Ódiame hasta que me ames
img img Ódiame hasta que me ames img Capítulo 3 Cabos sueltos
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Capítulo 6 Desde las sombras img
Capítulo 7 Un chico peligroso img
Capítulo 8 Mentiras piadosas img
Capítulo 9 Próxima misión img
Capítulo 10 Encuentro en el club img
Capítulo 11 Mal presentimiento img
Capítulo 12 Un grave error img
Capítulo 13 Rechazo img
Capítulo 14 El asesino img
Capítulo 15 El secuestro de Diana img
Capítulo 16 La boca del lobo img
Capítulo 17 Malas decisiones img
Capítulo 18 Un recuerdo del casino img
Capítulo 19 Callejón sin salida img
Capítulo 20 El regreso de papá img
Capítulo 21 Intento de escape img
Capítulo 22 Un nuevo problema img
Capítulo 23 Una pista peligrosa img
Capítulo 24 Reclamos img
Capítulo 25 La bendición img
Capítulo 26 Acuerdo de paz img
Capítulo 27 Libros img
Capítulo 28 Confesión inesperada img
Capítulo 29 La despedida img
Capítulo 30 Plan de escape img
Capítulo 31 La maldición de los Lombardi img
Capítulo 32 Ahora o nunca img
Capítulo 33 Cambio de planes img
Capítulo 34 Demasiado tarde img
Capítulo 35 Un grave error img
Capítulo 36 Ilusiones destrozadas img
Capítulo 37 Invitación img
Capítulo 38 La cena img
Capítulo 39 Perdición img
Capítulo 40 El llamado del deber img
Capítulo 41 Paso en falso img
Capítulo 42 Mentiras del pasado img
Capítulo 43 La confrontación img
Capítulo 44 Malentendidos img
Capítulo 45 El tren img
Capítulo 46 Traición img
Capítulo 47 La hora de la venganza img
Capítulo 48 Juntos img
Capítulo 49 Momento decisivo img
Capítulo 50 Confesiones img
Capítulo 51 Arrepentimientos img
Capítulo 52 Una tregua temporal img
Capítulo 53 Pocas probabilidades img
Capítulo 54 En peligro img
Capítulo 55 Incompetente img
Capítulo 56 Una despedida dolorosa img
Capítulo 57 De vuelta a casa img
Capítulo 58 Reencuentro img
Capítulo 59 Malas noticias img
Capítulo 60 Princesa rebelde img
Capítulo 61 La promesa img
Capítulo 62 Un nuevo comienzo img
Capítulo 63 Epílogo img
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Capítulo 3 Cabos sueltos

POV Enzo:

Llevo mucho rato acostado casi desnudo sobre mi cama. La brisa que entra por la ventana semiabierta mueve las cortinas. No puedo dejar de mirar hacia afuera, como si el cielo naranja del atardecer fuera a aclarar mis caóticos pensamientos.

Odio esperar, así que estoy de muy mal humor. Sin embargo, esa no es la única causa de mi irritación, sino todo lo que está dando vueltas en mi cabeza en este instante. Sé perfectamente que ayer hice algo muy estúpido, desobedecí las órdenes de mi padre por primera vez en toda mi vida. Puedo estar en problemas si él llega a enterarse. No me queda otra opción que aguardar hasta saber la magnitud de las consecuencias y luego enfrentarlas.

Me incorporo en la cama y tomo un sorbo del vaso de licor que tengo en la pequeña mesa de noche. Suelto un gruñido al recordar cada detalle de lo que hice. Me pregunto qué demonios estaba pensado en ese momento. ¿Cómo pude ser tan imbécil? ¿Por qué simplemente no hice lo que tan bien se me da hacer? No he parado de torturarme con ese tema desde que regresé a casa. Anoche no logré pegar un ojo.

