A CUESTAS CON MI MADRE
img img A CUESTAS CON MI MADRE img Capítulo 6 EL VIAJE DE LAS COMADRES
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Capítulo 10 LA MESA NÚMERO DIECISÉIS img
Capítulo 11 LA TRAMA DE LA MARCIALA img
Capítulo 12 LOS SECRETOS DE LAS COMADRES img
Capítulo 13 TRES PAREJAS img
Capítulo 14 CUANDO MANDA EL AMOR img
Capítulo 15 UNA NUEVA OPORTUNIDAD EN EL AMOR img
Capítulo 16 LA REUNIÓN DE LAS MADRES img
Capítulo 17 CUANDO EL ENEMIGO SE RINDE img
Capítulo 18 El amor siembra sus semillas img
Capítulo 19 EL REGRESO A CASA img
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Capítulo 6 EL VIAJE DE LAS COMADRES

CAPITULO VI

EL VIAJE DE LAS COMADRES

La Marciala acostumbrada a mandar era la que había dicho que se podía llevar y qué no, al viaje de Cáceres, que se presentaba como una oportunidad inigualable, para planear las vidas de sus tres díscolos hijos. No podían dejar al azar su futuro y menos aún que eligiesen ellos lo que querían hacer...¡¡de eso nada de nada!, ¡vamos lo que faltaba! Pero si unían sus fuerzas, domarían a aquellos rebeldes que tantos dolores de cabeza les habían dado y les daban. El autobús era de lujo, un autopulman con baño, televisión y dos pisos como esos de Londres..."¡ay hija! Que, ¡son de modernos en el extranjero!, no sé si servirá pa matarnos", había dicho al subir "La Marciala", que era la líder natural del grupito de comadres. Pero la comodidad suavizó las críticas, casi en el acto de la tal señora, que se quedó dormida como un bebé, para dicha de sus tres acompañantes, que ya veían por qué camino iban a ir sus elucubraciones y mandatos.

-¡Ay que dolor de cabeza tengo hija!, es que no descanso ni en la cama, ni en el sofá...¡que pesadez!-se lamentó amargamente Magdalena, la madre de Martín, nada acostumbrada a viajar en medios tan comunes como un autobús, por muy ,moderno y cómodo que este fuese. Ella solo viajaba en sus coches con su chófer, allí no podía darle la murga a nadie...¡con lo que eso le gustaba a ella...!

-Bueno, a ver si al menos solucionamos algo de lo que tanto nos preocupa hija, que estos niños nos tienen ya cogidas por las sobaqueras y...-le soltó la "Alfonsa" madre de Marla que rabiaba solo de pensar que su "querida hija" estaría ahora haciendo de las suyas.

Magdalena ocupaba el asiento contiguo al de "La Alfonsa" y ""La Marciala iba apretando contra la ventana a un pobre negrito que se sentía ya embutido como una salchicha en tripa de burra. Miraba de soslayo a la a matrona que era la mamá de Ana y se aterraba, pensando en que se despertase y empezase a escupirle consejos y a tratar de adaptarle a sus costumbres fueran las que fueran estas. Ya tenía experiencia con aquel tipo de señora y esta presentaba todos los síntomas de ser una de esas que no dan cuartel al compañero de viaje. Un amigo le había dicho, que se fijase en las manos de la señora en cuestión, si sus dedos no dejaban de moverse ni de dormida, que se echase a temblar de terror ,era una de la clase de las mandonas. Y los dedos de" La Marciala" ,se movían como gusanos nerviosos, entrelazados como una amenaza latente. Por su parte "La Amadora" roncaba como una marmota tras el asiento de "La Alfonsa" y de Magdalena.

Magdalena sufría una ataque de sus ya famosas jaquecas y La Alfonsa, fruncía el ceño como diciéndose: "Esta no la ha hincado en la vida, eso es lo que le pasa, si hubiera tenido que sacar sola adelante a su hijo como yo, otro gallo le cantaría ¡ay! en fin..."-y Magdalena pensaba con asco en su cara, que no era otra cosa:" Mira que he ido a caer bajo, para tener que viajar con estas dos...y todo por culpa de este hijo, que no se atiene a razones...no podía casarse como todos las hombres del mundo, no,...tenía que hacer cochinadas con mujeres de esas...a saber quién se las habrá enseñado...en fin todo sea por enderezarle y que siga el buen camino...a ver si me da nietos y se deja de monerías raras.

