Capítulo 2 Jodidas pesadillas

- ¡Alek! ¡Alek, mi amor! Mírame, por favor. No cierres los ojos - Sollozaba tocándome la cara con desesperación.

Los párpados me pesaban, el cuerpo me pesaba, no podía mover un solo músculo de mi cuerpo. Qué frustrante era esto, joder. ¿Por qué no me puedo mover? Necesito levantar el brazo y tocarla...

Necesito tranquilizarla

¿Por qué llora? ¿Qué he hecho ahora?

No lo recordaba. No recordaba una mierda

¿Qué estaba pasando?

- ¿Qué has hecho?- sollozaba con desgarro, sus lagrimas caían como dagas por mi piel, como si se estuvieran clavando en mi cuello con rabia.

Intente hablar pero, el único sonido que podía emitir era un graznido que helo cada parte de mi cuerpo. ¡No podía respirar! ¡Me estaba ahogando!

Quise gritar abre las jodidas ventanas, pero no podía. No podía.

¿Me estaba muriendo?

Isabel se reincorporo con el miedo reflejado en la mirada, en cuestión de segundos se acerco a mi boca e insuflo una bocanada de oxigeno exponiendo mis pulmones. Mis ojos se cerraron involuntariamente y por un momento me parecía que todo era mucho más tranquilo, mucho más apacible. Una calma placentera se adueño de mí y por un momento me deje ir.

- ¡Alek!-

Abrí los ojos con la respiración agitada sujetando las sabanas con fuerza. Gire la cabeza de un lado a otro buscándola en la enorme habitación, pero ella no estaba ahí. Me quede mirando el sitio que debería ocupar Isabel en mi cama, el sitio en el que debería estar siempre, pero el enorme vacío me golpeo con la misma fuerza de siempre.

Joder...

Los latidos de mi corazón se aceleraron por la enorme ansiedad que empezaba a crecer en mi interior quitándome el aire. Me limpie el sudor que bañaba mi frente con la sabana volviendo a buscarla inconscientemente. El sueño - solo que no era un sueño, era el recuerdo, aquel recuerdo que me perseguía cada una de las noches - el mismo de siempre me había dejado hundido en la miseria una vez más.

Era patético

E imbécil

Me levante sintiendo cada uno de mis músculos rígidos, tire fuertemente de las sabanas y las lance al otro extremo de la habitación con rabia. El reloj marco las cinco de la mañana - como cada uno de los putos días de mi vida en los que me despertaba aterrado por los recuerdos y los remordimientos que me perseguían - lo arranque de golpe y lo lance contra la pared provocando un ruido sordo que resonó en el apartamento vacío.

Cogí el móvil y sin pensarlo un segundo la llame sin importarme la hora. El móvil timbraba y la ansiedad aumento invadiendo cada parte de mi cuerpo.

- Contesta el puto teléfono - rogué

- Deje su mensaje después del ton...

Tire el móvil a la pared, le siguió la lampara que se hizo añicos por el golpe y cayo al suelo en varios trozos, luego la silla y todo lo que podía encontrar a mi paso. Destroce la habitación intentando liberarme de la frustración y la rabia que sentía. Estaba viendo todo rojo por todos los sentimientos que pugnaban por salir para acabar con todo a mi paso, y por un pequeño instante considere la opción de mandar todo a la mierda y decirle al mundo que le jodieran. Estaba enfadado, jodida y tremendamente enfadado con el puto mundo y ... con ella.

Con ella por no estar a mi lado cuando la necesitaba

Con ella porque me sentía jodidamente solo

Con ella porque no me había perdonado y ... la necesitaba

Y conmigo por ser un gilipollas

Enterré las manos en mi pelo y eche la cabeza hacia atrás gritando frustrado y después recorrí con la mirada la maldita habitación que estaba tan destrozada como yo.

- ¡Joder!- grite a pleno pulmón

Apoye la frente y las manos en la pared respirando con fuerza, el frio me dio de golpe y tirite por un momento, me gire y me deslice por la pared hasta el suelo. En ese instante de debilidad me alegre de estar completamente solo para no tener testigos de mis quiebres emocionales. La vergüenza de apodero de mi, la vergüenza y la soledad me dieron de frente en la cara burlándose de mi, intentando decirme que no era lo suficientemente hombre para tener a la mujer que amaba a mi lado.

Apoye la cabeza cabeza en la fríanlo pared y cerré los ojos, inhale profundamente y después exhale despacio, practicando los puñeteros ejercicios que me había dicho la dichosa psicóloga. A decir verdad, no me servían para nada, pero lo intente igualmente como cada una de las noches. Me permití quedarme sumido en mi miseria unos minutos más, después sería un hombre y juntaría cada parte que estaba rota dentro de mí y las pegaría con pegamento si hacia falta para sobrellevar ese día.

No me podía permitir desmoronarme una vez más.

Ese día no.

Ese día tenía que ser un hombre estable... bueno, medianamente estable.

Ese día Isabel me tendría que ver lo más centrado posible porque iba a hacer lo le había prometido y lo que habíamos decidido meses atrás - antes de que me evitara y se negara a hablar conmigo después de lo de Ibiza - y, por una vez, no iba a fallar, esta vez no. Esta vez no me podía permitir fallarle porque estaba involucrado Eric.

Suspire y reuní toda mi fuerza de voluntad y me levante de aquel suelo, derrotado pero decidido a hacer bien esto, porque en e fondo sabia que mis oportunidades con Isabel se estaban agotando y llegando a su fin. Lo había sabido desde hacía mucho tiempo, pero no lo había quiero ver hasta que empezó a rechazar cualquier clase de contacto conmigo desde nuestro ultimo encuentro en Ibiza. Sabia que la había herido, pero en mi defensa tenía un motivo. Un motivo que no había compartido con ella, no porque no confiara en ella, todo lo contrario, sino con el fin de protegerla.

- Si sales por esa puerta esto se habrá acabado para siempre, Alek- dijo con la mirada fría poniendo distancia entre los dos cubriendo su desnudez con la sabana.

La mire desesperado

- No me hagas esto - murmure intentado acercarme con una sonrisa nerviosa - tengo que ocuparme de algo importante

- Esa es la cuestión siempre hay algo más antes que yo.

¿Cómo podía pensar que ella no era lo más importante para mí? esa mujer estaba loca sino veía que yo me moría por ella, que cada vez que veía esos preciosos ojos verdes sentía que mi mundo paraba, que se detenía todo a mi alrededor.

- A la mierda - murmure sacudiendo la cabeza para liberarme de los recuerdos.

Me levante del suelo decidido a hacer todo, absolutamente todo, hasta lo que no estuviera escrito para volver con Isabel. Había llegado el momento de poner toda la carne en el asador y arriesgarme, aunque sabía que mis problemas no estaban solucionados y que estaban más presentes que nunca - por no contar con mis problemas emocionales - pero, tenia que intentarlo, tenia que arriesgarme porque estaba harto de estar solo.

Los años pasaban y pesaban con cada error, con cada una de las lagrimas derramas de Isabel, con los te quiero que me neguémoos a devolverle, con los te amo apasionados y llenos de amor que me había negado a decirle, con cada desplante y descuido. Pesaba todo como una loza en mi corazón.

Sin embargo, algo rondaba en mi cabeza ¿me querría ella lo suficiente para volver conmigo? ¿para asimilar lo que había tenido que hacer? ¿puede el amor perdonar todo?

            
            

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