Matías había estado llorando un buen rato, desde que su madre le pidió que lo esperara, no habían pasado más de diez minutos. -¡No puede ser me quedé solo! ¿Dónde está mi mamá?
-¿Qué pasa, por qué lloras?- aquel llanto había llamado la atención de un pequeño niño, no mucho mayor que él. Asomado a la ventana de un tercer piso y de puntitas mostró preocupación.
Tratando de detener las lágrimas y con una respiración acelerada, Matías insistió en contestar. -Es que no sé...- luego de una pausa. -Dónde está mi mami. Después de unos cuantos minutos donde el pequeño niño casi albino trataba de convencer a Matías, apareció Patricia. Como era de esperarse el llanto cesó por completo. Con el pasar de los días, no faltó oportunidad para que los dos pequeños terminaran siendo amigos. Gabriel Cacace, así le dijo que se llamaba, rápidamente se entabló una amistad. A un lapso no demasiado largo, Gabriel le presentó a un amigo dos años mayor, Daniel Vera. A pesar de no compartir el mismo colegio debido a la diferencia de edades, los chicos solamente se veían en sus tiempos libres. Lógicamente esto no fue ningún impedimento.
La primaria sería otra etapa más para el joven Lauro, lugar donde iba a conocer gran parte de sus compañeros de vida. Christian, Giselle, Jonathan, Juan Manuel y Celeste. Todo parecía estar hilado para que se conocieran todos tarde o temprano. Fue así que en la secundaria conoció al resto del séquito. Jennifer, Guadalupe y María José. A sus ojos, Matías vivía normalmente como un chico de su edad.
Una costumbre que tenían Daniel y Matías, cuando empezaron a ser más cercanos, era dar vueltas al barrio donde vivían. La finalidad de esto era un tipo de catarsis, en realidad hablaban de todos sus problemas para mostrar sus puntos de vista. En una de esas charlas surgió una peculiaridad, ellos estaban teniendo sueños similares mientras dormían. Pedir respuestas a sus padres de aquello que les estaba ocurriendo tampoco había tenido buenos resultados, y de verdad estaban preocupados por tal similitud. Y como una cosa lleva a la otra, la actitud de Omar, el padre de Matías, despertó la curiosidad en el muchacho. La reacción y la respuesta evasiva lo obligó a observar. Notó rápidamente la actitud de su padre y no dudó en sospechar lo insospechable. El comportamiento de Omar alertó a Matías, el hombre pasaba menos tiempo en su casa. La excusa era un trabajo adicional recién adquirido. -Cuida de tu madre y de tus hermanas por mí.- era la frase que Omar le decía siempre que lo veía antes de partir. El muchacho preadolescente no tuvo más remedio que dejarse llevar por sus impulsos, un día decidió seguirlo.
Fue una persecución bastante complicada para el joven, su padre iba cómodamente en su auto particular, Matías tuvo que soportar el mal genio de un taxista que poco se prestaba para este tipo de acciones. La preocupación del preadolescente empezó a notarse cuando su padre se alejaba de la ciudad. El taxista hizo un comentario poco oportuno. -Será mejor que tengas el dinero para abonar el viaje, de otra forma me veré obligado a decirle a tu padre que lo estamos siguiendo.- la cara de Matías lo decía todo. El marcador del taxi, ya mostraba $407,58. Una cifra que era impensada para él. Tan encerrado se sintió que actuó de manera poco prudente e inesperada. El auto circulaba aproximadamente a 100 km/h. Sin pensarlo demasiado, saltó del automóvil en movimiento. Al impactar, rodó y rodó quedando boca arriba para observar un cielo totalmente despejado. Escuchó la frenada del taxi y el conductor acercándose gritando siempre la misma frase. -¡Muchacho estás bien!- otra reacción inesperada, levantándose violentamente golpeó en el vientre al taxista que caía al suelo inconsciente. Aún respiraba, eso lo dejó más tranquilo, no se había convertido en un asesino. Continuaba algo aturdido por la caída y asombrado al mismo tiempo. No tenía lesiones y la fuerza con la que golpeó al conductor fue suficiente para inhabilitarlo. Acto seguido observó a lo lejos cómo se alejaba el auto de su padre. Notó que su vista también estaba demasiado desarrollada, podía dilucidar la expresión del rostro de su padre ignorando completamente la distancia. Tomó coraje, si algo estaba alterando su cuerpo de forma asombrosa debía aprovecharlo. Comenzó a correr sin demasiadas pretensiones, esperando de alguna manera aminorar la brecha que los separaba. Otra sorpresa más se iba a sumar, corriendo notó rápidamente que la velocidad de desplazamiento no era normal. Las aves, metros arriba, quedaban atrás al paso de su trote ininterrumpido. Matías tan sorprendido estaba que apresuró más su velocidad hasta llegar a una cabaña. Allí estaba el auto de su padre junto a otros más que no pudo reconocer. Se acercó con cautela esperando no alarmar a la gente que estaba en su interior. -Después de haber corrido todo eso tendría que estar cansado.- pensó. Pero no era así, el muchacho estaba en perfectas condiciones.
