Capítulo 2 La niña de los ojos dorados

Allí está de nuevo ese tintineo resonando en mi cabeza.

¿Pero qué era todo esto? ¿Una especie de jaqueca? Si ni siquiera he tomado. Odio la bebida; es más, no tengo la edad para hacerlo.

Con la cabeza dando vueltas y un tintineo que parecía zumbar en todo mi oído, sentía como si no hubiera dormido bien y el cuerpo no me quería responder; como si hubiera dormido en el suelo.

...

Palpando la superficie donde estaba echado, sentí que arrastraba algo levemente con los dedos. Parecía arena.

¿En verdad estoy sobre el suelo? ¿Pero cómo? ¿Cuándo?

De repente volvió, ese infernal tintineo. Pero ahora sonaba más claro, que parecía que estuviera a mi lado.

¿De dónde viene ese ruido?

-Que bueno que despertaste. Ya empezaba a preocuparme

¿Esa era acaso, la voz de una persona?

Tratando ver de dónde provenía, intente incorporarme.

Había estado durmiendo de lado, viendo a una especie de muro, y la voz que me hablaba provenía a mis espaldas.

Estaba todo oscuro y no podía discernir bien el lugar donde me encontraba, pero no parecía ser mi habitación.

...

Por la posición en que había estado, mi brazo estaba medio adormecido.

-¡Auch! ¿Pero qué...?

Aun así trate de levantarme, pero al moverme un poco sentí un fuerte dolor que provenía de mi nuca. Sentí esto tenía algo que ver con esta confusa situación.

¿Me abre golpeado con algo?

Trate de poco a poco levantarme con cuidado mientras me sujetaba el cuello que parecía arder con el más pequeño movimiento.

Esta no era mi habitación. Nada aquí se siente familiar.

Podía sentir más vacío a los lados, como si mis cosas no estuvieran, y la pared parecía tener relieves asimétricos, además de una pobre luz que proyectaba un reflejo extraño en mi espalda.

Cuando de repente lo recordé.

Cierto había alguien más.

-Si te sientes adolorido trata de moverte con cuidado, si no te lastimaras más.

-Gracias, pero por ahora me gustaría más saber... ¡Ahhh!

Al voltear para hablar con la voz que me estaba "aconsejando", por así decirlo, y preguntarle sobre que ocurría, me encontré con una imagen que me hizo retroceder del susto. Aunque fue por la sorpresa mejor dicho.

Alumbrada por la luz de una especie de lámpara muy cerca suyo, en medio de la oscuridad, se veía un rostro en que resaltaba algunas fracciones y unos brillantes ojos que parecían penetrarte el alma.

-¡Baja esa cosa! ¡¿Acaso es necesario que la tengas tan pegada a la cara?!

Aunque en realidad, solo era el efecto de tener la lámpara muy de cerca, a primera vista parecía un espectro espeluznante.

-¡Oh disculpa! Es que...no estoy muy acostumbrada a llevar esta cosa en lugares cerrados.

Bajando la lámpara al suelo se disculpó por su error, con un poco de nerviosismo. No lo había hecho apropósito, pero eso no quitaba el terrible susto que me había dado.

En cualquier caso ya paso, pensé más tranquilo.

Poniendo en una nueva posición la lámpara, esta daba una mejor iluminación del lugar dejándome ver lo que tenía enfrente.

Espera, ¿esas cosas no son...?

Delante de la persona que tenía la lámpara se podía ver una clase de barras cilíndricas de metal,

¡Son barrotes de una celda!

-¿Esto es una prisión?, ¿Por qué me trajiste aquí?, ¿Qué piensas hacerme?

Me asuste al darme cuenta de esas barras que retrocedí unos pasos hasta chocar con el muro detrás mío. En definitiva estaba en una celda.

¿Por qué estoy aquí?, ¿qué paso? y ¿quién es esta persona?

La mala iluminación que daba la lámpara por su posición dejó ver (con un poco más de claridad) que era una mujer... no, una niña para ser exactos; aunque no podía verla claramente todavía.

