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Amarü entró en las habitaciones y suspiró con fuerza, llevaba, ¿cuánto?, ¿cinco segundos y ya quería solo tomar el barco de vuelta hacia Aritz y no regresar jamás?, sí, eso era exactamente lo que haría si las razones para quedarse no fueran mayores.
Miró al rededor de la habitación, amplia, iluminada, y sencilla, no sabría decir si eligieron una decoración tan insulsa por su origen o en simple burla, grandes cortinas de un chillon y odioso color amarillo que estaba segura con la luz del sol la dejarían sin resguardo a posiblemente ciega, la cama era grande con ropaje blaco revestido ligermente en encaje, se acercó y tocó la tela, aspera, olió su mano, sin embargo limpia, bien, al menos tenía eso.
-¿Tienes miedo de que hayan follado allí, Amarü?-la divertida voz de Hoccar vino venenosa y sonriente a su espalda, la princesa resopló como si tal idea sólo pudiera parecerle demasiado divertida.
-Tendría suerte si ese fuera el caso, con los minutos que llevo aquí creo que mi vida sexual a partir de hoy será triste, al menos puedo oler el goce de otros-se encogió de hombros con fingida inocencia, Hoccar la miró sin dar créditos mientras esta comenzaba a quitarse todo una sería de muy ajustadas horquillas del cabello dejándola en una cómoda de madera grande cercana a las ventanas del balcón.
-Definitivamente tu padre no sabe la hija que guarda bajo su sayuela, menuda mujer que eres, no creo que a tu marido le guste mucho, señorita Radost-caminó un par de pasos viéndola a través del espejo directo a los ojos, y tomó asiento en un butacón cerca del rincón, juntando ambas palmas y dejándose caer en el asiento-Eso no es dios. Aparte, tienes un buen espécimen de futuro marido.
-Su dios muestra un camino, no dicta las leyes, sino un hombre que cree ser su representante y solo es un esbirro de un dictador-movió su cabello rizado con soltura y comenzó a quitarse las gangarrias y posteriormente la ropa-No seguiré las leyes de un hombre que no me respeta, y...-suspiró recordando a Nicholas-Todo su atractivo se pierde entre esos ojos fríos y expresiones frustración.
-Te casarás con el heredero, no con el rey-dijo Hoccar solo un poco más serio viendo su cuerpo desnudo, Amarü sin cohibirse en lo absoluto fue a donde debía estar colgada toda su ropa, un vestidor enorme separado por una pared de mármol, del resto de la habitación, Hoccar resopló, esa mujer era el descaro en persona, la verguenza para ella no existía-Deberías pensar en ello, Amarü, esto mismo...-señaló a ambos incluso si ella estaba del otro lado de la pared y no lo veía-Podrían acusarnos de traición-la negra cabellera femenina se asomó y le miró con una ceja alzada.
-¿Entonces qué haces aquí?-preguntó divertida saliendo con una larga bata de seda en la mano aún sin vestirse, Hoccar observó el vientre plano, y la cintura diminuta, Amarü tenía senos pequeños y oscuros como todo su cuerpo de ébano, muslos gruesos y piernas largas, con un pronunciado trasero y su cabello rizado cayendo por la espalda, era ver una diosa negra, negra y orgullosa como cada mujer de Arizt sólo podía serlo, y Hoccar la amaba, la amaba y estaba orgulloso de ella-¿No te bastó con la reprimenda de la señor Peltz, mi querido Hoccar?-el moreno estiró la mano y la jalo hacia él, hacia su regazo con una enorme sonrisa en su femenino y diminuto rostro, una vez Amarü fue conducida a sus aposentos, seguida por un muy receloso séquito atento a todo y su princesa.
Hoccar había llegado junto a la morena a su habitación e incluso cuando Ezra le había mirado con ojo acusador, dividiéndose entre mirar mal a la princesa y a su parecer guardaespaldas Hoccar había ignorado por completo al pálido hombre e incluso entrado al cuarto después de Amarü, está sin siquiera darse cuenta y sin importarle siquiera un poco, Ezra para ese entonces había bufado, como toro enojado y dicho que era una falta de respeto el hecho de que un hombre mantuviera presencia en los aposentos de la futura esposa del príncipe heredero, Amarü había alzado una ceja y escondió su sonrisa, Hoccar le miró con cara de aburrimiento e intentando no golpear esa cara ropa y esa boca petulante, optando por salir de ahí con un insultado Ezra detrás y siendo conducido a las habitaciones de invitados con el resto del séquito que intentaba no reír a su costa.
-Deberías mostrar más respeto.
Amarü se acomodó, cualquier otra persona en su lugar ya habría perdido la cabeza, una mujer hermosa, desnuda sobre su regazo, sin ropa interior, rozando su caliente piel con su ropa y propia intimidad escondida bajo este.
-Mi respeto está contigo y Aritz, así como mi lealtad y favor-dejó que su mano derecha se moviese y colara en el grácil cuello moviendo los grandes dedos y apretando sutilmente a su alrededor, Amarü cerró los ojos ante la caricia y se dejó hacer, Hoccar la observó con una sonrisa, y sabiendo que no valía tentar la suerte, decidió que era hora de irse, la jaló brusco y rápido acercando ambos rostros, respirando sobre su cachete donde depositó un beso con los labios abiertos, Amarü abrió los ojos y le miró ambos concentrados en el otro, bebiendo cada emoción reflejada-Quiero que seas feliz, nunca lo olvides, mataría por ti, moriría de ser necesario, te amo Amarü y eso nunca va a cambiar.
La morena le miró con ojos brillantes y se acercó solo lo suficiente para dejar un casto beso en los labios ajenos y alejarse, Hoccar ni por un segundo cerró los ojos, y ella sonrió tocando su mejilla con la mano izquierda mientra aún aguantaba el camisón con la otra.
-La vida nos recompensará algún día, cada sacrificio vendrá en bendiciones hacia nosotros, mientras eso llega que la santísima madre siempre nos guarde Hoccar-susurró.
-Así sea Amarü, así sea.
Hoccar le sonrió una última vez y con cuidado se levantó de la silla, dejándole un beso en la frente y saliendo de allí no sin antes cerciorarse de que no había nadie cerca, Amarü vió como la puerta se cerró y suspiró, dejándose ir hacia la cama y cayendo en esta desnuda, giró el rostro hacia un lado y dejó caer una lágrima, le dolía la cabeza y el alma, pero tenía fe, la lucha recién comenzaba, lo sabía, la familia Zlata tiene una historia tan turbia como la oscura noche, y Amarü tenía miedo, de ser otra alma caída en ella, pero debía mantenerse fuerte, Hoccar estaba ahí, su hermano del alma, no la dejaría, y ella confiaba en eso, levantó la vista al techo y susurró una oración.
Que los dioses valoraran su sacrificio en causa justa, que nada sea en vano, que todo sea recompensado.
Se enderezó en la cama y puso el camisón que acomodó sin prisa, abrió las sábanas y no sin antes respirar hondo y asegurar la puerta de su cuarto, ventanas y la desconfianza siempre presente menguara solo un poco y suficiente para dejarla dormir, cerró los ojos.
Mañana sería otro día, ahora solo quería obviar la realidad.