Eiza... La venganza de la dimensión
img img Eiza... La venganza de la dimensión img Capítulo 7 No puedo más
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Capítulo 8 El código img
Capítulo 9 La playa img
Capítulo 10 La reunión img
Capítulo 11 Conflictos en masa img
Capítulo 12 El disparo img
Capítulo 13 Desconfianza img
Capítulo 14 Sorprendida img
Capítulo 15 Turbio turbio img
Capítulo 16 Entrelazados img
Capítulo 17 Imprevistos img
Capítulo 18 Quererte img
Capítulo 19 No me desafíes img
Capítulo 20 Volátiles img
Capítulo 21 Únicos img
Capítulo 22 El desconocido img
Capítulo 23 Dispuestos a matar img
Capítulo 24 Novedades peligrosas img
Capítulo 25 Traición img
Capítulo 26 Deseos img
Capítulo 27 La muerte img
Capítulo 28 Maldita sea mi suerte img
Capítulo 29 Adam img
Capítulo 30 Bigamia img
Capítulo 31 Inquietante img
Capítulo 32 Aidan y Carter img
Capítulo 33 Porque nos amamos img
Capítulo 34 Confiando mi vida img
Capítulo 35 Atrapada img
Capítulo 36 Final de la venganza img
Capítulo 37 Epílogo img
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Capítulo 7 No puedo más

Esa palabra...esa simple palabra me devolvió la vida.

Era como una clave que desencriptó algo dentro de mí. Algo que me confirmó lo que ya sentía. Aquel hombre que me abrazó en la ducha, que me tocó con amor el vientre y me encendió las ganas, era Adam, mi Adam, mi marido. Simplemente él, mi vida entera.

Su sonrisa me dijo que sabía que estaba confundida pero que sí que era él.

-¡Oh Dios!...

Me llevé las manos a la boca retrocediendo un poco y dejé que mis ojos soltaran dos lágrimas de sorpresa, dolor acumulado y alegría indescriptible. Era Adam. Dios, como dolía verlo tan perfecto como siempre y tan cerca, desnudo y mirándome con la ternura de todas las otras veces que me vió antes del caos que supuso para nosotros, la llegada a la dimensión. Me parecía increíble, que con los ojos como los de su madre, y la mancha en su cuello, me quedara tan claro que era él... ¿Cómo?

-Ven aquí, nena -tiró de mi brazo,tomándome por el otro codo y me levantó por debajo de los hombros para pegar mis senos contra su pecho y ponerme a su altura abrazándome con fuerza, la fuerza con la que Adam me amaba -joder, que manera de gustarme tu olor, cariño, me has hecho tanta falta -ronroneó hundiendo la nariz en mi cuello y restregando sus labios por esa zona de mi cuerpo

-Bésame que soy yo. Nunca he sido otro Eiza, bésame que me muero de ganas. Vamos, dame esa boca y devuélveme la vida.

Lo tomé del pelo sin duda alguna de que efectivamente era él. Había algo en su manera de hablarme que me convencía. Corría el riesgo de equivocarme pero no creía que fuera el acaso, aquel era mi Adam. No podían haber dos hombres que me hicieran sentir de la misma manera.

Mi lengua se fusionó con la suya y cuando la atrapó entre sus labios me sentí en la gloria. Subí las piernas hasta envolver su cintura y gruñó en mi beso cuando su miembro rozó mi entrada y sus manos fueron hasta mis nalgas para apretarlas y llevarme todavía más cerca de él. Estaba duro y listo y yo, yo estaba hambrienta de que me hiciera suya. Le deseaba como siempre que me tocaba y aquella manera tan suya de besarme me confirmaba que era él, y ya después, me haría cargo de averiguar cómo era eso posible.

Me empujó contra los azulejos y me subió un poco más, enfriando mi espalda ardiendo con la humedad de la pared, para beberse mis pechos obligándome a gritar su nombre mientras mis manos se subían por encima de mi cabeza buscando un punto de apoyo que no encontré. Mis piernas se aferraron a lo alto de su cintura y mi sexo quedó abierto en su pecho. El gimió y yo jadeé. Éramos tan únicos que no había margen de error. Aquel era Adam, disfrazado de Adrian. Pero Adam, el mío y de nadie más.

-¡Ahh, por favor, más...!

Mis gritos aumentaron cuando me subió todavía más y terminé prácticamente sentada en sus antebrazos con las piernas abiertas y mi centro en su boca.

Cuando sus labios se cerraron sobre mi clítoris, me mordí los labios en medio de gritos de placer.

Él me estaba devorando como hacía semanas no hacía y yo estaba sintiendo las primeras señales de mi inminente orgasmo.