Finalmente, la puerta de la habitación se abre muy despacio y entra Marena. Ella lleva alrededor de un mes trabajando como empleada doméstica en nuestra casa. Vino de Italia para recibir la ayuda de nuestra familia, y desde entonces suele visitar mi cuarto con frecuencia. No es mi culpa, ella coqueteó de manera descarada conmigo desde que puso un pie aquí. Y, por supuesto, nunca me niego a obtener un poco de diversión que me haga distraerme por un rato de lo que ocurre en el exterior.

Si su padre hubiera sabido a lo que se dedicaría su pequeña hijita aquí en Estados Unidos no la hubiera dejado venir, en primer lugar. Pero eso me importa muy poco, soy un degenerado y todos lo saben, o al menos deberían imaginárselo.

Marena no es una belleza, pero tiene cierto atractivo. Esta tarde lleva su cabellera larga rojiza y lisa suelta, y un camisón que muestra la silueta de su cuerpo desnudo bajo la tela. No debería andar así por la casa, pero le gusta la adrenalina de correr desde su habitación a la mía de ese modo. De cualquier manera, no es un secreto para nadie aquí que andamos follando.

-Pensé que ya no vendrías -le digo en italiano y la miro con dureza. Ella aún no sabe hablar español.

-Lo siento -me responde ella con voz muy baja-, estaba ocupada en la cocina y no pude escaparme antes. No volverá a ocurrir.

Sus motivos me importan muy poco, solo quiero follar. A pesar de que es una chica muy joven y de que tiene poca experiencia con otros hombres, me complace que Marena sea buena interpretando mis deseos y que no me agobie con estupideces. Sabe bien que lo nuestro se limita a darnos placer. Solo eso. Ni siquiera nos besamos, me parece algo demasiado íntimo reservado para las chicas que verdaderamente me gustan, y nosotros solo compartimos sexo.

Marena se acerca a la cama y comienza a acariciar despacio mis piernas, para luego ir subiendo de una manera lenta y sensual hacia el punto donde deseo que estén sus manos en este instante. No tengo que decirle una palabra, ella conoce bien lo que me gusta y me relaja, sobre todo en un momento de tanta tensión como este.

Cuando la mano de Marena comienza a sobar mi miembro por encima de la ropa interior, comienzo a relajarme un poco. Sí, follar es todo lo que necesito para olvidar. Sin titubear, la chica mete la mano bajo la tela y toma con firmeza mi polla medio erecta y la saca. Acerca sus labios sin dudarlo y deposita un largo y pausado beso; después apoya ambas manos en mis muslos y comienza a recorrer todo el bulto con los labios. Siento su aliento cálido en el glande y eso me excita por completo.

Marena engulle todo mi miembro y comienza a chuparlo con fuerza. En realidad, no lo hace nada mal. Inclina su cabeza y pasa los labios por todo el costado del tronco; luego se ayuda con una mano y levantándolo pasa la lengua por la parte posterior. También besa y succiona mis testículos en algunas ocasiones, y luego vuelve a tragarse toda la polla. Parece toda una profesional.

Me incorporo ligeramente en la cama y llevo una mano a su pecho. Le acaricio los erectos pezones por encima del camisón mientras con la otra la sostengo con fuerza por el cabello, indicándole la velocidad de la mamada.

Se me escapa un gemido al sentir que mi excitación aumenta a cada momento. Hago que se detenga, porque no quiero correrme en su boca. Lo único que quiero es metérsela de inmediato y follármela de una manera salvaje. En otras ocasiones me muestro más complaciente con ella y la hago terminar primero con mis dedos, pero hoy estoy demasiado irritado y simplemente quiero correrme para liberar al menos parte de la tensión.

Marena se levanta y deja caer el camisón en el suelo. Es delgada, pero tiene curvas discretas que me resultan atractivas. También me deshago por completo de mi ropa interior y atraigo a la chica con fiereza de vuelta a la cama. Me coloco sobre ella. Sin decir nada, comienzo a sobarle los pechos. Son firmes y pequeños. No puedo resistir la tentación de acercarme y morderle un pezón. Marena gime de placer. Luego llevo la mano hacia su entrepierna y le paso un dedo desde el clítoris hasta el ano. Termino por meterlo en su apretada vagina y compruebo lo húmeda que está. Ya no esperaré ni un segundo más.

