Capítulo 4 4

Rachel arrastró a Mónica jalándola del brazo por todos los pasillos en dirección a la oficina de su madrastra. Por suerte para ella, los guardias de seguridad la reconocieron y con todo se preguntaron por qué la hijastra de la señora Barrington jalaba por el brazo a Mónica.

Rachel abrió la puerta de la oficina y encontró a Jessica Barrington, una mujer de cuarenta y cinco de cabello rubio y esbelta de rostro muy atractivo, propietaria de una de las firmas de inversionistas más influyentes del estado.

Jessica estaba sentada en su escritorio concentrada en su papeleo y se sobresaltó cuando Rachel abrió la puerta de golpe.

-¿Qué significa lo que me pasó anoche? -gruñó Rachel y soltó a Mónica porque ya estaban en la oficina y era tarde para que ella escapara, por lo que Rachel ni se molestó en cerrar la puerta.

-¿Puedes ser más específica? -preguntó Jessica y su voz era profunda.

-Desperté en la cama semidesnuda y al lado de un hombre semidesnudo y que supuestamente está casado conmigo.

-Ah. Eso.

-¿Cómo que ah eso? -espetó Rachel-. ¿Entonces era cierto lo que me dijo ese hombre?

-¿Qué se supone que te dijo?

-Que me drogaron y me vendieron a un viejo decrepito.

-Quizá tuviste una pesadilla, Rachel -dijo Jessica como quien no le importaba la cosa-. Quizá tu misma te drogaste y empezaste a ligar a cualquiera que tuvieras enfrente -dijo con desdén, ladeó una sonrisa y siguió con su papeleo.

-¿Es una maldita broma?

-Lenguaje -dijo Jessica-. ¿Acaso yo estoy para hacer bromas? -inquirió Jessica sin prestarle atención-. Dime la verdad ¿Usas drogas?

-¿Qué? -Rachel abrió los ojos y quedó boquiabierta como insultada-. ¡No! Anoche fuimos al hotel para encontrarnos con el abogado de mi padre y que nos ayudara con ese asunto. Y de repente ustedes empezaron a tomar y me dieron de beber ¡Y allí ustedes pusieron la droga!

-Nosotros no pusimos ninguna droga, niña insolente -dijo Jessica, estaba irritándose, le estaban arruinando la mañana y su día de trabajo-. Mónica y yo nos fuimos del bar cuando empezaste a emborracharte y no quería esa clase de atención sobre mí.

-¡Eso es mentira!

-Por favor, niña. Estas empezando a molestar -dijo Jessica y tomó el teléfono del escritorio-. Harás que llame a seguridad porque estas interrumpiendo mi trabajo y además estas difamándome a mí y a mi hija.

-Voy a descubrir que pasó y lo que ustedes hicieron conmigo. -dijo Rachel toda furiosa y salió de la oficina y cuando le pasó al lado de Mónica le dirigió una mirada venenosa.

Cuando quedaron a solas, Mónica se acercó a su madre.

-¿Puedes creer que ese no me dijo que la tenía como hija cuando nos casamos? -inquirió Jessica todavía concentrada en su papeleo.

-¿Y porque te casaste con él de todas maneras?

-Por dinero, hija. El matrimonio por amor es una farsa.

-Yo pensé que la querías adoptar como hiciste con Robert. -dijo Mónica sobándose las mejillas.

-A Robert también lo adopté por dinero -dijo Jessica y miró que Mónica se frotaba las mejillas y las vio enrojecidas todavía-. Te abofeteó

-Varias veces.

-Mónica, debes aprender a defenderte. O este mundo te comerá viva.