aguanta solo un poco más, Sarah. La función acaba de empezar.
Apenas pasó un minuto cuando el capullo me levantó la camiseta y torpemente me desabrochó el sujetador, dejándome desnuda de cintura para arriba, para continuar con su manoseo. Más te vale disfrutarlo, cabrón, porque será lo último que hagas.
-Cómo me pones, Sarah...
Para mi sorpresa, entre sobeteo y sobeteo, se me escapó un gemido. ¿Qué coño te pasa, Sarah? ¿No estarás disfrutando del lascivo manoseo de este personaje? Reconozco que a pesar de su torpeza, en cierto modo no era desagradable: Logan tiene unos fornidos brazos de jugador de fútbol americano y unas manos grandes y masculinas. Tras un rato, pasó de usar sus manos a usar su boca, y sentí como su lengua recorría de arriba a abajo mis pechos, todo ello mientras sus manos ahora empezaban a juguetear por la zona de mi entrepierna. El cabrón casi logra que me distraiga del plan. Mis pezones se endurecieron y, aunque me avergüence reconocerlo, no podía decir que estuviera del todo seca por ahí abajo. ¿Me habría metido demasiado en el papel de zorra facilona? Durante unos escasos instantes me dejé llevar, pero por suerte, cuando noté que estaba empezando a gemir y a contornearme más de la cuenta, recobré la cordura y recordé el motivo por el que estaba allí. Le planté mi mano sobre su pecho en señal de que parase.
-Quiero que te tumbes ahora en ese sofá.
-A sus órdenes, señorita...
Espabila, Sarah. Tienes dieciocho años, todavía no has tenido relaciones sexuales más allá de los jugueteos, y está más que claro que esta es la situación más turbia imaginable para empezar a tener. No sé siquiera por qué coño se me ha pasado por la cabeza, pero ese hijo de mala madre ha conseguido nublarme momentáneamente la mente. Más me vale centrarme: incluso aunque sea capaz de rebobinar mis acciones, dudo mucho que pueda hacerlo con mis recuerdos.
Con su ya habitual torpeza provocada por a saber qué sustancia, Logan se quitó los pantalones sin preguntarme si me gustaría verle en ropa interior y se tumbó en el sofá.
-¿A qué esperas, nena? Vamos, enséñame ese chochito... Seguro que tú lo utilizas mejor que tu amiga...
Saltaron todas las alarmas de mi cuerpo.
-¿Qué amiga? ¿No te estarás refiriendo a Sofia?
-Sí, esa. Con lo rancia que parece y lo que le va la marcha en cuanto se le ayuda con una pequeña dosis...
-¿¡Te has tirado a Sofia!? ¿Dónde está ella ahora? -creo que me iba a romper los dientes como los apretará más.
-Y no he sido el único... No veas cómo le gustan las pollas a esa zorrita.
Apreté mi puño tembloroso hasta hacerme daño con mis propias uñas.
-Dime ahora mismo dónde está.
-Yo qué sé. La última vez que la vi estaba con Nathan. Bueno, ¿vamos a follar o qué?
Darius Marson. Tenía que ser justo el desequilibrado niño de papá que se cree dueño de la academia. El que orquesta toda esta mierda de las fiestas del Club Olimpo, y el que por desgracia, es también mi compañero de clase. El testimonio de Logan ha sido totalmente demoledor, pero después de saber que puede que Sofia esté con ese psicópata, no auguro nada bueno. He de acabar con esto cuanto antes.
-Claro que te voy a follar, nene. Tan solo espera que saque un preservativo del bolso...
Se acabaron los preliminares: ahora viene el plato fuerte. Furiosa, avergonzada y nerviosa a partes iguales, en tetas y con la luz encendida mostrándole al capullo salido una imagen de mi cuerpo que muy pocas personas han visto, hurgué dentro mi bolso. No llevo ningún condón, y lo sabía perfectamente: no era eso lo que estaba buscando. A la velocidad de la luz y rezando para que aquello funcionase, puse en marcha el plan que discurrí en apenas lo que duró el camino desde la zona VIP hasta la habitación: agarré un frasco de perfume de cristal que guardaba en el bolso y lo arrojé con todas mis fuerzas contra la cara de Logan. ¡Acerté! Con un sonoro "crash" que lo anunciaba, el frasco se reventó en su rostro haciéndose pedazos.
