Capítulo 3 CAPITULO II

En el terminal privado conocido como rampa cuatro solo pueden aterrizar los aviones cuyos pasajeros son titulares de altos cargos políticos a nivel mundial, cónsules, presidentes, embajadores, personajes cuya relevancia y responsabilidad ameritan un recibimiento digno de una celebridad, sin embargo al vuelo que acababa de aterrizar en aquella pista nadie lo esperaba, es más, oficialmente nunca aterrizó en aquel lugar.

Hacia solo media hora, el controlador aéreo, Ricardo Cerasolli había recibido una llamada que le había inquietado, nadie llamaba a aquella torre y menos a esa hora, desde el despegue del avión presidencial hacia veinticuatro horas, sabía que nada pasaría en aquel terminal privado hasta que el presidente regresara, y aquello no pasaría hasta dentro de seis días. La voz de la persona que llamaba era inconfundible, no podía negarse al pedimento de aquel hombre, la orden había sido clara y directa –En quince minutos le pedirán aterrizar en rampa cuatro, no quiero registros, ni siquiera usted debe recordarlo – dijo la voz al teléfono. Luego del colgó sin siquiera dejar que el joven técnico pudiera decir palabra.

Por extraña que fuera aquella petición, una cosa le estaba muy clara al joven controlador, al ministro de defensa era imposible decirle que no.

            
            

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