Luego de haber culminado la lectura, unas lágrimas salieron de forma estrepitosa del área de mis lagrimales, no pude aguantar las ganas de querer gritar y de romper en llanto.
Hacía año y medio que no sabía nada de mi madre desde que abandoné mi hogar, y justo hoy me llegó una carta de ella. Y hablaba de mi padre, honestamente nunca pensé que mi padre estaría preocupado por mí. Pero recordé lo que mi madre destacó en aquella frase de que "estaba prohibido hablar de mí", ¿te sigues preguntando el porqué de este comportamiento? Es que es muy simple y hasta fácil de explicar por qué hicieron lo que hicieron.
Y es que, si mi memoria no me falla, todo eso empezó cuando cumplí los diecisiete años, estaba saliendo de la escuela esa tarde. Normalmente los chicos de mi escuela los buscaban, yo fui el caso atípico y poco común de que yo siempre tomaba el autobús solo. Y en aquel momento, fue una de las ocasiones en que, uno de mis compañeros; quién era el que se la pasaba conmigo para hablar de cualquier tema, decidió tomarlo conmigo.
Él y yo compartiríamos un gusto por los videojuegos de tramas selectivas, y siempre que iba a su casa a jugar videojuegos, terminaba besándome con él a escondidas de sus padres.
Era una locura.
Una completa locura.
Él y yo teníamos dudas sobre el amor, ¿y quién no las tiene? Éramos adolescentes y queríamos explorar tanto como si nos fuera posible, nuestra sexualidad y demás. Pero lejos de seguir explorando, había algo dentro de mi cuerpo que quería parar.
Ése era mi sentido de la prudencia y el juicio.
Me estaban atacando justo en el mejor momento.
Sí, lo dije de forma sarcástica. No se lo tomen de manera literal, carajo.
En ese momento en que mi compañero de clases y yo estábamos a nada de experimentar con algo que, llamaríamos como la locura y la imprudencia más estúpida del universo; pensamos de forma parecida en que si debíamos de experimentar con nuestros miembros viriles era viendo si funcionaban para algo más que simplemente orinar o hacerse la masturbación. Al fin y al cabo, mi compañero y yo decidimos arriesgarnos. No sé cómo ni en qué momento llegué a estar tan excitado que quería perder mi virginidad con él. Y él, a su vez, también quería. Pero ¿de verdad quieres saber qué fue lo que me pasó? Pues aquí va, no te va a gustar leer esto. Pero si insistes.
Fue esa noche mientras estaba él en mi habitación viendo la televisión a mi lado, yo estaba acostado dándole la espalda y de un momento a otro, pero comenzó a acariciar mi cabello y de ahí comenzó a bajar su mano hasta mi espalda, y levantó la tela de la camisa. Deseando como tanto él quería, mi abdomen. Atacó éste sin piedad, haciéndome sentir como dudoso por unos segundos, pero disfruté de aquellos besos que, honestamente nunca pensé que llegaría a dármelos. Y en cuestión de menos de un minuto, ya me quitó mi camisa. Dejándome desnudo por la parte de arriba y sonrió, estaba feliz con ver mi cuerpo "tonificado" como a él tanto le gustaba.
Aunque yo no hacía casi mucho ejercicio.
Se me acercó en reiteradas ocasiones para robarme un beso. Pero yo estaba tan excitado que no quería ya recibir más, deseaba con todas mis fuerzas recibir a su preciado miembro viril dentro de mí. Y ahí, en medio de los gruñidos y jadeos que ambos soltábamos. Escuché la puerta de mi habitación abrirse de par en par.
Eran mis padres.
Me habían pillado en, no sé si sea claro el recuerdo o no, el momento más incómodo y perturbador de sus vidas. Y de ahí, las cosas entre ellos y yo iba a terminar de mal, y peor; a terminar de la peor forma.
De lo único que ya no recordaba era del paradero de mi compañero de escuela. Mis padres me trasladaron a otra donde se situaba en la misma ciudad y dónde desafortunadamente no volvería a ser el mismo tras aquel repentino traslado. Significando así, de que ya nunca lo volvería a ver ni saber más de él después de aquella incómoda situación.
Pero las cosas no terminaron ahí, si mi memoria no me falla.
(...)
- ¿Todo está bien? -Emmelyn sonaba preocupada por la línea del teléfono.
- Dentro de lo que cabe... -contesté algo desanimado.
