El chico no hizo nada, tampoco intentó obligarla a hablar, estaba enojado por lo que ella le había dicho pero intentaba comprender, después de todo es una mujer, las mujeres son sensibles y se toman muchos derechos que no les corresponden ¿Cómo pueden pensar que tienen el derecho de levantarle la voz a un hombre? Pero eso no importa ahora, el chico está a su lado y tendrá mucho tiempo para enseñarle como se debe comportar una mujer, como debe tratarlo, no es bueno que él permita que una situación como la anterior se vuelva a repetir, si le permites a una mujer ser altanera e insolente una vez, querrán serlo diez veces más. El chico no iba a permitir eso, después de todo él es el hombre, él es quien manda.
La puerta se abrió, un hombre de cabello largo, drogadicto tal vez indicaba su aspecto desaliñado, alcohólico si tomamos en cuenta las muchas botellas que se ven tiradas en el suelo de la sala, su ropa sucia a mal vestir, sus pequeños pero notables tatuajes en el hombro izquierdo de lo que probablemente sea una calavera en llamas. Debe ser fan de aquella película – Pensó la chica seguido de: – Tiene las características de alguien que haría cualquier cosa por conseguir dinero para sus vicios. Pedirle ayuda no era una opción, en especial ahora que acababa de abrazar al chico ¿Amigos? No es sorprendente que tenga esa clase de amigos, considerando de lo que es capaz – Negándose a hablar como una forma de protesta o a mejor entendimiento, una forma de protección, la chica solo podía expresar sus quejas en sus pensamientos.
– ¿Y ella quién es? ¿Un regalo? Te dije que no acepto esa clase de regalos, sobrepasa mi moral – Habló el hombre mientras sacaba una caja de cigarrillos de su bolsillo trasero
– No se trata de eso, necesitamos tu ayuda – El chico habló mientras tomaba la mano de la chica
– ¿Tu novia? – El hombre sonrió – Por fin maduraste, entren – Abrió paso para que los dos entraran – ¿Qué ayuda te podría ofrecer alguien como yo? Estás al tanto de mi situación ¿no? – Se sentó en el sofá frente a una televisión encendida y después de pasar por la llama de un encendedor puso el cigarrillo en su boca – No tengo dinero, si vienes a pedirme prestado te equivocaste de persona, es más, mi situación me obliga a pedirte prestado a ti
– No necesito dinero, necesito un lugar donde nos podamos quedar mi mujer y yo – El chico vio el rostro del hombre un poco indeciso – Por supuesto te voy a pagar, necesitas dinero ¿no? Pagaré la tarifa que me pidas y así todos contentos ¿Qué dices?
El hombre sacó el cigarro de su boca y exhaló una bocanada de humo
– Está bien, quédense ahí – Señaló una habitación tras de ellos – No es grande, ni limpio, pero es lo único que hay, yo dormiré en el sofá
– Me parece bien – Respondió el chico