¿Cómo le diría a Seba el riesgo que corre al estar cerca de ella?, Recordó la amenaza de Gabriel "si te llego a ver con alguien, él y tú me las pagan, crees que me importa ir a prisión por una puta como tú, habría una menos en la tierra ".
Lágrimas rodaron por su cara mientras mira hacia afuera. Ve pasar los enormes edificios, ve a parejas de las manos que caminan por la acera. Aquella postal la llena de nostalgia, en el fondo de su corazón, desea un amor que la ame, sin dañar, sin amenazas, sin culpa. Luego atrae a su memoria los detalles enigmáticos de Julián. Su amabilidad refleja su educación, su caminar encierra confianza. Su mirada atraviesa y desconcierta a la vez. Nadie sabe su apellido, el registro lo hace a nombre del señor Montecinos. Luego la aterrizan las amenazas de Gabriel. No sería responsable por lo que pudiera hacerle a Seba, solo por obviar sus intenciones asesinas.
Además, Seba es un buen hombre, su madre depende de él, solo se tienen el uno al otro, y ella no quería cargar con culpa alguna si podía evitarla.
A veces siente ganas de gritar al mundo que no se enamoren, que aquel estado solo les traerá dolor y soledad. Se sumió en el miedo al fracaso, al desamor, a no creer que realmente exista un hombre capaz de amar sin condicionante alguno, sin egoísmo, y sin narcisismo.
Recordó las veces que lloró de camino al departamento que compartía con Gabriel, mientras caminaba a las diez de la noche, sin importar lo que le pudiera suceder.
Caminaba tan lento, rogando a Dios que aquel camino fuera eterno, pidiéndole que se la llevará, porque una cobarde no merecía vivir rodeada de tanta belleza.
Al llegar era el mismo show de siempre, con quién estuviste o a qué motel te fuiste a desnudar.
Sabía que al llegar estaría obligada a tener sexo, solo porque él así lo quería, o ser despertada a las tres de la madrugada; solo por qué tuvo un sueño dónde la veía con otro hombre, para luego exigir el nombre de su amante.
Con el pasar de los días se fue sintiendo tan sola, se ahogó y adormeció entre licor y marihuana. Así el sexo no lo recordaba, dormía toda la noche, ya no lloraba en silencio, total se estaba matando lentamente, se la pasaba mareada por el alcohol, y con sus sentimientos planos con la hierba alucinógena. Que importaba, al menos así su dolor era menos, su tristeza llevadera, y su vida culposa le era más aceptable. O así lo creía, viviendo fuera de sí, observando a otros, preguntándose si ellos vivirían de la forma en que lo hacía ella.
No era la mejor forma de vivir, pero así se mantenía sobreviviendo.
Recordó su matrimonio, cuando él dijo amarla y protegerla, ¿cómo es que destruyes lo que se supone que amas?
Al separarse sus amigos le dejaron de hablar, su familia la culpó, ¿cómo fue a separarse de ese buen hombre?, A su dolor le agregaron la culpa.
Sus amigas buscaron a Gabriel para darle consuelo.
Se quedó sin nada, comenzar de cero no es fácil, se cambió de trabajo, de barrio, a uno más modesto.
Para Catalina la vida no le ha sido fácil. Cada mañana se daba ánimo sola, al menos estaba descansando sin ser molestada con alguna estupidez de un maníaco.
En el pasado llegó a pensar, que todo pasaría, que un día aquella pesadilla acabaría y que Gabriel sería de nuevo el hombre del que se enamoró. Aquello era solo un sueño, engañarse a sí misma dolía menos.
Al llegar a casa acarició como de costumbre a Odín, se tiró sobre su cama y recordó el exquisito aroma del perfume de Julián, pero solo recordó su aroma. Ella se había cerrado al amor a sus treinta y dos años, se negó a cualquier motivo de felicidad, viviría con el miedo por siempre.
¿Cómo podría confiar de nuevo en alguien sin correr el riesgo de ser destruida nuevamente?
Recordó la primera vez que Gabriel la acusó de algo que no estaba ni en sus sueños de hacer.
Le llegó un mensaje en el cual decía, ¿te interrumpo, lo estás pasando bien mientras no estoy, con quién estás ahora?
Ahora se sentía tonta al recordar, que, en aquella primera ocasión, le llamó tratando de convencerlo que no lo engañaba y que nunca lo iba a engañar, que solo lo amaba a él.
