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Mis ojos se abren poco a poco gracias a la luz del día, poco a poco me percato de que podía sentir la respiración y los latidos de alguien más cerca de mí, a medida que se va aclarando mi vista noto que estaba en otro cuarto y en los brazos de un hombre, mi mente reproduce todo lo que transcurrió el día de ayer, me había acostado con el taxista el primer día que lo conocí.
Empiezo a detallarlo, a mirarlo dormido y a perderme en los diversos detalles de su rostro sereno y pacífico, posteriormente analizo la situación: Está mal acostarte con alguien que conociste en un día, está mal visto involucrarse con alguien que tenga hijos, en este caso uno solo, está mal visto porque sus recursos económicos son menos flexibles que los míos, aunque sí pueda permitirse lo que cualquier persona pueda permitirse. Pero antes de preguntarme qué está bien y qué está mal, cuestionaré otra cosa:
Las personas mentalmente sanas tienen un defecto enorme, tienen el ansia, el deseo y la necesidad de que todo, absolutamente todo esté bajo su control, que todo, absolutamente todo sea robótica y milimetradamente correcto, pero eso hace que sus vidas sean una vil mentira, porque todo se centra en crear y recrear un deber ser, no un ser, se crea lo que debe ser, no lo que es, se vive lo que se debe vivir, no lo que realmente se está viviendo.
Si se vive controlando todo la vida se torna sumamente robótica, pierde su esencia, ¿Dónde está la vitalidad de lo programado, de lo robótico, de lo controlado y predestinado a que debe ser de una forma? Cambiar la conducta para hacerla como debe ser es como alimentar en exceso a un pollo para que pese lo que los demás quieren que pese, y no lo que realmente piensa.
No estoy romantizando tener problemas de salud mental, es una condena, a veces se siente como un don y otras veces como un castigo, pero tengo que reconocer que percibo cosas, como la anteriormente mencionada, que los demás no.
Y no quiero decir con esto que percibo cosas que no existen, la moral milimétricamente controlada y el ansia obsesiva por el deber ser para crear una vida de mentiras y ocultar lo que es, todos esos elementos son tomados de la cotidianidad, de la realidad, de lo que día a día percibo con mis ojos.
Tampoco digo que todas las personas sanas de la mente sean incapaces de percatarse de esto, los que lo hacen pueden aprovechar de ello sin sufrir los males de una persona que tenga problemas de salud mental, no me considero privilegiada por percibir esto, afortunadas son las personas sanas que perciben esto sin haber experimentado y que no le tocará experimentar este tipo de males.
Salgo de la caterva de pensamientos que tuve y regreso a mi entorno: él dormido, yo fascinada mirándolo, le doy un beso en la frente para irlo despertando.
- Buenos días, mi amor- le digo en un tono relativamente goloso, Victor bostezó.
- Buenos días...
- ¿Recuerdas lo que pasó?
- Claro, y me gustaría repetirlo.
Luego de un encuentro sexual mañanero, empiezo a detallar unas pinturas en la pared, sin una pieza de ropa encima empiezo a recorrer el sitio, tenía cuadros muy peculiares y todos se me hacían, más que familiares: Conocidos, aunque nunca estuve en ninguno de esos sitios.
- ¿Los hiciste tú?
- Sí- Me respondió Victor- son sitios que a veces aparecen en mis sueños, otros en mi imaginación a lo largo del día.
Mientras detallo cuadro por cuadro: Una manzana encerrada en un jarrón, un gusano en la cabeza de un águila, una isla con una palmera en una posición peculiar, una casita entre los árboles de un bosque, la terraza y la vista al cielo desde esa terraza...
Y una casa incendiada.
Y una mujer en medio de un incendio, con los escombros cerca de ella, cayéndole.
Y un hombre clavándole una espada a otro hombre, en el mismo pueblo donde está la misma casa incendiándose.
A medida que iba viendo esos cuadros, el pánico me rodeaba y me abrazaba segundo a segundo. Gente corriendo, gritando cosas inaudibles, yo encerrada tratando de salir pero él tenía la botella con fuego y el olor a gasolina asfixiante.
Recuerdo cada detalle de manera sensorial.
Veo el fuego aparecer una vez que ese hombre lanza aquella botella, rompe la ventana y tiene contacto con la gasolina en el suelo, paredes y en la ventana quebrada.
Más botellas alrededor de la casa, el fuego se empezó a propagar más rápidamente...
Grité, grité desesperada, grité aterrada hasta que no soporté la presión en mi cabeza y en mi cuerpo... Y me desplomé al suelo.
Mis ojos se abren.
- ¡¿Estás bien?!
- ¿Qué pasó?- Pregunté muy débilmente- recuerdo haberme desmayado pero no estoy segura de la causa.
- Viste mis cuadros y aquellos relacionados con el fuego te hicieron sucumbir.