Después de husmear por todas las ventanas la intriga creció, dado que nadie estaba en el interior de aquella cabaña. Alguna habitación a ciegas que él ignoraba quizá. Entró a la vivienda con cautela, la puerta no ofreció resistencia, no tenía cerrojo. Una enorme mesa vacía, la presencia de polvo y olor a humedad sugería que nadie la había visitado en años. -No es posible, hay varios autos afuera.- las deducciones lógicas de Matías le hablaban a su consciencia. Además de ello, parecía no haber más nada, no había habitación a ciegas, sólo una chimenea del otro extremo a la mesa. Se acercó y escuchó voces, posiblemente haya algo detrás de ella, pensó. Revisó cada rincón esperando encontrar algún dispositivo, hasta que finalmente pudo correr un pequeño escudo, él lo ignoraba que se trataba del emblema de su familia. Una pequeña mirilla, la aflojó hasta poder retirarla, no podía ver mucho, pero además de Omar, supo reconocer a varias personas allí dentro...
-... Mucho tiempo sin vernos, hace bastante que no nos reunimos de esta manera, deberíamos hacerlo más a menudo.- el que habló fue Jesús el padre de Daniel, Matías estaba asombrado, porque allí también estaban los padres de distintos amigos y compañeros.
-No estamos de fiesta o celebración, esta vez nos estamos reuniendo por algo distinto.- Agripina, la madre de Jennifer era la que estaba ubicando al padre de Daniel.
-Aquí ha venido un colega desde Central a ponernos al tanto de una situación en particular.- Matías no llegaba a visualizar a la persona, pero la voz la reconoció como la de Liliana, madre de Celeste.
-Bueno, ya estamos todos, habla de una buena vez hombre.- Omar estaba dándole la palabra al único desconocido para Matías, un tal Teseo.
-La situación en Central es bastante extraña, hace más de un año que a Radamis no se lo ve mucho. Por lo que había escuchado de una criada que trabaja en su castillo. El hombre anda muy ocupado entrenando a Cristina, las malas lenguas dicen, que la entrena para que sea su futura esposa. Pero conociendo a Radamis debe estar haciéndolo con un fin más oscuro. La última vez que vine hacia este planeta pude haber sido seguido, por eso esta vez tomé las precauciones necesarias.- Las palabras tranquilas de Teseo, alertaron a los allí presentes. -Descuiden- aclaró. -Los chicos todavía están a salvo en la Tierra. Eso no es todo, lo preocupante de la situación en Central, es la forma en la cual delega su poder. En varias ocasiones envió sujetos poco eficientes a lugares donde son derrotados en pocos segundos...- las caras de preocupación no cesaron, Matías siguió escuchando la conversación, pensado en que no tenía ningún sentido. No podía darle una lógica a la conversación porque no sabía de qué hablaban. Fue entonces que sólo se enfocó en el hecho más particular. Los padres de sus amigos y compañeros. No era lógico que todos se conocieran, no entre sí, no entre comunidades que eran distintas.
-¿Con qué intenciones vienes? ¿Acaso piensas que podemos hacer algo al respecto? ¿Qué hay de los compañeros de Radamis, las cabezas de los distintos clanes?- las preguntas habían sido formuladas por Teresa, la madre de Guadalupe.