- Supe que Tadashi ha estado hablando nuevamente con los chicos del club de informática, parece que intentaran conseguir información por medio de los servidores de la escuela...-confesó en voz baja.
- Eso suena bien...-comente con desgana.
- Dani... a pesar de que fuiste a aquel lugar... -pausó por unos momentos, se escuchaba dudosa de que decir a continuación. - yo... yo no te juzgo por ello...-agregó. - Te ayudaré en todo lo que pueda Dani, cuenta conmigo. -me aseguró.
- Te lo agradezco mucho. -le respondí con una sonrisa. -Por favor, llámame si llegas a saber algo más.
Ella colgó de inmediato.
Mientras que yo me levantaba de la cama y trataba de procesar ahora lo que estaba ante mí. Aquella caja de tamaño mediano me seguía llamando la atención, ¿qué habría dentro? Dejé mi teléfono sobre la cama y me dirigí hasta dónde había dejado aquel paquete. Tomé mi exacto, y le di una punzada suave a la caja para abrirla desde arriba. Cuando la abrí, estaban dentro unos álbumes que deduje fácilmente como familiares. Y había dos objetos electrónicos, que, al yo solo tener únicamente mi teléfono móvil; me hicieron sentir algo extraño.
No sabía que a mis padres les importaba tanto comprarme una laptop y una tableta. No se los pedí, que conste.
Agradecí en silencio y encendí la laptop después de haber sacado. Me encontré con una carpeta que, por alguna razón; decía mi nombre. Le di clic y apenas abrí el documento, decía en un claro y enorme texto de izquierda a derecha.
LA CURIOSIDAD MATÓ AL GATO.
Me impresiona mucho la curiosidad de los hombres, son más curiosos en muchos sentidos y aspectos cuando se tratan de ese tipo de cosas, que las mujeres. En este caso, tú eres uno de esos prototipos de chicos que nacieron con el don de la curiosidad. Si, suena gracioso. Ríete de ello si quieres, cariño.
Antes de que pienses que soy un loco, déjame decirte primero los buenos días, las buenas tardes y las buenas noches. Sin mencionar que, en este momento supe de tu huida. Debió haber sido doloroso para tu familia el simple hecho de irte sin dejar rastro. ¡Vamos, no te comportes como un cabrón!
La familia te ha humillado, claro que sí.
¿Les darás la espalda a tus honrados padres?
Si lo haces, déjame decirte que estás haciendo bien. Hay mejores hijos en este universo, y tú Daniel Lemphton, eres uno de esos casos.
Agradezco que hayas leído esto, y de qué hicieras y pensarás bien en el hecho de abandonar tu hogar. Soy un desconocido que se aprovechó de la ocasión para tener a alguien con quien jugar al gato y al ratón.
¡Ah, claro! ¡De eso también estaba por decirte!
Lamento lo de tu expulsión, ojala la noticia no se halla esparcido como un virus mundial por todo Londres. Ahora, ignora eso. Quizá no era lo que tú tanto anhelabas, ¿no es así? Tranquilo campeón, ya estudiarás algo que si te vaya a sacar provecho.
Aprender alemán por ejemplo, el Italiano no es una lengua muy viable por estos tiempos.
No seas inútil con eso que estabas estudiando. Te estaré enviando un E-mail dónde recibirás, y más te vale que me lo agradezcas después; una transferencia a tus cuentas bancarias para que puedas estudiar algo que de verdad te vaya a funcionar y te saque adelante.
Otra cosa más, te felicito por haber salido del clóset a tus tempranos veintitrés años. Siempre supe que me llenarías de orgullo algún día.
Hasta pronto, señor Lemphton.
Atentamente...
El desconocido.
Posdata: Te sugiero que no te molestes en investigar o saber quién soy, a no ser que quieres que te haga otra visita. Y estoy seguro de que ni tú querrás que ponga un dedo sobre tu suave y delicada piel.
- ¿Qué carajo? -me llevé las manos a la cabeza. - Ahora sí debería de estar asustado. -susurré.
Las señales de alarma empezaron a sonar, mi corazón ahora sí empezó a palpitar más fuerte esta vez. Salí escopetado en busca de mi teléfono para llamar a Tadashi.
- ¡Eh, Dani! ¿Qué tal? -saludó como si nada pasara. -oye, no te preocupes ok, eh reunido a la pandilla de Crackers repelentes al jabón, encontraremos a ese miserable en...
- Tadashi por favor ven acá, ahora... -dije mientras mi voz se quebraba...
- ¿Dani? ¿Qué paso? ¿Todo está bien? -preguntó estúpidamente.
