Cansada de sospechas de un posible engaño por parte de Javier y algunas teorías tontas que no me llevaban a ningún lado, decido por cuenta propia descubrir la verdad.
Espero a que llegase el viernes por la noche, tomo un taxi y me dirijo la su lugar de trabajo.
La lluvia caía rápidamente por toda la ciudad, provocando que el pavimento se mojara por completo.
Abro la sombrilla, para que está realizara su trabajo de proteger cierta parte de mí cuerpo, pero aun tomando ciertos cuidados, no impido que mis zapatos no se mojaran.
Llegué al edificio sacudiendo la ropa y a toda prisa camino hacia la puerta corrediza...
Como de costumbre, Javier me había dicho que tendría reunión de su trabajo, así que llegó algo temprano para sorprenderlo.
Los truenos se escuchaban tenebrosamente, poniéndome los pelos de punta.
Abro la puerta del edificio y dejó la sombrilla a un lado junto con los zapatos, sacudo las gotas de agua de mi vestido con las manos inútilmente.
Me dirijo hacia su oficina, empujo la puerta de vidrio con sutileza, mientras escuchaba gemidos provenir dentro de ella. Asomo la cabeza para encontrarme a la secretaria subida en el escritorio con las piernas abiertas, mientras mi marido la embestía con fuerza.
Respiro profundo para no desmayar, doy pasos firmes y seguros mientras mi corazón palpita sin parar.
_ Hola Querido. ¿Cómo estás?
Del susto Javier se sube los pantalones a toda prisa, mientras la sinvergüenza corre al baño que esta justo a la par.
Lo miro fijamente, mientras espero su justificación de los hechos.
_ ¿Qué haces aquí Selena?
_ ¿Acaso no puedo venir a visitar a mi marido al trabajo? ¿O te tengo que pedir permiso?
_ No, no, para nada, solo que... ella... Marianna ...
Se quedó callado por unos minutos, tratando de pensar en alguna excusa, pero por más mentiras que dijera ya las cosas estaban hechas.
Me siento en una de las sillas que se encuentran frente a su escritorio y miro el portarretrato donde tiene la foto de la familia.
_ Sabes, lo que vi hoy no me sorprende para nada. Mi instinto de mujer ya me lo decía _ hablo tranquilamente, cruzando las piernas _ pero tenía que comprobarlo por mi misma. Por eso vine...
Él me miraba atónito, por mi actitud.
_ Pensé que... ¿Como lo digo?_ susurra
_ ¿Que te haría un berrinche? _ interrumpo.
_ Si eso.
Me levanto deprisa coloco mis manos en el escritorio y lo miró directo a los ojos.
_ Te equivocaste conmigo. Yo no soy esa clase de mujeres. Yo me sé respetar
_ Doña Selena ¿Como estas?
_ ¿Cómo crees que estoy en estos momentos, Marianna? _ volteo a verla con irá.
_ Yo te quiero explicar las cosas... lo que viste no tenía que suceder...
_ Niña, cállate, no digas más... Conozco la clase de personas que eres, _le respondo furiosa.
_ No la trates asi
_ ¿Cómo quieres que la trate Javier? ¿De... Zorra? ¿O de trepadora?
_ Marianna no es nada de eso.
Volteo a verla, y su rostro tiene una leve sonrisa de satisfacción al ver como mi marido la defiende.
_ Bueno, los dejo, creo que estoy sobrando aquí. Te espero en la casa, querido _lo miro a los ojos antes de preguntarle _me da curisidad saber... ¿Cómo le explicaras todo esto a tus hijos, Javier? _A lo que él se queda callado sin saber que decir.
Giró mi cuerpo hacia la saluda, caminando como modelo de pasarela, ya estando afuera corro al baño para llorar.
Por largo rato me quedo escondida ahí llorando; no quería sufrir por ese desgraciado, pero por mas que trato de hacerme la valiente no lo consego.
Recuerdo los años juntos, los planes a futuro y la promesa sin cumplir de serme fiel hasta la eternidad.
Mojó mi rostro con las manos y salgo como si nada.
La lluvia ha cedido, y los truenos desaparecieron por completo. Permitiendone caminar en la acera con normalidad.
_ Quizás lo único que podía reparar mi corazón roto para que deje de doler tanto sea una buena botella de whisky, _pienso en voz alta
El ruido espantoso de un bar al otro lado de la calle me llamó la atención. Entró sin pensarlo dos veces y pido una botella de vino para calentar el ambiente.
El bar estaba tranquilo, con muy pocos clientes; miro el reloj que marcan las ocho en punto. es temprano para un lugar de estos. mirando alrededor, bebo el último sorbo y llamó al camarero para solicitarle otra bebida.
En ese momento, entra un cliente, se senta en el mostrador y pide un vaso de coñac.
Sus ojos celestes, su pelo rojo intenso y su cuerpo bien formado de seguro le asegura más de una mirada; pero a mí me llama más aún la atención lo cansado de su mirada.
_ ¿No eres de aquí, verdad?
Lo miro con desagrado y sigo tomando, ignorando su pregunta deliberadamente.
_ Cuando una persona viene por primera vez a un bar, es porque le han roto el corazón.
Al ver que no obtené respuesta se volvé completamente hacia mi y dice:
_ Como veo eres una mujer difícil. Pero igual me presentaré. Soy Luis Manuel pero me puedes decir Luisma _ me mira a los ojos, extiende su mano para saludarme.
_ ¿Eso es un apodo? ¿O es un diminutivo de tu nombre? _ digo con la mirada borrosa.
Con tanto tiempo sin tomar alcohol había sobreestimado mi habilidad de beber, ya estaba borracha cuando terminé mi segunda botella.
_ Algo asi _ contesta él, mirando el vaso casi vacío _ ¿Quieres otro trago?
Afirmo con la cabeza, y él solicita un trago a los camareros.Uno de ellos se volvió enérgico y se apresura para congraciarse con nosotros.
_ En otra ocasión yo no le hubiese hablado, pero este día necesito olvidar mi pena _ dice tomando un gran sorbo a pico de botella
_ Eso debes decirle a todas tus conquistas para que tengan lástima.
_ Te equivocas. No solo tu tienes tu historia de desamor.
_ ¿Qué te pasó? ¿Acaso no pudiste llevar a una chica a la cama?
_ ¡Qué mala eres conmigo!_ dice balbuceando y levantando de nuevo la botella, _simplemente la mujer que le prometí amor eterno en el altar, la cual juré amar y respetar por toda la vida, me dejo por otro.
_ ¡Ya veo...! eres de los nuestros _ digo en son de broma. A lo que se echa a reír.