Me caía un poco mejor que Logan, pero igualmente no se libraba de ser un completo capullo: este en vez de intentar tirarse a la primera que pasa, se dedica a colocarse siempre que tiene oportunidad. Allí estaba, acompañado de un par de chicas que estaban todavía más pasadas que él. De hecho, una de ellas estaba literalmente desbocada tirada en el sofá de al lado. Intuía que Hayden podría saber dónde estaba Darius: más de una vez me los he encontrado charlando en los pasillos de la academia. Además, el hecho de estar hasta arriba de todo debería soltarle la lengua más de lo habitual. Era perfecto. Le dije a Hanna que me lo dejará a mí, así que ella se limitó a observar la escena a un escaso metro de distancia con los brazos cruzados. Allá vamos, Sarah. ¿Qué es lo peor que puede pasar?
-Hola, Hayden. ¿Cómo vas?
-¡Eyyy, mirad quién está aquí! ¡Pero si es Sarah, la reina de la fiesta! ¿Te apetece un tirito?
Confirmado: está pasadísimo. Esto debería ser fácil.
-No. Necesito encontrar a Darius. ¿Sabes dónde está?
-¡Ojalá! Así me podría traer más mierda de esta, que sienta de muerte. Venga Sarah, relájate y únete conmigo y mis pibitas. Nos lo pasaremos bien.
Tengo un poco de prisa y pocas ganas de sutileza, la verdad. Con los brazos en jarra e inclinándome ligeramente hacia él, le dije con el tono más amenazante que me salió:
-Escúchame, capullo: sé que Darius está con Sofia. Sé que tú y tu gente la estáis haciendo algo y no me fío una mierda de vosotros. Canta ahora mismo, o atente a las consecuencias -es evidente que si no fuera por mi recién adquirido poder no hubiera sacado esa gallardía ni de coña.
Hayden se levantó de golpe al oír mis amenazas con cara de muy pocos amigos.
-¿Que me atenga a las consecuencias? ¿Qué consecuencias va a haber, puta friki de mierda, a ver?
-¡Sarah! ¿¡Qué coño estás haciendo!? -incluso una agitada Hanna intervino tras escuchar mis desafortunados comentarios.
Reconozco que me acojoné. Hayden me dobla en tamaño y no tenía nada que hacer contra él, incluso estando con Hanna. Está bien, Sarah, la has cagado. Es lo que tiene el ir de chulita sin pensar lo más mínimo en las consecuencias. Pero no pasa nada: para algo tengo el poder de rebobinar. Es una suerte porque creo que de haber pasado un par de segundos más, Hayden me hubiera soltado una buena galleta. Volví atrás al momento previo a saludarle. Jo, yo sólo quería probar tácticas diferentes, pero está visto que atraes a más moscas con miel que con vinagre... en fin. Ronda dos.
-Hola Hayden, guapo. ¿Cómo estás esta noche?
-¡Eyyy, mirad quién está aquí! ¡Es Mad Sarah, y ha venido para divertirse con nosotros! Siéntate aquí, preciosa. Tengo algo que te va a encantar.
-Eh... claro -acepté la invitación, no sin vacilar. Continué sentada bastante pegada a Hayden-. Verás, yo...
-¡Tienes que probar esto, Sarah! Te coloca de puta madre, toma un tirito...
Paré el brazo de Hayden cuando iba a ofrecerme su porro.
-En realidad -miré fijamente a sus ojos y puse voz aterciopelada- me preguntaba si podrías hacerme un favor muy muy grande, Hayden.
-Claro, guapetona. Tú dime y veré qué puedo hacer por ti.
-Es que... esto es embarazoso de decir, pero...
Bajé la frente y jugueteé con mis dedos índice. Estaba actuando como una niña tímida y tontita. ¿Desde cuándo se te da tan bien el teatro, Sarah?
-Dime... dime sin miedo, Sarah-Hayden se arrimó más a mí. Su brazo izquierdo rozaba con el mío derecho.
-Pues verás... -apoyé una mano sobre su hombro y susurré a su oído, de forma similar a como hice antes con Hanna- Necesito saber dónde se encuentra Darius...
