A CUESTAS CON MI MADRE
img img A CUESTAS CON MI MADRE img Capítulo 8 LA NOCHE MÁS OSCURA
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Capítulo 10 LA MESA NÚMERO DIECISÉIS img
Capítulo 11 LA TRAMA DE LA MARCIALA img
Capítulo 12 LOS SECRETOS DE LAS COMADRES img
Capítulo 13 TRES PAREJAS img
Capítulo 14 CUANDO MANDA EL AMOR img
Capítulo 15 UNA NUEVA OPORTUNIDAD EN EL AMOR img
Capítulo 16 LA REUNIÓN DE LAS MADRES img
Capítulo 17 CUANDO EL ENEMIGO SE RINDE img
Capítulo 18 El amor siembra sus semillas img
Capítulo 19 EL REGRESO A CASA img
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Capítulo 8 LA NOCHE MÁS OSCURA

CAPITULO VIII

LA NOCHE MÁS OSCURA

Los cuatro solteros de la cafetería Londres, estaban dispuestos a salir de pendoneo aquella noche, y tras enviar a sus respectivas madres a un viajecito de tres días, iban por fin a explorar el mundo ignoto, de los que son libres cada día de la semana...aquel permiso carcelario, como lo denominaba Marla, iba a hacer historia. Con sus nuevos trapitos bien colocados sobre sus cuerpos, y una amplia sonrisa en los labios, iban a buscarle novio a Antonio, ya que Marla había cedido su lugar, sacado a suertes con los dados en la mesa dieciséis de la cafetería Londres. La oscuridad cubría enteramente Madrid y el barrio de Chueca, se les ofrecía como una fruta madura lista para ser devorada. Caminaban por la calle como los cuatro jinetes del apocalipsis, en una película del oeste, como diciendo con su actitud: "Yo que tu no lo haría nene...".

-Oye cuanto chicote guapoooo, estoy a punto de cambiar de acera chico...-bromeó Marla que admiraba la belleza en un hombre tanto como en una mujer. Además de vez en cuando una chica se cruzaba con ellos, y Marla atenta a cualquier señal, sonreía como una mala actriz.

-Marla, céntrate que venimos a ennoviar a este, no a ti, que te tocará no temas, je je –reía sarcásticamente Martín, que suspiraba por tenerla para él, aun a sabiendas de que no sería posible de ninguna manera.

-Me dais miedo colegas, mieeeedoooo. Estos tíos son guapos, jóvenes y cachas, ¿Qué voy a comerme yo en este sitio tan populoso? Estos ligarán entre ellos digo yo...

-Digo yo...digo yo...estos entre sí, no se ligan tío, son demasiado iguales, estos buscan tíos diferentes a ellos. Sino ya estaban todos liados follando como posesos. Añadía Ana, que comenzaba a salir del cascarón.

-No me seas vulgar hombreeee, que nos asustas a Antonio. –Trató de resultar paternal Martín.

En una esquina, un local decorado con ese rasgo de modernidad minimalista, que tanto gusta en estos tiempos, les parecía llamar como si les tentase el mismo mago del Averno, para entrar sin que se opusiera a ellos el can Cerbero.

-Entremos ene se local, a ver qué pasa...parece un lugar bonito...-apostrofó Ana, que deseaba verlo por dentro.

-¡Hala pues, adentro!

Los cuatro penetraron en el local y caminaron por el amplio vestíbulo, hasta una puerta interior donde un portero ataviado de librea, les abrió ésta, dejándoles franco el paso. Una escalera conducía a la planta baja y los cuatro, como descendiendo al infierno, se introdujeron en la noche más oscura. Abajo, un espacio enorme, se dividía en cuatro cuadrículas, y en cada una parecían esperar cuatro muy diferentes tipos de varones a que se les acercasen quienes fuera que esperasen lo hicieran...

-Huy esto es como el zoco de Marraquech, solo que aquí venden tíos...-dijo Marla, sospechando que se trataba de un mercado de la carne.

-Que no mujer, es solo que se toman algo mientras miran...

