Capítulo 5 La responsabilidad de un hijo ante un padre ausente

El agradable clima de la aldea daba un hermoso panorama de los campos de cultivos, y el cielo despejado por un brillante sol mañanero, hacía que una larga caminata resultara muy relajante.

Este es nuestro paraíso.

Pensó el muchacho que iba de regreso a la aldea.

Las cosas se habían estado manejando bien, aunque claro era evidente ya que sabía que tenían a la mejor persona como Guardián, y ambos compartían el mismo amor por ese lugar. Ese era su hogar y harían lo que fuera para protegerlo.

-Buenas tardes, joven Alixa.

Desde los sembradillos, y ya cerca de la época de cosecha, un hombre de mediana edad le saludaba con el puño y bajando la mirada en señal de respeto al muchacho que estaba regresando. Se le notaba una sonrisa en el rostro mientras dejaba de hacer su trabajo para saludarlo.

-Buenas tardes.

Solo respondiéndole con una sonrisa de cortesía y una señal de puño en el pecho, Alixa se detuvo un momento antes de que ambos continuaran con sus labores.

-Parece que todo sigue con normalidad, padre -murmuró en voz baja mientras continuaba su camino.

Estaba regresando luego de estar unos días en el fortín; así que para la gente que estaban acostumbrados a verlo solo en sus labores que tenía en la aldea, Alixa no iba a pasar desapercibido.

Empezaban a verse las cabañas y con ellas a las personas. Cada una lo recibía con una sonrisa sincera, desde los pequeños hasta los más ancianos. Tal parecía que el incidente de hace un par de semanas había dejado de ser una preocupación para las personas; todos se veían tan tranquilos, como si nada hubiera pasado.

Es increíble darse cuenta la confianza que tienen en nosotros.

Puede que sea porque confiaban demasiado en sus líderes, principalmente en su padre.

Su padre tenía la absoluta confianza de todos y cada persona sabía que lo que él hacía, lo hacía para su bienestar de la aldea. Pero el problema era que su padre no se encontraba en la aldea en estos momentos.

Si supieran lo que está pasando; de lo que quieres protegerlos, papá.

Habiendo encontrado un momento en el que ya no se cruzaba con los demás, Alixa se sentó en una gran piedra mientras trataba de analizar otra vez la situación.

La verdad es que yo también quisiera saber que está pasando.

Desde el día en que ocurrió ese extraño incidente, hubo una conmoción tal en toda la aldea que no hacía más que reflejar el miedo en la gente.

Su padre había tratado de calmar los ánimos, convenciéndoles que lograría solucionarlo y todo saldría bien. Como era la costumbre, fue hacia la sala de meditación del fortín a buscar consejo; y desde ese día no volvió a regresar a la aldea.

Los días habían ido pasando, y las cosas se habían mantenido tranquilas; al parecer todos se convencieron en que el problema se había resuelto, olvidando completamente al niño confinado en la cueva.

Alixa sabía que esa no era una actitud normal en su padre, incluso su madre se notaba preocupada; pero la gente parecía tranquila, así que no era necesario preocuparlos por algo de lo que no sabía realmente mucho.

Era común que su padre estuviera ocupado siempre, ya que tenía que supervisar de forma intercalada todas las actividades de la aldea; así que en realidad, lo raro seria que la gente lo viera todo el tiempo. Después de todo, él era el Guardián.

No fue hasta hace tres días que uno de los Maestros lo buscó por parte de su padre mientras estaba en su trabajo en la forja; al parecer este requería su presencia en el fortín.

Recorriendo en aquella ocasión el camino en carreta, Alixa se sentía nervioso ya que habían pasado casi dos semanas sin saber nada de su padre, y ahora lo mandaba a llamar de manera urgente a un lugar al que solo podían ir los miembros de la Asamblea en ocasiones que se les requería.

Papá, ¿qué está ocurriendo realmente?

Se preguntaba mientras llegaban.

Solo en la entrada del fortín, Alixa escuchó varias voces conocidas llegando de una de las habitaciones del lugar; y deteniéndose en el umbral de la habitación, notó las figuras de tres personas que discutían de un asunto aparentemente importante. Contando con el Maestro que iba con él, en el lugar estaban cuatro de las personas más importantes del clan. Los tres Maestros: Dematru, Setrus y Oriop; y el Guardián de la aldea, Arxa.

-Arxa, traje a su hijo.

