/0/5618/coverbig.jpg?v=4d2a3883a6364a067c5351e733701ed1)
🌙Luna🌙
Maldigo la hora en la que me dejé convencer de Óscar.
Literalmente llevamos una hora en mi departamento buscando ropa porque lo que tengo no le convence al señor "tienes que deslumbrar esta noche". Según él, un vestido ceñido es lo que necesito, pero ninguno de los disponibles en mi armario son equilibrados, algunos me hacen ver como evangélica y otros como prostituta.
- Si no decides en este momento, Óscar, te juro que me pongo mi pijama y así voy a la fiesta – advierto ya cansada
- Bien – se rinde por fin – Ese – señala un vestido negro.
- Ahora lárgate que me voy a cambiar – lo saco de mi habitación
Me meto a la ducha y me doy un baño de cinco minutos. Humecto mi cuerpo, desenredo los nudos de mi cabello y luego me meto en el vestido. Un vestido de seda negra, muy ceñido, corto, pero nada que grite "me vendo al mejor postor", con la espalda descubierta y mangas largas. Lo acompaño con unos botines negros brillantes y me coloco un poco de maquillaje. Meto mis cosas en un bolso negro pequeño y salgo de la habitación cuando los gritos impacientes de Óscar me desesperan.
- No fue tan mala elección – dice observándome de pies a cabeza
- ¿Nos vamos? – pregunto ignorando su mirada
- ¿Y si mejor nos quedamos? – alega con picardía y lo golpeo en el estómago – Bien, nos vamos
Tomo las llaves de mi auto, pero Óscar me detiene y me convence de ir en el suyo. Maldito superficial que me obliga a dejar mi adorado jeep. Conduce a través de la ciudad y literalmente no ha dejado de hablar ni un solo segundo desde que nos subimos al auto. Eso me alegra ya que no soy una persona especialmente abierta y tampoco me gusta hablar de mí, así que Óscar habla y yo escucho con atención, somos un dúo dinámico.
Cuando al fin llegamos al club, el ruido de la música y el olor a hierba me golpea y se intensifica conforme nos adentramos en el edificio. Hay gente bailando, restregándose, besándose y bebiendo por doquier. Me sorprende que el jefe idiota tolere este tipo de lugares. Me imaginaba un club snob lleno de hombres en traje y mujeres en ropa de cóctel, bebiendo bourbon o whiskey caro y conversando silenciosamente entre sí. Esto literalmente parece una discoteca de barrio llena de adolescentes.
Óscar me lleva hacia la barra y pido una cerveza mientras mi acompañante me mira con desagrado ante mi elección de bebida. Él se distrae con una mujer que pasó y varios se me acercan, invitándome a bailar. Nunca he sido una persona antisocial, de hecho, soy muy buena entablando conversaciones y en el colegio era la más popular, pero lo que no entra en mi vida son las expectativas de relaciones largas. Las cosas con la gente a mi alrededor siempre son pasajeras y sin ninguna clase de compromiso.
No sé cuántas cervezas me he tomado ni con cuántas personas he bailado, pero en este momento estoy moviéndome en la pista de baile con alguien pegado a mi pecho, demasiado pegado. La cerveza de este lugar tiene un efecto más inmediato en mi sistema y un mareo repentino me hace agarrarme de alguien a mi espalda. Unos brazos fuertes me sostienen mientras camino sin saber a dónde.
- ¿Acostumbras beber así? – pregunta quien me trajo hasta lo que parece ser un baño
- Acostumbro beber más, de hecho – respondo apoyándome en el lavabo – La cerveza de este lugar es horrible, de muy mala calidad
- La cerveza de este lugar es la mejor en todo Londres – alega y me encojo de hombros
- Tal vez para los estómagos sensibles de los británicos, no para una mujer latina que bebe desde los dieciséis
- ¿Viniste con alguien? – pregunta cambiando el tema
- Con Óscar. No sé si lo conozcas, es la mano derecha del jefe idiota para el que trabajamos. Por cierto, ¿lo has visto? Me gusta provocarlo y ver cómo se enoja. Es divertido.
- El jefe ya se fue –
- Entonces vamos a bailar y celebrar su ausencia – digo tomándolo de la mano y arrastrándolo a la pista de baile de nuevo.
La multitud nos recibe y el tipo se me pega a la espalda, moviéndose contra mí al ritmo de la música. Sus manos van a mis caderas y juro por Dios que nunca en mi vida un simple toque me había puesto tan caliente. La piel me arde, las manos me pican, mi entrepierna me cosquillea, así que me volteo para encararlo.
- ¿A dónde vas? – pregunta cuando empiezo a arrastrarlo hacia el baño
- Al baño – puede que parezca una desesperada, pero la abstinencia de sexo y la electricidad entre nosotros es irresistible
- No
- Si
- No
- Que si
- No voy a hacerlo en un baño – alega – Mereces un lugar mejor. Una cama al menos, o el asiento de un auto.