-Ay Antoñitooo, que ingenuo que me ereeeesss...-le picó Marla, que sabía que su mamá le llamaba de aquella infantil manera.

-Me llamas otra vez Antoñito y me ligo contigo, te llevo a la cama y te convierto en heterotonta...je je

-¡Ay, no!, ¡ay, no...! En heterotonta nooo, en heterotonta noooo...-repetía histriónicamente Marla. Que entonces me pierdo lo mejor de la vidaaa...las mujereeeessss.

Las risas conjuraron el temor y pronto se sintieron en casa al ver que cada cual iba a lo suyo. Antonio, con ojos desorbitados iba con la mirada de tío en tío sin saber a cual entrar.

-Antoniooo...-le susurró Ana como si estuviesen en "El Salón del Cielo", aquel chico te mira desde que entramos. El de aquella mesa del fondo. –Señaló tímidamente.

Antonio miró con disimulo y observó como un varón de unos cuarenta años ,delgado y con aspecto de ser un sofisticado ejecutivo de juerga nocturna, le miraba insistentemente y le sonrió, al comprobar que se había dado cuenta de su interés por él. Antonio despachó a sus amigos, que salieron del local, tras pagar en la barra que iba de lado a lado del espacio de la planta baja, y entonces el hombre se levantó, se acercó a la mesa de Antonio, abandonando su cuadrícula y de pie ante él, le preguntó:

-¿Puedo sentarme contigo?,

-Claro...sí, por favor siéntate.

Las miradas de ambos se cruzaron y parecieron entenderse, como si se conocieran desde críos. El desconocido, que dijo llamarse Ed Dophan, le contó que estaba en España por negocios, y tras concluir la convención, había decidió tomarse unas copas en la zona, a ver si conocía a alguien interesante. Le habían recomendado el local, y cuando estaba a punto de marcharse, había llegado él con sus amigos.

-Ya ves, nunca se sabe, cuando, ni donde, se va a conocer a alguien que a uno le pueda interesar. ¿Cómo te llamas?, aun no me lo has dicho.

-Ah, perdona, me llamo Antonio, salgo poco, la verdad...-iba a contarle que vivía con su madre a cuestas, pero se cortó y optó por prestarle atención al consejo de los otros tres colegas, que sufrían la misma suerte, obviando el tema.

-Eso me gusta, eres diferente hasta mirando, te cortabas antes cuando tu amiga te indicó que se había percatado de que me interesabas.

-¿Lees el pensamiento?

-Nooo, ja ja ja ja, es solo que se te notaba y ella te susurraba como si estuviese en una iglesia...

-Si yo te contase...pero mejor lo dejamos y continuamos con lo nuestro.

-Eso de los nuestro suena bien...dime ¿en qué trabajas? No me lo digas, tienes pinta de ser...-se llevó al mano a la barbilla fingiendo pensar-director de empresa...de...de productos fotográficos...¿a que he acertado?

-Bueno en casi todo, soy jefe de planta en una cadena de producción en una empresa en la que se fabrican cámaras fotográficas japonesas. La Ferguson LTD. ¿La conoces?

-Bueno no he fallado tanto, diriges una planta entera, y la fotografía es tu profesión de alguna manera...si, la conozco, pero solo de nombre, creo que mi cámara es de otra marca lo siento...

El resto de la noche transcurrió entre risas, confidencias sutiles y roces de manos sobre la superficie de la mesa.

Marla, Ana, y Martín paseaban aburridos por Chueca, hasta que Marla inició su peculiar cháchara sobre el amor y sus consecuencias. Entonces Martín miró a Ana y se echaron a reír, enfadando a Marla, que a los treinta segundos, ya estaba riendo con ellos también.

-Pero mira que sois lo peor ¿eh?, os aprovecháis de esta pobre chica que...-dejó la frase en el aire al cruzar la mirada con una mujer elegante y que al arecer fumaba en soledad, en una terraza nocturna en la que solo una taza de café ocupaba todo el espacio de ésta.