Habiendo cumplido su recado, el maestro Oriop se lo presentó al Guardián, haciendo que todos los presentes dejaran lo que hacían para observarlos.

A pesar de todos los presentes, Alixa solo podía observar a quien había estado ausente para él todo este tiempo. Su padre actuaba como siempre, pareciera que esa mirada confiada y alegre que siempre tenía, ahora solo fuera una máscara.

-Gracias Oriop -dijo antes de dirigirse a los Maestros- Amigos ya casi acabamos, así que continuaremos en un momento. Podrían darme un tiempo con mi hijo.

Asiendo solo con un puño al pecho, los Maestros salieron de la sala sin demora.

-No sabes cómo los extrañe a ti y a tu madre, hijo. Todo este tiempo aquí ha sido realmente aburrido.

Está mintiendo.

-Tuve que apartarme un poco para buscar algo; una respuesta, y ya la encontré. O creo que muy pronto la hare.

Pero, ¿por qué lo haces conmigo?

-Así que necesitare que me apoyes en algo muy sencillo...

- ¡Papá! ¡Deja por favor esta farsa!

...

Deteniéndose mientras se acercaba a su hijo, Alixa le grito al no aguantar ese comportamiento. Apretaba los puños sintiéndose irritado, mientras veía el suelo sin darle la cara a su padre.

- ¡Te vas varios días sin decirme nada, ahora me llamas, solo tratándome como si fuera alguien en quien no puedes confiar! ¡Te conozco y sé cómo eres cuando ocultas algo; cuando tratas de proteger a los demás de lo que crees que no son capaces de manejar cargando con toda esa carga tú! ¡Es que acaso no crees que yo sea capaz de poder ayudarte en realidad! ¡Que todo el entrenamiento que me diste no fue suficiente como para que pudieras confiar en mí también!

Manteniéndose sin mirarlo, Alixa le critico a su padre. Estaba preparado para cualquier castigo que pudiera recibir por hacer, lo que consideraba, era una falta de respeto.

-No realmente.

Soltando un suspiro de alivio, Arxa tomo asiento en una silla de la mesa donde estaba discutiendo con los Maestros hace un momento.

Alixa se sorprendió ante su respuesta y lo vio de nuevo notando algo impresionante.

Aunque vestía las ropas de cualquier otro miembro de la aldea; el alto e imponente hombre de cabello largo y amarrado, que siempre usaba una pañoleta roja en el cuello, había dejado la fachada de optimista con la que todos lo conocían y mostraba una mirada cansada como muestra de haber estado estresado por varios días.

Alixa sabía que estaba ocultando sus verdaderas emociones, pero no pensaba que estas en realidad hubieran sido tan drásticas; y estaba empezando a arrepentirse de haber forzado a su padre a mostrárselas.

-Sé lo que debes estar pensando, pero no te preocupes hijo. Aunque no lo creas, me reconforta darme cuenta de lo mucho que me conoces.

Trato de sonreír un poco mientras se frotaba la nuca, Arxa trato de calmar la inquietada mirada de Alixa.

-No es que no confié en ti. Pero para un padre nunca es fácil darle una carga tan pesada a su hijo, aun sabiendo lo fuerte que este puede ser.

Seguía estando atónito. Ver a su fuerte padre de esa forma no era algo que le resultara a Alixa nada agradable.

-Padre, ¿qué es lo que está ocurriendo?

Dando un fuerte respiro, Arxa se dio fuerzas para ser lo más directo, que consideraba, podía ser.

-Alixa voy a tener que salir al exterior, más allá del rio, iré junto con Dematru y Oriop; pero voy a tener que dejar la reliquia celestial aquí en el fortín. Necesito que te quedes aquí protegiéndola hasta mi regreso.

Incrédulo ante la petición que acababa de oír, Alixa se quedó en silencio por unos momentos. No podía creer la cantidad de incoherencias que le había dicho su padre. Lo que quería hacer parecía a las locuras que cierta chica solía planear.

-Pero de que rayos hablas. Sabes que está prohibido salir al exterior; y aún más allá del rio. Sabes lo que ha ocurrido en ese lugar antes; ese sitio es el peor. Y no es todo; planeas ir sin la daga y solo con dos hombres. ¿Crees acaso que algo de todo eso es una buena idea? ¿Qué es lo que está pasando?

Alixa todavía no salía de su sorpresa.

