La Cuarta Generación
img img La Cuarta Generación img Capítulo 4 Bajo la cama, hay un monstruo...
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Capítulo 6 Ella ya no existe, ni su cuerpo, ni su alma... img
Capítulo 7 No matarás. img
Capítulo 8 Líbranos del mal. img
Capítulo 9 Quiero regresar a mi mundo. img
Capítulo 10 La falta de oxígeno y la locura... img
Capítulo 11 Una vida feliz... img
Capítulo 12 Quiero ser eterno... img
Capítulo 13 El Refugio Nirvana. img
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Capítulo 4 Bajo la cama, hay un monstruo...

Ay de mi tristeza, que cada vez es mayor...

He vivido tan poco y siento decirlo...

Me estoy cansando...

No he vivido suficiente, y es mi culpa no poder cambiar...

Lamentablemente así es, ya no tengo vida...

¿Qué significa un beso? Besar es una conexión para el alma. Entregar un regalo a una persona importante para ti. Besar es la forma de expresar el deseo del corazón... Pero, ¿qué era el amor? Un sentimiento que crece en el pecho y duele con cada latido... Eso es enamorarse.

Absorbida por sus pensamientos, María no dejaba de mirar la compuerta en la habitación setenta y nueve del pasillo trece... No existía una forma posible de bloquear la compuerta, así que alguien vigilaba el pasillo como un fantasma penitente. Escuchaba los pasos sobre el suelo de acero, en la habitación el aire artificial olía a quitosano y resina.

Al joven Jeremías, lo aislaron en la habitación setenta y cinco frente a la suya, escuchaba sus desvaríos como loca intentando imaginar su respiración. Su madre Anastasia no paraba de llorar y de gritar en la habitación contigua, se pasaba todo el día gritando y golpeando las paredes con las manos ensangrentadas; asumía que veía sombras y que estás le hablaban. Pero lo que más la asustó, fue cuando arrojaron a Dreyfus Alvárez en la habitación setenta y siete.

-¡Todos van a morir! -Proclamó aislado en el módulo de hojalata-. ¡Los sistemas no funcionan! ¡Hay que salir de aquí maldita sea!

El hombre gritó locuras todo un día, hasta que el almirante Gregorio Torrealba fue con un par de hombres y lo golpearon con barras de quitosano. No sabía si estaba muerto...

María se levantó del colchón de goma, quería ir al baño así que fue a buscar un pantalón blanco de la pila de ropa que tenía en un armario. Buscó entre las camisas, la ropa interior, los abrigos inmaculados y un ser largo y delgado salió rectando.

María se encogió con un grito en los labios, cayó sentada y recogió las largas piernas... Nunca había visto nada así, había leído sobre animales pero este le helaba la piel. El ser largo y negro sacó una lengua bífida detectando el ambiente y rectó hasta sus pies siseando de forma horrorosa.

María se arrastró a la compuerta lastimándose el pie con una silla y golpeó la ventanilla con el puño pidiendo auxilio. El animal desmembrado tenía una gran boca negra y colmillos que rezumaban ponzoña. El ser soltó un chillido agudo y se escondió bajo el colchón de goma...

La compuerta se abrió con una descompresión que le agitó el cabello.

-¿Por qué gritas tanto? -Exigió Jesús, un hombre alto y delgado de cabello castaño corto.

María enseguida tomó conciencia del aspecto que tenía, estaba en ropa interior gritando... Y se sintió muy indefensa. Se abrazó las rodillas señalando su cama.

-Bajo la cama-admitió nerviosa-, hay un monstruo...

Jesús la miró extraño, era un adulto de la Tercera Generación. La Generación de las Luces que creció rodeada de experimentos de inteligencia y conducta... O eso le dijo Jeremías.

Jesús cruzó la habitación de metal en un instante sin hacer ruido, se agachó junto a la cama y... María esperó que el monstruo le arrancará la nariz al hombre... No pasó nada...

-No hay nada.

María cruzó la habitación a gatas y se inclinó para mirar bajo la cama con el corazón en la garganta... Estaba vacía, habitada por el polvo de las células muertas. Quedó como una lunática, como Dreyfus que gritaba por las noches o su madre que se cortaba las manos...

Jesús la dejó sola junto a sus pensamientos más deprimentes. Ojalá nunca hubiera leído aquel maldito libro, hubiera sido muy feliz en su ignorancia... Su inocencia... Permaneció con la espalda pegada a la compuerta fría y con la vista fija en la cama de goma... Esperando que el animal alargado y oscuro saliera rectando con las fauces llenas de colmillos. Cerró los ojos irritados.

