Capítulo 9 DUDA

Pay.

-No puedes tenerla, ¿eso no te vuelve loco?

El vaso de vodka toco mis labios y fruncí el ceño.

Nunca he sido especialmente codicioso con los humanos

Yo los definiría como poco leales... de clase baja.

Me gustaba crear, encontrar a los que llevaban una vida miserable entonces cuando les daba la oportunidad de tener lo que anhelaban, lo tomarían sin dudar, era una especie de trofeo los rompería en pedazos poco a poco y tomaría cada pieza de su sufrimiento.

Claro que ninguna de esas almas estaba pegada a la mía, o era tan dulce como la de Ada, creo que fue por eso por lo que mi cuerpo tembló de rabia cuando Deimon tomo a Ada como un pedazo de carne, sus ojos deseosos de esa sensación de la que solo había escuchado en historias, una que yo conocía porque la probe, una que desapareció frente a mis ojos.

Así que sí, me volvía jodidamente loco.

Fue por eso por lo que no volví a casa durante los últimos días, necesitaba controlarme.

Su aroma era tan dulce, y verla mientras dormía su pecho subía y bajaba tranquilo, como si no estuviera en la casa de un asesino, su piel pálida... parecía que podía desmoronarse y convertirse en una fina azúcar.

Una que deseaba probar con desesperación.

-Ella no es la gran cosa, he metido la polla en mejores mujeres.- mentí, pero todavía quería convencerme.

-Tienes que estar bromeando, nunca había visto a alguien como ella... una virgen con el alma dulce, ¡Mierda, incluso ahora quiero...

Estrelle el vaso contra la barra del club, era una advertencia, Daimon era un amigo leal, pero no tenía filtro y sin duda lo que menos necesitaba ahora era escuchar que alguien quería follarse al pequeño ángel.

Alguien que no fuera yo.

Sin embargo, sabía de lo que hablaba.

Para los nuestros, extraer las almas de los humanos en el sexo era nuestro equivalente a estar ebrios, no podemos arrebatarles el alma a menos que hagamos un trato y eso solo ocurre en ocasiones extraordinarias, así que quitarles un poco de su energía era lo único que nos daba diversión ocasional, los pecadores eran nuestros favoritos, era como estar drogados, pero el efecto duraba muy poco.

En cambio con las almas puras y vírgenes es diferente, eran una maravilla, no había límite para el éxtasis que nos ofrecían y tener a Ada aquí era como tener la tentación en carne y hueso.

Mis ojos se concentraron en la pequeña mujer en medio de la pista, las luces bailaban con ella, parecía la dueña del lugar, no parecía agobiada ni triste era una chica despreocupada. Me desquiciaba.

-¿Cuánto tiempo la tendrás aquí? Sabes que es peligroso incluso para ti.

-Su destino esta escrito Daimon, sin importar cuanto tiempo siga con vida, al final nada cambiara.

-¿Estas seguro de que vendrá?

Recordar lo que destruyo mi vida me dio el impulso que necesitaba, y la vacilación que se había atorado en mi pecho desapareció.

Ada moriría en mis manos.

No había duda de eso.