Nada le parecía estar bien. Por alguna razón sentía que se enfrentaban al fin de todo; como que una gran calamidad se aproximara.

-Alixa, te has podido dar cuenta que como el Guardián hay cosas que tengo que hacer para mantener a todos a salvo y permitir que la vida en la aldea continúe de manera normal. Aun si eso significa ocultarles algunas cosas a todos.

Habiendo notado el gran miedo que surgía en el interior de su hijo, Arxa se acercó a él, poniendo sus manos en los hombros de Alixa.

-La llegada del niño del exterior significa en realidad mucho más de lo que parece a simple vista. No solo es cuestión si es realmente un niño, ya que el simple hecho de que hubiera podido llegar aquí...bueno, me he podido dar cuenta de más cosas, de las que temí sucedieran.

Ambos estuvieron viéndose, mientras Arxa le explicaba a su hijo, que parecía empezar a comprender.

-No quiero que la gente se entere antes de lograr encontrar una solución. Es por eso que pocas personas saben que me iré. Es por ello así necesito que tú también lo mantengas en secreto.

- ¿Pero por qué el exterior?

-La respuesta que necesitamos la encontrare allá; pero como Guardián, es un secreto que solo lo pueden saber aquellos que heredan esta responsabilidad.

¿Un secreto de guardianes?

Se preguntó así mismo Alixa al escuchar la contestación de su padre.

Viendo su rostro, podía notar que aquella gracia que lo caracterizaba empezaba a oscurecerse a causa del gran peso que estaba cargando justo ahora.

-Te pido que confíes en mí, no solo por ser el Guardián de la aldea y de la reliquia celestial, sino como tu padre.

"Proteger a aquellos que necesitan creer en algo. En un mundo donde la esperanza se ha perdido, un pequeño paraje de salvación se vuelve en los cimientos que necesitan para seguir adelante"; eran aquellas palabras que su padre le repetía muchas veces a Alixa para que comprendiera el porqué de muchas de sus acciones en el pasado.

-Sabes que ir sin la daga hará tu viaje aún más peligroso.

-Lo sé; pero sería mucho más peligroso para el clan que la daga deje la aldea.

- ¿Por qué?

...

Dándose cuenta que dijo algo que no debía, no contesto.

Alixa noto la incomodidad de su padre al no decirle nada. Al parecer había entrado en otra área que no podía divulgar.

-Está bien, comprendo. Pero deberás regresar lo más pronto posible, porque te estaré esperando aquí y necesito volver a la forja cuanto antes o me atrasare en mis deberes, ¿de acuerdo?

Apartándose un poco de su padre, Alixa le dio un leve golpe en el costado para mostrarle que podía contar con él.

Luego de asentirle, Arxa y Alixa empezaron a reír para salir de ese ambiente tenso que se había formado. Eran los mejores amigos y compañeros de entrenamiento; en realidad, eran más que eso, eran padre e hijo.

Yo sé que está bien. Cuando menos nos demos cuenta, volverá y todo este problema abra quedado en el pasado. Todo irá bien, todo volverá a la normalidad...

Los pensamientos del chico se cortaron. Noto la mano de su padre pareciendo limpiar sus mejillas por alguna razón; y al verlo, este lo observaba con ternura. Arxa notó como su hijo trataba de mantenerse fuerte, y a pesar de no querer demostrarlo, el cuerpo del chico reacciono al miedo que sentía en el interior dejando salir lágrimas que al parecer no pudo controlar.

-Es normal sentir miedo, Alixa. Te mentiría si te dijera que no lo tengo. Pero es parte de crecer el también saber usarlo para que te impulse a hacer lo que es correcto. Veras que un día comprenderás que aun la más pequeña de todas las cosas; aun la que parezca que no puede lograrlo, es la que se necesita sobre las demás.

Alixa no comprendió lo que le trató de decir su padre.

¿Cómo es que cosas como el miedo podían ayudar a que sigamos delante? ¿Se supone que solo los valientes pueden hacer cambios al futuro?

Se cuestionó el chico.

Notando dudas en su hijo, Arxa decidió solo hacer un acto de confianza; y sacándose la pañoleta que tenía en su cuello, la doblo un poco y se la coloco en la cabeza de su hijo, como una cinta alrededor de la frente.

-El día que comprendas el significado de esas palabras quiero que la uses alrededor de tu cuello como yo. Al verlo sabré que estás listo para poder guiarlos también.