Con la misma tranquilidad, Teseo se preparaba para contestar. -Mis intenciones son claras, yo sé que se llevaron a los pequeños para que tuviesen una vida normal. Pero mis superiores, no los ayudaron por nada a lograr este fin. Ellos creen que el Universo está en caos, pensaron siempre en la posibilidad que las reencarnaciones, tomen el lugar que les corresponde, después de todo es la ley de la vida.- ahora creyó entenderlo, ese hombre desconocido estaba hablando de 'ellos', se refería a él y sus amigos.
-De la muerte querrás decir.- de mala gana, Ester, la madre de Gabriel se mostraba negativa ante la sugerencia de Teseo.
-Yo no conozco a tus superiores, siempre tuve la curiosidad de conocerlos. Por un lado debemos darles las gracias, poco a poco pudimos salvar a los once, solo quedó una. Ahora nos damos cuenta que usará a la pobre de Cristina para llegar a los demás... Maldito Radamis, pensar que mis antepasados decían que Baltasar fue el peor de todos.- Jesús expresaba sus pesares, Matías continuó escuchando atónito.
De la nada se alzó una voz, una que Matías conocía bien. -Coincido con Teseo.- dijo Omar. Todos los presentes se mostraron inquietos, al parecer no les gustó la declaración del padre Lauro.
-Pero Omar, ahora son nuestros hijos, si mueren a manos de Radamis lo sufrirás.- tratando de encontrar un razonamiento más claro en él, Jesús le replicaba.
-Más sufriría, si Radamis descubre lo que hemos hecho con los niños. Seguramente él nos aniquilará y que nuestros hijos sufran nuestra muerte, no es algo que me agrade demasiado.- le contestó Omar.
-Te preocupas en vano, ya estarás muerto para entonces. Además es la ley de la vida, que los padres parten antes que los hijos.- Liliana, la madre de Celeste, decía una cruel verdad.
-Con algo de suerte la profecía volverá a cumplirse, estamos en el año 9999 D.R., o mejor dicho en el 4999 D.M.- la madre de Jennifer, Agripina acababa de decir algo que sorprendió aún más al espía tras la chimenea.
- Eso no es nada bueno, en lo absoluto. Significa que a nuestros hijos sólo les quedan unos veinte años de vida como mucho.- revelaba Omar.
-Sí, pero para eso nuestros chicos tendrían que matar primero a Radamis.- las deducciones y suposiciones seguían fluyendo. Esta vez era Teresa la que daba datos certeros.
-En teoría es como usted dice señora Teresa, pero la verdad es que los niños estarían rompiendo su cadena. Sin embargo, esto no quita que los sucesores de sus pequeños no quieran tomar su lugar en la vida. Primero vendrían a buscarlos a ellos luego irían por Radamis, como verá no hay mucha diferencia en el destino de sus hijos. Por otro lado, los chicos ya deben estar descubriendo sus poderes. ¿Cómo piensas mantenerlos puramente normales?- lo que Teseo decía, revelaba alguna de las dudas, que Matías tenía mientras escuchaba aquella extraña conversación.
-Lo que dice Teseo tiene sentido, el otro día Daniel me comentaba cómo un grupo de patoteros lo rodeó. Siempre le críe enseñándole que las peleas no llegan a nada. Pero su sorpresa aquel día fue la mayor de todas en sus 16 años de edad. Uno de los individuos que se le aproximó voló unos cincuenta metros, cuando él le propinó un empujón. Los demás al ver esto, como me contó Daniel, "no le daban los pies para alejarse de él".- la anécdota que contaba Jesús, se ajustaba a algo que su amigo le contó días atrás. Matías estaba espantándose con lo que escuchaba.
-Entonces espero que estén de acuerdo, por comenzar diciendo la verdad a nuestros hijos con respecto a su origen.- sentenció Omar.
Matías ya no quiso escuchar más. Demasiado confuso trataba de procesar todo lo que había escuchado. No se quedó para terminar de escuchar lo que aquella reunión le había revelado a medias. Las sospechas que siempre tuvo, de ser una persona distinta al resto, no se ajustaban a semejante verdad. Pensó que lo mejor era no llamar la atención por ahora. Enfrentar a su padre sin herramientas y con poco conocimiento sería una desventaja importante. Reunir a sus compañeros y hablar de todo lo sucedido esa tarde era lo mejor que podía hacer. Sin embargo hasta entonces, se mostraría expectante.