- ¡Ah! Lo siento, arruiné la experiencia que tuvimos ayer.
- No lo hiciste, ayer me devolviste la vida, de una u otra manera.
Se acercó cariñoso y empezamos a besarnos.
- Voy a preparar algo de comer, ¿Vienes conmigo?- asentí con la cabeza y lo seguí, bajamos y llegamos a la cocina, en la nevera había una foto de él y un niño con su uniforme de Preescolar.
- ¿Este es Victor?- Asintió con la cabeza.
- Los dos somos Victor- soltó una risita leve al decir eso, yo también me reí un poco- esa fue de su primer día en Preescolar.
Luego de haber visto a Victor en una faceta más sexual y conversacional, hoy lo estaba viendo en una faceta más...íntima de él, por decirlo así. Preparando el desayuno mientras conversa de cosas triviales a mi lado, y es entonces cuando hago esa profunda introspección en el hecho de que todos tenemos un mundo en nosotros, todos guardamos una faceta íntima y privada de nosotros mismos, un entorno que es exclusivamente de cada uno de nosotros, hoy estaba él compartiendo una parte de ese mundo privado que tiene, conmigo, con una extraña a la que ayer le hizo una carrera y con quien unas horas después había mantenido relaciones sexuales.
No supero el hecho de que fue una acción muy imprudente, nos dejamos llevar y actuamos de manera extremadamente precipitada e inconsiente, como si fuéramos adolescentes idiotas y libertinos, pero se ha sentido tan bien que vale la pena, ha valido completamente la pena.
Mientras pensaba en estas cosas, logré inmiscuirme ahí de alguna manera hasta lograr que él me dejara ayudarlo en la cocina, éramos los dos, él y yo, éramos nosotros como el mejor de los equipos, la más espléndida de las fusiones.
Estando ya listo el desayuno, ambos nos sentamos en la mesa que estaba de hecho en la cocina pues es un espacio que se presta para eso.
- ¿Qué fue lo que más te gustó de ayer?- Preguntó.
- Lo imprevisto que fue todo, ¿sabes? No sé y no es relevante si estaba en tus planes o no, pero en mi caso no estaba en mente de que esto podría suceder, y precisamente que todo haya salido de la nada le da un toque muy vital y mayor sensorialidad, al menos yo lo percibo así.
- Créeme, tampoco planeé que tendría sexo con una mujer a quien conocí mientras trabajaba en el taxi, lo improvisado en mi caso no le da ninguna esencia, lo que le dio el gusto fue el hecho de que la química haya surgido así entre nosotros, fíjate: En algún punto del universo tu camino se cruzó con el mío, ya sea por destino o por casualidad, y a medida que interactuábamos las cosas iban surgiendo, una a una, ¿no crees que eso le da un toque sensorial divino a lo que vivimos?
- Sí, definitivamente, ¡Ahora que me acuerdo! Llegué a rasguñarte... quiero disculparme por eso, no sé qué me pasó, ¿sabes? No es una costumbre que yo...
- Tranquila.- interrumpió- lo hiciste de una forma y bajo unas circunstancias en las cuales se sintieron muy bien.
- ¿Te gustó?
- Sí, definitivamente- respondió mientras veía el enrojecimiento aparecer en su rostro- ¿y a ti, qué fue lo que más te gustó, del acto en sí?
- Estar en el suelo después de que me fueras desafiado a mantenerme de pie. Fue brutal, ¿sabes? Una cosa seguida de la otra, normalmente ¿Te gusta planear lo que harás en el acto o prefieres improvisar a la hora del té?
- Improvisar, tanto para el sexo como para todo. Es más relajado, prefiero dejarme sorprender de las circunstancias, ¿y tú?- Me preguntó después de darme su respuesta, me pareció adorable la mirada que utilizó a pesar del tema que estábamos tratando en ese preciso momento.
- Prefiero improvisar- respondió- puedo pasar todo un día planificando todo lo que haremos en ese momento, pero a la hora de estar solos la tensión y la atmósfera bloquearán mi mente, impidiéndome pensar.
Mientras hablábamos íbamos comiendo, era tan natural como si tuviéramos toda una vida conviviendo, sentí una nostalgia enorme, algo precioso llenando mi corazón, como si lo conociera de toda una vida.
- ¿Sabes?- Pregunté- ¿No te sientes nostálgico?
- Un poco... todo esto se me hace familiar, el desayunar mientras hablo contigo, parecemos dos amigos muy cercanos que se están reencontrando luego de muchos años, o una pareja que se había separado por equis circunstancia, pasó el tiempo sin que nos viéramos y luego nos reencontramos. No sé qué pensar, pero el contacto contigo se me hace demasiado familiar.
- Te voy a servir leche- dice, no le respondo nada, más bien en mi rostro se forma una expresión de alegría, como a un niño pequeño cuando le dices que lo vas a llevar a Mc Donalds para comprarle una cajita feliz.