Tocando la cinta roja, como si fuera el mayor tesoro que existiera en el mundo, Alixa sonrió con lágrimas en los ojos. Y en un impulso de emoción abrazo fuertemente a su padre.

Arxa, aunque sorprendido al principio, también lo abrazo con más fuerza de la que lo hizo su hijo.

Sabían que esta no era una despedida definitiva; pero sí que a partir de ese momento, cuando volvieran a la aldea luego del retorno de Arxa, su relación no volvería a ser como era antes.

* * * * * *

Debido a los sucesos de esta madrugada, Alixa se vio forzado a regresar antes de lo que había planeado.

-Con esto, solo faltarían ellos dos -murmuro para sí mismo.

A pesar que todos se lo preguntaban, Alixa no podía mencionar la razón del llamado, y no porque lo haya decidido él.

-El principal Tririas se lo informara una vez lleguen -era su única respuesta.

Por más optimista que intentara ser, Alixa no podía evitar sentir que esto no terminaría nada bien; ya que resultaba muy difícil creer que esta situación se mantuviese en secreto.

En un principio su padre había logrado convencer al clan que todo estaba bajo control, pero en realidad había un grupo que estaba enterado de la gravedad de la situación, los Principales.

Desconocía la forma en que lo había conseguido, pero al final su padre logró que mantuvieran en secreto la situación hasta que encontrara una solución en la sala de meditación del fortín.

Solo era una promesa tras otra; y a pesar de algunas objeciones, decidieron que confiarían en su palabra aun sabiendo que estaban faltando a una importante norma de estos procedimientos.

A pesar de sus diferencias, confían mucho en él.

Siempre que Alixa podía recordar, casi todos los Principales no estaban de acuerdo con la forma en que Arxa, como el Guardián, realizaba su trabajo. Manteniendo siempre una actitud despreocupada, no creían que él infundiera en la gente (a lo que ellos llamaban) "la imagen de un guardián". Pero las personas confiaban en él, ya que lo veían como algo más que un protector de la aldea, lo veían como un padre que siempre estaba dispuesto a dar una mano a todos sin importar que fuera.

Caminando hacia la siguiente casa, noto a una de los Principales dirigiéndose al fortín mientras tenía una amargada expresión en su rostro.

Sin embargo, ahora todo es diferente.

Alixa no había podido mantener en secreto las acciones de su padre, y ahora está a punto de ser expuesto a todos. Salir más allá de los límites de la aldea sin autorización, dejar sin permiso de la Asamblea el cargo de Guardián en la aldea, y darle a alguien no capacitado (como Alixa) la reliquia celestial en su ausencia; con solo dos de esas acciones era suficiente para que su padre sea considerado un traidor.

Durante esa madrugada en que el monstruoso intruso apareció en el fortín, Alixa se encontraba descansando en el cuarto de meditación cuando lo vio acercarse a la reliquia celestial. Aunque ya habían sometido al sujeto, el problema no quedo allí, ya que se encontraba presente el principal Tririas en ese momento; y sin poder esconder más todo lo que estaba ocurriendo, se le tuvo que informar al Principal de la situación que había llevado al guardián Arxa a salir al exterior.

Sentado en la habitación de reuniones, el anciano de larga cabellera y barba blanca, escuchaba atentamente todo lo que había ocurrido. Aunque se le veía sereno, Alixa noto cierta molestia en el rostro del principal Tririas. A pesar de ser de avanzada edad, su estatura era lo suficientemente alta como para que sentado Alixa apenas pueda pasarle de tamaño estando de pie.

Setrus ya no estaba en el lugar debido a que se estaba encargando de transportar al intruso a la prisión; por lo que solo se encontraban ambos en la habitación.

-Y tú qué opinas de todo esto, Alixa.

Habiendo guardado silencio por unos momentos, el anciano se dirigió al chico en frente suyo que parecía algo nervioso.

-Dime, ¿crees que el Guardián ha tomado la decisión correcta en lo que ha hecho?

Alixa sabía que lo que diría traería consecuencias ya que era consiente que esas decisiones quebrantaban las leyes de la aldea a pesar de tener las intenciones correctas; pero aun así, él confiaba totalmente en el juicio de su padre.

-Principal, no creo que mi padre haya tomado la decisión equivocada, pienso que...

-Alixa, no te he preguntado para que me des tu opinión como un hijo.

