Capítulo 4 4. PARTE

El día que Javier decidió irse de la casa, fue el día más doloroso de mi vida.

Alistó las maletas tan entusiasmado que cantaba de felicidad. Yo por mi parte, continuaba con los quehaceres del hogar, procurando distraerme con algo.

Se despidió de los niños, explicando su decísion y una promesa de verse los fines de semana. Con lágrimas en los ojos se abrazaron por largo rato, se montó al carro y dijo adiós.

Cuando por fin se marchó, me desplome a llorar en el piso de la cocina.

El tiempo está helado. los últimos restos del invierno se perciben en el aire, subo a la planta alta y me acurruco en la cama para calentarme, enciendo la calefacción y duermo hasta el otro dia.

_ ¿Estás bien, mamá?

_ Si lo estoy, Brayan. Tranquilo ¿Necesitas algo?

_ No mamá... Siga durmiendo, yo hago el desayuno.

_ ¿Será que puedes?

_ ¡Ya no soy un niño! Ya tengo 8 años.

_ Para mi sigues siendo mi bebe.

_ Mamá, te buscan _ grita Greivin desde el piso de abajo.

_ ¿Quién?_ contesto fuerte para que me escuche

_ Abuela.

_ ¡Lo que faltaba! _digo en voz alta

_ No te pongas así mamá , no la contradigas y verás que todo está bien. Eso hago yo cuando se quiere meter conmigo.

_ ¡Ay Brayan! Esa señora nunca me quiso y con los últimos acontecimientos debe de estar brincando de felicidad.

_ Simplemente no le hagas caso.

Me levanto sin ganas, busco en el closet el abrigo de lana y bajo para saludar.

_ Buenos días, suegra ¿Cómo estás?

_ No tan bien como tú _me responde mirándome de arriba a bajo.

Ignoro sus palabras pues la conocía perfectamente y ella siempre busca motivos para pelear.

_ ¿A qué se debe tan agradable visita?

_ No tienes que ser hipócrita conmigo Sé perfectamente que no soy de tu agradó _ da unos pasos hacia los sillones de la sala, los mira con desagrado, pasa la mano sobre uno de ellos, comprobando de que estuviera limpio y acto seguido se sienta en uno de ellos.

_ ¿Dónde está mi hijo Javier? _pregunta, mirando a su alrededor

_ Él ya no vive aquí.

_ ¡Disculpa!

_ Cómo escuchas. Él se marchó para irse a vivir con la secretaria.

Se queda callada por unos minutos y me mira a los ojos.

_ Todo esto es por tu culpa

_ ¡Perdón!

_ Si tan solo fueras mas mujer para mi hijo, esto no estaría pasando.

Trago grueso para no ofenderla. Mis padres me habían enseñado a respetar a los adultos mayores. Pero cuánto deseaba gritarle sus verdades en la cara.

_ ¡Te acuerdas lo que te dije cuándo te casaste?

_ Si, que este matrimonio no tenía futuro.

_ ¡Y tenía razón! . Solo a mi hijo se le ocurre casarse con una vagabunda como usted.

Cierro los ojos y me contengo de no abofetearla en la cara.

_ Señora no te quiero ofender con lo que te voy a decir, pero nuestros problemas siempre fueron por su culpa, nunca buscó el bien en nuestro matrimonio sino más bien todo lo contrario.

_ Porque sabía que esto jamas funcionaría.

_ ¿Por ser pobre?

_ Puede ser _ responde con frialdad.

El día que nos hicimos novios su madre no lo aceptó por mis orígenes humildes y mi poca clase.

Pero igual Javier la desafio casándonos en una iglesia pequeña con pocos invitados.

Como era de esperarse, ella no asistió ni dio su bendición; pero a cambio hizo nuestra vida un infierno, buscando motivos para nuestra separación.

_ Sabes querida suegra, siempre hay que buscar lo positivo a las cosas. Y alejarme de Javier no es la excepción. Por fin, dejaré de ver su rostro cuando venga a mi casa con sus malas vibras.

Ella se levanta del asiento tan rápido como puede y se dirige hacia mí con enojo.

_ Vea Selena, aprenda a respetar que aunque mi hijo te haya dejado sigo siendo tu suegra.

_ Eso será por poco tiempo, porque me divorciaré y me libraré de usted.

Esas últimas palabras me salieron del corazón . Por primera vez podía decirle las verdades en la cara sin tener cargo de conciencia.

_ Te quedarás sin nada Selena, te acordarás de mi _ grita enfurecida.

_ Tus amenazas no van conmigo. Yo ya no te tengo miedo _ camino hacia la puerta principal y abro la puerta. _ Así que te puedes ir por donde viniste.

Bufando y mirandome a los ojos, dice:

_ Nunca encontrarás a un hombre mejor que mi hijo.

_ Te equivocas señora, en la calle se encuentran mejores y más guapos.

_ Conoces el dicho que dice: "aunque la mona se vista de seda, mona se queda"

Niego con la cabeza, por lo que ella prosigue.

_ Puede que te hayas casado con mi hijo y este te llenara de lujo. Pero lo vulgar y tierrosa que eres, nunca se te quito.

- ¡Por favor Señora, váyase de mi casa! Sino quiere que esto pase más _ digo entre dientes.

Ella obedece sin protestar, da una última ojeada a la casa y se va.

            
            

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