La fortaleza con la que se levantaba a diario, al mediodía se le escapaba. Con su vida fracturada, y cada vez que intentaba reparar, los fragmentos la volvían a cortar. Se acostumbró a vivir sangrando.
Recordó varios episodios que le hacían sospechar que quien engañaba era él.
"Cómo fui tan tonta "se dijo a sí misma y en voz alta.
Trajo a su memoria las veces que salía a eventos con amigos y que algunas mujeres mayores lo halagaban enfrente de ella. También visualiza las veces que él se cambiaba dos o tres veces la ropa antes de salir juntos, a los cumpleaños de los conocidos.
-Buenos días linda, ¿cómo estás hoy? -preguntó Seba
-Muy bien ¿y tú, ¿qué tal la noche?
-Bien, mi madre durmió sin problema. Dice que te diga que la vayas a ver, cuando puedas.
-Dile que lo haré muy pronto.
-Buenos días -al escuchar aquella voz, Catalina levantó la vista de la hoja donde escribía un registro, para luego pasarlo al computador.
-Buenos días don Julián-contestó mirándole fijo a los ojos.
-Quiero recorrer un poco esta bella ciudad -dijo dirigiéndose a Catalina.
-Aquí tiene un mapa, podrá encontrar recomendaciones de acuerdo a su gusto-contestó Catalina, entregando el folleto de turismo de la ciudad.
-Agradecido, por su atención.
Julián es un hombre de unos treinta y siete años, sencillo en su actuar y vestir, nadie sabe con exactitud qué hace o a qué se dedica, lo único cierto es que cada vez que se encuentra en Etruria, se va a la playa o a esquiar al volcán en la temporada invernal.
Aquella ciudad se encuentra rodeado de hermosa naturaleza; por un lado, está el volcán, por el lado opuesto se encuentra el lago, que lleva el nombre de la ciudad, y por los otros dos están unas altas montañas verdes, con diferentes flora y fauna. Desde lo alto de una de ellas cae una cascada; que en invierno aumentan su caudal, cayendo como blanca espuma haciéndola visible para quien tenga tiempo de disfrutar de tan bello espectáculo. Y Julián amaba aquella ciudad, allí pasó gran parte de su infancia y adolescencia, luego fue enviado al extranjero para continuar con sus estudios universitarios, titulado cómo ingeniero comercial.
Sus muchos restaurantes y sus grandes hoteles la hacen ser una ciudad con gran atractivo turístico.
Sus termas con caudales de agua proveniente del volcán, son sin duda una de las grandes atracciones para el turista.
-Se dice que aquel hombre ha tenido mala suerte en el amor, la noche antes de casarse, su novia lo engañó con uno de sus amigos, que luego desapareció. Pronto conoció a otra mujer que lo único que quería era el dinero que posee. Es un gran tipo, y le ha ido tan mal con sus novias.
-Quizá, no las trata con amor-respondió Catalina distraída.
-No lo sé, a mí me parece un buen hombre, siempre respetuoso, y amable-respondió de vuelta Seba, con amabilidad, no queriendo contrariar, solo hizo saber su sentir acerca de Julián.
-Bueno, hoy podemos pasar a sentarnos en la playa un rato, ¿te parece?
-Hoy no puedo, debo llevar a mi madre al médico, ¿lo dejamos para otro día?
-Si, de acuerdo.
De pronto Catalina, comenzó a sentirse diferente, optimista con la vida, la vida y ella tendrían que reconciliarse. Pactar una tregua con la tristeza, y el miedo se estaba volviendo imperioso.
Aunque Gabriel insistirá de manera amenazante que Catalina vuelva con él, de forma contumazmente. Sin tener ninguna intención de querer dialogar o llegar acuerdo para una salida favorable para ambos.
No podía llorar por siempre un amor que nunca fue, y que había dejado de ser. No sé puede sostener un matrimonio con simples deseos o buenas intenciones sin amor de por medio. La palabra "No", no encajaba en los términos de Gabriel, o haces lo que quiero, o sino atente a escuchar sus insultos.
Amó de tal manera a Gabriel; que, si él le hubiera pedido que respirara por él, ella con gusto lo hubiera hecho.
Hasta ahora aprendió que hay una delgada línea que separa el amor del odio, y que cualquier desequilibrio provocaría la pérdida del amor, para dar paso al odio.
Caminó por dos años por sobre las piedras antes de tomar la decisión de abandonar la comodidad de aquel departamento, que tanto dolor le causó.
Guardó cualquier odio que pudiera sentir hacia él y alimentó la compasión. La lástima la erradicó de sus sentimientos.