Cortando las palabras del chico, Tririas lo miro para especificar su pregunta.

-Quiero que me la contestes, desde el punto de vista que representan cada uno de ustedes. Tú como un miembro de los Guerreros de la siete Hojas quiero que me digas, ¿crees que el Guardián de la reliquia celestial ha actuado bien?

Alixa no supo que contestar; o realmente si sabía y lo que pasaba era que no quería decirlo. Pero tampoco podía quedarse callado ante un Principal y dejarlo sin respuesta.

-No. No fue la decisión correcta principal Tririas -dijo Alixa un poco cabizbajo.

Habiendo obtenido la respuesta que esperaba; Tririas se puso de pie mientras veía la daga en la mesa a su lado, y tomándola cuidadosamente se dirigió al muchacho que está deprimido frente suyo.

-Me quedare en una de las habitaciones custodiando la reliquia celestial. Cuando haya amanecido saldrás hacia la aldea y le informaras a cada miembro de la Asamblea que les estoy convocando a una reunión de urgencia al atardecer aquí, en el fortín. No les digas la razón, ya que todo se les informara aquí mismo. Por lo tanto, nadie más deberá saberlo tampoco. ¿Está comprendido Alixa?

-Si, Principal.

Ya no podía hacer más, Alixa no pudo mantener la promesa que le hizo a su padre; y si todo iba como lo había predicho, la aldea se terminaría convirtiendo en un caos.

Antes de salir hacia la habitación, Tririas vio al chico que todavía seguía en el mismo lugar de donde estaban hablando, inmóvil, como si estuviera indeciso de que hacer.

-Alixa, hay veces en que la desesperación de no ver salidas hace que, inclusive las buenas intenciones, resulten estar equivocadas. Por esa razón, se necesitan el apoyo de todos, ya que uno solo no puede soportar toda esa carga, por más buena intención crea tener. Pero conoces mejor que nosotros al guardián Arxa, por lo que necesitara que alguien así defienda sus acciones en la reunión; será mejor que planees una buena forma de hacerlo.

Viendo hacia el anciano que trataba de sonar confortante desde el pórtico de la otra habitación, Alixa se quedó callado escuchando su consejo.

A pesar de que la situación no salió como lo habían planeado, no era culpa del principal Tririas.

Definitivamente hay una peor persona que se pudo enterar. Felizmente Tririas fue el primero en hacerlo.

* * * * * *

"La Asamblea" era una reunión especial en la que se discutían los asuntos más importantes correspondientes al destino de la aldea. Aunque usualmente las únicas decisiones que se hacían eran para el renombramiento de cargos; o la organización, ya sea de una vigilancia o una festividad; todos terminaban siendo puros asuntos triviales. Esto no era porque no se tomara enserio esta tarea, sino que no había ninguna de situación de emergencia; ya que desde hacía tiempo no ocurría nada que alterara la paz en la aldea; o al menos desde hace seis años.

Mi padre, nuestro actual Guardián, ha presidido todas estas reuniones y ha logrado solucionar cada situación que se presentaba; pero esta es la primera vez que voy a participar en una de esta magnitud, y lamentablemente él no estará allí.

La razón por la que es mi primera vez en una reunión de la Asamblea, es muy simple en realidad: solo pueden estar presente ciertos miembros específicos del clan.

Aquí en Geroger, los puestos para la Asamblea se otorgan atreves de la meritocracia, siendo tus habilidades de combate las que te definen. Un miembro sobresaliente del clan puede acceder al grupo especial conocido como los "Guerrero de las siete Hojas", luego a uno de los tres "Maestros" y finalmente de los cinco "Principales"; aunque claro solo cuando hay puestos disponibles entre ellos. Cada uno desempeñaba un rol distinto dentro de la aldea y eran de quienes caía la responsabilidad de todo, siendo liderados por una persona cuya selección era distinta.

El "Guardián de la Reliquia Celestial" era el caso contrario a las selecciones de los otros cargos. Este era elegido por la misma reliquia sagrada para ser, no solo su protector, sino también de todo el clan. Las razones o criterios por la que eran elegidos se nos eran desconocidos; pero ya que una autoridad máxima a la nuestra lo elegía, no había objeciones contra ello. Era su deber cumplir todos los roles que se le eran confiados desde ese momento hasta el día de su deceso; en donde luego de una semana, se volvía a elegir otro sucesor.