-¿¡Qué me has hecho, maldita zorra!? -dijo Logan entre gritos desgarrados. Restos de cristal se clavaron en sus mejillas y su frente provocándole varios cortes con su correspondiente hemorragia, y el perfume que contenía empapó toda su cabeza, irritándole los ojos. El muy desgraciado ahora se veía patético, retorciéndose en el sofá, chillando como un bebé, sangrando y con las manos cubriéndose la cara.
Estaba bastante acojonada contemplando mis sádicas acciones, pero ahora no es el momento de paralizarse de miedo, Sarah: es el momento de escapar. Mueve tus temblorosas piernas y huye de la fiesta.
Pero de repente cambié de opinión. No sé si fue la rabia por haber estado a punto de ser violada, o si me confié por el hecho haber sido capaz de librarme gracias a esa especie de "poder", pero... sentí la necesidad imperiosa de ir más allá. Tenía miedo de no ser capaz de rebobinar mágicamente como las dos ocasiones anteriores, pero era ahora o nunca.
Sin perder ni un segundo y sacando toda la fuerza que la adrenalina del momento me permitió, agarré el extintor de la sala que estaba colgado junto a la puerta, y empecé a golpear con él la cabeza de Logan hasta la saciedad, completamente fuera de mí mientras gritaba de pura rabia contenida y escuchaba el sonido del metal abollándose un poco más con cada golpe. Me veía como una maldita psicópata mientras lo hacía, y lo más preocupante es que una parte de mí disfrutó haciéndolo. El capullo semidesnudo no pudo defenderse en ningún momento ni tuvo margen de maniobra alguno. No conté el número de veces que le aticé, pero a los pocos golpes noté que se había dejado de mover. Estaba convencida de que le había matado. Entre jadeos, dejé caer el extintor con restos de sangre al suelo.
-Espero que te haya gustado mi forma de follarte, hijo de puta.
Bienvenida al lado oscuro, Sarah Mercer. Yo no quería llegar tan lejos, pero, qué puedo decir... hace tan sólo diez minutos me han intentado violar y he descubierto que puedo volver atrás en el tiempo. Dicho así, ser una asesina no parece para tanto. Asustada y como un flan, traté de asimilar la situación mientras me volvía a poner el sujetador y la camiseta, pero mi capacidad analítica no pasaba por su mejor momento. Después de contemplar el desfigurado rostro inerte de Logan y estar a punto de vomitar, imploré que mi recién adquirido poder siguiera intacto. Allá voy: con tan sólo desearlo, y ayudándome con un gesto extendiendo la palma de la mano hacia el frente, rebobiné. El rostro de Logan se fue recomponiendo, volvió a tener puesta su camisa y sus pantalones -gracias a Dios- y se fue caminando hacia atrás de vuelta al local, dejándome a mí sola en la habitación.
Me derrumbé sobre el sofá y resoplé aliviada. Menos mal... no sé qué hubiera hecho si no hubiera funcionado, pero está claro que no quería convertirme en una homicida en busca y captura por la justicia el resto de mi vida. Mi plan, hilado rápido y mal, sorprendentemente salió a la perfección: había tenido mi venganza interior, Logan jamás lo sabría, y además desde esta sala podría huir sin problemas sin que me abordase. Sería mi pequeño secreto.
Todo mi cuerpo se estremecía. Entonces se confirma que poseo un poder sobrenatural. Me venían tantas preguntas a la cabeza... ¿por qué yo, y por qué ahora? ¿No es demasiada carga para tan sólo una joven estudiante? Me miré la palma mi temblorosa mano, asustada pero a la vez eufórica pensando en la cantidad de posibilidades que se me habían abierto a partir de ahora.
Vamos, Sarah... sé positiva. Piénsalo: ahora eres la puta ama. Puedes controlar el tiempo, el mundo está a tus pies. Me moría de ganas de experimentar y descubrir hasta dónde era capaz de llegar con mi nuevo superpoder, pero aún me quedaba tarea pendiente. La noche es joven, al igual que yo, y tenía por delante una importante misión que cumplir: rescatar a mi amiga Sofia.