-Espera, cálmate. No te lastimare, solo vine a...a...

Reaccionando a mi sobresalto, la niña del otro lado de la celda trato de calmarme haciendo movimientos lentos y un tono pausado.

No es que yo sea el problema aquí, ¿verdad?

No parecía tener malas intenciones, pero, ¿qué valides puedo esperar en las palabras de la persona que me tiene encerrado contra mi voluntad? Por más que quiera mostrarse amable, este no era el contexto adecuado para tratar de convencerme de lo contrario.

Espera... ¿Acaso se está poniendo roja?

-Po...por... ¿por qué? -dijo la niña murmurando.

-¿Qué?

-¡¿POR QUÉ ESTÁS DESNUDO?!

Gritando las palabras que no había podido pronunciar en un principio, cerró fuertemente los ojos mientras volteaba rápidamente para no verme.

¿A qué se refiere? ¿Desnudo yo? Eso no es posible, no me siento estarlo, ¿o sí?

Mire para confirmarlo. Aunque este un tanto oscuro el lugar, creo que me habría dado cuenta que...que...

-¡¿Por qué no tengo mi ropa puesta?! ¡¿Qué rayos le hicieron a mi ropa?!

-¡¿Y yo qué voy a saber?! ¡Tú eres el que no la tiene puesta; y... y estás tranquilo aun sin tener nada puesto! -me dijo gritando con los ojos cerrados.

-¡Tú eres quien me tiene aquí, tú deberías saberlo!

-¡Y para que yo te dejaría desnudo!

Al ver visto mi...bueno, algo que me confirmo que no tenía nada puesto, trate de taparme con mis manos.

-¡¿Guerrera Sileria, se encuentra bien?! -dijo un hombre que entro rápidamente al lugar, probablemente alarmado por nuestros gritos, e iba en auxilio de la niña con un nombre extraño.

"Guerrera Sileria"

Aunque no sé si ese es su nombre, pero me parecía que estuviera al revés como en japonés. Bueno, el asunto es que entre sus respuestas gritadas y mis alterados (pero justificados) gritos; hicieron que una especie de soldado medieval con armadura extraña, ingresaran desde fuera del lugar dejando que entrara un poco de la luz del día.

Al parecer era de mañana, y la salida estaba más cerca de lo que creía.

En ese momento, el soldado me apunto con la lanza que tenía mostrando intenciones amenazadoras; sin embargo, la niña con solo levantar la mano hizo que el hombre bajara su arma retomando una postura firme.

¿Es que acaso no era esa "una señal de respeto"? ¿Pero quién es esta niña?

-Dymas, por favor, pásale uno de los conjuntos que traje en la carreta.

No haciendo más que asentir levemente a la todavía avergonzada voz de la niña, el hombre salió a buscar lo que ella le habían pedido y trayendo unas telas (que podía suponer el conjunto que dijo) este las tiro en la dirección en donde yo estaba.

-Voy a salir para que puedas vestirte. Por favor, avísame cuando estés listo.

* * * * * *

Aunque miraba en la dirección opuesta a la celda donde se encontraba el chico, era fácil darse cuenta por el tono de su voz que seguía estando tan avergonzada. Salió apresurada para que no la vieran, lo que no hizo más que confirmar que estaba todavía sonrojada.

Cerrando la puerta tras suyo, el soldado le mostró una cara de seriedad al chico en la celda antes de salir del lugar. Era evidente que ese hombre era mucho mayor que ella, hasta incluso podría ser su padre; sin embargo, actuaba como si le tuviera respeto por alguna razón.

Habiendo quedado solo, el chico comenzó a revisar lo que le habían dejado. Una especie de pantalones amplios, y una camiseta con un extraño signo bordado en la espalda que parecía semejar a un rostro. Aunque lo realmente raro era sentir que no estaba desnudo, ya que percibía una calidez parecida a la de la ropa sobre su cuerpo.

