Eiza... La venganza de la dimensión
img img Eiza... La venganza de la dimensión img Capítulo 5 Decisiones indecisas
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Capítulo 8 El código img
Capítulo 9 La playa img
Capítulo 10 La reunión img
Capítulo 11 Conflictos en masa img
Capítulo 12 El disparo img
Capítulo 13 Desconfianza img
Capítulo 14 Sorprendida img
Capítulo 15 Turbio turbio img
Capítulo 16 Entrelazados img
Capítulo 17 Imprevistos img
Capítulo 18 Quererte img
Capítulo 19 No me desafíes img
Capítulo 20 Volátiles img
Capítulo 21 Únicos img
Capítulo 22 El desconocido img
Capítulo 23 Dispuestos a matar img
Capítulo 24 Novedades peligrosas img
Capítulo 25 Traición img
Capítulo 26 Deseos img
Capítulo 27 La muerte img
Capítulo 28 Maldita sea mi suerte img
Capítulo 29 Adam img
Capítulo 30 Bigamia img
Capítulo 31 Inquietante img
Capítulo 32 Aidan y Carter img
Capítulo 33 Porque nos amamos img
Capítulo 34 Confiando mi vida img
Capítulo 35 Atrapada img
Capítulo 36 Final de la venganza img
Capítulo 37 Epílogo img
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Capítulo 5 Decisiones indecisas

El mundo a mi alrededor se estaba haciendo añicos. Todo lo que podía recordar en aquellos ojos azules, se volvía cenizas en el fuego apagado de aquello que una vez se volvió lava ardiente para seducirme.

El Adam que conocía y amaba no era ese. Mi hombre, mi amor, mi delirio y mi cordura nunca jamas se habría dejado tocar voluntariamente por otra, y desde luego habría despedazado a cualquier otro hombre que me sobara como lo estaba haciendo Adrian parado detrás de mí, dejando su respiración caliente en mi cuello.

Si alguna vez... solo una, comparé la intensidad y posesión de Adam con la de su padre, en aquella playa frente a aquella gente, no había un solo párrafo que narrara la impasibilidad con la que me miraba.

A él. A mi ex marido, a lo que fue del hombre que amé, no le importaba nada quien me estaba reclamando porque ya él se había entregado a otra.

Esa otra por su parte estaba feliz. Pletórica. Su rostro no la dejaba mentir y la puta sonrisa de superioridad en su asquerosa boca me lo gritaba a toda voz.

-Te dije hace unos días atrás -comenzó a rememorar Melina -que tu maridito estaría en mi poder al mismo tiempo que tu te revolcarías con otro. Y mira que rápido estás abrazada a ese otro, que te besa el cuello frente a todos y te dejas, pero sobre todo. Y todavía mejor -se detuvo ella mientras yo miraba a Adam buscando una reacción por sus palabras y solo encontré su mandíbula apretando sus dientes con mucha fuerza -a Adam le da exactamente igual.

-Cierra la boca Melina -escuché a Adrian exigir desde muy cerca de mi oído y no pude evitar separarme de él, para mirarlo a los ojos.

¡Dios de mi vida, era idéntico!

Solamente la mancha en su cuello lo diferenciaba, además de un tono un poco mas oscuro del azul de sus ojos.

Increíblemente los de Adrian eran del color exacto de los de su madre, mientras los de Adam se parecían más a los de Carter y allí mismo, mirando ese detalle asocié todo.

El tipo con el que tenía una cena esa noche, y cuyos ojos me recordaban a alguien, me vino a la mente para que notara, que eran justamente a los ojos del padre de Vicki a los que me recordaba su azul.

-Llévense a los niños -exigió Adam sacándome de mi conclusión, y casi me caigo al suelo.

¿ Cómo demonios podía hacer aquello?¿En quién se había convertido en dos semanas?

-Entrégale el bebé a mi mujer -contradecía Adrian y ambos se miraban con ganas de matarse a golpe -y no vuelvas a negarle algo que ella quiera.

.

Adrian se dirigía al tuerto, pero en realidad miraba a Adam con cada palabra que decía. Y el resto de los niños esperaba callados, el desenlace de aquella batalla campal.

-Te estás equivocando Adrian -decía aquel señor de la cicatriz tan fea y yo intentaba mirarlos a todos, pero mis ojos se iban hasta Adam que me ignoraba completamente, aunque pude notar como se deshacía del contacto con Melina, de manera casi imperceptible -no puedes romper el trato con ellos solo porque estés enamorado. Hay que entregar al bebé.