Sin darle tiempo a pensar, la penetro por completo. Ella se estremece bajo mi cuerpo al sentir la repentina invasión de mi miembro. Sin embargo, su rostro refleja su enorme placer. Le doy un instante para acostumbrarse y después comienzo a bombear dentro de ella sosteniéndola por las caderas. Me muevo tan fuerte que la cama rechina con cada embestida que le doy y el cuerpo de Marena se hunde en el colchón.

La chica gime más y más alto con cada estocada, pero no me importa en lo absoluto que alguien pueda escucharnos. Estoy poseído por el enojo y la lujuria.

Salgo de repente de la chica y la hago voltearse y ponerse en cuatro. La vista de su culo me resulta siempre más atractiva que la de su rostro. Vuelvo a penetrarla de manera brutal mientras le estrujo las nalgas con ambas manos. Mi polla sale y vuelve a entrar hasta el fondo en su húmedo coño.

Marena está casi gritando, pero yo aumento cada vez más la rapidez de mis movimientos. Tal parece que la partiré en dos. Cuando ella comienza a estremecerse de placer bajo mi agarre, siento que mi propio éxtasis está cada vez más cerca. Entonces doy una última y potente estocada y salgo para terminar sobre sus nalgas y su espalda. Vuelvo a gemir al liberarme de todo el placer y la tensión acumulados, y luego me acuesto en la cama justo al lado de la chica, que aún no logra recuperarse del todo.

El único ruido en la habitación son nuestras caóticas respiraciones. Sin embargo, ni siquiera tener un orgasmo logra que mis preocupaciones se disipen. Mi mente comienza a repetir una y otra vez los sucesos de ayer por la tarde y cada movimiento que hice se reproduce en cámara lenta. Vuelvo a ponerme de mal humor.

Me levanto de la cama y me pongo mi ropa interior y mis pantalones. Tomaré una ducha fría para intentar relajarme. Marena también se levanta y se coloca el camisón de vuelta. Sus piernas aún están temblando ligeramente.

Cuando estoy a punto de salir, la puerta se abre de un modo violento propinando un estrepitoso portazo en la pared. Marena se sobresalta e intenta cubrirse el cuerpo con las manos, pero yo permanezco impasible. Es mi hermana menor, Carina, que entra frenética al cuarto sosteniendo un periódico en sus manos.

La irrupción causa que mi rabia aumente, pero sé que hay un motivo tras el comportamiento de Carina. Mejor aún, sé perfectamente cuál es ese motivo.

-Déjanos solos, Marena -le dice Carina a la chica. Marena asiente y sale de la habitación con rapidez, cerrando la puerta tras de sí.

-¿Acaso no sabes que se toca antes de entrar? ¿Se puede saber qué diablos pasa contigo? -pregunto con molestia, pero ella me arroja el periódico a la cara a modo de respuesta-. ¿Qué mierda es esto, Carina?

-¿Qué mierda es eso? Exactamente eso vine a preguntarte, ¡¿qué diablos estabas pensando?! ¡Lee la maldita primera página, Enzo!

Tomo el periódico en las manos y le doy un vistazo. En efecto, la primera página contiene con grandes letras rojas la noticia del asesinato colectivo en la tienda de la familia Vitale, y dice también que hay una sobreviviente. Pero ya sé eso, o al menos lo imaginaba.

-No sé de qué hablas -le respondo y me encojo de hombros, pretendiendo indiferencia.

-¡Tú dejaste a esa chica viva, Enzo! -me grita ella-. ¡Te expusiste y nos expusiste a todos!

-No es mi culpa, simplemente fallé el disparo.

Carina suelta una risa irónica y da una vuelta alrededor de la habitación.