- ¡No Tadashi! Nada de nada está bien, ¡estoy jodido! ¿Oíste? ¡Jodido, Sunomiya!- No pude evitar gritar. - ¡Tengo a un maldito psicópata respirándome en la nuca y amenazándome a través de estúpidos mensajes, como si fuera una estúpida película! ¡Ni una maldita mierda está bien Tadashi, nada en mi maldita vida ha estado bien!...-despotrique.
- Ehh... Dani, yo lo...-
- Solo... ¿podrías venir a mi casa en cuanto puedas?... ¿por favor? -dije mientras me recostaba contra la pared.
- Voy en camino... -dijo para luego colgar.
Al oír como colgaba su teléfono, sentí como mi pese se volvía cada vez más ligero, y como un extraña cosquilleo provocaba espasmos en mis extremidades. Estaba temblando y sentía como el sudor frio asolaba la faz de mi frente. Termine tumbándome en el suelo, y me dispuse a mirar al techo. Más temprano que tarde, un maremoto de lágrimas inundó mis ojos, una vorágine descontrolada cargada de terror, desesperación y soledad.
Mi corazón se aceleró de forma brusca, podía sentir como el pánico se apoderaba de mí ser.
Y ese pensamiento repentino me lo hizo saber de forma inmediata. Me levante casi tambaleándome, hasta el baño para lavar mi cara y tratar de ignorar lo que estaba pasando, quizás aquella frase que decía en el título del documento y lo que decía era una broma mal hecha por mis padres.
Quizás fueron ellos con alguna intención vengativa por haberme fugado de la casa sin darles una aparente explicación. ¡Tenía que ser eso! De otra forma ¿Cómo alguien pudo haber sabido algo como eso? Solo Sunomiya conoce los detalles, ni siquiera mis otros amigos de la universidad están al tanto de aquellos turbios detalles de mi pasado. ¿Quién y cómo pudo enterarse de algo así?
Imágenes intrusivas se meten en mi cabeza, aquellas imágenes del intruso en el hotel, el intruso con la máscara. Aquel que descaradamente y con alevosía me persiguió por la noche, tomo fotos mías e irrumpió en mi habitación sin que yo me percatase y que además fue capaz de...
Podía sentir los escalofríos apuñalando mi espalda como si de una lluvia de cuchillas se tratasen, instintivamente poso mis manos a mi cuello.
En cualquier momento pudo haber acabado conmigo...
En cualquier momento pudo haber terminado mi existencia con suma facilidad y sin que yo me hubiese podido defender...
Solo le hubiese tomado unos momentos... el haber tomado un objeto contundente y haberlo estrellado contra mi cabeza para destrozarla, o el simplemente haber usado un cojín para asfixiarme. Haber clavado un cuchillo en mi garganta o haberme volado la tapa de los sesos de un solo tiro...
Pudo haberme asesinado de un millón de maneras diferentes y el prefirió simplemente quedarse ahí, tocándome y viéndome... ¿por qué?
¿Acaso no era tan digno como para ser su presa? O ¿simplemente quería divertirse a costa de una pobre victima indefensa? Una demostración de su poder sobre mi... una sencilla burla a mi persona, simplemente para hacerme sentir desamparado y aterrado... un juguete para su enfermiza diversión...
Me senté nuevamente contra la pared abrazándome a mí mismo...
¿Porque tenía que pasarme esto a mí? ¿No había sido suficiente el que haya tenido que haber nacido como un niño gay en una familia de fanáticos religiosos? ¿Acaso tendré que añadir a un maldito acosador al estúpido y mórbido chiste que es mi vida? Si realmente si dios existe como siempre mis padres han promulgado entre cantos y oraciones, si realmente existe aquella figura del padre benévolo y justo, ¿como el que yo sea atacado por un lunático afecta a la realización de su gran plan? ¿En que contribuye algo así?... ¿por qué dios permite que me pase algo como esto?...
Es ahí donde mamá me invitaría a leer por trigésima ves en lo que llevo vivo el libro de Job, aquella perturbadora historia en que Dios utiliza a Job, un pobre hombre que solo buscaba mantener a su familia, como conejillo de indias para experimentar el como la fe ciega puede llegar a nublar el juicio de una persona al punto de relegarlo e incluso condicionarlo a no solo aceptar sino también amar el castigo de su dios. ¿Qué se supone que debo hacer ahora mamá? Enviarle una nota de agradecimiento a mí acosador diciéndole: ¡Hey! Muchas gracias por destruirme la vida, espero que la próxima semana vengas a atropellarme cuando vaya cruzando por la calle. Con amor Dani "La perra" Lemphton.
