¿Alguna vez te has sentido superado por las condiciones en las que tienes que vivir tu vida?
¿Alguna vez te has sentido recluido y confinado en tu propio hogar, incapaz de expresar tus ideas y sentimientos por temor a ser reprochado y ridiculizado?
¿Has sentido la impotencia de haber querido decir algo que sentías fuertemente pero que tuviste que obligarte a callar para protegerte o proteger a alguien más?
Duele... duele bastante... te sientes como un mentiroso, como el peor defraudador de la historia, como un payaso de un circo que una y otra vez debe actuar ridículamente su estúpido papel, ocultando el hecho que detrás de esa sonrisa pintada con maquillaje barato y una ridícula nariz roja, se encuentra una patética cara que no puede dejar de llorar, un ceño fruncido que no deja de repetir una y otra vez.
- Que estupidez. -decía mientras veía la ventana empañada por el vapor que se formaba debido a la diferencia de temperatura que había entre el frío y lluvioso mundo exterior y la calidez artificial de la cafetería local en la cual me encontraba.
Daniel Lempton, 24 años. Dani para los amigos. Trabajo como camarero en un restaurante 4 estrellas bastante conocido en la ciudad, ya que necesito costear el último trimestre para poder desentenderme de la carrera de Idiomas de una vez por todas... 6 meses de mi vida invertidos en obtener un certificado que diga que estoy calificado para competir en un cargo para una estúpida empresa... se podría decir que tengo experiencia para hacer cosas que no me gustan durante tiempos prolongados. ¿Soy muy bueno disimulando mi desagrado y descontento? A mamá y a papá no les gustaba mucho cuando les llevaba la contraria, siempre procuraban que fuera el chico más correcto y... "normal".
Aunque bueno, mi experiencia además de demostrar que puedo soportar muy bien la miseria, también me ha demostrado que el término normal es bastante ambiguo y subjetivo. Dependiendo de... bueno, creo que no debería explayarme mucho en eso. El punto es que, a mí me costó mucho entenderlo.
Verán, yo soy un chico gay, ¿bien?
Recientemente decidí dar un salto de fe y revelarme como tal ante mis padres.... cosa que no se tomaron muy bien... y ahora me veo en la necesidad de vivir en un departamento no muy acogedor ya que mis padres me echaron de casa... ya saben... cosas que pasan... pero ahora soy libre, libre de amar y comportarme tal y como siempre he querido hacerlo... sin condiciones, sin tener que ocultarme u ocultar a alguien en el closet de nadie (vaya redundancia), o bajo su cama o bajo la mía, sin tener que lidiar con el típico: "Oye no es que no te quiera pero si llega mis padres, mis abuelos, mi novia." Ya no tendré que sentirme culpable o responsable de "dañar" la reputación de nadie.
Ya no me sentiré como una miserable alimaña que intenta escabullirse por el desagüe para evitar el toxico pesticida de los regaños de su padre, ni las maliciosa trampas de chantaje emocional y manipulaciones de su madre.
Finalmente soy libre, ¿verdad?
Bueno... aunque esta nueva etapa me emocione... aun no puedo dejar de sentirme... ansioso como si algo dentro de mí no pudiera quedarse quieto por un momento.
- Lamento la tardanza hermano... parece que hay unas obras para arreglar una tubería de la calle. -fortuitamente fui sacado de mis pensamientos al notar a la persona que entraba por la puerta del café.
- No esperaba menos del señor Suno-sama. -le devolví el saludo burlándome y acercándome a él para darle un abrazo. - ¿Cómo has estado, Suno? -pregunté con un tono de cordialidad a mi viejo amigo de la primaria.
- No tan bien como a ti Dani, me enteré de que finalmente les diste la gran noticia a los señores Lempton. -típico de Sunomiya, su forma tan directa para abordar los temas importantes fueron unas de las cosas que llamaron mi atención desde el día en que lo conocí.
- Yo no lo llamaría tanto una buena noticia, creo que la gama apunta a tonos más grises... más bien a un gris muy pero que muy oscuro. -dije recostándome en la mesa casi como si me dejase caer como si fuera un costal.