Comenzó a tocar los lados de su abdomen donde le cubría la suavidad de una especie de lana que descendía a más debajo de su cintura, sin poder encontrar el borde de la ropa. Los pensamientos del chico se detuvieron cuando llego hasta su entrepierna; había podido llegar hasta el final de esa suave prenda, pero no encontraba el borde de esa ropa.

Tuvo que acercar su mirada para darse cuenta de la verdad, la suave textura que parecía lana estaba pegada a él y se había extendido por gran parte de su cuerpo.

-Pero... ¡¿Qué diablos?!

Con la intensión de ver de qué se trataba eso bajo más la mirada, mientras se acercaba a la luz de la lámpara que la niña había dejado allí; pero cuanto más se acercó, noto algo que lo dejó aún más perplejo. Una especie de esfera de color verdoso estaba incrustada a la altura de su estómago, con una línea amarilla que subía conectándose a otra a la altura de su pecho; y otra que bajaba dividiéndose hacia ambas piernas. La suavidad que había sentido antes, era un pelaje que estaba sobre su abdomen y acababa desde sus lados que estaban endurecidos por una especie de gruesa piel color verde claro, al igual que esa piel.

Comenzó a negar con ansiedad, al no saber que le había pasado.

Era extraño que no sintiera ninguna especie de dolor en su cuerpo, además que el de su nuca, que para este momento se le había hecho insignificante debido a todo lo que estaba viendo.

Tratando de revisarse nuevamente se dio con otra sorpresa en sus manos. Estas tenían garras en donde deberían estar sus uñas, y estaban conectadas a esas líneas; además de tener también esa endurecida piel verdosa.

Temiendo lo peor, trato de revisar su rostro con las manos, aunque temblorosamente solo con las yemas para evitar lastimarse con esas garras, y lo sintió un tanto reseco. También parecía haber unas franjas que rodeaban los bordes de sus ojos y que seguían por todo el contorno hasta llegar a otra pequeña esfera que se encontraba en su frente.

Dejándose caer al suelo, se sintió asustado. Trato de presionar su cabeza de desesperación; chocando con unas clases de pequeños cuernos que salían de ella. Su cabello tampoco era el mismo; ya que al tocarlo, este parecía tener una forma extraña.

-¿Ya acabaste?

Mientras el chico examinaba la extraña forma en que se habían agrupado sus cabellos, le interrumpió una suave voz vino de afuera. Parecía ser la misma niña que lo había despertado.

Verdad que estaba esperando que me vistiera.

Pensó que sería mejor evitar el mismo incidente de hace unos momentos.

-Espera, todavía no.

Cogiendo rápidamente las prendas que estaban a un lado trato de ponérselas rápidamente, lo cual fue todo un desafío. Debido a aquellos cuernos, la camiseta se negaba a entrar, por lo que termino desgarrándose un poco. En el pantalón no hubo problema al ponérselo, pero notaba una incomodidad en la parte de atrás, algo estaba haciendo bulto por la parte de su trasero causándole mucha molestia. Haciendo un poco de fuerza, lo siguiente que se escuchó, fue otro desgarre.

...

Sintiendo una extraña sensación de libertad, volteo a ver que lo causo.

Una cola delgada que estaba conectada a él se había abierto camino para salir debido a una pequeña punta que tenía al final. Sujetándola con un poco de incredulidad, trato de no cuestionarse más para evitar que sus emociones no se lo llevaran de nuevo.

Dio un largo respiro, mientras trataba de convencerse a sí mismo:

-Solo cálmate, todo está bien. Esto es solo un sueño, nada más. Tuviste otra mala noche y empezaste a soñar incoherencias de nuevo.

Sujetó con sus dedos un lado de su antebrazo, cerró los ojos y se apretó con la mayor fuerza que pudo.

Auch.

No, esto no era un sueño; de alguna forma esto era real. Pero el como había ocurrido era lo que tenía que averiguar. Perder la calma en estos momentos, no le ayudaría en nada, así que tendría que tratar de dar una apariencia muy confiable; a pesar de estarse muriendo de miedo.

Viendo hacia la puerta que se había cerrado hace poco, notó en la parte baja del pórtico una pequeña sombra. Aquella niña de nombre extraño le seguía esperando allí.