- ¿Crees que tenga algo que ver con los cuadros?- Le pregunto. Él se levanta y saca de la nevera una leche de cartón con dos vasos, se sienta y sirve ambos vasos, sonrío porque a mí me encanta la leche- ¿Qué te hace pensar que no te diré que no quiero leche?
- La cara que hiciste cuando la viste, Eva. Te delatas muy fácilmente- respondió riéndose- y respondiendo tu pregunta... no sé qué decirte, a ti te causa fobia el fuego y es muy probable que sea eso lo que sueñas, yo tengo visiones sobre eso de vez en cuando, pienso que son cosas que imagino pero mi mente las recrea como si fueran recuerdos, demasiado reales en ese sentido, por lo que opto por dibujarlas y exteriorizarlas.
- ¿Y qué ves?
- Una chica encerrada en una casa quemándose, un hombre disfrutando de eso y otro hombre que llega desesperado al ver a esa chica dentro.
- En una semana tendré cita con ese extraño y peculiar psicólogo... ¿Quieres ir conmigo? Y así vemos qué ocurre, porque parece que tú y yo nos conocemos de una vida pasada, ¿por qué crees que tanta familiaridad? ¿Por qué crees que compartimos los mismos recuerdos?
- Sea lo que sea, por ahora centrémonos en lo que tenemos: Un vaso de leche por terminar y un largo día de trabajo. Te voy a llevar a tu casa antes, y no te preocupes que no te cobraré.
- Es tu trabajo- respondí.
- Ya te dije que no te cobraré- insistió- y si tanto quieres pagarme, invítame a salir.
Ambos nos reímos ante tal chiste.
- De verdad que me entiendo muy bien contigo- dijo mientras terminaba su vaso de leche- voy a bañarme- asentí con la cabeza- ¿te bañarás también?
- No tengo con qué cambiarme- respondí- me bañaré en casa.
- De acuerdo- asintió con la cabeza antes de irse.
Me quedé sola en la sala, termino mi vaso de leche mientras él sube, el tiempo pareciera haberse congelado mientras le daba una vuelta a todas las circunstancias que nos rodearon desde el primer instante en que nos conocimos, en cómo las cosas fueron transformándose, evolucionando de una a otra, la velocidad con la que todo eso ocurrió y finalmente, él aparece nuevamente, vestido, probablemente transcurrieron entre diez y quince minutos, tenía un bolso consigo.
Mi bolso.
Salimos de su casa, el carro estaba estacionado fuera, podía perfectamente estar en el garaje pero mi gran amigo Victor no consideró guardarlo, Rapha tampoco, simplemente lo dejaron estacionado en la entrada de la casa ya que esta tiene un pequeño espacio de "porche" o de "jardín" si hubiera flores en este, pero como no hay simplemente es un pequeño espacio.
Nos montamos en el carro y él prende su reproductor musical.
- ¿Qué tipo de música te gusta?- Me pregunta.
- Coloca lo que sea- le digo, él asiente con la cabeza y a los segundos de haberle dicho eso empieza a sonar River Flows in you de Yiruma, reconocí de manera inmediata la melodía.
- ¿Te gusta la música clásica?- Le pregunto.
- Aquí vas a escuchar de todo así que adáptate, Eva.
- De acuerdo, Victor.
Vamos conversando en el camino mientras va sonando la melodía, le voy indicando la dirección y los cruces hasta que finalmente llegamos a mi casa.
- Aquí vivo, de lunes a viernes me encuentras en las mañanas, los sábados en las tardes y los domingos todo el día, cualquier cosa estamos a la orden por aquí.
- ¿Y en las noches?- Preguntó en un tono muy sugerente.
- Salgo a las 7 del trabajo- le respondo con la misma intensidad de insinuación.
- ¿Te molestaría que venga de visita casual?- Negué con la cabeza- y con Victor.
- Para nada. Pueden incluso pasar la noche aquí, tengo un cuarto extra que está casi en la entrada y mi cuarto que está casi al final de la casa.
- Eso suena muy bien- dijo con ese tono sensual e insinuante.
- Estamos a la orden, ¡Mira, en esa casa blanca con rejas negras, ahí!
- ¿Y por qué toda tu vida está compuesta en blanco y negro? Tu ropa, tu casa...
Pasan unos segundos mientras voy reflexionando sobre esa pregunta hasta que finalmente tengo una respuesta, me acerco a la puerta y antes de abrirla le respondo:
- Porque a mi vida le faltaba algo de color, pero no te preocupes- me bajé con mi bolso, cerré la puerta y fui hasta donde estaba él, asomándome por la ventana del carro- que ya tú me empezaste a traer algo de color.
Nos despedimos con un beso antes de finalmente verlo irse, me quedo unos segundos viendo como su carro se aleja y posteriormente, busco las llaves de mi casa para abrir la puerta y entrar con una sonrisa de oreja a oreja.