(...)
Y justo tuve que recibir una carta suya... esto es increíble, el chiste sigue sin terminar... de todos los días... de todos los momentos en que tuvo que contactarme para hacer las paces, ¿Por qué tuvo que hacer justo en el momento en que mi vida se está cayendo a pedazos? ¿Por qué dios me da esperanzas para luego destruirlas en frente de mí? ¿Por qué no me permites ser feliz por una vez en mi miserable vida? Por qué no me permites fantasear por unos momentos conque finalmente podré ser aceptado por mi madre, fantasear con la idea de ver a mi madre a los ojos y finalmente poder oírla decir: "Te amo Dani, espero que seas feliz con la persona que ames".
¿Acaso no merezco ser amado por mi propia madre?
(...)
- Ay, mamá... -pensé. - como me gustaría que estés aquí conmigo ahora...-
Me recosté en mi cama, pensando en la imagen de mi mamá y en los recuerdos que tengo de ella... aquellas veces en que me estrechaba entre sus brazos y besaba mi frente; en las historias de su juventud y todas las situaciones raras que vivió; en la ves en que fuimos a aquella juguetería y me dijo que podía elegir el peluche que más me gustara...
Sentía como las lágrimas nostálgicas comenzaban a brotar como consecuencia de aquellos bellos pensamientos. Pensamientos de una inocente niñez, de una madre gentil y amorosa que siempre estaba ahí cuando yo lo necesitara, siempre pendiente de correr en mi auxilio...
O al menos así era hasta que...
- ¿Qué estás haciendo? -decía. - Suelta su mano, los niños no deberían de tomarse de la mano entre ellos, ya tienes 13 años, deberías de saber eso...-
Por supuesto...
- ¿Idiomas? ¿Lo dices enserio Dani? ¿No crees que deberías estudiar algo un poco más útil, querido? -
- Trata de entender a tu padre hijo... él solo quiere lo mejor para ti... a veces, se tiene que aprender por las malas...-
- Hijo, sé que es difícil para ti, pero por que no intentas ser un poco más... "normal" tal vez así dejaría de molestarte...-
- ¡QUÉ CREES QUE ESTÁS HACIENDO! ¡Quítate las manos de encima! Dios me aguarde, por favor perdona los pecados de este muchacho descarriado, ya que no sabe lo que hace... necesitas que te den una lección... Necesitas ser corregido...
(...)
La realidad es que solo fue buena y gentil hasta que cumplí los 13 años... la edad donde comencé a "florecer" más allá de los deseos de mis padres... la edad donde empezaron los conflictos... donde comenzaba a notar las fracturas en el cristal...
Cada días después de mi cumpleaños número 13 se volvieron un completo infierno... me sentía como el mismísimo Dante descendiendo cada vez más bajo a cada uno de los círculos, donde las intrigas, los abusos y las vejaciones y humillaciones empeoraban más y más. Donde veía los verdaderos colores de mis padres... donde la imagen de la madre dulce y amorosa se tornó severa y decepcionada...
Viendo en retrospectiva, es mucho más evidente que todos estos conflictos comenzaron en el momento de mi despertar sexual. Una razón de conflictos y descontentos en familias comunes con hijos "normales", pero todo un tabú en mi caso...
Recuerdo las veces en que solía ver a los otros niños de mi clase jugar en sus entrenamientos de futbol durante las clases de educación física, como sus menudos cuerpos se torneaban y crecían con el pasar de las jornadas de entrenamiento y por el efecto hormonal de la pubertad. Como sus espaldas se ensanchaban, como sus voces se oscurecían al punto de alcanzar un tono grave y rasposo que me hacía temblar, recuerdo sus piernas perfectamente torneadas flexionándose al momento de correr y estirarse. Recuerdo los momentos finales del entrenamiento donde nos mandaban a todos a las duchas comunitarias... y todos nos encontrábamos reunidos allí desnudándonos... el olor a sudor, un hedor hediondo y desagradable, pero que al mismo tiempo desplegaba una esencia hipnótica en mi ser, que me estimulaba y me hacía perder el control de mí mismo...