-¿Fallaste el disparo? -me pregunta en un tono irónico-. ¿En serio? Tú nunca fallarías un disparo a esa distancia, Enzo Lombardi, y le diste coincidentemente en un lugar en el que su vida no se vio comprometida, ¡tú la dejaste vivir a propósito!

-¿Y qué hay con eso? ¿Qué pasa si lo hice realmente? -replico, alzando un poco la voz. Ese tema ya me está tocando los cojones.

-¿Qué hay con eso? -grita Carina-. Ella es un cabo suelto. Tú nunca dejas cabos sueltos porque sabes las consecuencias, nuestro padre se pondrá furioso cuando lo sepa. ¡Eres un idiota, Enzo! Ella puede traer la policía hasta ti, hasta nosotros. ¡Era un trabajo limpio y lo arruinaste deliberadamente! ¿Cómo vas a explicarle eso a papá cuando vuelva de Italia?

-¿Y qué diablos va a decir esa chica, que tengo los ojos grises? -respondo-. Ella no me vio la cara, nadie vio nada, ¡deja de sobreactuar, Carina!

Estoy tratando de calmar los nervios de mi hermana, pero muy dentro sé que ella está en lo correcto. La chica de la tienda no solo vio mis ojos, sino que también escuchó mi nombre y me oyó hablar. Si logra recordar alguno de esos detalles y la policía comienza a juntar cabos estoy realmente jodido, y comprometí a toda mi familia.

-Oh, Dios, esto es un desastre -exclama Carina con desesperación y se restriega la cara con las manos-. Enzo, ella puede llevarte a la cárcel. Yo no soportaría que algo así te pasara. No lo soportaría, no puedo perderte a ti también.

Siento el miedo y el dolor de mi hermana en carne propia. Sé que, si fuera el caso contrario, yo estaría mucho peor, y también sé que ella no es una asesina despiadada. No es como yo. Puede que mi hermana sea parte de nuestra familia, pero no es un secreto para nadie que ella nunca ha estado en paz con las cosas que hacemos. Simplemente se ha acostumbrado porque no tiene otra opción. No necesito mentirle. No a ella.

-Ella debe tener alrededor de tu edad, Carina -le digo en un tono de voz bajo y me siento en el borde de la cama-. Es una chica inocente que no tiene nada que ver con nuestros asuntos, solo estaba en el lugar y momento equivocados. Pude haberla matado, pero decidí darle otra oportunidad. Quizás fue un enorme error, pero me pareció lo correcto en ese momento.

Carina suspira profundo y una lágrima rueda por su delicada mejilla. Asiente y se sienta en la cama junto a mí.

-Lo sé. Sé que ella no tenía nada que ver con lo que fueron a hacer allí -susurra-. Sabes que odio todo esto más que nadie, Enzo. No quiero que las cosas sean así, pero estoy aterrada... No quiero que nada te ocurra... yo no sería capaz de resistirlo, hermano.

-Descuida -digo en un tono tierno, como el que solía usar cuando éramos más pequeños y papá me dejaba cuidándola. Le seco suavemente la mejilla-. Todo estará bien, lo prometo. Esa chica no hablará, nada va a ocurrirme.

Carina asiente y sorbe sus lágrimas. Luego se levanta y sale muy despacio de la habitación.

Tomo un trago largo de licor y vuelvo a recostarme en la cama mientras analizo la situación.

Muy dentro sé que cometí un grave error. Mostré una debilidad que nunca antes había estado ahí, y quizás tenga que hacer algo para enmendar la imprudencia de mis actos. Si la chica decide abrir la boca no me quedará otro remedio que ir a terminar el trabajo, aunque deseo con todas mis fuerzas que lo haya olvidado todo.

No me queda otra opción que encontrarla y vigilarla muy de cerca hasta que la situación con el caso de los Vitale se calme. Nunca tuve algo así en mis planes, pero tengo que comprobar si es capaz de reconocerme antes de que alguien más tome la iniciativa por mí. Sí, tendré que volver a verla.

            
            

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