Sabrinna
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Capítulo 7 Sabrinna 7

Todo pasó tan rápido que casi muero.

Con la calma agresiva que poseía aquel hombre que tan exacto llevaba el nombre, lo vi clavar su arma en el cuello de Saia, sin la menor intención de detenerse, de no haber sido por la súplica en forma de grito, que le lancé.

-¡Detente!...

Automáticamente, casi como robotizado,se frenó en su cuello y a pesar de haberlo hecho, la sangre corría por el cuello de ella, lastimado por la presión filosa del arma.

Su hermano se había dado la vuelta para no ver como asesinaban a la chica y ella no podía dejar de mirarme petrificada.

Asad llevó su vista gradualmente hasta mí, y sentí todo el peso de su ira en aquella mirada.

Le temblaba la barbilla como evidencia de una fuerza de voluntad que estaba ejerciendo,y a la que no parecía estar acostumbrado, pues se veía que le costaba más detenerse, que acabar su misión asesina.

Sabía que era peligroso. Había quedado bastante claro en todas las escenas que había visto de sus acciones hasta ese momento y a eso le sumaba, la fama que le precedía. Sin embargo, por algún motivo, mi orden lo detuvo y me obedeció algo asustado. Se le veía confundido.

-Por favor, no lo hagas -le imploré, poniendo mi mano sobre el antebrazo que aún sostenía la daga pegada al cuello sangrante de la chica -hay una razón poderosa para perdonarla. No te vas a perdonar si lo haces.

Había dado por hecho que él no sabía de la existencia de ese hijo, o no habría siquiera tenido aquellas intenciones.

El guardia se dió la vuelta y observaba asustado la escena que protagonizabamos. Su hermana no se movía y Asad seguía temblando de manera furiosa, más no asustada, empuñando el arma.

Caminé hasta él, cerrando la poca distancia que nos separaba y viendo como no dejaba de mirarme dije :

-Ha confesado esperar un hijo tuyo, no puedes matarla o estarás asesinando a tu propio hijo. Por favor, retira el arma.

Tocando su piel, comprobé que ardía. Pero no teníamos tiempo de averiguar el por qué, habían cosas más urgentes que tratar.

Confusamente, lo ví alzar ambas manos, portando en una la daga y echarse atrás haciendo que soltara su brazo.

Él me había obligado a mirarlo siempre, pero aproveché la oportunidad de su cambio de postura y su vuelta de espaldas a nosotros para mirar a Saia, que cerraba los ojos con tanta fuerza que me parecía raro no vislumbrar en ella ningún tipo de alivio. Sino más bien, terror.

Como si proviniera del infierno, Asad dejó escapar una risa escandalosa y casi satánica, dejándome completamente perdida en su posible abanico de acción. Aquel hombre era tan impredecible que asustaba.

En el mismo minuto en que rió de manera tan siniestra, enmudeció. Se dió la vuelta sin que pudiéramos esperarlo y lanzó la daga contra la chica, que lanzó un alarido donde yo grité y su hermano jadeó.

La daga había cruzado justo por encima de su cabeza y se había clavado a gran velocidad en el espejo detrás de ella, haciéndolo pedazos en el suelo, rompiendo el bullicio nervioso que había dentro de nuestros corazones, si los hubiésemos podido oír en aquellos momentos tan determinantes.

-O sea...-comenzó a decir aquella fiera que se hacía llamar león -¿Que estás embarazada?-ella bajaba la vista al suelo y yo no entendía a dónde quería llegar el príncipe de las tinieblas que tenía delante -¿De mí?...¡Mírame, maldita sea!

El último grito me hizo caminar un paso atrás y ella obedeció con lágrimas infinitas bajando por sus mejillas. Le temblaba el labio y las manos a cada lado de su cuerpo.

-Contesta Saia, ¿cómo es posible que estés embarazada de mí?, explícale a mi princesa, como demonios hay un hijo mío en tu vientre, cuando jamás te he follado.

No pude evitar llevar mis manos a mi boca, tapando el asombro que quería salir de ella en forma de grito.

¿Por qué me había mentido con algo así, si él tan fácilmente la iba a desmentir?

Me sentía una idiota, por haberla defendido; pero al menos había salvado una vida, y un alma. La de mi marido.

-¡Hablaaa!...

Al mismo tiempo que gritaba su orden perdiendo la paciencia que nunca había tenido, me tomó con cuidado del brazo y me detuvo delante de él, justo frente a ella.

Sus manos se cerraron en mi cintura y la cercanía de su cuerpo detrás del mío me supo a cielo. A Dios. A gloria. A mío. A él.

-Sabe que siempre le he querido señor -comenzó ella sin mirarme, solo a él -quería tener tiempo de que me viera como una posibilidad para ser su segunda esposa y la madre de su primer hijo, hemos avanzado en...

-Cierra la boca estúpida -él la cortó cuando fue a decir algo que evidentemente no quería que yo supiera -si en dos años no ha pasado, ahora menos.

¡Dos años!

Esos eran muchos días.

¿Cómo alguien podía tener una historia de dos años y no haberse entregado sexualmente?

No podía entenderlo, y casi que ni creerlo.

Me revolví un poco en sus brazos y me apretó contra su cuerpo, fijándome a su figura haciéndome notar que no iría a ninguna parte. Él mandaba y yo obedecía.

-Le has mentido deliberadamente a mi esposa, tu princesa -decretó Asad, abriendo su mano sobre mi vientre y haciéndome arder de la emoción que se creó en mi ser -y has pretendido engañarme con algo tan estúpido, llegando al punto de tocar algo tan prohibido como Sabrinna -me besó en el cuello,deslizando su nariz por mi mejilla y sentí vergüenza de que lo hiciera frente a ellos y mi cuerpo se excitara sin control -vas a pagar a tu princesa de manera justa-anunció convincente -Como ella no necesita sentir que estorbas en nuestras vidas y que mientes para acercarte a sus pertenencias -sus palabras me hacían sentir poderosa, estaba jurándose mío y eso me encantaba, de manera enfermiza pero ese hombre me fascinaba -te convertirás en la octava esposa de Kashrik.

-¡No por favor !... máteme y moriré con gusto, no estoy embarazada de nadie señor. Pero por favor no, Kashrik no. Ayúdame Cenk, hermano impide esto.

Ella había perdido la pose de obediencia que había conservado hasta ese momento y se veía que por algún motivo que desconocía, aquel mencionado hombre no era de su agrado.

-Así se hará León, muchas gracias por su benevolencia -el mencionado Cenk hablaba decretando y tomando a su hermana de la muñeca para sacarla de allí, y ella se negaba implorando...

-Por favor León, haré lo que sea. Prometo respetar a su alteza, la única esposa. Prometo servirle en lo que sea, pero no me convierta en una octava. Por favor no lo haga.

                         

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