Me encontraba allí en los vestidores, expectante al momento de que todos comenzaran a quitarse la ropa, deleitándome con la belleza de sus atléticos cuerpos y... sucedía la tragedia... llegaba el momento en que aquellos estímulos causaban reacciones indeseables en mi fisionomía, reacciones vergonzosas y antinaturales emergiendo del hijo del respetable diacono del pueblo... ¿Cómo era posible que el hijo de un ciervo de dios, criado desde sus inicios bajo los más puros y estrictos valores cristianos, estuviera atiborrando su mente con pensamientos inmorales y libidinosos de sus compañeros varones? ¿Cómo una figura tan respetada como lo era el Padre Lemphton podría llegar a tener un depravado como vástago?...
Fueron aquellos pensamientos que le pasaron llave a la celda de auto desprecio y vergüenza en la que tuve que confinarme durante toda mi adolescencia, siendo vigilado por aquellos centinelas quienes solían ser mis padres. Los cuales reprochaban y criticaban cada una de las decisiones o actitudes que tomaba. Quienes sometían al escarnio y escrutinio a toda amistad que formaba, quienes corregían sin reparo cada "imperfección" que veían en mí...
Todo con la intención de formar a un perfecto hijo del diacono local, que formaba parte de la perfecta familia devota del pueblo...
Instintivamente lleve mi mano a mi mejilla recordando las reprimendas que ambos solían darme cuando no me comportaba adecuadamente, o cuando veían que estaba acercándome demasiado a otro niño que de no haber sido por ellos, pudo haberse convertido en mi amigo o en algo más...
"No creas que no notamos lo que intentas hacer, la forma en como lo miras y lo tocas... ¿acaso no entiendes lo grave que es esto Daniel? Si no dejas de comportarte de esa forma tan... abominable, estarás condenando tu alma... si sabes lo que te conviene, será mejor que te comportes y dejes esas "mañas" tan indeseables."
Mensaje recibido papá... Jamás olvidaré aquellas palabras en lo que me quede de vida...
¿Y ahora dice que quieren hacer las paces conmigo? ¿Después de todos esos horrendos años de tortura? Sí, claro... a otro perro con ese hueso...
¿Por qué debería confiar en sus palabras? ¿Si todo lo que ha salido de sus santurronas bocas han sido injurias y ataques hacia mí? Lo más probable, conociéndolos, es que quieran intentar convencerme de volver a casa con ellos y que ellos vuelvan a tener a su mono trajeado para que puedan presumir de ser la familia más estúpidamente hipócrita de todo el Reino Unido...
No se los permitiré... yo... no necesito a ninguno de los dos, ni a papá... ni tampoco a mamá.
Tengo a las únicas personas que necesito en mi vida justo aquí para apoyarme...
Voy a ser honesto, y es que, nunca pensé que recibiría la ayuda de Tadashi y Emmelyn, ambas personas que, afortunadamente no me han dado la espalda y que, se mantienen dentro de mi círculo de amistad aun sabiendo las dificultades por las cuales he estado pasando. Ya con eso se han ganado bastantes puntos.
(...)
Fui despertado momentos de mi letargo por Tadashi, quien había llegado a la casa 10 minutos después de haberlo llamado. Un tiempo record Sunomiya... Le mostré toda la parafernalia que me había enviado el acosador, por lo que se dispuso a hacer su trabajo de informático hacker o yo que sé...
Yo por mi parte me sentía más cansado de lo usual, supongo que todo el estrés por el que he estado pasando al final está pasando factura. Puedo sentir como me zumban los oídos y como una fuerte migraña azota mi cabeza con saña. Casi como si un pequeño mono de juguete estuviera estrellando sus platillos desde dentro de mi cabeza. Fui al baño nuevamente, y al mirarme al espejo por un momento pensé que había un fantasma dentro, mi cara se veía demasiado pálida, como si todo el color, que ya de por si era escaso, hubiera desaparecido de mis mejillas. Por otro lado mi cabello era un total desastre, un nido de palomas que fue arrasado por un tornado básicamente. Y lo peor de todo eran mis ojeras, estaban tan marcadas que casi daban la impresión de que me dejaron ambos ojos morados.
Literalmente era un muerto en vida...
Un muerto que debe ir a trabajar en 15 minutos. Realmente no me sentía tan entusiasmado con la idea, pero con o sin acosador el mundo no se iba a detener por mí, para mi desgracia. Y viendo el lado positivo, quizás ir a un ambiente amigable sea lo ideal en estos momentos, las labores repetitivas y tranquilas relajaran mi mente y me ayudaran a sopesar esta situación, y sino... por lo menos tendré suficiente dinero como para que no me corran del apartamento...
