Capítulo 2 CAPITULO 2

💰Harry💰

Mi padre y su necesidad de controlar todos mis movimientos es el único responsable de esto.

No soy un maldito niño de primaria que necesita una profesora de idiomas, mucho menos una traductora agresiva. No voy a defender a Oscar porque sé cómo es, no puede ver una cara nueva sin lanzarle comentarios inapropiados y le he rogado que no lo haga en la oficina porque podría meterme en problemas y lo hizo. Apuesto a que la intensa mujer que contrató mi padre no dudará en demandarme por permitir el acoso laboral. Perderá su tiempo obviamente, pero igual yo. Y en estos momentos no tengo tiempo que perder.

El banco ha estado en incertidumbre desde hace años. Mi padre intentó seguir dirigiéndolo mientras me preparaba a mi después de la terrible decepción que mi hermano mayor le provocó. Años atrás nos enteramos de sus andanzas, malos hábitos y negocios con cualquier tipo de mercenario, traficante o mafioso que se le cruzara. Aun no entiendo por qué lo hizo. Nunca nos faltó nada, de hecho, somos una de las familias más ricas de toda Gran Bretaña, él siempre tuvo lo que quiso, pero al parecer quería más. Luego de que desapareciera por completo de la faz de la tierra, mi familia enloqueció, me sacaron de la escuela de medicina en Suiza en mi último año y en dos años intentaron meterme todo el conocimiento en administración de empresas, economía, finanzas, y todo lo que se necesita para dirigir uno de los bancos más prestigiosos de Inglaterra.

Nunca me quejé, quería terminar mi especialización en pediatría, pero el negocio familiar fue más importante, y después olvidé mis sueños por la presión del trabajo. He trabajado aquí casi tres años desde que mi padre oficialmente me entregó el mando, y no he descansado. Nunca reclamé ni cuestioné nada, pero que quiera imponerme a alguien más que me diga cómo hacer mi trabajo es algo que no pienso permitir. Así como llegó esta mujer, puede irse.

La infantil idea de Oscar de cambiar el lugar de la reunión funcionó. Los inversionistas van llegando mientras los saludo cordialmente. Al menos sé saludar y despedirme en italiano. Óscar me recomendó usar Duolingo para aprender, y hace unas semanas terminé el primer tema: "Básico 1" Me siento ridículo haciendo esto, pero estar al mando no era algo que entraba en mis planes y la rebeldía apareció cuando la mujer traductora entró con seguridad a mi oficina a imponerme las órdenes de mi padre.

- Scusa, possiamo iniziare?* – habla uno de los italianos y Óscar y yo nos observamos asustados.

"Tu terquedad te llevará a la ruina, Harry" – me digo a mí mismo, pensando en qué hacer. No pienso darle el gusto a mi padre de pensar que necesito un maldito traductor, para eso tengo mi celular y mi traductor de confianza. Tecleo rápidamente una disculpa por no hablar el idioma y un saludo de bienvenida. Reproduzco la traducción y todos se observan entre sí.

- Iniciemos, por favor – dicto al celular y lo traduce inmediatamente

Los inversionistas se sientan, e intento hablar despacio para que el traductor haga bien su trabajo. Odiaría que tradujera mal una palabra y después tener que disculparme por insultar a alguien. Se nos van quince minutos y no he avanzado ni la introducción de la presentación. Los inversionistas se observan entre sí y derrotado, le indico a Óscar que vaya por la traductora.

Odio perder contra alguien, y me siento como el mayor fracasado, pero la presencia inmediata de la mujer agresiva, su mirada fría y llena de rencor me demuestra que no estoy ni cerca de sentirme la mitad de mal de lo que me hará sentir ella. Sonríe con suficiencia mientras entabla una conversación con los inversionistas, quienes ríen después de su primera frase. Habla con fluidez y se conecta inmediatamente con todos ellos. Ríen mientras ella se acerca a la mesa y organiza sus cosas. La veo tomar una libreta, varios esferos y una grabadora profesional. Pone sus herramientas en la mesa y se sienta en mi silla, cruzando las largas piernas y dejando la piel de su muslo descubierta por la abertura de la falda. Me mira con diversión y sigue conversando con los inversionistas, como si no existiera.

- Lo siento, hermano, no la encon... – dice Óscar deteniéndose al verla manejar con experiencia a los inversionistas, quienes lucen menos incómodos ahora.

