Capítulo 6 Presa fácil

Al terminar de ponerme el uniforme de barista de mi trabajo en el cibercafé Black Coffee, salgo de la oficina con sigilo, tratando de evitar a mi jefe, Bob Harrison.

Aunque es un buen tipo, detesta la impuntualidad y seguro hoy me daría un sermón por haber llegado tarde. Pero esta vez, reconozco que su molestia es justificada.

Noah, mi compañero de trabajo y amigo, me espera afuera. Aunque puede escuchar perfectamente, preferimos comunicarnos en lenguaje de señas. Le comento que llamaré a tía para decirle que él tendrá doble turno y que regresaré a casa con él.

No quiero que vaya solo, ya que esa mujer es capaz de hacernos daño. No me arriesgaré a dejarlo ir a esa casa sin mí.

Noah asiente y me dice que mientras yo hago la llamada, él atenderá al cliente que está sentado en una de las mesas. Regreso a la oficina y busco en mi lista de contactos el número de mi tía Vane, para poder excusar la ausencia de Noah.

-¿Qué tan importante es lo que me tienes que decir? -responde Vane de forma altanera cuando contesta la llamada.

Por su tono de voz, puedo notar que está furiosa y apretando los dientes de coraje.

-¡Tía! -respondo, intentando mantener la calma-. Solo te llamé para decirte que Noah se quedará a trabajar hasta el cierre del local, porque Bob necesita que haga algunas horas extras.

-¿Pero quién nos hará la cena? Hoy vendrá mi hijo a cenar con su nueva novia y necesito que preparen algo para ellos -me dice de forma descarada.

-Vane, si nosotros no trabajamos, ¿quién podrá ganar más dinero para tu Spa? -le respondo, intentando hacerla entrar en razón.

Después de unos segundos de silencio, Vane accede.

-De acuerdo -dice, aunque puedo notar que lo hace a regañadientes-. Pero quiero todo el cheque, no quiero que se queden con nada de ese dinero. Si descubro que están haciéndolo, ya verán las consecuencias.

-Lo sé, Vane. No tienes por qué preocuparte. Jamás nos atreveríamos a desobedecer tus órdenes -le digo, intentando calmarla-. Ahora dejaré que sigas con tu masaje, ya que Bob podría despedirme si me encuentra con el móvil.

Finalizo la llamada y salgo de la oficina, listo para enfrentar el resto del día en el cibercafé. Aunque las cosas con mi tía son complicadas, sé que debo hacer todo lo posible para mantener mi trabajo y ayudar a Noah.

Unas dos horas después de mi conversación con mi tía, escuché cómo la campanita de la puerta resonaba en la tienda. Estaba ocupado preparando un capuchino para uno de mis clientes habituales, un anciano que venía todos los días a la misma hora.

Sin prestar mucha atención, no me di cuenta de quiénes acababan de entrar. Mientras seguía concentrado en mi trabajo, mi primo Gaspar y mi supuesta novia Sofía se acercaron al mostrador, observando el cartel del menú que estaba detrás de mí.

-¡Oh, Dylan! ¿Esta es la cafetería donde trabajas? -preguntó Gaspar, mientras sostenía la mano de Sofía, quien parecía avergonzada al verme.

-Sí, Gaspar, es mi trabajo. -respondí, sorprendido por su visita.

-Mi novia y yo queremos dos Caramel Frappe, uno sin azúcar. -dijo Gaspar, sonriendo.

-¿Tu novia? -pregunté, confundido.

-¿Qué? ¿No sabías que Sofía y yo somos novios desde mi cumpleaños? ¡Niña mala! -respondió, sujetándola por el mentón y dándole un beso, a propósito para que yo lo viera.

-No pensé que Dylan se lo tomara en serio cuando acepté su declaración de amor. Pero sabes que solo necesitaba a alguien que hiciera mis tareas. -añadió Sofía.

Por un momento, me quedé sin palabras, sintiendo una mezcla de traición y confusión. ¿Por qué Sofía no me había dicho nada sobre su relación con Gaspar? Y, más importante aún, ¿por qué no me había enterado de que ahora soy su ex?

Este inesperado giro de los acontecimientos dejó mi mente llena de incógnitas y mi corazón lleno de emociones encontradas.

-Sí... Estoy bien, señor Harper- le digo con una sonrisa, aunque en realidad me siento horrible. No sé si es porque solo veía el amor como algo perfecto, pero me duele tanto la traición de Sofía. Me digo a mí mismo.

-Creía que el amor era ese sentimiento mutuo entre dos personas... También pensaba que ese primer amor sería el último. Pero ahora no sé qué pensar- le confieso al señor Harper, con un nudo en la garganta.

-No culpes al amor, hijo. A veces, antes de encontrar a la persona correcta, aparece en tu vida la persona equivocada- me responde el anciano.

Aun así, el amor nunca desaparece, simplemente no siempre encuentras a la persona que deseas.

Para entender el amor, primero debes aprender a amarte a ti mismo. No puedes permitir que las personas te pisoteen.

Eres tú con tu actitud quien les da la oportunidad de hacer lo que quieran contigo.

Te ven como su presa, porque eres confiado y predecible. Les resulta muy fácil divertirse jugando contigo.

Cuando ya se han divertido lo suficiente, te desechan como algo inservible- me dice el anciano antes de levantarse, pagar y salir del lugar.

Aunque ya no está aquí, sigo sintiendo esa extraña sensación de opresión en el pecho desde que pronunció esas palabras.