El autobús salió de la estación y enfiló su elegante silueta, hacia las afueras, rumbo al suroeste de la nación, llevando consigo a una mercancía digna de ser considerada única en el mundo. Sus cuatro retoños mientras tanto, se desataban como presos tras cien años de encierro forzado en cárcel de hierros oxidados y sin compañía adecuada para sus "cosas".

El descanso de "La Marciala", estaba terminando y cuando los globos oculares en sus cuencas comenzaron a removerse por cuenta propia, como independientes de su dueña...esta entreabrió los ojos y pensó que ya era hora de empezar con su predicación a las tres comadres, no fuese a ser que se diesen al mundo mundanal y se perdiesen la casa, la vaca y el río...las revistas "Dormid" descansaban casi salidas de su forzada prisión, en el bolso negro de su dueña, mostrando el pico de la colorida portada, digna de un cuento infantil de Cenicienta...y la Bruja malaaaaa...

-Me he traído la última revista "Dormid" trata de un tema de actualidad que nos atañe a todas hijas...que sino vamos toas a perder la casa, la vaca y el río...y eso no pué ser...

Las dos madres que esperaban conspirar a su gusto y no ser las víctimas propiciatorias de una fanática predicora, se miraron atónitas y enarcaron las cejas resignadas, pues ya comenzaban a conocer a "La Marciala". Nada podría frenarla, si se proponía predicarlas...¡ay!, ¡la que les esperabaaaaaa!

-Pero mira que portada tan expresiva,-la palabreja la había copiado de un discurso de un túngido, que a pesar de su ignorancia cultural, era considerado un maestro entre los túngidos en general...-este niño que corretea por el campo...quiere decir que habrá paz en un futuro próximo...muy próximo...

-¿Y cómo se conseguirá eso hija?, porque mira que se ha hablado del fin del mundo y no llega ni a tiros...-dijo respondiendo sin poderse contener Magdalena a la que miró carbonizándola con la mirada "La Alfonsa", que no quería que le diese cuerda a "La Marciala".

-Pues Dios, el Dios ese lo túngidos, otro no ¿eh?, matará a seis mil trescientos millones de personas malas, que hay en el mundo y quedaremos solo los túngidos para vivir en paz...

-¡Ay qué miedo, ese Dios tuyo es terrible! Prefiero quedarme en este mundo...¿no hay otra manera de hacerlo?

-No hija no la hay...que si la hubiera no seríamos túngidos, los que somos tan santos.

-¿Y si no viene ese gedón o como se llame y no mueren esas personas?...¡huy, muchas son para ser todas malas el cura dice...-se animaba "La Alfonsa" que no se quería quedar sola en la conversación.

-Se llama Armagedóooon, que no sabes, porque el cura ese que es un babilonio, es más malo que la tiña...y si no viene, los jefes túngidos hacen un nuevo entendimiento y ¡hala! a empezar de nuevo, que así se puede salvar a mucha más gente.

-Pero mujer, así lo soluciona cualquiera...una bomba nuclear y ¡hala a empezar!

-¡Ayyyyy!, mira que hay que decíroslo todo ¿eh? Es que si lo hace un jefe de gobierno, que son todos babilónicos...no tié gracia, porque no te pone Dios la casa, la vaca y el río...así sí que te la pone. Y además los hijos se salvan por los padres, aunque sean unos cafres como los nuestros...por eso tengo yo a raya a mi Ana...que está salvaje.

-No si vamos a aprender en este viajeeee...mira que metemos en cintura a los críos y se salvan y les ponen ¿Qué les ponen?...-pregunta Magdalena, que se ve envuelta en las palabras como en una telaraña- Mira que mi Marla que me dice que se ha liao con una tía...¡con una tía!, ¿Qué sabrá ella lo que es liarse?, me tiene mártir con ese mal vicio, que la domina...es que las malas compañías...ya se sabe.-lloriquea "La Alfonsa" que se ve impotente ante la impetuosidad de su hija. Si viviera el mi Amasio...

-En ese instante como avisada por el demonio mismo despierta "La Amadora" y se incorpora a la conversación, que ella oye todo hasta de dormida.