- Gracias – digo pidiéndole que salga de la sala - ¿Vamos a empezar o te entretiene mucho hablar con ellos? – le pregunto irritado a la mujer

- Me entretiene bastante la verdad – responde con altanería – Hay personas con las que es fácil conversar y otras que debieron nacer sin lengua – esto último lo dice mirándome a mí

- Cuidado con como me hablas – le advierto y ella se pone de pie, encarándome

- Cuidado usted, señor Van Wells – responde medio susurrando – Que no se le olvide quién necesita más a quién

El duelo de miradas es intenso y uno de los italianos interviene, supongo que alegando por el tiempo perdido.

- Puede iniciar – dice tomando asiento en mi silla. ¡En mi maldita silla!

- A ver si puedes seguirme el ritmo – digo divertido y sus ojos brillan

Nadie se sienta en mi silla y sale ileso. Si es tan buena en su trabajo, supongo que no le costará nada seguirme en cada palabra que digo. Dividiré la presentación en tres partes y ella verá cómo se las arregla. Muero por ver su expresión cuando no pare a cada oración para que pueda traducirlo.

- Buenos días, señores – inicio sonriendo por mi inminente triunfo – Lamento mucho la demora. Entiendo que están aquí para renovar su contrato con nuestro banco e invertir más capital en él, así que primero, revisemos los contratos para definir cualquier cambio.

Hago una pausa en la que observo a la mujer a mi lado. Traduce lo que dije y luego, tomo asiento en la silla a su izquierda, listo para lanzar el golpe que la dejará sin empleo esta misma tarde.

- Iniciaremos en la cláusula 1, sección A – indico abriendo la carpeta con el contrato. Ella se levanta y escribe la sección del contrato, haciendo que los italianos lean la parte indicada.

Continúo hablando, indicando cláusulas, secciones a remover o puntos para agregar. Cuando termino mi largo discurso, volteo la mirada hacia ella y en sus ojos, la sangre se me congela.

Se pone de pie con elegancia y me guiña un ojo antes de repetir palabra a palabra lo que dije. Me quedo perplejo cuando noto que apenas anotó dos frases de mi discurso en su libreta con distintos colores que no sé qué significan, pero nada le impide terminar mi discurso y devolverme las palabras de los italianos traducidas, indicando que aceptan las modificaciones del contrato. Estoy seguro que mi expresión es ridículamente sorprendida y varios italianos se observan entre ellos, maravillados por la traducción de la mujer a mi lado.

- Uno de los requisitos para ser traductor es la memoria – me susurra al oído – Nosotros, a diferencia de la app en tu celular, no tenemos un límite de palabras para traducir – me guiña un ojo y vuelve a sentarse, habiéndome dejado en completo ridículo.

🌙Luna🌙

La cara de idiota del jefe idiota quedando como idiota es algo que debí capturar en cámara. Juro que haría agrandar esa foto y la enmarcaría en la pared de mi sala. Nunca me cansaría de verla. No hay nada mejor que recordarle a la gente que no debe subestimar a nadie. ¿Qué creyó? Que sería una niña que sabe italiano y ya. Soy de las mejores en la compañía porque no sólo se italiano, tengo una increíble memoria auditiva y visual. Así que las frases que escucho y no logro traducirlas automáticamente, las escribo con distintos colores para recordar el punto del discurso en el que van. Son técnicas de codificación que aprendí en Londres cuando apenas llegué. En la compañía no solo les interesa que hables diferentes idiomas, sino que tengas la capacidad de hablarlos con fluidez y recordar párrafos largos con facilidad.

Y eso es algo que el jefe idiota sabría si se hubiera tomado la molestia de leer el formato que explica nuestros servicios y por qué somos los mejores.

El resto de la reunión transcurre de la misma manera, el jefe idiota hablando cada vez más y tratando de hacerme quedar en ridículo y yo devolviéndole los golpes con más fuerza.

Para cuando la reunión termina, los resultados son más que satisfactorios. Los italianos que iban a dejar el banco ahora son inversionistas mayoritarios; recomendarán el banco con sus socios franceses; yo conservaré mi trabajo; el jefe idiota nunca olvidará esta humillación; y un pintor tendrá una buena paga por retratar la vívida imagen de su rostro sorprendido en un enorme lienzo para mi departamento.

- Ven conmigo – me dice a secas y sale de la sala. Pongo los ojos en blanco antes de seguirlo a través de los pasillos.

Entramos a su oficina y cierro la puerta antes de voltearme y encontrarme con su cuerpo a centímetros del mío.