-Chissssss...-le chitó Martín, dándole un codazo a Ana-esta ha visto algo interesante, y creo que es aquella mujer elegante de la mesa del centro de la terraza, fíjate como la mira...-sonrió pícaramente Martín.

Marla, con su nueva apariencia y contoneando las caderas, se acercó a la mesa donde la dama elegante bebía su taza de café...ésta, se volvió y la miró muy seria, hasta el punto, que Marla casi se da media vuelta y se va asustada...pero el reto era importante, y la dama tan sugestiva...que se atrevió a preguntarle:

-¿Puedo sentarme con usted?

-Puedes muchacha...¿qué buscas?-le disparó sin pensárselo dos veces.

A Marla le había dicho siempre su amigo Martín, que a pregunta directa, respuesta directa...así que le contraatacó con dureza y sinceridad evidente...

-Pues ligar con la dama más elegante de estos contornos y conocerla un poco...¿le molesta?

-En absoluto hija...mira que eres directa ¿eh?, eso me gusta...cuéntame ¿quiénes son esos amigos tuyos?-la dama sonreía relajada.

-Son mis mejores amigos, compartimos todos el mismo tormento...pero eso es una historia para otro día, hoy eres tú, quién me interesa conocer dama misteriosaaaa...alargó la palabra para romper el hielo y sonriendo ganársela.

-Hummm...interesante, sí, muy interesante...yo me llamo Adell, ¿y tú?

-Yo soy Marla, encantada...se acercó a darla dos besos de bienvenida, que Adell no rechazó. Olía a jazmín verde y su perfume embriagó las fosas nasales de Marla.

Ana y Martín quedaron estupefactos ante el atrevimiento y la osadía de Marla, aunque Ana ya se esperaba algo por el estilo claro...tras renovar su look...algo iba a hacer con el nuevo...ji ji ji –rió tapándose la boca con la mano. Se alejaron prudentemente para que las dos tortolitas hiciesen manitas a gusto y ellos dos se tomaron de la mano, como dos adolescentes, ruborizándose Ana, que nunca esperó que el remilgado y sofisticado Martín pensase siquiera en que ella existiese. La noche era joven y su permiso "carcelario" no expiraba hasta el lunes a las nueve de la mañana que regresaban las comadres de Cáceres. Entonces la cafetería Londres, cobraría su importancia como base de operaciones y de reuniones para los cuatro sufridores...

-Es una noche tranquila y preciosa ¿verdad Ana?

-Sí...es como si el reloj del tiempo se hubiese detenido y los guardianes del espacio, deseasen ver más sobre los seres que pueblan la tierra...-le respondió Ana dejándole boquiabierto a Martín. Ana miraba al cielo suspirando y a Martín se le antojó una mujer diferente.

-Aquí las estrellas suelen ser la luces de los locales nocturnos y el bullicio suple el sonido cantarín de los pájaros...

A Martín , que aquellos locales se le antojaban inútiles para sus ligoteos, por no haber más que lesbianas y gays, le pareció graciosa y dulce la compañía de Ana. Que salía del cascarón a marchas forzadas, abandonando la tonta idea de que alguien le fuese aponer una casa, una vaca, y un río en Babilonia, si era buena y se sometía a los caprichos de la secta túngida...las gentes con la sonrisa pintada en los labios, salían y entraban en los locales, o se sentaban a tomar un refresco en las abundantes terrazas, como si nada en el mundo fuese de tanta importancia como conocer a alguien nuevo. Solo la pareja de Ana y Martín, salía de aquel círculo para llegarse a la plaza de Sol y sentarse solos en un banco a la luz de los faroles, que iluminaban la imponente fachada del edificio de la puerta del sol.