-Pero si eso no es nada...Mi Antoñito, me dice que se ha liao con... ¡un tíoooo!, no, una tía, no podía ser, no...¡un tíoooo! , ¡ay!, ¿pa que habré criado yo a este hijo con tantos sacrificios?, porque yo no he tenido ayuda de nadie que lo sepas, Magdalena, hija...eso sí que es para morirse de pena...que no me va a dar nieeeeetoooooossss....-lloriquea con falso sentimiento.

-Pues mi Martinito, yo le llamo Martinito, porque de pequeñito era una monería de nene...está más solo que la una, y es que ya le digo yo, que cuando yo falte, ¿Quién le va a atender? Que yo estoy joven,-se remueve coqueta atusándose el pelo-pero eterna, lo que se dice eterna, que no lo soy vamos...es de un tímido...no ataca, no ataca, para eso yo de joven, que no hace tanto...era de temer....

"La Alfonsa", "La Marciala" y "La Amadora" la miran aterradas y como si viesen al demonio encarnado, al contemplar como coquetea y se remueve como...como...mejor no decirlo....¡que escándalo!, -"pa esta tengo yo un "Dormid" que pa qué-...piensa "La Maerciala" relamiéndose al pensar en cómo enderezar a madre y a hijo, ¡hala!, ¡dos pájaros de un tiro! Que ella es una "Pájara" de mucho cuidado.

La cafetería Londres, semejaba estar de fiesta permanente, y es que los cuatro hijos conspiradores, se hallaban enhiestos en sus asientos, como hijos de un Dios mayor. ¡Habían logrado un permiso carcelariooooo!, no, no estaban en la cárcel, no, pero parecido. Las cuatro madres juntas y empaquetaditas iban pa Cáceres y les dejaban solitos un fin de semana...¡un fin de semana enterito pa ellos solooooooos! Las cervezas corrían como el agua y las risas eran estentóreas de altas y claras que se escuchaban a varios metros fuera del local. La mesa dieciséis, era el centro de atención desde que se daban cita en ella los cuatro del apocalipsis, como ya les llamaban por eso de la casa, la vaca y el río...que todos se habían enterado ya, de que eran unos babilónicos y no les iban a poner...pues eso, que no, que no les iban a poner la famosa casa, la famosa vaca y el famoso río...anda que no se reían poco, a cuenta de las cuatro madres medio túngidas todas ellas.

-¡Ayyyyy!-suspiró Marla, que parecía haber rejuvenecido cinco años en un día.-que libertad...es como renacer otra vez ¿verdad chicos?, hasta he quedado con una chica...más maja, está que...bueno eso... que me gusta.

-¡Ah! pero ¿Qué te crees? ¿que no hacemos otro tanto? Yo tengo cita con los chicos que me endiñasteis en el bar de ambiente...je je –Antonio de habitual seco, se desmelenaba para sorpresa de sus amigos.-Y creo que le gusto a uno...si puedo me lo ligo seguro.

Con los ojos como platos Ana, Marla y Martín, le miraron como si le hubiesen abducido pos extraterrestres. ¡Mira el mojigato de los huevos!, ¿pues no dice que tiene ganas de...? ¡hala!, ¡si hasta los gatos quieren zapatos!.

Las risas no se hicieron esperar y todos los clientes se unieron a ellos, preguntándoles cual era el chiste, que querían reírse ellos también...a lo que Ana les respondió, que como no les dejasen en paz, les daba unas revistas "Dormid", que su madre había dejado "provisiones" en casa y todos como niños obedientes, se sentaron en sus mesas...¡menuda amenaza!

-Estas revistas sirven para todo hijos...te salvan de situaciones tremendas. Que quieres desembarazarte de pesados...pues les predicas...que quieres ligar, te sirve para criticar a los túngidos, vas y dices: "que gente estos fanáticos ¿verdad? Es que con el cuento del fin del mundo, como se aprovechan de la gente...y caen redondas."

-Lo que tú no hagas con las "Dormid" no lo consigue ni tu madre...-le dice como cumplido Martín a Ana.

-Bueno he tenido la mejor maestra, de algo tiene que servirme los rollos interminables que me suelta desde la niñez hijo...

-No si el que no se consuela es porque no quiere...-sentencia Antonio.

-Marla hija, que estas de un callado...

