Capítulo 5 CAPITULO IV

En rampa cuatro, el enorme hangar pintado elegantemente de color azul y que está reservado para el avión presidencial, estaba siendo abierto aquella mañana para recibir una aeronave completamente diferente, la orden era completamente extraña, sin embargo los oficiales encargados del mantenimiento de aquel gigantesco lugar, no estaban allí para cuestionar a nadie y mucho menos a alguien de tanto poder. Abrir, Cerrar y desaparecer, esa era la orden.

El enorme jet privado Dassault Falcon 900XL de fabricación francesa, es una extravagancia de más de 21 metros de envergadura y 20 metros de longitud, diseñado para ser una verdadera oficina y sala de conferencias de alta velocidad. Se encontraba estacionado al fondo del hangar, en su interior un ocupante misterioso de cabello liso y blanco meticulosamente peinado y ataviado en un lujoso traje de diseñador, aguardaba pacientemente acariciando entre sus dedos una pequeña moneda de plata, la tarea que debía hacer en aquel país tercermundista no debía tomarle mucho tiempo,

a esta hora de mañana debería estar disfrutando de su acostumbrado paseo meridiano por el Jardín Tullerais. No entendía porque debía realizar aquella misión él, era demasiado sencilla, sus servicios generalmente eran solicitados como último recurso, cuando la diplomacia se convertía en una opción inviable, pero esta vez solo estaba siendo un vulgar mensajero, y aunque no le agradaba del todo, al menos el pago que recibiría seria cuantioso. Ir, tomar y volver, era todo lo que debía hacer.

El sonido de las puertas abriendo lo saco del ensimismamiento en el que se encontraba, levantó la mirada y por la ventanilla vio acercarse un único vehículo que se detuvo justo a un lado de la puerta de la aeronave, un sujeto ataviado en un elegante traje militar bajo del asiento del conductor mientras él se dirigía hasta allí, Buenos días señor, el jefe lo espera – dijo el oficial en un tono para nada amable.

El sujeto volvió a entrar al avión y tomo su maletín, un par de cargadores y cargó su pistola Beretta Cougar M92F plateada con empuñadura de marfil y el emblema de la Hermandad tallado a un costado. Deslizó su largo cabello blanco del rostro –Es hora de trabajar – dijo mientras caminaba a la puerta nuevamente.

Ve, toma y regresa, se repetía mentalmente. –Esto será muy sencillo.

                         

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