-Me aprietas la lengua con tu coño y me muero por hacerte mía, nena, se que estás a punto de correré y eso me vuelve loco -habló sobre mi feminidad,calentándome más todavía y volvió a hundir la lengua en mi sexo arañando la vuelva con los dientes y subiendo mi temperatura a niveles peligrosos, provocando que le tirara del pelo y me aferrara con fuerza descomunal al borde superior del cristal de la ducha.

-¡No puedo más...!

Luego de susurrar esas palabras contra los labios de mi sexo y dejarme a las puertas del orgasmo, me hizo resbalar entre sus brazos y caí sobre su polla que se encajó hasta el final de mí espacio, obligándonos a quedarnos quietos, uno dentro del otro y ambos con las bocas abiertas por la lujuria y la sensación asombrosa de sentirnos en nuestro lugar feliz. Nuestro sitio en el mundo. Nuestro espacio solo de los dos. Él dentro de mí, y yo aferrándome a él. Quietos con sus manos por debajo de mis muslos y las palpitaciones de mi vagina enloqueciendolo al tiempo que se encajó un poco más en mí y eché la cabeza hacia atrás mordiendo mis labios y exponiendo mi garganta a un Adam que se lanzó a chuparla, vampírico.

-No sabes como te amo Eiza y joder... -se movió dentro de mí, haciendo círculos suaves y volviéndome loca -no pude más, tenía que seguir haciendo mi papel, pero no pude más. Muévete ya, nena.

Subí despacio, apoyándome en sus caderas y mirando como abría la boca extasiado, observando nuestros sexos como se separaban y cuando me dejé caer, volvían a unirse.

-¡Oh Dios! -gimió mordiéndose los labios y echando la cabeza hacia atrás, cuando me alcé otra vez y gimoteé de placer antes de dejarme caer otra vez y encajarlo al final de mí -madre mía, Adam quiero más.

Sonrió y me mordió los labios. Me estiró y chupó con furor en mi boca y nos suspiramos dentro del beso del otro con pasión desenfrenada.

-No te sueltes nena -dijo de pronto y apreté mis piernas a sus caderas, prendiendome de su cuello para soportar las brutales acometidas que me empezó a dar, haciendo palanca contra la barra metálica que tenía el baño para apoyarse.

Cada entrada y salida de mí, nos hacía delirar. Sus manos iban perdidas por mi cuerpo y su boca se fundía en la mía provocando un frenesí sexual indescriptible. Cada caricia brutal me hacía recordar el amor que nos teníamos y sentía que volvía a la vida y que todo lo que había pasado y lo que estaba por venir tendría sentido, porque Adam me amaba.

Cuando entre embestida y embestida, gritos y más gritos y muchísimos jadeos que nos producíamos con tanta fricción entre nuestros sexos, Adam metió la mano entre los dos y tocó mi clítoris, solo necesitó unos giros sobre él para que me corriera y sintiera que moría de placer en sus manos.

Lo sentí acelerar entre mi piernas y me tomó la barbilla, apretó con sus manos para mantener la posición de mi boca expuesta a él y metiendo la lengua con fuerza dentro de mí, arremetió con velocidad para hacerme llegar a un rapidísimo y segundo orgasmo, compenetradolo con el suyo que lo puso a gritar en mi boca y nos hizo temblar a los dos cuando una última embestida lo ayudó a vaciarse por completo dentro de mí.

...Las piernas no me respondían. Se habían quedado acopladas a su cuerpo y me costaba tanto respirar, que me tuve que reír en su cuello cuando trató de ponerme de pie y me dieron temblores.

Adam cerró la llave de la ducha, que ni sabía que aún estaba abierta y me acomodó contra los azulejos, dejándome recostada para que no me cayera al suelo.

-No sabes lo duro que ha sido estar sin tí, dos asquerosas semanas.

Solo eso dijo, cuando se arrodilló frente a mi vientre y abrazó mis caderas, dejando besos por toda la piel de la zona.

Recostó su frente contra mi abdómen y susurró bajito:

-Hola mis querubines, soy papá.

Otra vez rompí a llorar.

Tenerlo allí, amando a nuestros hijos luego de todo lo que había pasado era demasiado fuerte.

-Siento no haber estado para despedir... -se le cortó la voz y mi barbilla temblaba por el llanto. Me mordí la lengua para no gritar de dolor y así, con ellos hablando, lloré a mi hijo muerto en brazos de su padre -a su hermanito. Pero mamá y yo lo vamos a arreglar todo y viviremos juntitos los cuatro, sin que nadie nos separe nunca más. Lo siento nena. No llores.

Se levantó y me abrazó fuerte. Metí mis brazos por debajo de los suyos y en aquella ducha, con sabor a nuestra historia, me permití por fin despedir a mi hijo en los brazos de su padre.