En el autobús de vuelta las cuatro madres, preparaban ya sus puyas, para impedir que los "niños" se les desmandasen y lograran independizarse, la palabra más odiada por las cuatro...Magdalena daba gracias a los cielos, por no tener que aguantar más a "La Marciala", aunque las horas que iban a pasar en el renqueante autobús, serían intensas y de allí ninguna de las otras tres comadres, podría escapar de las revistas "Dormid" de la matrona túngida. "La Marciala" estaba, sin embargo, preocupada por algo diferente, y es que, las revistas se le agotaban, solo le quedaba una y miraba de soslayo, a ver a cual de las tres comadres, debería colocársela para convertirla. La sacó del bolso negro y raído que siempre llevaba a la predicación y miró la portada llena de color mostrando a un niño con su madre al lado y que tenía como fondo, un hermoso paisaje de un bosque denso y verde, que contrastaba con el azul del cielo. Miró a Magdalena y se lanzó al ataque...esta era la pieza que deseaba cobrarse y esta caía si o si...

-Mira Magdalena-le dijo a esta que se sentaba junto a ella en el asiento contiguo-que bonita será al vida en el nuevo mundo este que va a traer Dios...¡ay qué maravilla!, ¿no te emociona?

-Pues no sé qué decirte hija, porque si no se va a poder pensar de manera diferente, si no se va a tener libertad ni nada...pues como que será un mundo muy soviético así vivían los rusos hace años y no les gustaba mucho...

-¡Cáaa...cáaaaa! que, ¿pa que vale pensar?, hay que pensar todos igualitos y vestir todos igualitos, como mucho con colores diferentes, bien tapadas las mujeres y sumisos los niños a los padres...Dios ya sabe que necesitamos mano dura, ¡palo, palo! Que eso es lo que dice el refrán, "la letra con sangre entra". Si alguien se vuelve inmoral y hace marranadas ¡hala a lapidarle! Y se limpia la congregación...

-Cada vez me das más miedo hija, que ese mundo más parece un infierno que un cielo...

-Y ¡dale!, que no hay cielo que valga hija, que te lo he dicho mil veces, ese Papa vuestro es un ladrón que se lleva el dinero de los pobres y se hace palacios con el...

-¡Ah, no!, ¡eso sí que no!, que sepas que las monjitas dan a los pobres cuidan enfermos y dan limosnas...y los túngidos ¿qué dan?, ¿qué hacen por los demás?

- Ay mujer anunciamos el reino de Dios, que va a llegar pa ponerles a los buenos una casa una vaca y un río...te parecerá poco...

-Pues eso me parece una tontería, eso de la casa la vaca y el río, no te lo creerás ¿verdad? Porque no habría ríos para todos, ni nada con lo que lavar la ropa, ni electrodomésticos, ni detergentes...nada vamos que seríamos trogloditas...otra vez, y eso ya lo pasamos los humanos hace millones de años.

-Mira hija lo que sé, es que si los túngidos del cuerpo gobernante dicen que hay vacas pa tós, es que las hay...tú lo que necesitas es un estudio de las escrituras túngidas y llegar a tener el conocimiento que lleva a Babilonia, onde te ponen la casa, la vaca y el río...es que tienes un problema muy grave...¡tienes criterio propioooo!

Magdalena la miró aterrada, como si de repente el demonio mismo hubiese ascendido de los siete infiernos y abrió los ojos llena de miedo. Aquella mujer estaba tan excitada, tan fanatizada, que hasta pensar le parecía un problema grave. Un silencio denso se hizo desde entonces entre Magdalena y "La Marciala", que puso mala cara y se quedó callada como una muerta. Las dos comadres que viajaban detrás y que habían escuchado cuidadosamente cada palabra, temblaron de miedo al verse las siguientes en la lista de la comadre túngida. La matrona túngida no se iba a resignar a no colocar la revista "Dormid" que le quedaba y en efecto miró atrás con una amplia sonrisa que ellas interpretaron como una velada amenaza. Pero "La Marciala" tenía ya trazado un plan y esta vez colocaría la revista seguro. La gasolinera era el punto en el que el autobús paraba media hora, el tiempo justo para dejar en manos de una de las dos la revista...solo tenía que decidir a cual de las dos...esta vez tenía que acertar. Entretanto cerró os ojos, y echó la cabeza contra el asiento. Tres suspiros acompañaron su sueño, el de las tres comadres que al fin podían descansar...que castigos Señor que castigo...esta mujer si no llegaban pronto, acababa con ellas.

            
            

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