-Martín hijo que me gustas. ¿Qué te parece?, es que no aguanto más, si te gusto pues a ello...y sino a la porra, me deprimo y dentro de cuatro días a por otro.

-Pero...pero...pero...-Martín rojo de pies a cabeza se medio levanta y dice entrecortadamente: "pues...pues...que a mí también me gustas pero...

-Pero estoy tan gorda...¿verdad?, y si adelgazara...digamos... ¿veinte kilitos? Esta tarde adelgazo y te gusto ¡vaya que sí!

-¡Hala otra a la que le ha afectado la marcha de las comadres...adelgazará esta tarde veinte kilos...como si ná....-ironiza Antonio.

-¿Qué te apuestas a que adelgazo veinte kilos o más esta tarde? Todo sea por conquistar e a este machoteeeee.

-Eso quiero verlo yo...me puesto cien euritos un verde de estos que no abundan...-dice seguro de ganar Antonio.

-Cariño esta tarde te conquisto y con los cien euros me llevas a cenar...hummmmm que bieeeeeen...-se relame de antemano sabedora de que ganará.

Los cuatro daban por terminada la reunión en el Londres, y salieron ya viernes tarde para disfrutar juntos del fin de semana, sin las rémoras que eran sus respectivas madres-carga. Ana se acercó a Marla y le dijo:

-¿Pero estás tonta hija?, ¿Cómo vas a adelgazar veinte kilos en una tarde?, ¡ni que fueras la inventora del método definitivo...te harías rica guapa...¡joder, veinte kilos!

-Tú esta tarde vente conmigo de compras, que se va a enterar ese machito refinadito, de lo que es capaz una hembra en celo...ja ja ja ja

-Ay hija me das un miedo cuando te pones asíiiii...pero ¿a ti no te iban las tiaaaaas?

-¡Ay sí!, pero no le hago ascos a un hombretón como Martín hija...

-Oye tíos que las dos mujeres hemos de ir de compras....es que cuando baje los veinte kilitos tendré que tener ropa adecuada, que solo tengo para gordas...como estoy tan...en fin que nos vamos solas, a la noche nos vemos que pagas la cena queridoooo...-le dice con evidente sarcasmo a Antonio.

-Mira, ni siendo gay entiendo yo a las mujeres...vamos que igual ahora que estamos libres de madres dominantas encontramos ligue, tu una tía buena y yo un tío macizorro...ja ja ja ja

Ana y Marla se dirigieron a la calle Serrano, donde el metro cuadrado de tela ya vale más que el de un piso en Gran Vía, y miraron los escaparates como polillas pegadas a la luz de un farol. Marla, que tenía ahorraditos unos euros, por no tener donde gastárselos desde hacía tiempo, paladeó cada prenda como si fuese un merengue.

-Mira ese vestidito es una monería, que bien me quedaría para sacarle partido a las piernas que tengo...

Ana, no quiso desengañarla, pero miró de reojo sus muslos y pensó que ni para uno de ellos le daría el escueto y estrecho vestidito, hecho para anoréxicas...

-Y esos zapatos son de vértigo...si, esos me los compro.

Entraron en la zapatería y solicitó ver los "Manolo Blani", que costaban la friolera de mil cien euritos. Se los probó, ante el temor de la dependienta de que estallasen en sus pies, que por el contrario aparecieron como mucho más pequeños de lo esperado, y se ajustaron a ellos como un guante.

-Necesitaré un par de vestidos caros y un bolso, no, mejor dos, uno para cada vestiditoooo-alargó la palabra final relamiéndose.

A Ana se le antojó un disparate, gastarse el dinero tan a la aligera, pero reconocía en su fuero interno, que era una gozada poderlo hacer.

-Oye Ana mira algo para ti, que tenemos que estar monas las dos, no me puedes ir con eso que llevas puesto...de hacerlo te ponen la casa, la vaca y el río en el acto...ja ja ja.

-No, no, no tengo ni para los tacones de esos zapatos...son supercarísimos....

-Hija que te lo pago yo, tengo dinerito fresco y que se me apolilla en el banco, de no gastarlo...anda mira zapatos bolso y vestidito que nos vamos de devoradorassss...