- ¿Tienes aquí tu auto? – pregunto enseguida
- Sí que estás desesperada – ríe
- ¿Tú no? – respondo señalando a su amigo con la mirada – No soy la única a la que la situación lo supera, así que no te hagas el difícil
- Camina – me toma de la mano y me saca a rastras del club
Cruzamos la calle y caminamos hacia un jeep que me recuerda a mi amado auto. Abre las puertas con el contacto y nos metemos en los asientos traseros. Antes de poder pensar las cosas, lo tengo sobre mí, levantando mi vestido y arrancando mis pantis de un tirón. No se acerca a mi cuerpo, simplemente acerca su rostro a mi intimidad y luego del primer lametón, me pierdo en el espacio con gemidos desesperados. Me retuerzo contra su lengua, tiro de su cabello y empiezo a ver estrellas con el espasmo que inicia en la parte baja de mi abdomen y termina con mi orgasmo contra su boca minutos después.
No soy muy consciente de lo que sucede después, pero me encuentro besándome con el hombre en un ascensor y después entrando a un departamento. Llegamos al sofá luego de sacar mi vestido de golpe. No traigo sostén debido al diseño del vestido y el hombre ataca mis pechos, devorándolos con su boca mientras me levanta y caemos en el sofá, conmigo a horcadas.
Introduzco su miembro en un preservativo y luego en mi cuerpo de un solo golpe. Me muevo de arriba abajo, dejando mi pecho expuesto para que lo lama como lo está haciendo. Empieza a moverse más con cada sentón de mi parte. Araña mi espalda, chupa mis pezones, muerde mi cuello y alcanzamos el clímax que nos deja inmóviles por varios minutos. Después de eso, no estoy segura de qué sucede, pero siento algo suave y mullido debajo de mí, y una frazada abrigada sobre mi cuerpo desnudo.
Maldita cerveza que no me deja reconocer ni el lugar ni el sujeto con el que estoy, pero sí puedo estar segura de algo, es que nunca, jamás, olvidaré esta noche. Fue el sexo más caliente que he tenido en mi vida y dudo que alguien más pueda dármelo y eso me entristece, ya que nunca repito un amante. Es una ley de vida. Es el número uno en mis mandamientos. Nunca acostarme con la misma persona más de dos veces. El punto número dos en mis mandamientos es: nunca dormir con mi objetivo de la noche, pero creo que voy a romperlo porque realmente estoy ebria, mareada y agotada, así que me permito cerrar los ojos por un segundo. Caigo profundamente dormida al instante y entre sueños, siento unos brazos alrededor de mi cintura.
*
- ¿Luna? – la voz suena lejana - ¿Luna? – quiero moverme, pero no puedo – Princesa, ya regresé, y traje a varias personas que quieren conocerte.
Intento abrir los ojos, pero mis párpados pesan y vuelvo a cerrarlos. Después de no sé cuánto tiempo, unas manos vagamente familiares viajan por mis piernas, acariciándome con suavidad, mientras la persona me susurra al oído.
- No quiero dejarte ir, princesa, pero así es la vida. Me acostumbré a ti, y si pudiera hacer algo, lo haría, pero ya es tarde. Lo siento.
El corazón se me acelera al sentir varias manos en mi cuerpo y quiero moverme, pero no puedo, ni siquiera puedo abrir los ojos. Quiero hacerlo. Necesito hacerlo. No puedo quedarme sin saber quién es, así que hago un enorme esfuerzo y entreabro los ojos, encontrándome con la mirada celeste de la persona en la que más confiaba, su mirada tierna y su rostro amigable ahora tiene una sonrisa malvada y una expresión siniestra que me augura lo peor.
Y luego, los ojos se me vuelven a cerrar, terminando con todo lo que creía, conocía y amaba.
*
Me despierto con el corazón latiéndome a mil. Esos recuerdos aún me atacan en las noches y las emociones de esos momentos son muy fuertes. Sostengo mi cabeza, la cual siento que se caerá si muevo un dedo y maldigo al idiota que creó esa basura de cerveza. Juro que lo demandaré. Me incorporo del enorme sofá en el que pasé la noche y los recuerdos del tipo con el que estuve me revuelven el estómago. Estiro mi cuerpo antes de ir en busca de mi ropa, pero cuando intento levantarme, el sonido de una puerta me pone alerta.
-Seguramente entró a darse una ducha y ahora está saliendo – pienso y me apresuro a tomar mi ropa y salir de este lugar. Lo último que necesito es a un tipo intenso declarándome amor y pidiéndome que me mude con él, o a un idiota que quiera tratarme como prostituta.
Me visto como puedo y camino descalza hasta la puerta, cuando una voz masculina y familiar me detiene.
- Es de cobardes huir, Luna – dice despacio y con burla – No creí que fueras una cobarde
Y en ese momento, al ver el rostro del tipo con el que dormí, maldigo tres mil veces más al creador de esa maldita cerveza.
🌙💰🌙💰🌙💰🌙💰🌙💰