Soñó con un beso que no recordaba y un pueblito abandonado con un circo deslumbrante. Cuando despertó, creyó que se había orinado... Tenía los pies mojados y estaba sentada sobre un charco negro que olía a sangre... Veía rostros intentando salir a la superficie, anhelaban consuelo en lenguas desconocidas, inmersos en su propio infierno.

María se levantó con un escalofrío, aquella brea abismal le llegaba a los talones... Las luces blancas parpadeaban asustadas como si un terremoto sacudiera el cubículo. El cauce crecía con un sonido atascado, cuando intentó abrir la compuerta estaba metida hasta las rodillas en la ciénaga. Los espectros tiraban de sus pies y la rasguñaban...

María tiró con fuerza de la manilla mientras gritaba, estaba atascada. Las luces se sulfataron con un olor peculiar de vidrio fundido. Quedó a oscuras con aquella espesa brea maloliente llegándole por la cintura...

-¡Ayuda! -Gritó con todas sus fuerzas mientras se lastimaba la mano con la gruesa ventanilla.

-Apágalo-exigió una voz varonil-... Apágalo, apágalo, apágalo...

María miró detrás de su cabeza con el líquido tocando su pecho liso, tenía los brazos hundidos y mil manos clavadas en la piel. El hombre anciano la miró con los ojos enmarcados en profundas ojeras, vestía el uniforme blanco manchado de negro en diferentes áreas... O negro ante las luces rojas... Levantó lo que quedaba de su brazo derecho, los hilos de sangre colgaban flojos.

-¡Apágalo! -Gritó con la voz temblorosa...

-¡Aléjate de mí!

María contuvo el aliento cuando el hombre viejo corrió hacia ella con la brea hasta la garganta y desaparecieron. El mundo desapareció por completo... sólo quedaban las sobras. Cuando respiró aquel brebaje sanguíneo sus pulmones colapsaron y...

Las luces blancas apuñalaron sus ojos con un dolor palpitante, se sentía de la mierda sentada en el suelo de acero frío. El rostro pálido de Victoria Carvajal eclipsó la burbuja de luz por un instante, plagada de mechones dorados...

-No te muevas.

María estaba cubierta de vómito y tenía las piernas cubiertas de arañazos y moretones. Se levantó y un dolor atroz la desorientó... El mundo desapareció por un segundo que duró una eternidad, pero que también duró un respiro.

Jesús estaba de brazos cruzados junto a la compuerta abierta, el almirante Gregorio Torrealba la miraba y se pasaba una mano por el cabello recortado justo antes de volver a mirar al pasillo.

-No es la primera vez que grita de esa forma-se excusó Jesús encogiéndose de hombros-. Ve monstruos y alucinaciones por el encierro. No sé qué tienen todos ahora, desde que ese asesino mató a la doctora todos perdieron la cabeza.

Gregorio cruzó la habitación y se fijó en María con ceño fruncido y los labios apretados. Notó que una vena palpitaba en su cuello...

-¿Pero cómo pudo rasguñarse de esa forma?

-Sus uñas están recortadas-apuntaló Victoria tocando sus piernas con las manos frías, su piel blanca estaba amarillenta-... Tiene moretones antiguos.

-¡Por Dios! -Torrealba se llevó las manos a la cabeza como si descubriera una herida cargada de gusanos en su pierna-. ¡Esto es horrible! ¡Virgen Santísima!

-¿Qué significa? -Preguntaron Jesús y Victoria al unísono.

El almirante Gregorio se irguió todo lo que podía y clamó con una voz de trueno:

-¡Fuera de aquí!

Victoria Carvajal, que siempre estaba pegada a él abrió mucho los ojos y Jesús se mostró incrédulo, pero ambos salieron del módulo y cerraron la compuerta.

María se abrazó las rodillas rosadas cubiertas de costras, disimuló el dolor palpitante en su cabeza... La luz lastimaba tanto que quería cerrar los ojos para siempre... Gregorio arrancó la sábana de la cama de un manotazo y se la tendió a María cuando se sentó con un chirrido metálico en ella. Tenía una barra de quitosano reforzado en el regazo.

-¿Quién te hizo esto, niña?