Marla parecía haber tenido tiempo para ahorrar y Ana comenzaba a pensar que aquello acabaría en desastre, si intentaba embutirse en un vestido tan estrecho, que lo reventaría en el acto...y si se lo hacían pagar roto y todo...¡ufff! No quería imaginar lo que les iba a pasar.

Marla como si conociese la calle como la palma de su mano, se dirigió a una tienda de Versache y eligió un modelazo, de los que hacen época y se llevó en dos colores, rojo cereza y negro para probárselos, y ese era precisamente el instante que más temía Ana, que ni abrió la boca. Marla, dentro del probador fue colgando las prendas que llevaba puestas en lo alto de la puerta y Ana comenzó a temblar, pero algo le distrajo y la desconcertó...Marla dejó en primer lugar la blusa...luego otra blusa, luego otra...y otra...y después aun otra...pero ¿cuantas blusas llevaba puestas esta mujer? Pero lo más extraño llegaba acto seguido. Marla dejaba sobre las blusas, un pantalón vaquero, encima otro de tela tipo dockers, y otro más y otro, y otro, y otro más aún...¡cinco pantalones y cinco blusas, estaban una sobre otra y Marla, salía metida en el vestidito como una sílfide...Ana se quedó muerta de envidia y de sorpresa, tanto que no pudo articular palabra.

-Pero chiiiica...¿qué has hecho? Si pareces otra, ahora comprendo cómo se adelgaza veinte kilos...eres más delgada que la Ana Obregón esa...-la miró atónita. ¡ Y cómo te queda el vestidito!

-Bueno, ¿Qué te parece mujer?, estoy chic...¿o no?, ya te dije que pagaba la cena y se va a dar una sorpresa de muerteeeee...cuando me vea de esta guisa y tan....-se acarició el muslo izquierdo sensualmente-seeeeeeexyyyyyy....

-No, no....si se va a morir eso seguro...

-¡Ay no de morirse nada, no seas gafe mujer, que pareces túngida de mal agüero...! Primero lo cato y luego ya vamos viendo. Pero ¿a qué esperas para probarte vestidos? ¡Vengaaaaa!.

Ana eligió un vestido en color azul turquesa, que le quedó como hecho expresamente para ella, y salió del probador como temiendo que la viese alguien.

-Mira Ana, rica...que tienes que dejar aflorar tu sensualidad. Pa comértelos, has de enseñar, insinuar...¿me entiendes mujer?-le dijo mientras imitaba a Sharon Stone en Instinto básico.

-Ay no sé, es que tú eres sensual así, como...eso que sabes y yo soy una mojigata pueblerina de esas, una túngida vaya.

-Bueno to tié arreglo hija, te enseño en un periquete, que las mujeres esto lo llevamos dentro y sale a le menor...¡uuuuuuuuh!-dio vueltas girando en torno a sí misma.

Ana se probó unos zapatos de Purificación García, con cristales de Swarosky, que costaban Seiscientos euros y se sintió Leticia Ortiz...pero le daba cosa que lo pagase todo Marla.

-Mira eres mi mejor amiga, además de la única, así que no creas que no es interesado esto de pagarte la ropa y el calzado, el bolsito...es porque tenerte cerca para cotillear y saber que me tienes afecto es lo más, interés emocional lo llamaría yo, así que pagado está.

Para comprar los bolsos se fueron a una tienda que estaba lejos de la zona en que se hallaban. Raquel realizaba los bolsos ella misma de manera artesanal, y tenía ¡maravillas! En su coquetona tienda. Uno con plumas pequeñas azules y malvas en una especie de broche de cristales de Svaroski, sobre tela malva con cierre de dos zapatitos muy cucos que se abrazaban al cerrarlo, fue el elegido por Ana. Marla se fijó en uno rojo cereza como el vestido que había comparado al final y se lo colgó del hombro por la cadena dorada. Estaba enteramente recubierto de lentejuelas y una piedra amarilla a modo de topacio brillaba en el centro.

-¡Ay Raquelita hija nadie hace bolsos como estos son de un monooooo!, nos llevamos estos dos.

Saliendo de la tienda tomaron un taxi que las llevó a la Gran Vía madrileña, donde dentro de una hora, llegarían los chicos de hacer sus compras...¿Qué harían esos dos sin ellas?, ¡a saber qué cosas raras comprarían.