Su juicio y criterio son fundamentales para tomar decisiones, pero eso no quiere que decir la opinión de los otros miembros no sea tomada en cuenta. Es debido a esta razón en que toda Asamblea debe ser integrada por los dieciséis miembros completos, sin excepciones. Aun así, la última reunión se convocó sin tener en cuenta a los Guerreros de las siete Hojas, lo cual fuera de otros motivos, es la razón por la que esta sería mi primera reunión oficial de la Asamblea; y más por los últimos acontecimientos no contaremos tampoco con la presencia del Guardián ni de dos de los Maestros.

Para ser honesto quisiera que esperáramos a que ellos regresaran, pero no soy quien para pedirlo.

Tririas no parece a gusto con esta situación, y la verdad no puedo culparlo, ni yo mismo conozco del todo la razón por la que mi padre tomaría estas decisiones, así que solo me queda confiar en él; aunque dudo que ellos decidan tener la misma confianza que yo.

Por ahora, será mejor que complete la tarea que me han dado; y ya son más de las tres será mejor que me apresure.

Llegar la aldea luego de tres días sí que me ha dejado muchas cosas pendientes que no he podido dejar posponiendo, y para ser poco las dos personas que faltan son algo problemáticas. De cualquier manera, será mejor comenzar por quien está más cerca.

Llegando al cruce principal de la plaza, pedí una carreta prestada en el establo para llegar lo más rápido posible.

-Ya a paso casi un año. ¿Cómo podría iniciarle una conversación si la he estado ignorando tanto tiempo? -murmure en voz baja.

En los entrenamientos, en la calle o cuando llegaba ocasionalmente a mi trabajo; siempre guardaba la misma actitud hacia ella.

-He sido un completo idiota.

Suspire al darme cuenta de la difícil tarea que tenía.

Subí a la carreta que me habían traído y luego de agradecerle a la persona que me la trajo, me dispuse a ir a su cabaña cuando una voz me detuvo.

-Si es el pequeño Alixa; aunque ya has crecido mucho como para seguir llamándote así. Ya te has vuelto todo un jovencito.

Frene el caballo al escuchar esa familiar voz llamándome en un tono peculiar.

-Latiamama, es todo un gusto verla. Ha pasado un tiempo.

Cruzando por la plaza, la mujer que me llamaba era Latiamama. Con su clásico delantal de cocina y su cabello oscuro en una trenza hacia su espalda, está alegre ancianita un tanto robusta llevaba algo que seguramente estaba relacionado con comida; lo cual no era de sorprender debido a que era la mejor cocinera de toda la aldea. Creo que también había pasado casi un año de que no conversamos, debido a que ya no pasaba por su casa como cuando era pequeño; pero es bueno saber que aun así no perdió la confianza como para seguir haciéndome bromas; esto debido a que sabe muy bien que soy un poco bajo de estatura para alguien de mi edad. Aunque no me molesta en lo más mínimo, Latiamama ha sido como una abuela cariñosa para mí y sé que su sentido del humor carece totalmente de malas intenciones; lo que es más, no me sorprendería que sospechara que algo ocurría para que las cosas cambiaran entre yo y su familia.

Pero volviendo a mi tarea; que oportuno es habérmela encontrármela justo ahora.

Habiéndose acercado con la carreta, bajo de ella para hablarle directamente a la mujer.

-Sabe, qué bueno es encontrarla ahora.

- ¿Así?, ¿Y por qué podría ser eso? -me contesto la anciana sonriendo.

-Cree que podría decirle a su nieta que habrá una reunión de la Asamblea en el fortín al atardecer, y se requiere que asista. En realidad lo haría yo mismo pero todavía tengo que entregarle el mensaje a Setrus y no logro encontrarlo. Si pudiera hacerlo me ayudaría muchísimo.

Trate de sonar lo más sincero posible para que no pareciera que trato de evitar a su nieta, como lo he hecho todo el año, y quería tratar que se diera cuenta de ello.

Observándome fijamente, Latiamama permaneció pensativa un momento hasta que finalmente asintió un poco, como si terminara de comprender la situación.

Algo me dice que ya se dio cuenta.

Pensé mientras trataba de disimular mi nerviosismo con una pequeña risa.

-Ya veo, ya veo. Me gustaría ayudarte Alixa, pero justo ahora me dirigía a la granja para arreglar algunos asuntos, y pensaba pedirle a Winill que le llevara este paquete a mi pequeña. Se encuentra en el patio del campo de entrenamiento, y está un poco lejos para que haga todo el recorrido hacia allí.

