Capítulo 2 No estoy solo

André

Caminaba por la plaza favorita de mi madre como de costumbre, ella iba de compras todos los fines de semana como si no tuviera suficiente de la tortura de la universidad como para que tenga que acompañarla para ayudarla a elegir regalos o ropa para ella. No puedo negarme a no acompañarla porque comienza a decirme cosas como: "Nunca te pido nada", "he hecho todo por ti", "te di la vida", etc. Así que prefiero distraerme con algo de las tiendas en lo que mi madre termine de comprar.

Aunque voy a la universidad aquí, no sé mucho sobre este lugar, ya que me mude aquí hace un mes, mi madre se adapta muy fácilmente y quiere seguir viviendo aquí incluso cuando termine la carrera que estudio en una de las mejores universidades del país. Algo que me llama mucho la atención de este sitio son las cabinas telefónicas, estos imprescindibles cabinas del tiempo y su historia es fascinante, además de ser visualmente atractiva a simple vista como si te hipnotizara a simple vista.

La curiosidad me llamó y me acerqué a la cabina, entré e inspeccioné, los botones contenían polvo y el teléfono estaba algo suelto, aún admiraba la cabina y su interior cuando sentí una mano que me tapaba la boca, luché y me sacudí para no perder el conocimiento, pero sus fuerzas eran superiores a las mías y finalmente me inmovilizó con un golpe en la garganta y al golpear mi vientre para dejarme sin aire e inconsciente.

Más tarde...

Me desperté en un cuarto gris y oscuro, tenía un brazo atado a una tubería y me dolía la cabeza hasta el punto de casi estallar, mis piernas no respondían, me agaché sin esfuerzo y vi que tenía moretones en mi abdomen y brazos, volví a recargar mi cabeza en el tubo y miré hacia el techo tratando de despejar mis pensamientos. Todo estaba borroso y confuso al intentar recordar y cada vez que intentaba recordar aunque fuera un poco empezaba a dolerme la cabeza, traté de moverme aún más tratando de inspeccionar la habitación, y como a cualquiera se le hubiera ocurrido, empecé a gritar sin cesar.

-¡Ayuda! - grité desesperadamente con todas mis fuerzas.

Me moví un poco y observé un vaso de agua frente a mí, moví mi brazo y alcancé el vaso, tomé un sorbo para calmar un poco mi sed y me recargué en la pared, un sudor frío recorrió mi espalda y mi pecho se aceleraba con cada minuto que pasaba. En ese instante me arrepentí de todas las veces que me quejé de mi madre, si tan solo pudiera despedirme de mi madre, si me hubiera portado bien con ella, ahora no se nada de ella, si le hicieron algo o si solo fui yo al que secuestraron.

Cuando estaba a punto de rendirme escuché un ruido proveniente de la pared en el lado derecho de la habitación, me levanté y traté de acercarme a la pared, la cuerda no me dejaba acercarme tanto, pero podía escuchar mejor desde ahí.

-¡¿Hay alguien ahí?! -pregunto alzando la voz.

Solamente escuché más golpes, pero por alguna razón, sentí su misma desesperación que la mía por salir de aquí, tal vez tenga una pistola o algún cuchillo, y está tratando de abrir un agujero en la pared, espero que no tome mucho tiempo, ya que la pared está bastante desgastada y aquí abajo hay mucha humedad.

Más tarde...

Me quedé dormido de nuevo a pesar del sonido de la pared de al lado, por el rabillo del ojo pude ver a un tipo bajando las escaleras, con una sonrisa de oreja a oreja, me sentí tan cansado que ni siquiera pude hacer un esfuerzo por detenerlo, el tipo me dejó un plato de comida y se alejó de espaldas. Cuando salí de la habitación me recargué otro momento para cambiar la posición de mi cuerpo, me sentí un poco mareado y mi cerebro no terminaba de procesar lo que había sucedido, todavía tenía recuerdos de mi mamá y de la plaza a la que siempre íbamos, todo era tan confuso.

Después de esa pequeña revisión, apoyé mi brazo en el tubo de al lado y traté de levantarme un poco para llegar al plato con comida, que era solo una lata de frijoles y el vaso con agua. Comí hasta que vacié el plato pequeño y bebí la mitad del agua, me recosté en la pared mientras escuchaba ese ruido de mi compañera o compañero trabajando, en mi mente le di pequeños ánimos, era un ruido constante, pero no muy fuerte, así que deduje que sería de alguien tímido y asustado pero perseverante.

A medida que pasaba mi tiempo tratando de mantener mi cordura en ese lugar, comencé a imaginar cómo se vería mi compañero, aunque también me dio tiempo para pensar que podría ser un niño o niña, eso explicaría su poca fuerza y su miedo, o simplemente era débil como yo, y lo estaba dando todo con su última fuerza, todas las posibilidades pasaban por mi mente para pasar el rato.

Pues esa persona desconocida al otro lado de la pared era mi único aliado en este momento y tenía que ayudar de alguna manera, me imaginaba a alguien rubio de ojos celestes y estatura media, tratando de salir de ese sitio desesperado y concentrándose en todo momento en tallar ese lado de la pared, para que pudiera llegar al otro lado aunque decepcionado por no llegar a la salida, tal vez también tenga familia y tal vez algún día pueda salir de allí, o tal vez ya he perdido la cordura, y estoy imaginando cosas que me dan falsas esperanzas. Me recosté en la pared y lágrimas amargas recorrieron mis mejillas con una sonrisa forzada por pensar en que todo esto pasara y que alguien debe estarme buscando allá afuera.

Después de esa larga reflexión dejé de escuchar el sonido de al lado y me acosté en el suelo, pensé que la persona de al lado se cansó y estaba tomando un descanso para seguir golpeando la pared, pero luego un grito agudo se escuchó al otro lado de la pared, me molestó e inmediatamente me levanté para saber qué estaba pasando, además esos gritos me confirmaban que era una chica y que este idiota debe estar haciéndole algo.

-¡Déjala! - grité molesto.

Ese grito continuó escuchándose junto con sollozos desesperados, me reuní al lado de la pared y golpeé con mis puños tratando de llamar su atención, seguí golpeando sin parar, para que me prestaran atención y la dejaran en paz.

-¡Déjala en paz! - grité con más fuerza.

El llanto no se detuvo, hasta que después de 20 minutos cuando mis puños ya estaban sangrando y mi garganta ya no podía emitir más palabras, volví a mi lugar para recostarme y esperé a que mi compañera siguiera tratando de hacer el agujero en la pared o al menos ella hiciera algún ruido para saber que seguía con vida.

Un instante después, mi puerta se abrió y ese tipo entró con un látigo aparentemente de cuero en sus manos, junto con una sonrisa burlona. Se acercó a mí lo suficiente, y me quito la camisa, me empujo hacia un lado de la habitación y procedió a golpearme con el látigo en la espalda, ya no tenía la fuerza suficiente para gritar y simplemente cerré los ojos mientras presionaba mi mandíbula. Después de un rato se aburrió y me empujó hacia atrás, me di la vuelta como pude y lo vi salir de la habitación con una sonrisa de oreja a oreja dejé escapar un grito ahogado y traté de visualizar mis heridas, tomé la cadena y la tiré por frustración, el sonido del metal estrellándose me enojó más, recargué mis manos sobre mi cabeza para tratar de calmarme un poco de esta furia que llevaba por dentro.

            
            

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