Pero se equivocaban de cabo a rabo. Antonio tenía un gusto exquisito y Martín no se quedaba atrás. Así las cosas, fueron comprando zapatos de piel de cocodrilo, en negro para Martín y en azul oscuro para Antonio. Un par de trajes de Armani, les convirtieron en un par de dandis, y los complementos, tales como cinturones y camisas, les sentaron como anillo al dedo. Gastaron lo ahorrado y la tarjeta de Antonio se agotó en la última tienda, teniendo que pagar el resto Martín. Para este era pecata minuta, así que ni se inmutó. Reunirse con las dos chicas fue un acto, de presumidos caballeros, que anhelaban impresionarlas con sus recién adquiridos modales, de señores distinguidos.

-Nos van a comer...

-Espero no gustarle a Marla...

-Pero ¿por quéeee'?, si es de majaaaa.

-Sí, pero ella misma lo reconoce, está hecha una vaca, como esas que le ponen los túngidos a los babilonios esos...

-Bueno si baja esos veinte kilitos quedaría estupenda, porque guapetona, reconócelo...lo es.

-¡Vamos colega!, ¿de verdad crees que alguien puede bajar veinte kilos en una tarde? Eso es un imposible.

-Bueno no sé...pero coincidirás conmigo que lo que no consiga Marla....

Los chicos entraron en la cafetería "Green dog", en la que habían quedado y de inmediato, se dieron cuenta, que dos tías, como dos trenes, estaban tomando algo de espaldas a ellos en la barra. Algo se endureció en la bragueta de Martín y se dirigieron a ellas antes de pensar en nada.

-Hola chicas, ¿estáis solas...?-les lanzó los trastos Martín.

Las dos mujeronas, se dieron la vuelta y le respondieron con sensualidad evidente en sus caras.

-"Ahora ya no, guapos..."

-Martín quedó petrificado al contemplar la metamorfosis sufrida por Marla y Ana y con la boca aún abierta acertó aduras penas a decir:

-Ya veo...

-Ja ja ja ja ja ...

Marla y Ana abandonaron las sillas de la barra y se dieron un par de vueltas contoneándose como lobas en celo...a Martín se le revolucionaron las hormonas como nunca antes.

-¿Qué he bajado o no esos veinte kilitossss?

-Síiiii...desde luego estás hecha una...una...

-Dilo machote dilooooo.

-¡Una hembrazaaaaa...!-dijo pegándose virtualmente a ella.

-Pues vosotros estáis elegantíiiisimos, hijos que cambio...

-Tenemos que ir de ligue con estos trapitos los dos Martín, que vamos a marcar estilazoooo...-se pegó a Martín, que caballeroso la tomó por la cintura y bailó con ella como si le gustasen las mujeres más que nada en el mundo.

-Estos dos como lo tienen más sencillito...-se quejó Antonio.

-Huy...pues no sé qué decirte, la verdad, a mí unos cuantos túngidos me han propuesto matrimonio...-soltó Ana con cara seria y solemne.

-¡Anda!, ¡anda...! Eso no cuenta, esos salidos ni tan siquiera pueden...-hizo un gesto evidente con la mano derecha, apretando un imaginario círculo y llevándoselo a la boca una y otra vez...

-Antonio, mira que eres guarroteee eh?, que soy una dama...-se arrebujó entre compungida y divertida. Estaba tan elegante que era imposible creer que era un miembro de la congregación túngida...

-Bueno....es que el sexo es muy importante en la vida, que animales somos y copular, copulamos...je je. Mira aquel tío no te quita ojo de encima, échale una miradita y medio sonríele, veras como triunfas...antes de que regrese la Marciala, que te cortaría la garganta, ¡babilonia, más que babilonia!, que no te van a poner la casa, la vaca y el río...por maaaalaaaaa...-rió con ganas Antonio, medio empujándola a ligar con el extraño.

Ana se dio la vuelta lentamente, miró como sin percatarse de la presencia del varón, que casi babeaba, y le dirigió una media sonrisa, displicentemente...el hombre se levantó en el acto interpretando la señal como una invitación y se fue hasta ella.

-¡¡Que vieneeee...!!-le advirtió alarmada Ana a Antonio.

-¡Hala, hala!, ¡a los leones! que ya es hora de malearse un poco ji ji ji ji.

            
            

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