- ¿Sabes lo que significa espacio personal? – pregunto poniendo distancia entre nosotros

- ¿Sabes lo que significa respeto a la autoridad? – dice con dureza

- Tengo entendido que hay una fina línea que lo divide de abuso de poder

- No seas altanera – dice furioso

- No sea arrogante, señor Van Wells – digo con sarcasmo - ¿Algo más que necesite o puedo irme a mi oficina?

- Puedes irte, pero de mi banco – se sienta en su silla

- Le enviaré una copia de mis contratos para que entienda las jerarquías. Usted no puede despedirme

- Puedo hacerlo, si soy yo quien te paga

- Pero no me paga, lo hace su padre

- Ahora lo haré yo

- ¿Me dará otro sueldo? – me burlo de su idiotez

- Así es – dice como si fuera la mejor hazaña del mundo – Estarás bajo mis reglas a partir de ahora

- ¿En qué maldito mundo un sueldo extra es una forma de castigo? – pregunto riendo – Puede que sea un gran empresario, uno de los mejores, pero es un pésimo estratega.

- ¿Eso crees? – se levanta de la silla y camina hacia mí – Porque yo estoy seguro que planeé bien esto. En este instante podría despedirte por agredir a un empleado de alto rango

- Y yo podría denunciarlo por acoso laboral

- No eres quien está a cargo de esto, niña agresiva – se acerca más – Soy yo, y más te vale comportarte.

- ¿El niño de papi está inseguro con mi presencia? – hago un mohín – Descuide, señor Van Wells, si me escogieron a mi es porque soy la mejor en mi trabajo, no tendrá fallas de mi parte si recibo el mismo nivel de respeto que usted impone a los demás

- Al parecer a alguien más no le quedó clara la jerarquía – me toma del brazo y me pega a su cuerpo – Yo soy el jefe, tú la empleada

- Si fuera tan suficiente por sí solo entonces no estaría aquí – me suelto bruscamente de su agarre y lo miro a los ojos – No soy una persona conflictiva, señor Van Wells, pero si me provocan, respondo, así que le aconsejo mantener la profesionalidad a pesar de su evidente desagrado hacia mí. Yo haré lo mismo – le guiño un ojo y salgo de la oficina con altivez.

Llego a mi oficina y el idiota de esta mañana me recibe, sentado en mi escritorio, fumando.

- Largo – digo evidentemente irritada

- Hola – sonríe seductoramente mientras se acerca

- Apestas. Largo – insisto, pero no se mueve, al contrario, tira el cigarrillo al bote de basura

- ¿Mejor? – pregunta sonriendo

- No – respondo – El olor desagradable se fue, pero la presencia desagradable no.

- Eso dolió – le doy una sonrisa sarcástica antes de sentarme en mi silla – Escucha, sé que no empezamos con el pie derecho, así que quisiera disculparme

- ¿Por qué exactamente? – pregunto - ¿Por haberme tratado como prostituta o por haber hecho parte del infantil juego de las escondidas de esta mañana?

- Por todo eso – admite y vuelve a sonreír

- Largo – repito irritada pero no se mueve hasta que regreso a verlo

- ¿Sabes algo? – habla caminando por mi oficina – Me agradas. Literalmente eres la única persona que ha llegado a este lugar con la falda larga y la blusa discreta. Todas las que ves aquí consiguieron sus puestos por vestirse como zorras, pero tú lo hiciste por tu cerebro.

- Así que soy como Betty la fea en esta oficina – trato de provocarlo, pero se mantiene pasivo, sin nervios ni intenciones de arreglar el malentendido

- Yo diría que eres diferente, eso es todo. Además, no devoraste a Harry con los ojos cuando lo viste. Ese es otro punto a tu favor

- El cliché de jefe-empleada me da náuseas – digo tranquila – Yo vine a trabajar, no a revolcarme con el jefe para vivir mantenida.

- Te adoro, chica – ríe abiertamente y me contagia su gesto – Soy Óscar, un gusto.

- Luna – estrecho su mano

- A pesar del catastrófico inicio de nuestra relación, sé que seremos buenos amigos – dice mientras se encamina a la salida – Te veo en el almuerzo, Luna. Vendré a buscarte

- Sigue soñando – bromeo y él se aleja riendo.

Si Óscar tenía razón en algo es que, a pesar de nuestro inicio, siento que seremos buenos amigos.

Y eso no es para nada recomendable.

Lo último que necesito ahora es formar lazos con más personas.

No después de lo ocurrido en esas desastrosas vacaciones.

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Traducción: Lo siento, ¿podemos empezar?

            
            

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