¿Cuatro? ¿Quién era Cuatro? Intenté incorporarme, pero algo se encontraba aferrado a mi pierna. –¿Qué estás esperando, Cuatro? Huye–. Esa voz, me resultaba tan familiar pero no entendía de dónde provenía, no entendía si era por el gas o de verdad... los espectros de la ciudad... ¿Me estarían hablando? ¿Estaría uno aquí conmigo?
–Levántate y huye. ¡Huye!– El grito me hizo reaccionar, no tenía tiempo para pensar en eso, me estaban cazando, palpé lo que fuera que se estuviera aferrando a mi pierna, se sentía caliente y viscoso, se sentía como... piel... el cadete. No había notado que no escuchaba más el sonido de la lluvia, solo la sentía, menos los gritos del cadete, pero este seguía ahí, estaba en mi pierna y se retorcía, estaba... ¿estaba en llamas? ¿Qué estaba pasando?
La lluvia era otra vez audible, sacándome de mi ensoñación.
–Te dije que te levantes, Cuatro¬ –de nuevo la voz, pero esta vez no estaba en mi mente, estaba detrás de mí, era real, provenía de una persona
–Arriba, ya –pronunció antes de jalarme.
–No puedo, algo me está sujetando la pierna. No me deja.
–Déjame te ayudo–. Continuó la voz mientras quitaba al cadete quien imploraba aún en susurros quedos por ayuda. –No puedo creer que dejaras que casi te mataran en las pruebas, Cuatro. El marcador, ¿recuerdas? Te estoy dando la vuelta y todavía quieres perder puntos. Y de todas formas ¿Qué haces en las pruebas? Después de la explosión te busqué como lo...
–¿El marcador?– Me apresuré a interrumpirla. –¿Quién es Cuatro? ¬–pregunté extrañado.
No necesitaba ver para saber que quien fuera la dueña de la voz dejó de sonreír, se sintió la tristeza en sus palabras.
–Lo hizo... no contigo... no tú solo... tranquilo, te arreglaremos y lo lograremos.
Por un momento sentí lastima por ella, me había salvado y aún así creía que tenía que hacer más, era una cadete demasiado entusiasta.
–¿Arreglar qué? Estoy bien, solo debemos terminar esta prueba y seremos cadetes, vamos a ser dignos de conocer a Magnus y tener un lugar en Utopía, no sabía que se podían hacer aliados, pero tú me has salvado–, estiré la mano a la lluvia, buscando a la cadete– estira tu mano, podemos ser aliados. Vamos.
Quería que ella se pusiera feliz también y volviera a hablar en tono animado. Pero solo recibí silencio por respuesta. Empezaba a bajar la mano cuando algo me rodeó el cuello. Eran sus brazos, era ella.
–Tranquilo, te voy a salvar –dijo depositando un beso en mi frente.
–Ya lo has hecho, de verdad, ahora vamos a terminar la prueba para ser parte de esto –empecé a decir, pero la voz me calló, ya no me estaba besando la frente, me estaba besando a mí, una chica desconocida me estaba besando, a mí, en medio de la lluvia y cerca del cuerpo del cadete que hacía unos minutos me estaba por quitar la vida y del que ella me había salvado.
Podía sentir sus labios y las gotas de lluvia escurrir por sus mejillas para fundirse en nuestro beso, salvo que no eran gotas de lluvia, estas eran saladas, como lágrimas... ¿estaba llorando? ¿Por qué?
–Te salvaré, te salvaré, Cuatro –el golpe me hizo perder el conocimiento, sumiéndome en un sueño donde la dueña de la voz y yo nos tomábamos de la mano y saltábamos a un acantilado, ella era hermosa y no vacilaba en ningún momento al tomar mi mano y saltar, llevaba su cabello castaño en un moño alto y sus ojos, sus ojos eran como el cielo, me daban seguridad, estaba por decirme algo cuando algo la alejaba de mí.
Ella se perdía de mi vista y yo no podía dejar de caer, sin ella era todo lo que yo podía hacer, sin la dueña de la voz, yo, estaba perdido.
⚜
–¡Cinco! –grité sobresaltado.
–¿Qué dijo, cadete? –el rostro de una enfermera apareció en mi campo de visión, devolviéndome a la realidad, me costó un rato acostumbrarme a la luz y comprender que había sido un sueño... la luz... ya veía, ya no estaba ciego, podía ver a la enfermera y podía ver cómo me veía sobre los papeles que examinaba, dedicándome algunas miradas inquisitivas, quería una respuesta, ¿Qué había dicho? Ah, cierto que dije, dije un número.
–Nada, un número, señora –dije intentando levantarme, pero me detuvo presionando mi pecho.
–Quédese acostado, le saturamos la herida de la rodilla, fue inteligente, quemarla para que dejara de sangrar, pero eso no impidió la hemorragia interna, calma cadete, fue el primero en terminar la prueba, en una hora que termine de absorber el suero –empezó a mirar su reloj– podrá caminar y correr como si nada le hubiera pasado, Magnus lo esperará para felicitar al primer cadete de la academia. Descanse.
Dicho esto, se retiró.
¿De qué hablaba? ¿Terminar la prueba? No recordaba nada, solo recordaba el balazo y cómo intenté correr por mi vida, no sabía cómo había llegado ahí y menos como lo había logrado.
Pero lo había logrado, sonreí para mí mismo y tapé mis ojos con mi antebrazo, al parecer extrañaba la oscuridad y odiaba la luz más de lo que imaginaba.