Capítulo 6 • TE DOY DOS • ⁰⁶

"La mayor diferencia entre precio y valor es que el valor no tiene precio".

• LA PENÍNSULA • 21:00 hrs.

─━━━━━━⊱❉⊰━━━━━━─

• ALESSA AMATTO •

Me quedé allí conteniendo mi ansiedad y tratando de no llorar, los minutos se arrastraban haciéndome aún más impaciente.

¿Mi prometido sabe que me han secuestrado o mi padre me ha estado buscando? ¡Dios mio! ya me vendió una vez y hasta el día de hoy no entiendo sus motivos. Nunca fui una mala persona, y aunque estaba triste con él, nunca le respondí ni levanté la voz, ¿y por qué me está pasando esto a mí? - Mis ojos lloran, trato de no arruinar la pintura, pero fue en vano rodaron por la cara.

- Vamos, ¿qué pasó con tu maquillaje? - Me pide tomando su pañuelo para secarme las lágrimas - Tienes suerte de que normalmente a la subasta la pieza entra con una máscara que cubre el rostro. Seca esas lágrimas pronto y ponte esto inmediatamente.

Hice lo que me pediste y tengo la cara parcialmente cubierta, el cabello húmedo y engominado hacia atrás con los costados pegados con horquillas, fue fácil ponerme la pieza en la cara sin arruinar el peinado.

- Estoy... - respiré con fuerza, - ¡me falta el aire!

- Eso es un problema tuyo y si no encuentras el aliento que te falta y me haces sentir vergüenza te vas a morir hijo de puta! Vamos, quiero mis millones en la cuenta.

Sostuvo mi brazo con fuerza y ​​me ayudó a caminar hacia el frente de un pequeño escenario frente a varios hombres y muchos aquí son bastante mayores. - Que el cielo me proteja.

- Esta es nuestra joya rara, y un gran impulso para que muchas mujeres puras como ella por favor mis amigos. - Me sentí mareado - Por favor una silla para nuestro pajarito.

Sentía que se iba a caer si se ponía de pie y luego me sentaba. Ahora puedo ver perfectamente el lugar que se parece más a un salón ovalado en un gran palacio con paredes de color verde oscuro y detalles dorados. Miré con calma a todos los que estaban frente a mí, pero solo los de la primera fila eran fácilmente visibles.

Él puede Suena loco, pero un hombre en cuestión me mira como si pudiera ver dentro de mi alma y me pone bastante nerviosa.

Las pujas se hicieron una tras otra y los valores son absurdos. El concurso era entre un hombre grande y alto con barba negra y pelo corto. Y su oponente mayor con acento irlandés lo llamaba hijo de puta cada vez que podía, lo sé porque hablo muy bien el idioma. cuando llegó a los 37 millones se me revolvio el estomago al pensar que el señor mayor me llevaria con el, pero el mas joven grito 40 millones sacando varios silbatos llego a la conclusion de que nadie alli daria un valor mas alto y muy pronto escucharía el famoso "te la doy" de una subasta de piezas humanas vendidas contra su voluntad.

Ya estaba resignado a que mi nuevo dueño fuera un ruso y desvié mi mire de la misma al joven de negro de la mesa de al lado que no podía dejar de mirarme.

- ¿Más alguien? - preguntó - Te doy uno, te doy dos...

- ¡Doblo tu oferta aquí a mi lado! - Ese joven dejó a todos con la boca abierta.

¡Lo admiraba preocupado de que gastaría tanto si no fuera solo para hacerme su mascota! Mi supuesto dueño miró directamente al ruso. quien se levantó y salió con paso firme. - ¡¿Qué me hará este hombre?!

Empecé a temblar pensando en lo peor.

- ¡Vendidos a todos ustedes de negro aquí en la primera fila! - El fuerte chasquido del martillo me sobresaltó y mi corazón comenzó a bombear más sangre de lo habitual - Ven a buscar a tu pajarito.

Con un encanto inhumano, pues dudo que haya nadie más elegante que él en este lugar viene tranquilamente con una sonrisa en la cara de alguien que recibió otro juguete de Santa Claus.

- Aquí está la primera prueba de que eres virgen, y podemos subir a una suite para que nos vean a simple vista.

Su cálida mano tocó mi cara y como un golpe me hizo temblar. Su sonrisa se desvaneció rápidamente, dando paso a labios apretados en una línea delgada y recta.

- ¿Eres virgen? - Me interrogó.

- Sí... - tartamudeé.

- Andrea! - Llamó a un hombre blanco del doble de su tamaño tanto en altura como en anchura.

- Aquí, jefe. - Le dieron un teléfono.

- ¡Ángel! Por favor traiga el pago que se merece. - Se quedó en silencio y volvió a entregarme su celular - Lo haré diferente, el pago se hará hoy y una cosa más... ¿cómo te trataron? - preguntó mirándome - ¿alguien te golpeó?

- ¡Sí! - Sin dudarlo, dijo la verdad - Todos los días.

- ¿Escuchaste, Andrea? - El hombre estuvo de acuerdo - Hemos terminado aquí.

Me ofreció su mano para ponerme de pie, pero me sentí mareado de nuevo y me sorprendió cuando mis pies dejaron el suelo. - ¡¿ realmente me recogió?!

- Buena suerte señor. - dijo el subastador y salimos del escenario en silencio por la salida principal.

En el regazo de mi nuevo dueño, pude quitar el enmascarar y llorar.

Como si no fuera suficiente haber sido vendido una vez, me encuentro nuevamente en la misma situación, solo que en esta no tengo ningún sentimiento por mi comprador y solo Domenico es el dueño de mi corazón.

Intentaré escapar, mi boda está programada para dos meses a partir de hoy.

"¡Sería mucho pedir que mi Dom me persiga!"

Tan pronto como salí del lugar fui directamente a una limusina blanco y con cuidado me acosté en el asiento. Hasta ahora ha sido todo lo contrario de lo que afirmaba la señora.

Ahora de cerca puedo ver al hombre blanco con unos ojos marrones muy llamativos por las largas pestañas negras así como por su barba y cabello. Él mismo se mantiene distante, pero con una sonrisa en el rostro, no es una risa abierta, es ligera y con los labios cerrados como si estuviera satisfecho.

- Seré un buen esclava si me promete no golpearme, señor - giró su rostro tan abruptamente, sorprendiéndome si eso es posible - por favor no quiera decir que es porque yo...

Las lágrimas comienzan a caer y siento una mano sobre la mía que descansa en el asiento vacío entre nosotros.

- ¡Primero, no soy tu dueño! ¡Basta señor porque seré tu marido! No me etiquetes como tu dueño, ¡Nunca seré esa mierda! - gritó, haciendo que me encogiera aún más en el asiento - ¡Por favor, detente! Preguntó y no se atrevió a decir nada más.