De cualquier forma, por el momento, ella es mi única fuente de información.

-Ya puedes pasar.

-Pues, sí que te tomas tu tiempo.

Mostrándose la pequeña algo tímida, cerró la puerta con cuidado mientras iba entrando al lugar. Se acercó a la celda, tratando de no cruzar la mirada con el chico, tomo una bandeja que estaba en el estante y se lo paso entre un espacio de los barrotes indicándole que lo tome.

...

Eran dos platos con una especie de guisado y un par de vasos con agua; al parecer había traído el almuerzo para el prisionero.

Pero ¿por qué había dos? o ¿es qué acaso pensaba comer con él?

El ambiente se había suavizado un poco; a pesar de las circunstancias, el chico creyó que era un acto amable. Pero seguía sin saber sus intenciones, ni la razón por la que había termina así.

Será que con algo así le hicieron esto a mi cuerpo.

Las circunstancias le daban la razón de desconfiar.

La situación se mantuvo así por unos momentos; el chico no hacia ningún movimiento, mientras que ella parecía inquieta.

Viéndole de rato en rato, movía la boca como si quisiera decir algo de lo que luego se arrepentía.

La chica se había sentado arrodillada frente a la celda y el chico hizo lo mismo, lo cual le dejo verla con más claridad. Parecía una niña ordinaria de unos once años, pequeña y delgada, con un largo cabello en un tono negro opaco amarrado en una trenza que llevaba sobre el hombro, un pequeño rostro redondo y tierno que demostraba su infantil ser; pero las ropas que usaba resaltaban a simple vista. No le había tomado atención cuando la vio al inicio, porque bueno... cada lugar tiene su propia costumbre. Vestía una especie de chaqueta de piel, con un color parecido a mostaza, con diseños en los bordes; una falda pequeña oscura que estaba atada a su cintura sobre un lazo; y debajo de todo ese conjunto, llevaba una especie de licra deportiva de un tono más claro que la chaqueta.

Para el chico todo esto le pareció inusual.

Mientras ella parecía todavía estar escogiendo sus palabras, este pudo notar un pequeño broche en su pecho que uniendo su chaqueta; tenía el mismo diseño que había visto en la espalda de las ropas que ambos usaban.

Si está en tantos lugares, debe ser importante, pensó.

En un leve momento que cruzaron sus miradas, ella le esquivo nerviosa; no sin que antes pudiera notar algo.

El color de sus ojos es... ¿dorado?

La chica tenía un par de bellos ojos dorados, que parecían tener un brillo atrayente. Era la primera vez que él había visto un par de ojos de ese color; y aunque congeniaba con todo lo extraño que había visto desde que despertó, eso no debería ser algo que lo impresionara, además que quizás su concepto de "normalidad" no termine de caber bien en un lugar como ese.

-¿No vas a comer?

-¿Qué? -dijo el chico sorprendió al escuchar al fin a la chica decidirse por algo.

-Bueno yo decía... Ese guisado está muy bueno; lo preparo mi abuela... Ella es la mejor cocinera de todo este lugar, y hoy le salió excelente. Inclusive me dio ganas de comer otra porción.

Aunque había comenzado algo torpe, el dialogo de la chica se fue poniendo más animado mientras alardeaba de la comida que había traído haciendo una leve risa.

Viendo la comida, el chico no pudo evitar sentirse contagiado de su vibra relajante.

Es que acaso el temperamento tan despreocupado de esta niña se me está pasando a mí, pensó.

Unos segundos luego de su comentario, la pequeña empezó a ponerse roja de nuevo, volviendo a como estaba en un principio.

-Este.... no es que suela comer mucho, sabes. Solo que...bueno, hoy fue una excepción. Bueno, en realidad...yo he preparado ese jugo que está allí. No suelo preparar nada usualmente, pero creo que ahora me salió bien; aunque todavía no lo he probado porque estaba un poco caliente, pero ya debió haberse enfriado. Y, bueno, me pareció mejor detalle que traer agua sola, ¿no crees?