- Sí, escuché que no te fue muy bien al final, lo lamento Dani... -dijo comprensivo y reconfortante mientras sostenía mi mano en señal de apoyo.
- Sí, bueno, no esperaba que todos saltáramos de alegría mientras yo me iba a un castillo lejano junto a un buen mozo príncipe azul en un carruaje hecho de calabaza como en la pelis de Disney, pero tampoco esperaba que me echaran de la casa así como así. -me crucé de brazos mientras sentía que mis ojos comenzaban a humedecerse.
- Ay Dani, en serio lo siento, estas cosas no siempre suelen salir bien... -continuó mientras sostenía mi mano con firmeza.
- Sí, bueno... -limpió las lágrimas atoradas con la manga de mi suéter. - Quién los necesita, ¿no? Ahora tengo la oportunidad de comenzar con mi vida en solitario, no podía quedarme en esa casa por mucho más tiempo de todos modos. Ahora podré llenar la casa de prostitutos sí se me da la gana... -intenté bromear para aliviar la tensión del ambiente, fue algo difícil tomando en cuenta de que aún tenía un fuerte nudo en la garganta.
- Jeje, sí claro. -rió por mi broma. - Lo máximo que podrías traer a ese departamento sería un dildo talla mandingo para mantenerte entretenido, y aún así, con eso creo que sería demasiado para ti. -y así es como pasa de ser el amigo confortador al amigo cabrón en un segundo, típico de Sunomiya.
- Oye, otro comentario así y no vas a tener ni uno solo de mis prostitutos. -le seguí el juego provocando una risa conjunta. -Lo máximo que tendrás de esa fiesta de salchichas será una mugrienta galleta. -el repulsivo remate terminó provocando una incontrolable carcajada de ambos.
- Bueno, bueno, acabemos con esto de una vez, antes de que me hagas vomitar. -río por última vez.
- Está bien, de todos modos ya debimos haber pedido algo desde hace un rato, la gerente empezaba a verme con si quisiera lanzarme un café caliente a la cara. -contesté mientras tomaba la carta para elegir mi pedido.
Me da gusto poder contar con alguien como Tadashi, realmente es alguien que sabe cómo tratar a una persona deprimida, no entiendo cómo es que aún sigue soltero. Bueno no, miento, claro que lo sé, después de todo, tanto el como yo somos lo que se podría clasificar en el ámbito social como un par de "raritos" y no en el sentido queer de la palabra, sino más bien "socialmente incompetentes" solo un par de tontos que les gusta pasar su tiempo viendo anime y jugar juegos en línea, y que de ser expuestos ante una compleja situación de interacción social fuera de nuestro selecto círculo, terminaría por transformarnos en un par de manojos de nervios.
Realmente somos una vergüenza para la imagen del gay promedio, Freddy Mercury se revolcaría en su tumba si nos viera.
E increíblemente, pese a todas esas carencias logre granjearme unas cuantas experiencias amorosas memorables, aunque muchas en el mal sentido.
Suspiro mientras vuelvo a fijar mi atención en la ventana empañada por la bruma causada por la lluvia. Encontrarme a mí mismo en esta situación hace que me sea imposible no pensar en el fracaso.
Resulta gracioso y perturbador como la mente te fuerza a recordar tus fracasos en los momentos en los que te encuentras más decaído, es como si tu cerebro comenzara a patearte en el suelo después de darte una paliza. Es curioso, ha pasado aproximadamente un año y aun soy capaz de recordarlo tan vívidamente... de aquel momento... sus palabras exactas, con si hubiesen dejando una cicatriz en mi interior.
- No pelearía con alguien que no sabe definirse. -soltó la primera puntada directamente hacia mí. - A ver, Dani, ¿qué estás esperando? ¿Qué te corte la lengua o te dé algo más que eso? ¿Esperas un beso o qué? -se acercó de nuevo a mí. - Vence esa curiosidad, ese maldito deseo que tienes entre las piernas. -tocó mi hombro. - Si vas a besar o a montarte sobre alguien, inténtalo, pruébalo, saboréalo, disfrútalo, pero también... -besó mi frente. - Déjalo con las ganas y verás cómo lo enfureces. -cortó la distancia alejándose de mí.
Había olvidado lo elocuente que era... supongo que fue en parte eso lo que me gustó de él.