- ¿El campo de entrenamiento dice? Pero pensé que a esta hora estaba cerrado, ¿Qué hace allí?

-Lo único que sé es que Setrus la encontró haciendo alguna especie de travesura, así que la está castigando mandándola a entrenar. Verdad que no importa cuánto tiempo pase, nunca dejara de ser una niña traviesa.

¡Pero esto era justo lo que me faltaba!

Setrus es la otra persona a quien necesitaba entregar el aviso y aunque es bueno que sepa dónde está, no me agrada nada saber que ambos se encontraban solos.

Airado por enterarme de ello, creo que no supe disimular muy bien mi descontento, ya que al volver a ver a Latiamama, esta me veía con una sonrisa en el rostro.

Oh no, creo que ya sé que significa esa sonrisa.

-Bueno, ya que los buscas a ambos por qué no vas y se los dices tú mismo. De paso le llevas este encargo a ella.

-Es...yo...bueno...vera...

- ¡Ay Alixa!, créeme que lo aria complacida yo misma, pero a mi edad ir todo ese trayecto me resulta muy difícil, y por mi espalda usar una de esas carretas se vuelve un martirio. Sé que debes estar ocupado pero, podrías hacer este favor por una anciana.

Oh vamos, eso es una gran mentira.

Pensé mientras trataba de no hacer evidente que no me tragaba sus palabras.

A pesar de tener ya sesenta años, Latiamama es una de las personas más enérgicas y productivas de todo el clan; si no de quien más heredaría esa chica toda esa capacidad para meterse en problemas si no es por su abuela. Prueba de ello es que es la encargada de la distribución de comidas en la aldea y en las festividades cada año; es por ello que su presencia es muy valorada por todos. Es justo allí donde se diferencia de su nieta; que a pesar de tener un puesto muy importante como es el de una Guerrera de las siete Hojas, aún es muy hiperactiva e inquieta, además de siempre causar problemas cada cierto tiempo sin falta.

Era evidente que esta hábil mujer tenía otras intenciones entre manos al mandarme allí.

-Bueno, de cualquier forma tenía que hablar con Setrus así que no le veo el problema. Se lo entregare yo, descuide.

Buscar darle la contra a Latiamama era imposible; así que solo suspire resignado y acepte el recado recibiendo el paquete de la alegre mujer.

-Que extraño. Pensé que le iba a mandar algo de comida -susurre en voz baja al notar la suavidad del paquete.

- ¿Comida? -pregunto Latiamama al haber escuchado mi voz.

-Bueno, pensé que al estar entrenando tendría hambre como siempre.

No sé si sea algo natural, pero esa chica comía bastante, y no importara cuanto fuera, no engordaba ni un poco; aunque quizás se deba a la cantidad de energía que tenía y el riguroso entrenamiento que realizaba.

Soltando una pequeña risita, Latiamama pareció entender mi confusión.

-Oh, ya veo, comprendo a que te refieres, Alixa. Pero antes de que se fuera, por alguna razón, me dijo a escondidas que no le llevara más comida; como si algo la hubiera avergonzado de nuevo. Así que solo me pidió un conjunto de ropa de cambio.

-Bueno si iba a entrenar es natural que... ¿ah?

Dijo acaso, ¡¿ropa de cambio?!

-Latiamama, ¿Qué quiere decir con un conjunto de ropa de cambio?

Aun tratando de no darme una imagen anticipada con mi mente, mis manos no pudieron evitar temblaran mientras sujetaban el paquete envuelto en una manta que sostenía.

-Oh ya sabes. Un camisón y pantalones limpios, cobertores para los pies; ya sabes, esas cosas.

-Ya veo, era eso no más.

Empecé a reír un poco al darme cuenta que me preocupaba por nada. Por un momento estaba creyendo que había...

-Ah sí, también va sus cobertores de interior. Lo bueno es que esta vez pude encontrar el lugar donde esa chiquita los guarda.

Pareciendo orgullosa de haber logrado algo importante, Latiamama sonrió mientras asentía con la cabeza.

No puede ser. Significa que aquí están sus...

No podía ni siquiera decir en mi mente esas palabras.

Sentía como mi cabeza se iba calentando e intentaba no imaginarme a esa chica usando nada más que esos cobertores que estaba llevando en mis manos.