La personalidad de esta niña, de alguna extraña manera, resultaba era relajante; como haciéndole creer que nada era enserio, a tal grado que parecía gracioso.

El prisionero volvió a mirar la bandeja, pero esta vez en dirección al vaso.

Algo preparado por una encantadora chica.

Por alguna razón, no pudo evitar sentirse alegre por ese gesto.

Basta. No es momento para esto, no debo distraerme.

Pensó para sí mientras trataba de quitarse esas ideas de la mente.

-Gracias, pero por ahora no tengo hambre.

Era mentira. Con la simple descripción de la niña sobre la comida, ya había empezado a sentir gruñir su estómago.

-Está seguro, ya ha pasado más de una hora desde el punto máximo del sol.

-Si, estoy bien.

Mientras no hablemos más de esto, creo que lo estaré.

Pensó tratando de evitar ver la comida.

Si hablaba del punto máximo del sol, el chico creyó que debería referirse al medio día, así que comprendió porque tenía hambre.

Será mejor empezar presentándome primero.

Pensando por un momento de que manera hacerlo, decidió que lo mejor sería preservar ciertos datos para sí mismo, por ahora al menos.

-Me llamo Dress. Tú eres "Guerrera Sileria" ¿cierto?

-Dress, ¿verdad? En realidad, Dress, solo me llamo Sileria; el otro es solamente un honorífico, pero me gusta más que usen solo por mi nombre.

Su nombre es Sileria. Pero ¿por qué un honorífico?

Acaso ella era una especie de soldado o algo así, por su edad no le pareció muy debido, ya que era solo una niña.

Bueno, no importa.

Por ahora, no era lo que él quería averiguar.

Fingiendo toser un poco para aclarar la voz, le devolvió la mirada a la chica.

-Entonces, Sileria, por ahora quisiera saber, ¿por qué es que estoy aquí?, ¿con qué propósito?

-¿A qué te refieres?

En ese momento, el nerviosismo y la sonrisa que había fingido hasta ahora se convirtieron en confusión.

Sileria se paró y comenzó a caminar de un lado a otro como si tratara de analizar lo que le había preguntado. Organizaba sus ideas, hasta que finalmente se detuvo como si hubiera llegado a una conclusión. Inclinándose un poco hacia él, puso en contacto sus dorados ojos con los del chico.

-No recuerdas como llegaste hasta este lugar, o ¿sí?

-En realidad no.

Todavía le impresionaba ver sus dorados ojos tan de cerca, que Dress trato de desviar un poco la mirada de la suya.

-Ya veo. Pero en realidad, yo tampoco lo sé con exactitud. No estuve presente cuando llegaste; pero lo que mi Maestro me dijo fue que un extraño ser trato de robar la reliquia celestial, y por eso lo tuvieron que noquear. Supongo que se refería a ti.

Eso resolvería el por qué estuve inconsciente, pensó Dress un momento.

-Ya que ocurrió durante la madrugada, solo los guardias lo notaron; y debido a todo el grave asunto, se me prohibió traer el desayuno temprano; así que, me esforcé por hacer especial el almuerzo.

Dress pensó que debía referirse al jugo, probablemente. Pero si era verdad lo que decía, eso no explicaba entonces el cómo había llegado a ese lugar.

-Dress, dime. ¿De verdad, trataste de robar la reliquia celestial?

-¿yo?... Yo, ni siquiera sé por qué estoy aquí.

-Ya veo. Te creo.

-¿Por qué?

-Es que no pareces ser alguien con malas intenciones; a pesar de tener esa intimidante apariencia, algo me dice que no eres culpable.

Lo estaban acusado de un robo.

Dress nunca en su vida había robado, o no al menos, desde que su madre le descubrió comiéndose sus chocolates que tenía guardado. Ese día le había dado un escarmiento para que lo pensara dos veces antes de volverlo a hacer.

Ahora estaba encarcelado siendo considerado como si fuera un criminal; y aun así, esa chica decía con una sonrisa que no creía que él lo fuera. Aunque en realidad, el que ella creyera en la inocencia de un completo extraño, resultaba aún más raro.