Me arreglé en el menor tiempo que pude e incluso tuve que simplificar al máximo mí ducha, por una vez en mi vida las duchas militares que me hacía tomar mi papá fueron de utilidad. Me despedí de Suno y lo deje trabajando en mi apartamento, sé por experiencia que es mucho más seguro y eficiente trabajando por su cuenta, puedo contar con que encontrara la información que necesitamos, si es que existe claro...
(...)
Después del maratón que emprendí para llegar al restaurante, finalmente pude llegar antes de la hora límite afortunadamente. 5 minutos antes de mi turno, hora inusual para mí ya que suelo estar presente un poco antes, pero teniendo en cuenta todo lo que ha estado sucediendo supongo que lo último que debería de preocuparme ahora es el hecho de haber llegado un poco más tarde lo habitual. Nada más haber marcado mi llegada y haber saludado a Val y a Sally, me puse manos a la obra con mis labores, comenzando con el acomodado de las servilletas de tela en cada una de las mesas.
Al cabo de unos momentos, los comensales hicieron acto de presencia. Hoy era viernes, un día ajetreado, por lo que hoy la clientela era cuantiosa. Aun a pesar de que mi condición física y mental no está al cien por ciento, es mi deber brindarles a los clientes una atención apropiad, por lo que me apresure a atender al primer grupo de comensales que se habían sentado en una de las mesas... un grupo de adultos jóvenes compuesto por cuatro personas...
- Buenas noches, y bienvenidos sean a "La Grenade" Yo soy Daniel Lemphton y seré su camarero el día de hoy. -me presenté cordialmente con ellos como correspondía. - Aquí tienen la carta, el platillo especial de esta noche es Filét Mignon con salsa de trufa blanca, es uno de los platos estrella del local.
- Eso suena exquisito, me gustaría hincarle el diente a un buen trozo de carne esta noche, dime... ¿tu rabo es jugoso?
- Oh bueno... -pause. - Eh, disculpe ¿cómo dijo? -interroga al creer que había escuchado mal al joven...
- El rabo de ternera... -aclaró. - pregunte si el rabo de ternera era jugoso.
- ¡Ah! Entiendo, si, por supuesto, nuestro chef lo cocina de una manera que hace que se derrita en la boca y la salsa de arándanos le da una jugosidad inigualable.
- Hmmm, apuesto a que tú también te derretirías en mi boca... -devolvió.
- Ehh... emm, ¿disculpe? -volví a interrogarlo.
- Dije que eso suena excelente... ¿se encuentra bien? Se le nota un poco disperso. -devolvió el comensal con un aura de preocupación en su voz...
- Ehh... si por supuesto, no se preocupe por mi señor... ¿entonces pedirá el rabo de ternera? -tan pronto en que cada uno pidió su orden y lleve las ordenes a la cocina, decidí irme por unos momentos al baño, para pensar en lo que acaba de pasar...
- ¿Qué rayos fue eso? -pensé mientras miraba mi reflejo en el espejo. -Vamos Dani, estás en tu elemento ahora... no puedes desconcentrarte ahora, los clientes y el restaurant cuentan contigo, necesitas mantenerte centrado en el trabajo. -lave mi demacrada faz con agua en el lavamanos.
Después de todo, no era lo bastante fuerte como para lidiar con este asunto por mi cuenta, no podía dejar de pensar en aquel maniático que está obsesionado conmigo, tanto era así que ahora comenzaba a oír incongruencias salir de la boca de la clientela, mi cabeza solo resonaban aquellas amenazas y burlas en contra de mi persona, que solo me hacían estremecer. Aquellas miradas de joviales anónimos que disfrutaba recibir y atender ahora se sentían más bien como ojos expectantes y prejuiciosos... ¿y si alguno de ellos era aquel sujete que me perseguía? No era una tan descabellado el pensar aquello, después de todo cientos de personas frecuentan este restaurante cada semana, quien podría descartar que mi acosador no se estuviese ocultando entre este maremoto de personas, camuflándose como un jaguar en la jungla vigilando y acechando a su presa...
Salí por unos momentos de mi refugio para darle un vistazo al panorama del restaurant, veía como cada vez más y más gente entraba por la puerta principal y eran ubicados por mis compañeros de trabajo... realmente ¿cómo podría saber si alguno de aquella multitud era el hambriento y malicioso lobo vestido con piel cordero?
O peor aún...
¿Qué tal si mi acosador era uno de mis compañeros de trabajo?