Hayden torció ligeramente el morro. Aun así, su reacción fue infinitamente más amigable en comparación con la primera ronda.
-No sé dónde está Darius, Sarah. Tampoco es importante. Aquí ya tenemos todo lo que necesitamos. Quédate con nosotros y únete a la fiesta.
-Por favor... es importante, Hayden. Muy, muy importante...
Agarré la mano de Hayden y sin más preámbulos, la planté sobre mis tetas. Con los movimientos de mi mano sobre la suya, le invité a jugar con ellas mientras le miraba fijamente a los ojos y me mordía el labio inferior. Hayden estaba flipando en colores, pero me siguió el juego. La cara de Hanna, que lo observaba todo desde atrás, debía de ser un poema.
-Sarah, yo... -pude ver gotitas de sudor resbalar por la frente de Hayden.
-¿Me... lo dirás...? Porfi... -a los susurros que le dediqué a Hayden al oído, añadí algún que otro gemido entre medias.
-En el cuarto oscuro... Dariusestá en el cuarto oscuro con Sofia...
-Mmm... buen chico. Dime más... Dime dónde está ese... cuarto oscuro.
Hayden no se cortaba un pelo y me estaba manoseando las tetas de forma descarada. En realidad, no era tan desagradable. Siempre teniendo en cuenta que luego podía rebobinar, claro...
-En el granero de los Marson. A un par de millas de la gasolinera, saliendo del pueblo. Les encontrarás en un sótano oculto... Ya sabes lo que querías, Sarah. ¿He sido buen chico? ¿A que me merezco un premio? -el capullo trató de sonar seductor, pero le quedó bastante lamentable.
-Oh, claro que sí... Aquí tienes tu premio, gilipollas.
Acto seguido escupí a la cara de Hayden, cosa que me produjo bastante más placer que su sobeteo. No le di tiempo a reaccionar y rebobiné de inmediato para volver de nuevo al momento previo al inicio de la conversación. Oye, esto mola.
Obviamente, esta vez, con toda la información que necesitábamos ya obtenida, no hablé con Hayden. Me di la vuelta, poniéndome frente a Hanna.
-¿Y bien, Sarah? -me preguntó- ¿Cuál es el plan?
-No hay ningún plan. Ya sé dónde está Darius. Vámonos.
-Pero, ¿qué coño...? -Hanna caminó detrás de mí mientras yo me dirigía hacia la salida a paso veloz. Para ella, todo había ocurrido en un abrir y cerrar de ojos. Literalmente- No entiendo nada. ¿Cómo diablos lo has adivinado? ¿Te ha venido una revelación o qué...?
-Ya te lo contaré. Por cierto, ¿tienes coche? Hay que ir un poco lejos.
-Eh... sí. Tengo mi vieja camioneta aparcada ahí fuera.
-¡Genial! ¡Ah, espera! Antes debo hacer una cosa importante...
Al lado de la puerta se encontraba la princesita de Victoria, con su modelito caro y su pelo corto que le hacía parecer una versión bastarda de Justin Bieber. Ella se encontraba a lo suyo cuando, sin más, me planté enfrente de ella a escasos centímetros de su cara y la solté:
-Zorra pija.
Antes de rebobinar, esperé a deleitarme con el gesto que puso: echando fuego por los ojos, apretando los dientes y con la cara roja de ira. Retrocedí unos segundos en el tiempo y seguí mi camino hacia la salida con Hanna como si nada. Joder, qué a gusto me he quedado.
-¡Más te vale contármelo todo por el camino, Sarah Mercer! -oí la voz de Hanna siguiéndome por detrás- Estamos juntas en esto, ¡no creas que podrás escapar tan fácilmente de mí!
Hanna tenía un tono más jocoso que otra cosa. Sé perfectamente que en realidad ella estaba tan emocionada como yo, tanto del reencuentro como de la intriga de qué ocurrirá a partir de ahora. Con mis poderes, la camioneta de Hanna y sus conocimientos de Portland, somos un equipo invencible.