Pero de momento me conviene tenerla de mi lado.

Dress todavía no sabía cómo había llegado hasta ese lugar, tampoco como se había transformado en algo como eso. Quizás al haber pasado a otra dimensión de un mundo paralelo sufrió una transformación, como la de un hombre lobo; o es que le hicieron que mutara a través de experimentos. Todas eran suposiciones que (aunque en una situación normal podrían sonar absurdas) por lo rara de la situación, no podía descartar.

-Entonces, Dress. ¿Qué cosa eres?

-¡¿A qué te refieres con qué cosa?! ¡¿Yo soy un humano?!

Interrumpiendo sus pensamientos, Sileria le lanzo una pregunta sin ninguna intención que fuera más allá de su curiosidad; aun así, provoco que Dress actuara exaltado.

No es que Dress estuviera realmente enojado, pero se estaba esforzando en mostrar compostura; y el llamarlo de esa forma solo le hizo recordar el desagrado que sentía por su extraña apariencia.

-¡Ay, lo siento! -dijo Sileria asustada, mientras agarraba su cabeza de miedo

No creo que lo haya dicho con mala intención, pensó Dress al ver con miedo.

La niña le había mostrado amabilidad a pesar de todo, y él sabía que no era correcto actuar de esa forma.

-Disculpa, no quise asustarte.

-Espera.

Para cuando había tratado de disculparse, Sileria ya había dejado su actitud temerosa al haberse dado cuenta de lo que el chico había dicho; y apegándose a los barrotes, quiso confirmar lo que había oído.

-¿Un humano del exterior? Tú dijiste... Eres un humano del exterior.

-Yo, ah... Bueno, si soy un humano; a pesar de cómo me veo.

-Es... ¡FANTÁSTICO!

Como si fuera una escena incoherente a lo que estaba pasando, Sileria se apartó rápidamente de los barrotes para hacer algo irrazonable.

Saltando de alegría al confirmar su respuesta, Sileria mostró una felicidad que le desbordaba el cuerpo, al grado que daba saltos en su mismo sitio. Sintiéndose totalmente animada, sin darse cuenta lo sorprendido que había dejado al chico en la celda, creyó que se le había presentado al fin una nueva oportunidad.

-Dime, ¿Vienes de muy lejos?; ¿Es posible llegar allí?; ¿Cómo es ese lugar?

...

Mostrando grandes expectativas mientras veía fijamente a Dress, era casi como si se pudiera ver un brillo desbordante de los dorados ojos de Sileria.

Por un momento, Dress se sintió intimidado, parecía una niña que estaba ansiosa por qué le dieran un nuevo juguete, y no podía comprender que le resultaba tan especial.

-Yo...no lo sé.... -dijo Dress algo temeroso hasta que una firme voz lo interrumpió.

-Así que aquí era donde estabas.

* * * * * *

Sin haberme dado cuenta del momento en que se abrió la puerta, escuché una voz tan clara, como si la proclamara un militar.

Parado desde el pórtico, se divisó la forma de un hombre con unos iluminados ojos dorados que nos observaban. Vestía una armadura dorada de un estilo parecido al de la época romana, teniendo en su pectoral el diseño de ese rostro que había visto en las ropas anteriores. Parecía tener mayor rango que el del soldado que había entrado antes, no solo por el color de la armadura, sino que este llevaba además una capa.

El hombre se fue acercando en silencio; mientras parecía centrar su atención en la niña con la que había estado conversando.

¿Eh?, pensé al ver a Sileria de nuevo.

Totalmente diferente a la de hace unos instantes, la alegre Sileria que estaba rebosante de felicidad parecía haberse quedado congelada en un momento, mientras todo su rostro reflejaba miedo. No se movía, y el brillo de su mirada se tornó en un vacío como si observara a un abismo connotativo.

-Dime, ¿bajo la autoridad de quien as ingresado a este lugar?