-Shhh, tranquila, vamos a salir adelante. Yo te lo juro por mi vida que nada más va a pasarles.

Adam era mi casa. Mi zona de confort. El único hombre con el que me sentía libre, mía aún siendo suya. Adam era todo lo que podía pedir, y ya me habían concedido.

...Luego de bañarnos, besarnos y volvernos a besar, era hora de hablar.

-¿Cómo es que tú de pronto pareces Adrian y no lo eres? -pregunté sentándome en la punta de la cama, en albornoz y secando mi pelo con una toalla mientras él ponía una silla delante de mí y se disponía a hablar.

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El día de la reunión alguien explotó las cargas antes de tiempo, aún no sabemos quién, y tuvimos que actuar rápido cuando tú perdiste el conocimiento nena.

Mi padre, que ya había preparado todo con Adrian me encerró aquí y fue mi hermano quien estuvo en el hospital contigo y te dije aquellas atrocidades que eran parte de un plan que sabían que yo no llevaría a cabo porque nunca te podría decir cosas así. Yo fui el que al día siguiente y te besó la panza. Estabas tan triste y yo tan roto, que no sabes lo que me costó.

Luego de eso Eiza nos intercambiamos porque definitivamente no me acostaría con Melina y no dejaría nunca que hicieras vida con Adrian, aún no confío en él, es complicado.>>

-Pero, ¿y los ojos, y la marca en tu cuello? -pregunté acercándome a él, que me besaba los ojos con dulzura.

-La marca es maquillaje nena, a mi nadie se me acerca para tocarme así que se mantiene bien disimulada y mi hermano oculta la suya, los ojos s o n lentes... los dos los usamos. Él necesita hacerse pasar por mí, para ver quien es el traidor y yo, tengo que fingir ser él, para poder mantenerte a mi lado.

-Adam eso es una locura -expliqué alzando las manos con obviedad y parándome a buscar un cepillo entre mis cosas para desenredar mi cabello -ustedes no podían saber que me pondría del lado de Adrian. Podía haber salido todo mal.

-Nena -dijo acercándose a mi, buscando mis ojos a través del espejo en el que me cepillaba y metiendo las manos por dentro de mi albornoz. Era puro fuego -mi tío se encargó de meterte ideas en la cabeza para que vinieras a ponerte del lado de Adrian, está todo perfectamente planificado.

Me detuve mirando a través del espejo su expresión.

Tenía razón. Carter había dicho que lo mejor era escoger el bando de Adrian para tener acceso a lo que él hacía y que pareciera que odiaba a Adam por haberme dejado en el hospital.

Dijo también, que si yo no me ponía del lado del gemelo malo, nadie creería que estaba allí para mantener la herencia de mi tío y por otro lado, Melina estropearía todo, si sabía que no tenía a Adam para ella.

Me habían manipulado, pero bien.

-Y, ¿las cosas que hizo tu hermano en el pasado Adam?, eso no es facil de justificar.

-Mi hermano estaba bajo la influencia de mi abuela Leticia, ya no es así. Y hay una gran parte de la historia que aún no te cuento, nena, así como otra en la que solo los detalles los tiene mi padre y hay que correr ciertos riesgos.

Me había bajado el albornoz y echado el pelo hacia un costado para besarme el cuello a medida que hablaba. Era muy persuasivo.

-Mi padre, está tratando de solucionar las cosas con Adrian y de momento, va todo bastante bien. Luego te cuento eso. Necesito hablar de otra cosa.

-¿Sabes dónde esta Aidan?...

-Exactamente dónde no -reconoció girándome hacia él -pero está haciendo lo que puede para que Adrian crea toda la historia de nuestra parte y no la de Leticia. Mi padre no quiere que vaya a ver a mi madre hasta que no sea seguro para ella. No será fácil.

Me desnudó en cero minuto y tiró lo que había sobre la cómoda al suelo para subirme en ella y meterse entre mis piernas, arrancandome el albornoz de un golpe sacando mi piel ante sus ojos y mis pezones le dieron un gran saludo.

-¡Te deseo...! No pude más nena, nada de esto debías saberlo aún porque necesitamos que me odies, pero es que no puedo más. Te juro que no puedo, no puedo seguir viéndote del lado de otro que no sea yo, y en la playa, viendo como sufrías porque me creías indiferente no pude. Tuve que decírtelo todo, así como tengo que decirte, que no cenarás con ese tipo hoy... -se metió una de mis tetas en la boca y amasando la otra dijo, calentándome el pezón con su aliento seductor -ese hombre es el cliente que quiere a los niños y ni de coña te dejaré ir con él.

                         

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