-Se hará lo que mi mujer quiera -la crudeza en la voz de Adrian era casi palpable y Adam, que seguía siendo el objeto de mi mirada, apretó los ojos cuando él dijo aquella frase. Ese gesto me dió esperanzas.

-Que romántico es tu esposo Eiza -ironizaba Adam -te regala bebés de contrabando para que no llores por el que se te murió.

Los ojos se me desbordaron de lágrimas. Apreté los puños a los lados de mi cuerpo y respirando profundo, queriendo controlar lo incontrolable dije con un desprecio que no pensé algún día sentir por él:

-Adam no es un buen momento para hablar de mi hijo muerto -esa palabra me dolía mucho porque sobre todas las cosas y aunque él lo negara, era su hijo también -déjame tranquila.

-Para mí menos -arremetió bajo la sonrisa macabra de Melina -así que tendrás que aguantarte y joderte. Como hago yo.

No podía creer lo que le estaba escuchando decir. No podía ser la misma persona que había conocido... si al principio era verdad que no tenía un pelo de gentil, aquel Adam incluso, había sido incapaz de lastimarme de la manera en que lo hacía allí, en aquella playa y frente a aquella gente.

-Pero, ¿ A ti que coño te pasa, tío?...¿En quién demonios te has convertido?

-Tú no me conoces Eiza, no creas que lo hacías -caminó hasta pararse más cerca de mí y escupir con desprecio -Tu no eres más que la zorra que se metió en mi cama para que la follara hasta hacerle creer que la quería. Estúpida de mierda.

-Y tu el pringado que comio de mi jodida mano hasta que una puta le coló un hijo a traición ... imbécil... gil de mierda -le grité de manera venenosa y pegando mis narices a las suyas, notando su aĺiento en mis labios tan cerca y tan lejos a la vez, que si las cosas fuesen distintas, lo habría besado allí mismo.

-Zorra tú -vociferó Melina y alzó una mano para golpearme, pero yo estaba tan concentrada en Adam, que no la vi venir.

-Tócala y te pego un tiro -escuché gruñir a Adrian y cuando miré hacia al lado, lo ví apuntando a la cabeza de Melina sin temblarle la mano para nada.

-¡Basta ya, maldición!-gritó el señor de la cicatriz -parecen putos críos. Cada cual haga su trabajo y respeten los tratos. Eiza-me llamó, pero yo no podía dejar de mirar a Adam -debes entender que esto son negocios y has venido aquí a escoger al lado de quien te quedas. El sitio que elijas será el de mayor poder de decisión y entiende que los niños son un pilar importante para el cliente que está viviendo. No podemos perder semejante negocio.

-Hallaremos una manera de solucionarlo pero con niños no voy a permitir que trafiquen en mi cara -sentencié alzando el mentón para el señor. Finalmente dejando de mirar a Adam.

-Si no estabas lista para nuestro negocio -argumentó Adam atacandome otra vez, mientras yo me desprendía de un Adrian que no opuso resistencia a dejarme escapar de entre sus dedos, los que ni sabía que estaban pegados a mi mano -no debiste haber venido. Aquí no queremos pusilánimes ni damiselas asustadas. Puedes irte por donde has venido. Tu querido esposo se puede encargar muy bien del negocio, guapa.

La frialdad y el cinismo en su voz era dolorosa. Verlo tan cerca y no poder tocarlo me hacía sentir miserable y desdichada y pensaba, que su madre se moriría tres veces si viera lo que había sido de su hijo en dos malditas semanas. Dos semanas contra una vida entera, habían convertido a Adam en un monstruo sin sentimientos. Por mucho que quisiera confiar en él, y pensar que había algo oculto detrás de aquella mezquindad, se me hacía muy difícil, cuando lo miraba a los ojos tan de cerca que lo tenía, tanto, que podía ver el vacío en sus pozos azules.

Retrocedí unos pasos y me ubiqué al lado de Adrian, lo miré a los ojos, luego bajé la vista a la pistola en su mano y tomando la que quedaba a mi lado, entrelacé mis dedos con los suyos y, de manera indecisa por dentro, tomé la mayor de las decisiones frente a todos y me posicioné del lado contrario al de Adam.

-Pues mi sitio está al lado de mi esposo...

            
            

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