- Louis... -exclamé su nombre casi inconscientemente, llamando la atención de Suno.
- ¿Qué dijiste? -preguntó confundido y preocupado.
- ¿Eh? -finalmente caí en cuenta de lo que dije. - Nada, nada de nada. -mentí descaradamente.
- Ah no, te escuché viejo, dijiste Louis. -afirmó en un tono de molestia. - Dani, pensé que ya habíamos dejado el tema de Louis atrás... -dijo casi en tono suplicante, casi como si estuviera cansado de hablar de lo mismo una y otra vez.
- Lo sé, pero... -hice una pequeña pausa para pensar bien mi explicación. - Es que toda esta situación hace que reviva viejos y malos momentos... me hace pensar en qué pensaría de mí, ese tal Louis, si me viera ahora, si conociera mi situación y lo que hice.
- Viejo, te diré lo que te dije en aquel momento: al diablo con Louis, el maldito te rechazó porque no querías decirles a tus padres que eras gay... él te estaba forzando a salir del clóset mediante un ultimátum. No tuvo ni el más mínimo gramo de comprensión para apoyarte en tu decisión, y optó por joder toda la relación, como si fuera tan fácil salir del clóset... -da un trago del expreso que pidió mientras yo andaba perdido en mis pensamientos. - Te lo digo Dani, lo mejor que puedes hacer es borrón y cuenta nueva, deja de pensar en el idiota que te abandonó hace un año y, ya es momento de que debas proseguir con tu vida.
- Hmm... Como si eso fuera tan fácil... -dije imitando su expresión de forma infantil.
- Dani, por todos los cielos e infiernos, ya ha pasado un puto año... tuviste el tiempo suficiente para superarlo, hazte un favor y hazlo. Si, quieres te ayudo, podemos reactivar tus perfiles de Tinder y Grinder, o si lo prefieres, te presento a uno de mis primos.
- ¿Cómo? ¿Tus primos de tu familia japonesa hiper conservadora? -pregunté incrédulo.
- Yo también vengo de ahí... -da un trago a su café. - Además de que no los viste cuando fuimos de viaje a Osaka y tuvimos que ir un balneario público. Mi primo Akira, no dejaba de verle la toalla a un yanki que llevaba una cresta... igual no eres su tipo, pero creo que estaba desesperado en esa ocasión. -no pude evitar reírme por su comentario tan mordaz sobre su respetable familia.
- No lo sé Suno, -suspiré. - no puedo negar que las citas casuales suenan divertidas, pero... -hice una pausa mientras jugueteaba con mis dedos, sintiéndome un poco nervioso. - La verdad es que no me veo en algo que no sea una relación seria, el ser exclusivo de alguien me parece muy... lindo. -muerdo el rollo de canela que Suno pidió para mí, un poco de crema terminó por manchar mi mejilla sin que lo notara.
- Solo son opciones, mi amigo... que salga lo que tenga que salir, solo te digo que no descartes los juegos... puedes sacar buenas experiencias de ahí, y tal vez ya no sientas la necesidad de anclarte en cada relación...
- Tal vez... -doy un trago a mi café late.
Estaba tan absorto mientras conversaba con Suno que ni siquiera me percaté cuando aquella persona entró por la puerta principal del local. Aquella presencia que se cerniría sobre mí como una sombra descomunal, abrazándome y apretándome, y arrastrándome a una oscuridad de la cual probablemente nunca podría alejarme por completo.
Una sombra que no solo me atraparía a mí, sino también a muchas otras personas como yo, personas con situaciones complejas y vidas caóticas, personas cansadas y reprimidas, avergonzadas de quienes son y temerosas por lo que serán en el futuro... simplemente personas.
(...)
¿Alguna vez se han preguntado si realmente existen las almas gemelas? Una sola persona de las mil millones que existen alrededor del planeta que esté diseñada especialmente para ti, que este diseñada para estar a tu lado complementándote y velando por tu felicidad y seguridad. Una persona predestinada para ti, una persona diseñada...
- Oye Emmy... -de repente sentí como era sacada de mis pensamientos por una voz conocida.