María no supo que contestar, hubiera asesinado por nunca saber la verdad de lo que su padre le hacía... ¿Qué era lo que quería su padre con su cuerpo? Saberlo era horroroso... Y un extraño remordimiento la culpaba por el disfrute del cuchillo perforando su caja torácica, la sensación de los huesos en los dedos... era muy estimulante. Un delicioso sonido de paz y tranquilidad, ligeramente amordazado por el remitente gorgoteo de su garganta al respirar.

-Nadie...

Nadie... Nunca le creerían sobre los animales que se arrastraban y los espectros que esperaban ante las luces rojizas del más allá... Nadie... Nadie... Nadie... Se escondió en la gruesa sabana térmica sintiendo el reconfortante calor de su propio cuerpo. Las voces parecían tan reales...

-¿Pero cómo puedes decir eso? -Gregorio la miró entristecido-. Alguien te está haciendo cosas muy malas... Puedo ayudarte... ¿Quién te obliga? Yo... tenía una sobrina en la Tierra. Se llamada Sara...

»Mi hermana... se casó muy joven con un hombre extraño... Era otra época, donde las personas usaban máscaras fácilmente y ocultaban su verdadero ser. A mí nunca me gustó ese tipo... pero ella de alguna forma lo amaba. Estaba enamorada de ese hombre retorcido... Cuando descubrí los moretones que tenía en el cuerpo, ella me suplicó que... no le hiciera nada a ese hombre... Y cuando nació su hija, pensé que él cambiaría. Pero no fue así...

»Tenían a la niña en tan mal estado que quería llevármela. Cuando él se enteró de que le quitaría la custodia... La mató a golpes antes de que llegará y... Hice lo que debí... y mi hermana perdió la vida por la culpa... Entre al ejército huyendo de la ley...

María negó con la cabeza... Quería hablar, quería contar la verdad pero también sabía cuales eran las consecuencias. Sabía que si contaba la verdad nadie podría ayudarla... Nadie nunca quiere ayudar a alguien por buena fe.

Pero había una forma... Una solución donde nunca la lastimarían... Pensó en un nombre y saltó al abismo. Un salto de dignidad... No habría culpa ni maldad... sólo bendita inocencia. Mintió con severidad...

-Jesús... Yo no quería pero él...

Un engranaje en el cerebro de Gregorio Torrealba se accionó al instante, aferró la barra sólida en la mano y se levantó como una estatua simiesca. Cuando abrió la compuerta, la descompresión fue un leve silbido. Escuchó unas pesadas botas de goma sobre el suelo duro y una respiración forzada. María se asomó con admiración por la compuerta abierta y escuchó un grito.

-Espere, señor... Yo...

La barra sólida de quitosano descendió sobre la cabeza de Jesús con un mordisco de aire y un crujido atronador, el joven delgado cayó de rodillas chorreando sangre por un lado de la cabeza y el almirante lo derribó de un porrazo en la sien.

Jesús permaneció en el suelo, temblando con los ojos en blanco. María sintió aquella mirada muerta posarse en ella por un segundo, justo antes de que su cabeza reventara por la barra, regando con una pequeña explosión el suelo y el uniforme del almirante de sesos, pelo y sangre.

Gregorio se incorporó respirando profundamente, su pecho subía y bajaba... Los prisioneros en el pasillo trece lo miraban desde las ventanillas con los rostros pétreos.

María se acercó con una sonrisa interna de satisfacción y miró la cabeza descompuesta del delgaducho con asco. Detrás de ella la seguía Victoria con recelo, sus mechones rubios se agitaban y se marchó airada... El almirante tomó uno de los pies del cadáver y lo arrastró dejando una línea de sangre.

-¡Yo soy la ley! -Anunció el hombre meneando la barra ensangrentada y arrastrando al hombre-... ¡Cada quien a su módulo! ¡Nadie puede salir! ¡De ahora en adelante, se hará lo que yo diga para protegernos y si alguno de los habitantes desobedece... asumiré que es el asesino!

Un aroma putrefacto salió de la compuerta del despacho de la doctora Esperanza cuando la abrió y arrojó el cuerpo de Jesús como si fuera un saco de verduras. El olor del módulo impregnó el pasillo. María miró al fondo con un dolor palpitante detrás de los ojos...

Las luces parpadearon débilmente...

Una silueta negra fundida con la pared del fondo asintió débilmente y se deslizó hasta desaparecer con un andar desgarbado...

            
            

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