Deteniéndose al lado suyo, el hombre se dirigía a Sileria; quien girando lentamente su cabeza, temblaba de miedo al encontrándose bajo aquella severa mirada.

-Ma...Ma...Ma...Maestro yo solo vine a traer la comida... bueno pensé que...ya que todo paso... quizás...ah...

-¡No entiendo nada cuando balbuceas de esa forma! ¡Deja de tartamudear y compórtate como una soldado, Sileria!

-¡Si, Maestro!

Se incorporó de pie rápidamente, mientras gritaba en respuesta del hombre para mirándole de frente.

-¡Solo vine a entregar la comida como había designado mi deber, debido que no se pudo en la mañana, Maestro! ¡No creí que estuviera prohibido también hacerlo con el almuerzo!

-Sabias que el guardia tenía órdenes de resguardar este lugar hasta que yo le de nuevas indicaciones; y si tú creías que solo era tu deber seguir con la alimentación, contéstame, ¿por qué usaste tu posición para convencerle de que yo te permití el ingreso aquí?

Al ser descubierta de su mentira, su rostro se tornó totalmente desolado, parecía una niña siendo regañada por su padre; mas lo que hablan era extraño.

¿Posición? ¿Soldado? ¿Qué clase de persona era ella realmente?

En un momento, el sujeto aparto su vista de Sileria, y la puso en mí.

Entiendo su sentimiento de miedo, esos ojos afilados causarían terror a cualquiera.

No solo porque era más alto que yo; además de barrerme con la mirada, pareciera como si estuviera viéndome como a un insecto.

-Debo suponer que has sido tú también la que le dio esas ropas de trabajo.

Bajando la vista a la bandeja que había en el suelo, se agacho para tomar uno de los vasos que estaban allí y comenzó a examinarlo unos momentos.

Cuando Sileria se dio cuenta de esto, empezó a temblar aún más que antes.

-Solo he visto estos objetos de cocina decorados en algunas raras ocasiones. Eres la única que los hace, verdad; y ¿que acaso no los usabas solo en ocasiones especiales?

Tratando de ocultar su mirada, Sileria intentaba no ver al hombre que se dirigía a ella.

-Entonces, ¿podrías contarme qué estas celebrando? ¿Acaso crees que esto es un juego?

-¡YA BASTA!

Atrayendo la atención, no solo del hombre sino también la de Sileria, grite tan fuerte como pude antes que ella cediera a su hostigamiento.

No sé qué querrá ella siendo tan amable conmigo, pero no permitiré que maltraten a una niña, y menos frente a mí.

-Escucha, señor tenebroso, no sé con qué intención me retienen aquí, a pesar que no intente hacer nada, pero dudo mucho que un poco de comida y unas ropas se los arruine, ¿no?

Es cierto que si esos vasos son algo que solo ella hace, de verdad fue un error que lo usara si su intención era que no la descubrieran; pero ya estaba hecho, y no había necesidad de ese hostigamiento.

-Además; eso lo preparo para mí, así que es mío.

Sé que no estoy en posición de exigir nada (y probablemente me esté ganando una golpiza), pero ya no aguanto su engreído carácter.

Nos quedamos callados por unos momentos mirándonos fijamente; incluso Sileria, parecía no saber qué hacer al vernos a ambos con gran nerviosismo.

Si esta era una guerra de miradas, no podía mostrarle debilidad, tengo que mostrarme seguro.

Eso pensé por un momento, hasta que reflexione.

Ojalá esto no termine en una pelea.

En cierto momento, el mencionado maestro pareció soltar una pequeña sonrisa burlona; y sin dejar de mostrar su desprecio, coloco el vaso de regreso en su sitio.

-Terminaremos de hablar de camino a la aldea. Vámonos.

Habiéndose empezado a relajar en el momento en que la tensión se terminó, Sileria se volvió a poner nerviosa al escucharle a su Maestro decir eso.

-Por favor, disfruta la comida.

-¡AHORA! -le grito el hombre al verle a Sileria despedirse.

-Ah. ¡Si Maestro!