Me encontraba sentada en el salón de la clase de literatura inglesa, la sesión había terminado y simplemente quedábamos las dos en aquel vacío, como siempre... mi mente debió haber empezado a divagar nuevamente, dejando mi cuerpo atrás como lo haría una niña con su muñeca de trapo, eh estado experimentando mucho esta sensación durante los últimos días, ¿Por qué será?
- ¡Deja de poner esa cara de idiota y levántate!... -exclamó mi estimada Sarah Delacroix. Directamente en mi oído, para despejar la blanca niebla que se había acumulado dentro de mi cabeza, provocando que volviera de golpe a la realidad.
- ¡Ay! ¡Sally! ¡No hagas eso, casi me dejas sorda! -devolví finalmente, demostrando que mi mente había vuelto de sus repentinas vacaciones.
Una forma colorida para decir que me había quedado dormida con los ojos abiertos mientras veía la clase. Que puedo decir, la literatura inglesa no es uno de los temas que más me apasionen...
Por cierto, soy Emmelyn Wallace y tengo 22 años. Estudio en la universidad de Oxford en la carrera de idiomas modernos. Digo estudiar simplemente por una convención socialmente aceptada, la verdad es que siempre eh sido mala para los estudios. Tengo problemas para mantener mi mente enfocada, pero supongo que ya lo notaron, aparentemente el escuchar la narración de un extracto de la novela de Hamlet de William
Shakespeare, tiene un efecto similar al benzodiacepina en mí. Menos mal que tengo a mi mejor amiga para devolverme a tierra firme en este tipo de situaciones, sino seguramente habría desertado de la carrera hace varios meses atrás. Aunque claro, no siempre puedo estar de acuerdo con sus alternativas.
- Bueno, ¿quién te manda a quedarte dormida en clase? -dijo sin ningún atisbo de duda con respecto a desvelar mis carencias y debilidades. - Cuando aprendas a ver la diferencia entre una cama y un escritorio, dejaré en paz a tus tímpanos -concluyó.
- Lo siento señorita de Delacroix, pero yo no negocio con terroristas... -continúe con humor. - estoy bastante segura que esos ataques armados son una clara violación a la convención de Ginebra...- señale acusadoramente a mi fiel compañera.
- Como sea Churchill, larguémonos de aquí, estas botas nuevas que compre me están matando y quiero llegar a casa a quitármelas. -musito mientras se sentaba para acomodar sus botas.
- Si te molestan tanto, entonces ¿por qué te empeñas es seguir usándolas? -pregunté al notar la clara inconsistencia en las acciones de mi amiga.
- Porque aunque me hagan sufrir, estas niñas malas hacen que mis piernas se vean espectaculares... son lo equivalente a una relación toxica pero en forma de calzado de segunda mano. -manifestó, mientras admiraba sus extremidades con un profundo orgullo y fascinación.
- Pero a diferencia del novio toxico, las botas no les presume tus nudes a sus amigos. -continué comenzando a unirme al chiste local.
- Otra razón más para conservarlas... -cerró causando una carcajada en las dos.
Concluida nuestra jocosa charla, nos pusimos en marcha fijando el rumbo a casa, hoy fue una jornada laboriosa, pese a lo que pudiese aparentar con mi pequeña siesta, de hecho podría decirse que dicho incidente fue producto de una jornada de estudio extremadamente exhaustiva... aunque, el hecho de que el día anterior estuve pasando el rato con unos amigos en una fiesta también pudo haber influido, claro. Una noche tan productiva y fructífera únicamente para el camarero que nos atendió a Sally y a mí. Generalmente no frecuento muchas fiestas, nunca eh sido el tipo de chica demasiado sociable o muy amante del ruido y el barullo, pero lastimosamente mi gusto en mujeres sí que entra en esa definición, me encontraba pretendiendo a una hermosa chica de rojiza cabellera, ojos verdes como esmeraldas y mejillas pecosas.
Si, como la de Charlie Brown, y aparentemente también tengo la suerte de ese simpático niño calvo. No sé cómo lo hago, pero siempre termino yendo a por la chica 100% hetero del lugar, creo que mi 6to sentido lgbt ha estado algo oxidado últimamente. Después de que esa malagradecida pelirroja se reusara a jugar a la botella conmigo y que ese tipo raro con tentáculos atacara Manhattan no he sido la misma. Pero ya hablando enserio, siento que ha pasado mucho desde que he podido tener una relación y empiezo a sentirme... necesitada...