No es que fuera un pervertido ni nada por el estilo. Digo, a cualquier chico de mi edad se le aria raro llevar este tipo de prendas íntimas de una chica; como sería en caso contrario con una chica llevando ese tipo de prendas de un chico.

No entiendo por qué su abuela me está dando que le lleve este tipo de cosas a ella, no es algo que un amigo le lleve a su amiga.

-Alixa ¿estás bien?, te ves algo nervioso.

-No, es solo que... bueno esto...no sé si deba...bueno usted sabe, yo...

No sabía ni cómo expresarlo ante la calmada actitud de Latiamama. Por más que intentara no podía decir esas palabras.

Mostrando una leve sonrisa en los labios, Latiamama me vio algo divertida.

-Alixa, no me digas que te da vergüenza.

- ¡Pero claro que sí, Latiamama! ¡Cómo puede pedirle a un chico que le lleve esto a su nieta! ¡Voy a quedar como un aprovechado pervertido!

Me exalte (sintiendo que mi rostro está tan caliente que debería estar de un color rojo vivo) al ver que la anciana no podía darse cuenta de la situación aquí; lo cual, creo que estaba muy justificado, ya que era algo totalmente impropio.

-Uff...um...jajajajaja

Luego de quedarse quieta un momento al de escuchar mi respuesta, y sin entender por qué reacciono así, Latiamama trato de aguantar un poco antes de empezar a reír.

-Lo siento pequeño. Solo era una broma. Solo quería ver como reaccionabas al escucharlo.

Aun riendo mientras lo decía, aquella mujer solo se divertía al ver la reacción que había provocado en mí.

-Descuida solo es su ropa normal, no hay nada de lo que debas avergonzarte.

Me había quedado petrificado por varios segundos al escucharla admitir la broma que me había realizado.

¡Está anciana!

Dije enojado en mi mente.

Tal parecía que esta mujer no había cambiado a pesar de los años que tenía.

Definitivamente se nota que esas dos son familia.

-Pero claro que no estaba avergonzado.

Tratando de defenderme, le respondí mientras mi rostro iba bajando su enrojecimiento.

-Además aunque aquí estuvieran sus... Bueno esas cosas; no sería nada vergonzoso; digo, no es como si le fuera a cubrir mucho en realidad.

Me sentía algo fastidiado por la escenita que Latiamama me había hecho hacer, que le conteste molesto...

Pero, ¿qué acabo de decir?

Dándome cuenta de lo último que dije, resultaba había hecho algo mucho peor que lo que Latiamama quería que hiciera; y cuando me di cuenta la mujer me estaba mirando con una seria expresión.

-Ah...Latiamama no quise decir...

-Alixa, más te vale que mi nieta no te escuche decir esas cosas; si no, créeme quedar como un pervertido será el último de tus problemas.

-Lo siento. Por favor no le diga que dije eso -se lo pedí con un tono de arrepentimiento total.

-Descuida pequeño, no es para tanto. Ustedes se conocen desde pequeños, así que sé que no lo dijiste con malas intenciones.

Suspire de alivio al saber que no mencionaría aquello. No quisiera imaginar lo que me aria esa chica si escucha que dije algo así de ella.

-Aunque Alixa ya está en esa edad en que los chicos empiezan a ver a las chicas de forma diferente, y empiezan a sentir atraídas por algunas en específico.

¿Eh?

-Pero debo advertirte que de aquí en un par de años más, mi nieta se convertirá en una señorita tan madura y bella que no tendrá nada que envidiarles a las demás. Así que te aconsejo que vayas asegurándote desde ahora.

- ¡Espere! ¡No estaba pensado en eso, Latiamama!

-Bueno, creo que ya he ocupado mucho de tu tiempo; será mejor que vayas cuanto antes o si no se te hará muy tarde.

A pesar de mis reclamos, Latiamama fingió no escucharlos y se despidió dirigiéndose hacia la granja.

-Así, casi me olvido. Será mejor que Sileria no abra ese paquete frente tuyo.

- ¿Qué? ¿Por qué? -dije observando el paquete dudoso.

-Solo es un consejo.

¿Pero qué quiso decir con eso?, ¿no me digas que de verdad aquí están esas cosas?

Por vergüenza de preguntar, no sabía si me estaba tratando de engañar otra vez o está diciendo la verdad.

"¡Latiamama!"

            
            

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