Ingreso al instituto y acarreo la mirada de todos, sin embargo, la mía está dirigida al ignorante que lanzó agua sobre mi uniforme. Le veo Adiel ingresar a la oficina de profesores, ese tarado tiene una sonrisa dibujada en sus labios, maldición, como puede sonreír y verse aún más guapo de lo que ya es. Suelto un suspiro y pongo los ojos en blanco.
-¿Que paso? ¿Por qué estás mojada?
-¿Que acaso no hizo sol en tu choza? -Sonrie la idiota de Domi.
-No quiero hablar del tema-expreso y caminó hasta el centro de la pista donde se realiza la formación.
Pasan varios minutos para que el inspector inicie el parlamento de cada lunes, mientras tanto mi cuerpo tiembla porque estoy totalmente empapada de agua, si continúo así terminaré enfermando.
-Señores estudiantes, les presento el nuevo maestro de Contabilidad, Adiel Mohamed.
-¡No!, que puto destino, lo que faltaba, que Adiel sea mi profesor-Esto parece que fuera un castigo divino por haber salido aquella noche, por desobedecer a mi tío tendré que aguantarme al pervertido de Adiel, en el instituto también.
Definitivamente hoy no ha sido un buen día, apenas van transcurriendo unas horas y ya estoy hecha trizas, y tengo la certeza que los días que vendrán serán igual o peor, mientras Adiel Mohamed esté cerca no tendré paz.
-Ingrese a sus aulas-. Camino a pasos rápidos y una vez dentro me acomodó en la silla, soplo mis manos tratando de entrar en calor.
-Kiara ¿qué pasó? ¿Por qué está toda mojada?-Cuestiona Mer...
-Un idiota me mojó con la enorme champa de agua que esta antes de llegar al colegio.
-¡Que degenerado!, ¿por qué hizo eso?-Masculle y miro al lagañoso que acaba de ingresar.
-Uno como el que acaba de ingresar-vocalizo al rodar mis ojos.
-¡Buenos días!, tomen asiento-dice y Mer se va.
Sigo sin creerlo, me parece increíble la mala suerte que tengo, es tanta que el imbécil de Adiel termina siendo mi profesor, sigo moviendo mis manos para tratar de calentar el frío que acecha mi cuerpo mojado.
-Estas son las hojas que dejo el antiguo licenciado, así que ustedes ya saben lo que tienen que hacer.
Va dejando una hoja en cada pupitre, cuando llega a la mía se detiene, siento una ganas infinita de clavar mis uñas en su hermoso rostro.
-Señorita Salman...
No le dejo hablar y le quito la hoja de sus manos, giro mi cuerpo para sacar mi cartuchera y sigue parado ahí, ignorando su presencia agacho la cabeza y me concentro de lleno en el examen, de repente algo abrigado caer tras mi espalda, alzó la mirada y me encuentro con esos ojos azulinos que aceleran mi corazón.
Poniendo los ojos en blanco renuevo mi cuerpo para que ese cálido abrigo caiga de mi espalda, así me muera de frio no aceptaré nada que venga de él, siento tanta rabia al ver su hipocresía, primero me moja y luego viene como súper héroe a darme cobijo, pues no quiero su abrigo tras mi espalda, definitivamente no quiero nada de él, su sola presencia me es hostigosa.
-Señorita Salman, si no se abriga se va a enfermar.
-Prefiero eso a tener que cubrir mi espalda con su chamarra-reprocho en voz baja y llevo la mirada a la hoja, cuando estoy por concentrarme vuelve a colocar la chamarra y en esta vez la arregla mejor, el aroma de aquel abrigo se adentra en mis pulmones provocando sensaciones jamás antes sentidas, me quedo perdida en su mirada y cuando todos empiezan a murmurar y me levanto.
-No tengo frío Licenciado, le agradezco su cortesía-. Expreso mirándole fijamente, trago grueso al sentir su mirada penetrante que taladra.
-Como quiera-. Balbucea y continua entregando las hojas, por consiguiente me siento y vuelvo a concentrarme en el examen.
El examen a estado demás de fácil tanto así que en quince minutos logré terminarlo, le doy una última revisada y al ver que no hay error alguno me levanto, camino hasta el escritorio y coloco la hoja en el antes nombrado, regreso al pupitre cierro la mochila y me propongo a salir del aula, a pasos rápidos salgo ignorando por completo Adiel que se encuentra en la parte trasera del aula.