- Oye... Sally, ¿no te gustaría tener un novio? -pregunté con pobre sutileza mientras ambas caminábamos por las concurridas calles de Londres, hoy era un día nublado, como la gran mayoría de días durante todo el año en este país.
Sally y yo simplemente paseábamos mientras veamos los escaparates de las tiendas. Podía sentir como la brisa fría arremetía contra mis piernas desnudas, un gran día para querer utilizar shorts ciertamente. Me gustaría tener un gusto un poco más sobrio como Sally, aunque realmente no entiendo su gran fascinación por los cuellos de tortuga.
- ¿Eh? Realmente no... -respondió con árida indiferencia.
- Oye... Sally, ¿no te gustaría tener una novia? -le pregunté nuevamente.
- ¿Eh? No, tampoco, ¿ahora que te sucede? ¿Sigues molesta por el tema de la niña pelirroja? -dedujo suspicaz mente tal y como suele hacerlo la vieja Sally.
- Nooooo, ¿por qué me molestaría que una chica súper sexy casi semejante a un ángel prefiera los asquerosos penes antes que a mí? -dije realizando un puchero sin el más mínimo interés en disimular mi malestar.
- Ay por dios, madura de una vez Emmy, no puedes esperar que toda chica linda que te gusta esté dispuesta a morder la alfombra. -explicó con su típico humor mordaz, que lindo de su parte hacerlo más fácil para mí.
- Oye, no me hace sentir mal equivocarme una vez con una chica, ¿pero tres veces seguidas? si fuera rata de laboratorio ya me habrían dado de comer a la serpiente. -dije con frustración - No pido mucho, me conformo con que esté disponible, y de preferencia que tenga los dedos largos.
- Ya Emmy, deja de presionarte con eso, aun si consiguieras finalmente ligarte a una chica, eso no te garantizaría que la pasarías bien con ella. Por muy necesitada de afecto femenino que estés, aun debes conservar tus estándares. -razonó Sally.
- Tú sí que la tienes fácil, en cualquier momento puedes decidir irte con un chico y tener tus 7 minutos en el cielo. -devolví con una bola curva.
- Lastimosamente, muchos ni siquiera lograron llegar a los 5 -Y Sally batea un cuadrangular, homerun.
Realmente adoro fastidiar a Sally, nunca sabes qué tipo de respuesta ingeniosa te va a dar. Andar con ella es lo que le ha dado sentido a tener que asistir a las clases de Literatura inglesa todo este tiempo. Bueno, eso y el hecho de que sea una sabelotodo obsesionada con los autores clásicos, hacer la tarea nunca ha sido tan fácil para una disléxica como yo.
Ahora que lo pienso ¿habrá otras cosas de las cuales pueda aprovechar mi amistad con Sally? ¿Me darán descuento en esa ostentosa cafetería donde trabaja?
Mi mente dejó de divagar cuando sentí el repentino golpe de una carpeta de manila directo en la cabeza. La impresión fue tan grande que me desoriente por un segundo.
- ¿¡Oye, Qué demonios, Sally!? ¿A que vino eso? -pregunté reincorporándome del susto que me dio debido a su ataque sorpresa.
- Hmmm... volviste a poner esa cara de estúpida que haces cuando empiezas a pensar en tonterías que me involucran... así que te devolví a la realidad -decía mientras me dedicaba una cara de satisfacción a causa de su fechoría.
Más que enojada por la descarada transgresión hacia mi persona, me sentía consternada al percatarme de la aguda capacidad de deducción de Sally, cerca de ella ni siquiera puedo estar segura dentro de mi propia cabeza, al a considerar para el futuro.
Además, antes de que siquiera pudiese reprocharle nada esta súbitamente se acercó a una pareja que estaban viendo un escaparate más delante. Uno era un hombre de estatura mediana quien llevaba un traje de color gris el cual parecía ser bastante caro, sospecha que se confirma cuando notas el Rollex de su muñeca, sinceramente la expresión confiada y burlona de su cara lo hacía ver como un perfecto cretino, aunque puede ser mi prejuicio hablando. Por otro lado, su acompañante.