No tenía tiempo para el odio o las maldiciones. Los malos deseos los alejó, si quería sanar un poco que fuera, no se iba a desgastar envenenando su mente con resentimiento.
Lloró todo lo que tuvo que llorar, analizó buscando la culpa que Gabriel siempre le achacaba. Llegó a reclamar frente al espejo por fracasar en su matrimonio. Por cuánto tiempo buscaría los errores, no lo sabía, lo único claro era que había dado todo cuánto podía dar, quizá más de lo que el otro merecía. Pero no podía enrostrarle; cuando lo hizo la respuesta fue" No te he pedido que lo hagas".
Dejó de visitar y llamar a su familia. De qué servía seguir haciéndolo, si la culpaban de abandonar al buen hombre de Gabriel.
Ahora tenía planes de volar lejos a otro lugar, otro país, comenzar a estudiar y escribir un libro como siempre lo deseo. Su trabajo como ilustradora la había dejado de lado, dejó tantas cosas y postergó tantas otras; solo para complacer a su esposo, y eso de que sirvió, si al final terminó siendo condenada por él y la familia de ambos.
Al caminar hacia su pequeño, pero acogedor departamento; por primera vez disfrutó el camino, se detuvo a observar las hojas moviéndose con el viento, aquella brisa que le fue tan poco buena anfitriona en su pasado, y que, sin embargo, ahora le era tan cálida y generosa al traer el aroma de las rosas y las lavandas. Miró en silencio a las aves volar de un árbol a otro mientras entonaban bellas melodías.
Continuó caminando, y a medida que avanza, va sonriendo.
El sonido de su teléfono la sacó de aquel ensueño en el que se encontraba. Había despertado de su letargo, o eso parecía que estaba sucediendo, sin saber el motivo por el cual se sentía diferente. Era como si al fin había encontrado la luz, y la oscuridad no la encontraría a ella, no, por más que la buscara.
-Hola, Seba, ¿Qué ocurre?
-¿Llegaste a tu departamento?
-Si, acabo de entrar.
-Qué bueno, no quiero preocuparte, al volver al hotel para actualizar las reservas; olvidé hacerlo antes de ir a casa. Me pareció ver entrar a tu ex esposo, preguntando por el dueño y que lo conocía y que lo había visto en la ciudad.
-No entiendo, si el dueño jamás viene por acá y..., ¿Qué tiene que ver Gabriel con el dueño del hotel?
-No lo sé, solo entró, preguntó y se retiró, cuando Rebe le dijo que el dueño no ha venido y que jamás viene por estos lados.
-Espero que no vuelva.
-No creo que lo haga, tendrás que tener más precaución.
-Lo haré, adiós.
-Adiós, te veo mañana.
Se quedó pensando, mientras se preguntaba, ¿Qué querrá Gabriel con el dueño?
Ningún trabajador conocía al dueño. No sabían si era hombre o mujer, era todo un misterio para ellos.
Al día siguiente salió como de costumbre con rumbo a su trabajo, esta vez mirando a todos lados, temía encontrarse con Gabriel, no sabía que dolía más, si el apretón en los brazos o los insultos al tratarla como si fuera una basura.
Todo pasará se repetía a cada paso que daba, nada dura para siempre; aunque a ella le parecía demasiado el tiempo que le estaba durando su tormento con él.
Se trata de convencer que aquella agonía, así como tuvo un principio, tendrá sin duda un final.
Al llegar al hotel antes de entrar se quedó mirando para todos lados y luego hizo su ingreso con precaución.
De pie detrás del mesón, anotaba algunos números, su concentración era tal que no escuchó a Julián que le hablaba.
-Señorita-dijo por tercera vez.
Al levantar la vista, lo primero que vio fue a Gabriel entrando por la puerta giratoria de vidrio.
Su vista quedó fija en él, su cuerpo rígido y sus puños apretados.
-Señorita, ¿se encuentra bien?, -preguntó Julián con preocupación.
Sebastián viendo a su amiga en ese estado, se apresuró a socorrerla.
-Permiso y disculpe-dijo mirando a Julián, luego agregó-vamos Cat. Lo atiendo enseguida señor-dijo antes de perderse con Catalina por la puerta hacia una sala que queda detrás del mesón de atención al cliente.
Al volver Seba, solo pudo ver a Julián esperando ser atendido.
-¿Se encuentra bien la señorita? -quiso saber Julián
-Si, no se preocupe, ha estado con algunos problemas últimamente, nada serio, pronto los resolverá, eso espero-susurró.