El chico fue detenido por el asesinato del chico de las flores, que desagradable situación, fue culpa de ese chico, se metió con una chica que tenía dueño ¿Por qué culpar a alguien que da todo por amor? Él había matado a una persona que se lo merecía y pensaban castigarlo por ello?! ¡Absurdo! Él no pensaba permitir que lo encerraran como un perro cuando lo único que hizo fue defender lo que es suyo.
– ¿Piensan encerrarme como si fuera un animal? – Pregunta el chico con indignación al oficial de policía que lo interrogaba
– Así es, te encerraremos como el animal que eres – Respondió el oficial mientras observaba las fotos de la víctima, el rostro desfigurado del chico de las flores y las pruebas de que el chico frente a él lo había hecho con sus propias manos – Eres un animal muy peligroso, encerrarte no será castigo suficiente pero, lastimosamente se ha prohibido la pena de muerte en este país, si no fuera por eso, todos los de tu clase hubieran muerto hace mucho tiempo, al igual que sus víctimas.
– ¿De qué estás hablando? Ese tipo se lo merecía, intentó meterse con mi chica – Dijo el chico acompañando su frase con una pequeña sonrisa de lado y un tono calmado pero ansioso a la vez – Él se lo buscó, puedes preguntarle a quien quieras, habían muchas personas en el lugar pero nadie hiso nada ¿Por qué crees que sea eso? – Completó su sonrisa de extremo a extremo – ¿No es obvio? Todos vieron cuando él coqueteó con mi chica ¡¡Estaban de acuerdo con que se lo merecía!!
El oficial de policía suspiraba con cada palabra que escuchaba, esto hacía que su paciencia se fuera agotando poco a poco.
– Escucha lunático, no te atrevas a levantarme la voz de nuevo o te arrepentirás. Puedo matarte aquí mismo pero me contengo por una sola cosa, y es esa cámara que está atrás de ti. Si continuas con esa actitud, mandaré al carajo mi carrera y te borraré esa estúpida sonrisa que tienes a golpes. Personas como tú que matan a quien se les antoje y luego sonríen como si lo que hicieron fuera igual a untar mermelada en el pan del desayuno no merecen compasión, créeme, te mataría si no fuera por esa cámara.
– ¿De verdad? – El chico empezó a reírse descabelladamente – Entonces hazlo ¡Hazlo! No pongas la cámara como excusa
– No arruinaré mi vida por basura como tú – El oficial retrocede en su asiento relajándose un poco de la situación – Esas personas que mencionaste, no ayudaron por una razón y es que tenían miedo de que un animal como tú los pudiera morder
El chico se impacienta antes su palabras y las toma como ofensa
– ¡Te he dicho que no me trates como un animal! – Toma impulso inclinándose sobre la mesa quedando así un poco más cerca del oficial de policía, luego sonríe intentando provocarlo – Parece que quien tiene miedo es alguien más, admítelo, no eres capaz de matar a nadie, pero quieres serlo, quieres ser como yo, capaz de matar por defender lo que es tuyo, por defender lo que piensas, quieres ser alguien que pueda dejar salir toda la rabia que tiene por dentro, al instante, sin pensarlo, igual que yo, pero no. Tú jamás podrás matar una persona, y sabes por qué? porque nunca dejarás de ser un cobarde ¿No es cierto? La cámara solo es una maldita excusa para ocultar tu miedo
– ¡Cállate maldito imbécil! – El puño del oficial chocó contra el rostro de aquel chico desquiciado, haciéndolo caer de la mesa contra el suelo – ¿Acaso quieres morir? Puedo matarte si quieres, maldito hijo de perra
– ¡Hazlo! Si puedes entonces hazlo
El oficial de policía no pudo contenerse ante las provocaciones del chico, sacó su revolver y le apuntó con él pero cuando tuvo que jalar el gatillo, se detuvo.
– Lo pensaste demasiado – El chico se abalanzó sobre él, provocando que ambos cayeran al suelo, después de forcejear por unos momentos, el chico tomó posesión del arma y le apuntó con ella – Te lo dije – Sonrió descaradamente – Eres un cobarde, nunca matarás a nadie porque no tienes las agallas para hacerlo – Empieza a reírse alentando el enojo del oficial. Cuando el oficial se puso de pie, el chico lo golpeó con el reverso del arma dejándolo inconsciente – Ambos sabemos que no merezco estar aquí – Dijo el chico mientras quitaba la gorra del oficial y la acomodaba en su cabeza – Agradezco su cooperación, señor oficial – Mueve al oficial inconsciente intentando ocultarlo, despoja a la cámara de su memoria guardándola en su bolsillo, abre la puerta y con cuidado asoma la cabeza para revisar la presencia de más personas y seguido de esto intenta huir.