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Hoy era mi cumpleaños. Desde aquel suceso extraño ya habían pasado tres semana.
Cada día, a la misma hora y con la misma intensidad quien sea que venia de visita hacia lo mismo. Mis nervios estaban a flor de piel. Muchas veces llame a la policía pero cuando llegaban ya esa cosa se había ido. Era un desastre.
Algunos vecinos se había quejado por igual pero nada se solucionó. Todos los días era lo mismo.
Al final tuve que decírselo a los padre de Dali. En realidad no quería decírselo pero después de tomar los exámenes mi amiga no encontraba razón para como me veía, así que le conté lo que estaba pasando. Y ella por consiguiente se lo dijo a sus padre.
Me pidieron que me quedara algunos días en su casa y así lo hice, sin embargo, el ruido continuó. Ahora era la puerta de su casa la que tocaban cada madrugada. Al igual que yo le informaron a la policía pero nunca había nadie. Tampoco las cámaras de seguridad captaban nada.
Era de más decir que tenia miedo.
Hoy por alguna razón se detuvo. Nadie tocó la puerta. Lo que supuso un alivio a mis nervios y a los de los padre de Dali. En cambio Dali nunca se daba cuenta, dormía como un tronco.
Ya habíamos finalizados la escuela. Yo no fui a la graduación.
Aunque eso puso a Dali triste.
Pero no podía hacer nada. Yo estaba más triste que ella.
Ya se acercaba el día en que mi madre había muerto.
Salí temprano de la casa de Dali y me fui a la mía tenia que buscar algunas cosas antes de ir al trabajo. Por suerte había logrado pagar el alquiler así que por el momento aún no me había echado.
Incerte la llave en la cerradura. La puerta se abrió antes de que yo diera vuelta a la llave.
-¿Que mierda?
Entre a la casa y no vi nada sospechoso, todo está igual a como lo había dejado. ¿Se me había olvidado cerrar la puerta?
No lo creía. Alguien entró.
Cerre la puerta detrás de mi y me quedé parada en medio de la habitación. A pesar de que todo estaba igual sentía que algo no estaba bien. Un olor extraño cubría todo el lugar.
Nali...
Gire la cabeza buscando la voz que recién había escuchado. No había nadie aquí conmigo.
¿De dónde viene esa voz?
Abre la puerta...
Nali...
Déjame entrar...
Una voz se superpuso en mi cabeza. Los pelos se me pusieron de puntas. Agarre con fuerza mis llaves y trate de ignorar la voz que repetía lo mismo. Iba a dar un paso hacia la dirección donde estaban guardadas las cosas del trabajo, pero un escalofrío me recorrió el cuerpo entero. Tenia que salir de aquí, pero mi cuerpo seguía paralizado en medio de la habitación.
Nali...
Nali...
La voz iba tomando más fuerza con cada paso que daba a la salida.
Nali...
Nali...
Antes de poder abrir nuevamente la puerta una de mis piernas falló y me hizo caer arrodillada ante la salida.
Abre...
¡NALIIIII.....!
Senti mis oídos explotar y un líquido salir desde dentro de ellos. Mi cuerpo había empezado a temblar, puse las mano en el suelo intentando aguantar mi peso, pero casi no podía sostenerme. Sentía en lo más profundo de mi mente que conocía esa voz. Miedo. Eso me asustaba. Me estaba volviendo loca. Mis manos estaban fallando. La voz seguía repitiendo mi nombre.
Lentamente sentí como toda la fuerza salía de mi cuerpo quedando completamente laxo, ya no podía más. Caí sobre el piso, todo a mi alrededor se volvió oscuro, lo único que seguía era la voz pidiéndome que le abra una puerta y gritando mi nombre.
¿Cual puerta...?
-Creo que ya se está despertando.
-Pense que sería alguien más extraordinaria. Parece un esqueleto.
- Por el contrario, yo pensé que ya estaba muerta y más con esa cosa rondandola. Solo el hedor me hace querer arrancar la nariz.
Escuchaba diferentes voces a mi alrededor. La cabeza me está explotando. No podía tan siquiera abrir los ojos. Me pesaba hasta la vida.
-Dejen de hablar disparates.- reprende alguien.- Solo esperemos que el cerebro no se le haya frito.
-Solo decimos lo que pensamos. Estas prohibiendo nuestro derecho a expresarnos.
¿Quien estaba hablando?
Intento abrir los ojos pero después de luchar por un buen rato decido rendirme.
-¿Donde estoy?- la voz me sale un poco pastosa.
Al parecer no se esperaban que hablara de repente. Se hizo un silencio que rozaba la incomodidad.
-¿Por que no puedo abrir mis ojos?
-¿Hay alguien ahí?
-¡Hablen, maldición!
Las personas se pararon alrededor de Nali. Habían dos hombres, una mujer y algo indefinido.
Las cuatros personas por así describirlos miraron a Nali por un rato antes de que la persona que antes los había reprendido hablara.
-Estamos en su casa.
-¿Quienes son ustedes, que mierda tengo en los ojos y porque diablos no me puedo mover?
-Una pregunta a la vez hermosa.- dijo el chico que se estaba quejando por su libertad de expresión.
-Callate, Keil.- sisea la chica frunciendo el ceño.
Escucho sus discusiones. Me estaba cagando del miedo. Estaba en una habitación con personas que no podía ver y que tampoco conocía.
-¡Quitenme lo que sea que tengo en los ojos!-grito.
-Quitale la venda, Amanda.
-¿Por que yo?
-Porque yo lo digo.
Senti como una persona se acercaba más a mi. Debía ser la tal Amanda. La venda que me cubría los ojos fue retirada lentamente. Di varios pestañeos antes de abrir por completo los ojos, adaptandome a la luz. Cuando abrí los ojos por completo vi la chica que tenia las vendas en las manos.
-¡Oh, joder!
Volvi a cerrar los ojos de la impresión. Estaba seguro que esa cara no era humana.
-Abre los ojos, no te voy a comer.- dice en un tono receloso.
Ignoro lo que dice y trato de incorporarme.
-¿Por que no puedo mover mi cuerpo?
Estaba tomando esta situación muy calmada.
-Para evitar que te hicieras más daño.- dice la voz del chico que antes había hablado sobre sus derechos de expresión, Keil, si bien recuerdo.
Me quedo callada. ¿Por qué me haría daño a mí misma?
Era imposible. Si no lo hice cuando mi mamá murió, mucho menos ahora.
-Pueden soltarme.- pedí.
-Abre los ojos primero.
-No.
-Abrelos que tenemos que hablar contigo.- las tres personas y la cosa indefinida se quedaron esperando a que Nali abriera los ojos.
~Vamos Nali, no seas cobarde. Solo estás secuestrada por personas que quizás no sean personas y que no conoces y faltaste al trabajo.~
Abro los ojos y fijo la vista en el techo. Las personas que estaban paradas alrededor de mi inclinaron sus cabezas entrando en mi campo de visión. Mi respiración se detuvo y todo volvió a estar oscuro.
-¿Por que se desmayó?- pregunto Keil.
-Ni puta idea.- dice Amanda.
Los cuatros se miraron observando sus rostros de personas común y corriente
-¿Se le habrá freido enserio el cerebro?- pregunta Seil, el hermano mayor de Keil.
-Tal vez vio atraves de nuestros disfraces.- habla Aykeira.