- ¡Hey! ¿Cómo estas, Val? -exclamó Sally emocionada al acercarse animosamente al chica, algo extraño para alguien como Sally, la cual no es tan dada a las familiaridades, o al menos no conmigo.
- Excelentemente, es un gusto verte Sally -fue lo que escuche salir de los delicados labios de aquella chica rubia, su voz era tan profunda como también harmoniosa y femenina. Podía sentir como un escalofría recorría mi espalda al simplemente escucharla hablar.
- También es genial verte por aquí Val. Oye déjame presentarte a una amiga de la universidad ella es...-le interrumpí de una forma muy sutil.
- Soy Emmelyn Wallace! Es un placer conocerte Val... -mi voz sonaba como las ráfagas de una AK47, estoy segura que casi muerdo mi lengua al decir toda esa frase de corrido.
Todo para seguir oyendo hablar a este hermoso ángel que cayó del cielo.
- Es un placer Emmelyn, Soy Valein Clayton, Sally y yo trabajamos en el mismo restaurant- concluyó.
Ahora tengo una razón mucho más importante para ir a fastidiar a Sally en su trabajo.
- Sally, déjame presentarte a un... amigo... -dudó por un segundo en esa última frase, ¿por qué será? Empezaba a sentir un extraño sentimiento en mi estómago.
- ¿Por qué te pusiste tan nerviosa de repente? ¿Tan extraña es nuestra relación? -cuestionó de forma humorística, la asertividad y seguridad con la que hablaba eran casi sobrenaturales.
Casi parece el presentador de un comercial de Teletienda.
- Hola, mi nombre es Mark Donaghue, soy la cita de Valein, un placer... -esas últimas palabras se sintieron como si me hubieran lanzado de precipicio están de espaldas, trague un grueso hilo de saliva en un intento de aliviar el nudo de mi estómago que se había formado.
- Hola... me llamo Sarah Delacroix, pero todos me llaman... -Sally ni siquiera había terminado de levantar su mano cuando este tipo inmediatamente salto a atraparla entre las suyas.
- Sally, sí, es un lindo apodo, es un placer conocerte Sally... -los intensos ojos verdes del sujeto se clavaron en Sally mientras esbozaba una leve sonrisa la cual le daba la apariencia de un jaguar.
Escupió sus cumplidos con la misma seguridad con la que hablaba sin importarle la posibilidad de parecer descarado ante la chica que supuestamente pretendía. Este tipo... es un verdadero maldito, como puede haber alguien tan... ni siquiera sé cómo terminar la frase... mientras que Sally...
- Gracias, creo... -noté perfectamente como Sally lo miró de arriba abajo en un segundo, los apacibles zafiros de mi amiga cobraron un brillo tan peculiar como amenazante, como la candela azul de una hornilla encendida a máxima potencia.
¿Crees? Es bastante evidente que ese comentario activo algo dentro de ti. Parece que este sujeto no es el único que tiene la cara dura, Sally podría rallar un diamante con el filo de sus labios.
- Sally, a ti y a tu amiga ¿les gustarían acompañarnos a almorzar?, escuchamos que este local es bastante popular. -propuso mi querido ángel encarnado.
Obviare el hecho que se refirió a mí solo como "su amiga" y me concentrare en lo importante. ¿Vamos linda, acaso no eres capaz de captar lo que está ocurriendo aquí? Aunque pensándolo mejor...
- ¡Nos encantaría! -respondí de inmediato. - Acabamos de salir de la escuela y empezaba a sentirme hambrienta, ¿no es así, Sally? Me gustaría hincarle el diente a algo. -miré a Val a directamente a los ojos al decir esto.
Pude encontrarme con sus bellas esmeraldas nuevamente, ahora centrados solo en mí. He percibido lo que está ocurriendo aquí y planeo aprovechar esta oportunidad. No hay mejor oportunidad que esta.
Si quiero tener un chance con esta adorable belleza angelical debo jugar bien mis cartas y saber presionar los botones correctos.
¿Piensas que estoy siendo manipuladora?
¡Ja! Cariño... Aún no has visto nada.