-¿Donde va?-Inquiere mirándome con esos ojos grandes.
-Ya termine de hacer el examen.
-Y?
-Es una vocal-suelta Armando y con por esa broma se gana una mirada de enojo por parte de Adiel.
Al escuchar las risitas recorro la mirada por todo el salón y deparó en él.
-Cuando se termina un examen, uno debe retirarse.
-¿Quien lo dice? ¿Usted?-Acota caminando hacia mí, estoy parada a unos metros de la puerta, mis piernas se han quedado prendidas del piso y no puedo moverme.
-Vuelva a su asiento-. Ruge pasando por mi costado y dejando su aroma que asfixia mis pulmones.
Pongo lo los ojos en blancos y camino de vuelta al pupitre, le veo tomar mi examen en su mano y lo contempla detenidamente, mientras lo hace desliza uno de sus dedos por la cejilla, me quedo observándole y suspiro gruesamente, Adiel es tan guapo. Cuando lo veo caminar de nuevo hacia mi, apartó la mirada de su hermoso rostro y la clavo en el suelo, pasa de largo y una vez atrás refuta.
-Retírese.
Con rapidez me levanto y de la misma forma salgo, camino hasta la cancha de básquet y pido un balón, empiezo a lanzarla en el aro para entrar en calor.
RELATA ADIEL.
Me llega el arrepentimiento cuando veo a Kiara toda mojada, en realidad que estoy arrepentido por haber hecho aquello, ¿ustedes creen?, nada que ver, se qué no debí hacerlo pero en aquel momento me dejé llevar por las ganas de vengarme, Kiara Salman me ha hecho muchas y lo que más deseaba era tener una oportunidad de cobrarme una, y es día llegó. Llegué a creer que después de haberla mojado se iría a casa, no obstante, Kiara ingresó al instituto aún estilando agua, cuando llegue a la oficina entendí porqué lo había hecho, eran días de exámenes y no podía perder esta clases trátate de reivindicar mi error y coloque mi suéter tras de ella, pero la mal agradecida no la acepto, por lo visto esta mocosa es más orgullosa de lo que imagine.
Cuando se cumplió la hora del examen recogí las hojas que faltaban, las guarde en la carpeta y salí del aula, caminé hasta la oficina donde se encontraba Leila quien al verme me abrazó y dejo un cálido beso en mi mejilla.
-¿Todo bien en el examen?-Inquirió y asentí
-Si, hubo unos que no resolvieron absolutamente nada, hay otros que lo hicieron muy rápido. Expliqué y me senté, al igual que yo ella también lo hizo lo mismo, minutos después nos levantamos y caminamos hasta la cafetería donde me encuentré a Kiara, la muy coqueta estaba muy sonriente con el mismo mocoso de ayer y lo que es peor, cargaba puesta una chamarra que probablemente era de él. No se porqué me sentí rabioso, quizás era porque esa mocosa rechazó mi suéter delante de todos sus compañeros y ahora la encontré con la chamarra de otro. La sangre empezó a hervirme y suspiré gruesamente maldiciendo mentalmente.
RELATA KIARA: Aún con la ropa húmeda camino hacia el bar, cuando la señora del antes nombrado entrega lo que he comprado siento algo abrigado caer tras de mi espalda, me quedo gélida y lentamente voy girando mi cuerpo, juraba que nuevamente Adiel había colocado su chompa sobre mi espalda. Al girarme descubro que no es el, agradezco en mis adentros el haberme controlado, porque de no haberlo hecho estamparía el plato de comida al pobre de Gonza.
Gonza Randall, es un chico apuesto del mismo grado que el mío, solo que esta en un paralelo diferente. Yo estoy en el A y el en el B, pero siempre hemos sido buenos amigo, aunque Mer dice que Goza me mira con ojos diferente pues yo no le veo de la misma forma, para mi es un niño y jamás me han gustado los niños de mi misma edad, a mi siempre me gustan los hombres mayores, así como el amigo del tío Félix, pues ese hombre a sido mi amor platónico desde siempre.
Suspiro cuando veo al idiota de Adiel llegar con la pelo de lote, al toparme con su mirada pongo los ojos en blanco y le doy la espalda. No se porqué pero siento su mirada aún caer sobre mi, por un instante deseo tirarme pero desisto.