Se veía triste, quizás porque no había terminado su conversación conmigo, además de que ni siquiera le dejo despedirse. Tal parece que ese sujeto tenía ganas de irse de inmediato.

-Oye tú, espera.

Casi al llegar a la salida, escuche el tintinar de su armadura dorada. No soy un experto; pero por cómo han ido las cosas, él debe ser el más importante sujeto que he visto hasta ahora.

-No sé qué es lo que haya pasado ayer, pero yo no he tenido nada que ver.

Se había detenido en el pórtico luego de que Sileria salió, el hombre me escuchó sin moverse parado allí unos segundos; y mostrándome una sonrisa un poco irritada, giro ligeramente, y contestó antes de cerrar la puerta.

-Que disfrutes tu comida, monstruo.

-¡Espera!

Golpeando las barras de molestia, me senté enojado al verlo irse.

Aquel sujeto no había querido escucharme, y de seguro ya me considera culpable de intentar ese robo. Todavía no sabía nada: ni dónde estoy, ni como llegue aquí, y mucho menos que hacía en este lugar.

De alguna forma, debía estar en el lugar y el momento equivocado.

Rascándome la cabeza de frustración, note la bandeja que estaba en el suelo; y a decir verdad, con todo este ajetreo ya había perdido el apetito.

Si no lo cómo, el sacrificio de esa niña seria en vano.

Ya que tenía que organizar mis ideas, de cualquier formar, comer mientras lo hago no me ara daño, y necesito estar fuerte para lo que pase.

Para empezar esta ese extraño dibujo en sus ropas; tienen un diseño antiguo, pero nunca había visto de esa imagen en los libros de historia. Aunque sea un tanto extravagante pensarlo, podría jurar que se trata de algo fuera de este mundo, o de mi mundo al menos; por la forma de esos dos óvalos que parecen formar una cara. Tampoco podía descartar la idea de que estaba en una especie de mundo alterno, por más fantasioso que suene. Además, también está el hecho que si lograra escapar de aquí, no tenía ni idea de cómo regresar; y aunque la encontrara,

Que me espera si vuelvo a mi hogar en esta forma.

Viendo las garras y marcas que hay en este cuerpo; solo sabía que nada podría ser como era antes. Tendría que mantenerme oculto para evitar causar pánico o que el gobierno me secuestre para hacer quien sabe que conmigo, así como ocurre en las películas de ciencia ficción. De una forma u otra, solo pondría en una difícil situación a las personas que quiero.

Si estuvo bueno.

Ya había terminado de comer. Tenía un sabor peculiar, debe ser porque nuestras costumbres de cocina son diferentes, quizás porque los ingredientes que usamos no son los mismos, pero aun así era agradable.

¿Enserio me trajo dos comidas?

La bandeja tenía dos platos y dos vasos, como si fuera para alguien más.

O será que acaso quería que comiéramos juntos, pensé mientras puse una triste expresión al recordar a la niña que se metió en problemas por ayudarme.

El vaso de arcilla tenía unos lindos relieves de flores en él. Debe ser un trabajo de calidad para que toda su aldea pueda reconocer que eran de ella; inclusive ese hombre lo había notado a simple vista.

-Ojalá no le pase nada malo.

Era rara su forma de tratar a un extraño, pero fue la mejor persona con la que pude encontrarme primero. No me imagino si me hubiera encontrado con alguien como ese hombre; de seguro hubiera dejado mis ánimos destrozados.

Dijo que el jugo lo había preparado para mí.

Me pareció un acto dulce, y lo tomé todo de un sorbo.

No puedo distinguir que fruta es; quizás sea una nativa de este lugar. El sabor era algo peculiar, dulce y salado a la vez, aunque toda la comida que uno desconoce, se le es extraño al paladar. Pasa lo mismo con la comida japonesa o italiana, no es que sea mala, sino que es falta de costumbre.

Mientras más pasaba el tiempo su sabor se iba poniendo más claro. Esta bebida era diferente en su totalidad, totalmente diferente; y luego de un tiempo, llegue a una conclusión. "Esto sabe horrible."

            
            

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